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Del homo sapiens al homo faber

Publicado en

El Día, La Provincia y Heraldo de Aragón

Gerardo Castillo Ceballos |

Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra

El homo faber es práctico y ve el trabajo como un fin, el de construir la realidad, mientras que el homo sapiens es teórico y ve el trabajo como un medio para repensar esa realidad. La Antigua Grecia fue una de las cunas del homo sapiens, del pensador surgido de la capacidad de asombrarse ante el misterio del mundo y de la vida. La Antigua Roma, por el contrario, fue cuna del homo faber, del arquitecto que organiza y transforma el mundo sin preguntarse por su trasfondo.

¿A cuál de los dos se asemeja más el hombre de nuestro tiempo? Todo indica que cada día estamos dejando de ser hombres pensantes para convertirnos en hombres que sólo hacen. El hombre de hoy está al servicio de la tecnología, olvidando que la técnica es para el hombre, y no el hombre para la técnica. Absorbido por ella, pierde su capacidad de reflexión y de pensamiento, lo único que nos hace diferentes de los otros animales.

El libro de Byung-Chul Han La sociedad del cansancio es una crítica al actual predominio del homo faber sobre el homo sapiens, a la automatización de la vida activa alejada de la contemplación, en la que el sujeto se vuelve una máquina de rendimiento autista. El hombre de la modernidad tardía pasa sus días en una constante aceleración que lleva a la hiperactividad, de la que está condenado al agotamiento profundo. De ahí que la nuestra sea la sociedad del estrés, de la ansiedad y la depresión. Bung-Chul Han nos presenta al hombre de hoy como el Prometeo cansado, un ser agotado que es constantemente devorado por su propio ego; es víctima y verdugo a la vez. Su vida está organizada por los tiempos del trabajo. Al final del día llega el reproche de no haber hecho mejor las cosas. Pretender ser siempre el mejor conduce a estados de ánimo alterados que deprimen y provocan insomnio. A ello conduce también el bombardeo constante de información al que estamos sometidos, ya que genera una continua hiperestimulación de los sentidos y paraliza nuestra capacidad analítica. El exceso de información ha transformado la esencia misma de la sociedad y las relaciones humanas. Para Byung-Chul Han, «el enjambre digital actual consta de individuos aislados, y carece de alma, de un nosotros capaz de andar en una dirección o emprender una acción política común. Además, nos aleja más del otro, bajo la ilusión que nos acerca, y destruye el silencio que necesita el alma para reflexionar y ser ella misma». ¿Existen recursos para prevenir y aminorar ese cansancio? Uno de ellos es generar una desconexión digital periódica, recuperando espacios de reflexión y convivencia presencial, promoviendo la humanización de las relaciones en nuestra vida cívica. La propuesta de practicar el no-hacer, aunque sea por periodos cortos, podría ser una buena alternativa, porque es lo único que puede salvarnos de ser almas infartadas, agotadas y aisladas.

El exceso de información ha transformado la esencia misma de la sociedad y las relaciones humanas

Byung-Chul dice que la vida contemplativa es aquella que entrena la mirada para ver con atención profunda y sosiego; es la única que puede hacer que el sujeto de rendimiento se dé cuenta de la absolutización de su vida activa y el nerviosismo que desemboca en hiperactividad. La pedagogía del mirar es una invitación del autor a desacelerar la vida, a aprender a mirar para buscar el momento de reflexión y no sólo personalmente, sino también mirar al otro. Otros posibles recursos frente a la vida acelerada e hiperactiva son la fiesta, la lectura, los paseos por el campo, la conversación distendida, la visita a un museo, la pesca, el humor.

Para Andrés Vázquez de Prada, el buen humor es una situación anímica que nos brinda temple jovial y nos presta elasticidad de conducta. Es un recurso que relativiza la idea de rendimiento y la visión rígida de la vida. Añado que ello posibilita disfrutar de la experiencia del gozo. Los grandes gozos no se saborean mientras se corre. No se puede escuchar el Requiem de Brahms entre una cosa y otra. Todos ellos son recursos de la lentitud, que detienen el tiempo y lo amansan; son arte. El arte nos saca de la trepidación, que cuando es continua es insoportable.