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Inmaculada Jiménez Caballero, Escuela de Arquitectura, Universidad de Navarra

¿Por qué no invertir en cultura?

mié, 15 feb 2012 10:29:00 +0000 Publicado en Diario de Navarra

A todo el mundo le parece correcto que la cultura sea el sector mas castigado en las inversiones de la Administración. Nadie discute que sanidad y educación son prioritarias, y naturalmente la cultura ocupa un lugar muy secundario.  Esta evidencia obedece a la idea de que la cultura es algo así como "el adorno" de la sociedad, y con dificultades por sobrevivir, nadie está para pensar en "adornos".

Sin embargo, la falta de cultura conduce siempre a la mediocridad, y sin ella,  la aspiración de mejorar se ve sustituida por otras muchas medianías. La mediocridad conduce no pocas veces a la corrupción, y ésta al deterioro general anticipo del desastre. Recordando a nuestros gobernantes del inicio de la democracia, comprobamos que generalmente eran mas sensatos  y menos arrogantes. Casi todos ellos, de derechas, de izquierdas y de centro eran sobre todo mucho más cultos.

Esta era una condición generalizada.  Hoy en día casi todos lo son menos que aquellos y quizás ésta circunstancia esté en el origen de muchas estrategias que parecen conducirnos a formas de entendimiento social mas alejadas y difíciles, mientras algunos de ellos exhiben sin pudor sus carencias.

Ser culto significa conocer la historia, intentar entender el mundo, comprender al hombre y sus conductas, ser consciente de las debilidades humanas y de la capacidad de superación individual y colectiva.

Ser culto implica conservar el patrimonio material e inmaterial, defender la identidad individual y colectiva, tener valentía, sensibilidad, cortesía, dureza, amabilidad, perseverancia. Saber que hay cosas que valen más que el dinero y empresas que movilizan más que un acontecimiento mediático o deportivo. Comprobar que el esfuerzo siempre consigue cosas mejores y que el tiempo es un valor intrínseco de todo lo que merece la pena.

La cultura siempre impone respeto, al igual y al diferente,  conduce a resolver los conflictos entorno al diálogo y valorar el esfuerzo por progresar como el más preciado recurso, entendiendo el fracaso como parte experimental imprescindible del avance.

Cultura es sinónimo de civilización y progreso intelectual. Como decía Paul Valéry, La educación  instruye y la cultura fortalece el espíritu. La cultura y no la instrucción nos permite sobrevivir en condiciones precarias de escasez material o indigencia espiritual; es lo que sobrevive a las generaciones y a los pueblos. Es lo que construye la historia.

Es verdad que la inversión en cultura tiene efectos a largo plazo pero si al proyectar un puente se hace considerando una avenida de agua que pueda suceder en un plazo de 500 años y consideramos razonable, incluso imprescindible esa condición ¿Por qué no va a ser igualmente sensato considerar la eficacia de la inversión en cultura en el dilatado margen de tiempo de una o dos generaciones?

Es la naturaleza de esta sociedad tan instruida pero tan poco cultivada la  que ha modificado los objetivos del progreso al que aspira, provocado una crisis sin precedentes de la que no saldremos mas que con una enorme inversión en cultura.