Publicador de contenidos

Volver Sonrisa bajo una boina negra

Reyes Calderón, Decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Universidad de Navarra

Sonrisa bajo una boina negra

lun, 12 sep 2011 11:08:50 +0000 Publicado en Unav.es

Si es cierto que el valor de una persona se mide por el número de sus amigos, Luis Arturo fue, sin lugar a dudas, un "valor refugio" y a los que nos tocó en suerte trabajar a su lado lo tuvimos, como reza la Escritura, como "más valioso que el oro".

Luis Arturo habitualmente trabajaba rodeado (casi tomado) por pilas de artículos procedentes de journals que hablaban sobre innovación y liderazgo, frente a un corcho repleto donde destacaba una página amarillenta de periódico que rezaba "Viva la contrarrevolución" y una hoja llena de agujeros caseros encabezada por el eslogan "Te quiero papá".

Trabajaba a oscuras, sin más luz que la que emitía la bombilla de su flexo. Pero ni siquiera la penumbra de su despacho podía ocultar una gran humanidad capaz de ponerse siempre en la posición de otros y, como consecuencia, responder con un cariño profundo, que nunca se molestó en ocultar. Trabajador infatigable y eficaz, gran conversador, no dudaba en hacer trabajar y en pedir resultados. Pero su humor inglés y su media sonrisa, incrustada en su inconfundible boina negra, conseguían que los que le rodeábamos, que habitualmente éramos muchos, lo imitáramos con alegría.

Su último gran proyecto, que confesaba era el que más le ilusionaba, fue el Máster en Dirección de Personas en las Organizaciones, cuya memoria oficial le debe casi todas sus páginas. Pero había algo que aún le importaba más: Pablo, Ramón, Pilar, y su esposa, Bebuca, que contaba con la habilidad de convertir en fácil hasta lo más complejo. 

De fe sencilla y profunda, de su último viaje a México, su segunda patria, me trajo una imagen bendecida de la Virgen de Guadalupe, por quien no ocultaba su predilección. Cuando recibió noticia de su recaída, no dejaba de pedir oraciones a todo aquel con quien se encontraba. Nosotros, siguiendo su costumbre, poníamos sus intenciones a los pies de La Morenita, que quiso llevárselo al cielo para tenerle, si cabe, más cerca. Le echaremos de menos, mucho, pero estamos seguros de haber hecho una buena inversión: ahora nuestros trabajos estarán acreditados por la ANECA del cielo, de la cual acaba de ser nombrado evaluador.