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María Icíar Astiasarán Anchía, vicerrectora de Investigación de la Universidad

Liderazgo femenino

lun, 11 mar 2019 10:29:00 +0000 Publicado en Diario de Navarra

Hace todavía pocas semanas se ha recibido la acreditación oficial del Instituto de Investigación Sanitaria de Navarra (IDISNA). Existen en total 31 institutos similares en España, alrededor de hospitales y centros de investigación de titularidad pública. El de Navarra es el primero que resulta de la colaboración público-privada, que es la tendencia de los países más desarrollados.

Pero el IDISNA es relevante precisamente en la celebración que hemos tenido del 8 de marzo, porque es el primero de los institutos con una mujer como directora científica. También en esto Navarra ha ido por delante.

Es un dato aislado, pero indicativo de una situación más general. Hay en España muchas profesoras e investigadoras muy cualificadas, pero pocas en puestos de responsabilidad. Y es algo que sucede no solamente en el ámbito de la ciencia. También en la política, la economía y muchos otros sectores. Como dice una mujer africana y feminista: “Cuanto más alto subes, menos mujeres te encuentras". Esto tiene que cambiar.

El 8 de marzo de 2018 puede considerarse una fecha histórica. Hay quien piensa que ese día el feminismo pasó de ser la lucha de una minoría a convertirse en una causa universal. Ya no se discute la igualdad de la mujer, merecedora de los mismos derechos y oportunidades en todos los campos. Se puede discutir el cómo, pero no el qué.

No es algo nuevo: el ecologismo comenzó como la lucha de una minoría, pero desde hace años el cuidado del medioambiente es una causa universal. Podemos discrepar sobre la prohibición de los motores diésel, pero todos compartimos la preocupación por la casa común. Ojalá suceda algo parecido con el pacifismo, y la convivencia se convierta pronto en una causa universal.

Me parece importante que, en un momento como este, no demos ningún paso atrás. La igualdad de la mujer debe seguir siendo una causa universal, que une a hombres y mujeres, más allá de los debates ásperos de la política, sobre todo en tiempo de elecciones. Pienso que en Navarra podemos ir por delante. Tenemos una buena base. Desde siempre, Navarra es tierra de igualdad. Entre todos, también entre hombres y mujeres.

Aquí hemos conocido dos presidentas de distinto signo. En los dos últimos gobiernos, algunas mujeres han ocupado consejerías de gran entidad, como Economía, Salud y Educación, así como la presidencia del Parlamento. Todas ellas han sido criticadas, como cualquiera de sus colegas de partido varones, pero nunca, que yo sepa, se ha oído un comentario machista. La sociedad navarra lo rechazaría de plano.

Pero queda mucho por hacer. Para asumir cada vez más responsabilidades, las mujeres hemos de mantener la ambición, hemos de seguir cualificándonos para tareas cada vez más complejas. Entre ellas, quiero referirme a los trabajos de dirección y de gobierno, en todos los ámbitos: político, empresarial, institucional, cultural y social.

Todavía hay pocas mujeres en los consejos de administración, o entre los altos cargos de las empresas. Y ninguna mujer quiere estar ahí por una política de cuotas. Queremos llegar por nuestros méritos y para eso necesitamos prepararnos.

Hemos de lograr que “cuanto más alto subas, sigas encontrando mujeres". Especialmente en esos órganos de gobierno que aprueban las leyes, aplican las inversiones, toman las decisiones de las que depende el futuro de la sociedad.

Y no se trata solo de una reivindicación de igualdad, que por supuesto lo es. Se trata también de que las mujeres estamos llamadas a aportar una mirada nueva a la hora de tomar esas decisiones, de las que hemos sido excluidas durante demasiado tiempo. Tenemos derecho a ser protagonistas y queremos un mundo mejor.

Estoy segura de que las mujeres podemos aportar firmeza contra la injusticia, la violencia y la corrupción; y pasión para defender la igualdad, la ética y la vida.

Por eso propongo que todas las instancias de nuestra tierra apoyen el talento femenino y ayuden a romper los techos de cristal, aquí y ahora. Ya se han dado pasos en el mundo de la ciencia y de la política. Sigamos avanzando en las empresas y las instituciones. No nos dediquemos a explicar por qué hay pocas mujeres en puestos de relevancia. Cambiemos esa realidad.

Las mujeres necesitamos referentes, visibilizar a las que han abierto camino, han llegado lejos, y son un estímulo para nosotras y para nuestras hijas. Y un ejemplo para nuestros hijos. Porque el mundo mejor al que aspiramos lo construiremos juntos.