Ramiro Pellitero, Profesor de Teología, Universidad de Navarra
Propuesta de sabiduría
Nada más llegar a Portugal, el Papa Benedicto XVI ha expresado claramente que su visita quería ser «una propuesta de sabiduría y de misión». Una propuesta que comienza en la apertura del hombre al Dios que le ha creado, y por tanto a la verdad, al bien y a la belleza; y que culmina en la plenitud de vida y sabiduría que es Jesucristo.
Concretamente, el Santo Padre ha señalado que «el punto clave es el valor que se atribuye a la cuestión del sentido y a su implicación en la vida pública». Pero atención: «No se trata de una confrontación ética entre un sistema laico y un sistema religioso, sino de una cuestión del sentido al que se confía la propia libertad». En efecto, las personas no pueden vivir sin un ideal que dé sentido a su existencia.
Con este horizonte, en el avión que le traía de Roma, Benedicto XVI apuntaba tres metas o desafíos: la necesidad de superar el racionalismo cerrado a la trascendencia; la necesidad, para la fe cristiana, de abrirse a las «cosas concretas» y a la «responsabilidad respecto al mundo», y la urgencia, en la perspectiva cristiana, de volver a «la conversión, la oración, la penitencia y las virtudes teologales»,puesto que los problemas más importantes para la Iglesia no provienen de fuera, sino de dentro y consisten sobre todo en los pecados personales. En ese marco, el Pontífice ha reafirmado que la Iglesia sigue comprometida en el diálogo con las culturas. Un diálogo «que ayude a que las personas se abran a todo lo bueno, lo verdadero y lo bello».