Pablo Blanco Sarto, Profesor de Teología, Universidad de Navarra
Gaudí está contento
Gaudí estará feliz, aunque no vio acabada la Sagrada Familia. «San José lo acabará», repetía. «Por eso ahora –añadía ayer el papa alemán–, no deja de ser significativo que sea dedicado por un papa cuyo nombre de pila es José»... La consagración de «la basílica del siglo XXI» ha sido en el más puro estilo gaudiniano. Él decía que lo había aprendido todo en tres libros: la Biblia, la liturgia y la naturaleza. La celebración trilingüe ha sido por todo lo alto. Un coro variopinto y multitudinario llenaba las bóvedas –un bosque de palmeras de piedra– con cantos en diferentes lenguas. La luz y el color, el aceite y el agua, el pan y el vino, el fuego y el incienso hablaban el lenguaje de la naturaleza.
El hombre no es solo un ser racional, sino también ritual. Benedicto XVI ha aprovechado ese ambiente para hablar del arte y la belleza, «gran necesidad del hombre» y «reveladora de Dios». Dos millones y medio de turistas visitan cada año ese «espacio de belleza, fe y esperanza». En la nueva basílica se contiene todo un completo itinerario de la fe, pero las imágenes no están dentro de la iglesia, sino en la fachada. Cualquier viandante puede verlo desde la calle. Es esta una imagen del diálogo de Benedicto XVI con el mundo actual. Ahora ha entonado un canto al arte, a la belleza y a la vida.
«La Iglesia se opone a las negaciones de la vida humana». Esto es, defiende la vida, la libertad y la familia. Esta es «escuela de amor, oración y trabajo», que tiene su modelo en aquella constituida por Jesús, María y José. La familia es muy importante. Benedicto XVI ha pedido ayuda para ella por parte del Estado. Y para las mujeres que deben dividirse entre la familia y el trabajo. Un último secreto: «Sólo donde existen el amor y la fidelidad, nace y perdura la verdadera libertad». Es ésta también la clave de la felicidad. Gaudí estaría contento no solo por su obra, sino por lo visto y oído –también en catalán– en la nueva basílica.