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Rafael María Hernández Urigüen, , profesor en ISSA y la Escuela de Ingenieros - Tecnun

Frente al Hagupit: Por una cultura del consuelo

jue, 11 dic 2014 10:06:00 +0000 Publicado en Revista Palabra

Durante el pasado fin de semana, y comienzo de éste, el WhatsApp de mi móvil se ha llenado de mensajes procedentes de Filipinas. Me los enviaba el abogado Jaime Bernar, presidente de la ONG Zabalketa de Vizcaya que estaba viviendo en "tiempo real" la llegada y el devastador paso del Ruby (para los isleños), o Hagupit (nombre técnico) del Tifón que ya ha desplazado a más de 890:000 filipinos.

La ONG que preside Bernar patrocinada desde el colegio Gaztelueta (http://www.zabalketa.org/) se ocupa, desde hace bastantes años de proyectos sanitarios, culturales y de promoción social en las zonas más deprimidas de Filipinas, además de en otros muchos países.

Se trata de una organización que cuenta con poco personal y medios, pero sus voluntarios manifiestan un espíritu y entusiasmo que les mueve a la cercanía también física con los más pobres y especialmente los afectados por catástrofes naturales o conflictos como los generados por el narcotráfico en Colombia. Además de sustentar sus proyectos en responsables locales para que pronto dispongan de autonomía y garantías de continuidad y sus apuestas audaces para promocionar el protagonismo social de las mujeres en diversas zonas deprimidas, Zabalketa apuesta por la "presencialidad" de los cooperantes en el mismo lugar de las catástrofes o conflictos.

Su Presidente, sin duda, procura testimoniar esta filosofía del trato directo con las personas, y así, en uno de sus mensajes describía el marco del siniestro: "Tras 7 horas de agonía a oscuras ha clareado el alba un poco. El espectáculo es dantesco. El mar, apenas estamos a 50 metros, hierve enfurecido. La marea esta ahora baja y eso salva algo la situación. Al fondo los arrecifes son un revoltijo de espumas marrones mientras se amontonan y se encrespan las olas cortas. En las casas se notan los primeros daños. Cuando el viento encuentra resistencia golpea y golpea hasta abrirse un pequeño hueco en la estructura. Comienza entonces una sinfonía creciente de aleteos metálicos hasta que finalmente un gran chirrido arranca piezas enteras que vuelan retorcidas estampándose ruidosamente contra los árboles". Pero inmediatamente añadía, desde el lugar de los hechos su  encuentro y atención a los afectados: "Las infraestructuras, Day Care Centers y Health Stations que construimos hace unos meses han pasado a ser refugios. Gracias a Dios se tuvo la previsión de sobredimensionar las estructuras, de manera que van a poder cumplir bien esa función. Esta tarde unos cientos de niños y sus madres tendrán algo más de tranquilidad".

Mientras releía y contestaba los whatsapps de Jaime pude meditar algunas de las palabras que el Papa Francisco dirigió desde la Plaza de San Pedro antes de rezar el Ángelus, glosando el texto profético: "Dejemos entonces que la invitación de Isaías –'Consolad, consolad a mi pueblo'– resuene en nuestro corazón en este tiempo de Adviento. Hoy se necesitan personas que sean testigos de la misericordia y de la ternura del Señor, que sacude a los resignados, reanima a los desalentados, enciende el fuego de la esperanza. ¡Él enciende el fuego de la esperanza! ¡Nosotros, no! Muchas situaciones requieren nuestro testimonio consolador. Ser personas alegres, consoladas" (Ángelus 7 de diciembre de 2014).

La cultura del consuelo bien arraigada en el joven abogado bilbaíno y en otras muchas personas cooperantes va difundiéndose en los ámbitos universitarios. Desde ellos, en los últimos años se ha implicado a jóvenes que, para empezar, organizaban conciertos en San Sebastián con el fin de recaudar fondos para Zabalketa, implicándose ellos mismos en la gestión y en las promociones.

La cultura solidaria despierta así muchas conciencias y mueve, en tantos casos, luego o al mismo tiempo a acudir a los lugares deprimidos para mirar el rostro interpelante del que sufre y tenderle la mano del consuelo.

Recordaba también la profunda reflexión que Benedicto XVI propuso en su primera encíclica "Deus caritas est" (n.31)  sobre el estilo caritativo de la Iglesia: "Por lo que se refiere al servicio que se ofrece a los que sufren, es preciso que sean competentes profesionalmente (…). Un primer requisito fundamental es la competencia profesional, pero por sí sola no basta. En efecto, se trata de seres humanos, y los seres humanos necesitan siempre algo más que una atención sólo técnicamente correcta. Necesitan humanidad. Necesitan atención cordial. Cuantos trabajan en las instituciones caritativas de la Iglesia deben distinguirse por no limitarse a realizar con destreza lo más conveniente en cada momento, sino por su dedicación al otro con una atención que sale del corazón, para que el otro experimente su riqueza de humanidad. Por eso, dichos agentes, además de la preparación profesional, necesitan también y sobre todo una «formación del corazón»: se les ha de guiar hacia ese encuentro con Dios en Cristo, que suscite en ellos el amor y abra su espíritu al otro, de modo que, para ellos, el amor al prójimo ya no sea un mandamiento por así decir impuesto desde fuera, sino una consecuencia que se desprende de su fe, la cual actúa por la caridad (cf.Ga5, 6)".

Sin duda esa "formación del corazón" capacita a cualquier profesional competente para consolar  y en ese cometido sigue presentándose un reto educativo para quienes trabajamos con jóvenes en el ámbito universitario. Una nueva cultura del "consuelo" convocada por el Papa Francisco nos llama urgentemente ahora y para los próximos decenios.