No creo que haga falta defender que son las empresas las que crean empleo y que el Estado difícilmente puede sostener el empleo si no crean riqueza las empresas. Pues bien, este Estado, que se sostiene gracias al esfuerzo que ponemos todos los que trabajamos en las empresas, ha encontrado una nueva manera de ahogar y estrangular a las mismas: retrasar pagos, retrasar devoluciones de impuestos o reintegros de IVA en exportación. Supongo que habrán pensado que las empresas que han sobrevivido a la crisis son muy fuertes y pueden aguantar un poco mas. Pues que aguanten. Si los bancos no dan crédito y estas empresas aguantan, seguro que pueden aguantar un poco más.

Antes se solía decir aquello de que «tengas juicios y los ganes» aludiendo al tiempo que cuesta ganar un juicio. Ahora podemos decir aquello de «que te crezcan las ventas pero que sea al Estado», como mal de ojo para tus peores enemigos. Como decía no sé quien, hay que vender bien, y eso es vender con margen a clientes que pagan. Y al Estado se le puede vender —con margen no estoy tan seguro— pero lo de pagar está muy pero que muy negro. Lo dicho; han descubierto una nueva forma de ahogar a las empresas.

Dicho lo dicho, elevo mi copa y felicito a aquellas administraciones —pocas, eso sí— que hacen un esfuerzo por tener relaciones serias con aquellas empresas que les ofrecen sus productos y servicios. No todas las administraciones, ni los políticos que las gobiernan están en el mismo saco.