Santiago Álvarez de Mon, Profesor del IESE, Universidad de Navarra
Crisis: factor tiempo y sacrificio
Encontrar el equilibrio entre el corto y el largo plazo es uno de los retos más delicados que toda persona con responsabilidades de dirección ha de acometer. En las sociedades occidentales tienden a primar criterios de decisión inmediatos y tangibles, siendo muchas veces los causantes de los problemas generados. Por ejemplo, es difícil entender la crisis financiera sin ponderar el impacto de incentivos imprudentemente cortoplacistas en la remuneración de muchos ejecutivos. En aras del valor presente de la acción y la cuenta de resultados del trimestre en curso, otros factores decisivos quedaban postergados sine die. En ese inestable balance temporal, el presente suele ganarle la partida a un futuro silente y discreto que todo lo más asoma tímidamente. Sólo los más atentos escuchan e imaginan su presencia. Ya lo advertía Bertrand Russell: "Somos pasivos respecto a lo que es importante y activos respecto a las cosas triviales."En la decisiva ecuación tiempo-crisis, la urgencia ruidosa y oportunista se impone a la importancia oculta y silenciosa. La inteligente y complementaria paradoja intensidad-serenidad, cuando soplan vientos de borrasca se balancea hacia la primera propiciando un ambiente de hiperactividad y tensión. Gracián subrayó con su proverbial clarividencia el desfase decisorio. "El prudente hace a tiempo lo que el necio hace a destiempo. Los dos hacen lo mismo". ¿Única diferencia entre ambos?, el momento elegido. ¿Dónde colocamos a Papandreu, obligado a tomar medidas urgido por la necesidad? ¿Qué se decía de nuestra crisis hace dos años? ¿Llegamos a tiempo o arrastramos un interesado y miope olvido?
Transcendiendo la específica problemática de la crisis económica, también se observa en otros lares y conflictos la ascendencia del futuro inmediato sobre tiempos más lejanos. Uno de los pocos políticos actuales capaces de pensar por sí mismo, bien articulado y con poderosas dotes de seducción, Obama, también puede quedar atrapado en palabras con vocación de promesa cercana. Fijar fecha de retirada de las tropas destacadas en Irak, ¿ayuda o perjudica su acción de gobierno? Si vencido el plazo no lo cumple, ¿cómo lo explica? ¿Por qué se aventura a hacerlo? ¿Cómo procesa el enemigo este compromiso? ¿Síntoma de fortaleza y resistencia, o de debilidad y duda?
El traumatólogo, ante una lesión grave enfrenta a su paciente con un largo proceso de rehabilitación. Le anima y acompaña en ese período, pero no se le ocurre venderle la moto de una recuperación milagrosa. Ser capaz de diferir la gratificación, perseverar en el esfuerzo, permanecer fiel a los compromisos, ejercitar el músculo de la voluntad son muestras inequívocas de madurez y carácter. Este es, me temo, el flanco débil de nuestra sociedad. Todo lo que huela a dolor y sufrimiento, es minimizado o negado. En la impresionante campaña electoral de Obama faltaron reflexiones sobre la idea de sacrificio, y ahora cuesta pasar de la euforia a la realidad.
Los grandes líderes trabajan por un futuro lejano desde un pasado atento y exprimido, a partir de un pasado conocido y asumido. Así lo hacen los padres que ansían la felicidad e independencia de sus hijos, los maestros que trabajan por la madurez y autonomía de sus pupilos, los estadistas que se relacionan con ciudadanos libres. Uno de estos líderes que siempre tienen el futuro en su pantalla es Yunus, fundador del Grammeen Bank y premio Nobel de la paz en 2006: "¿Podemos crear un mundo libre de pobreza? Sí, del mismo modo como hemos creado Estados soberanos, sistemas políticos democráticos o economías de libre mercado. Un mundo sin pobreza no será perfecto, pero será la mejor aproximación a un mundo ideal. Hemos conseguido un mundo libre de esclavitud, libre de polio, un mundo libre del apartheid; crear un mundo libre de pobreza será un logro todavía mayor. Y será un mundo en que podremos estar orgullosos de vivir". Mientras persigue causa tan noble y alcanzable, su mera búsqueda es un triunfo per se, mejora el presente de tantos pobres a los que ayuda a recuperar su dignidad y superar miedos y resistencias de todo tipo.
¿Tiene futuro España si el presente arrincona los sueños e ilusiones de las nuevas generaciones, en un clima anegado de partidismo electoralista, insolidaridad y egoísmo?