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Rafael Alvira, filósofo, maestro y amigo

06/02/2024

Publicado en

ABC

Raquel Lázaro |

Profesora de Filosofía. Universidad de Navarra

Don Rafael Alvira Domínguez, filósofo, maestro muy querido y formador de decenas de filósofos, ha fallecido en Madrid, a los 82 años de edad, el 4 de febrero de 2024 a las 7:30 de la mañana, tras tres años de pelear tenaz y esperanzadamente contra unas severas secuelas de la covid. 

Nació el 24 de octubre de 1942 en Madrid. Hijo de padres aragoneses, que fundaron una fecunda familia de nueve hijos, del que Rafa era el tercero de los mayores. Rafael Alvira era catedrático emérito de la Universidad de Navarra, donde desempeñó la mayor parte de su labor docente e investigadora hasta su jubilación en 2013. Comenzó a estudiar Filosofía, una de las grandes pasiones de su vida, en 1966 en la Universidad Complutense de Madrid, donde también se doctoró –siendo premio extraordinario- bajo la dirección del prestigioso filósofo español don Antonio Millán-Puelles, a quien siempre se refería como su maestro. Fue profesor de “Fundamentos de Filosofía” y de “Metafísica” en la Complutense y secretario de la sección de Filosofía. En 1979, obtuvo la cátedra de Historia de la Filosofía en la Universidad de La Laguna (Santa Cruz de Tenerife) y un año después, se incorporó a la Universidad de Navarra. También era licenciado en historia por la Universidad de Navarra, y estudió teología en la Pontificia Universidad Lateranense de Roma. Completó su formación académica en Alemania, Italia, Austria, Francia y Estados Unidos. En la Universidad de Navarra fue vicedecano primero y decano después de la Facultad de Filosofía y Letras, y director del Departamento de Filosofía. 

Don Rafael fue impulsor de grandes empresas e ideas, conforme a su corazón magnánimo y de amplia visión. Supo adelantarse a los tiempos y junto a Alejandro Llano y Leonardo Polo crearon el primer centro interdisciplinar de la Universidad de Navarra: el Instituto de Empresa y Humanismo, del que fue vicepresidente y director hasta su jubilación. El Instituto, en colaboración con prestigiosas empresas españolas, creció más y más de la mano del Máster de Gobierno y Cultura de las Organizaciones, un programa de doctorado, Jornadas académicas para empresarios e investigadores, y un conjunto sustancioso de publicaciones. Hoy cuenta con más de cuatrocientos egresados que recuerdan con agradecimiento la docencia y cercanía de trato amable de D. Rafael. Junto al antiguo rector y amigo Alejandro Llano, también fue uno de los principales organizadores e impulsor de las Reuniones Filosóficas, congreso internacional de Filosofía que se celebra anualmente en la Universidad de Navarra desde hace más de 50 años. E, igualmente, el primer investigador principal de la línea de investigación del ICS (Instituto Cultura y Sociedad) en dicha Universidad: “Religión y Sociedad Civil”. 

Doctor Honoris Causa por la Universidad Panamericana (México) y por la Universidad de Montevideo (Uruguay). Fue profesor extraordinario de la Universidad de Mendoza (Argentina), de la Universidad de Montevideo (Uruguay), de la Universidad Austral (Argentina), la Universidad Panamericana (Colombia) y de Strathmore University (Kenya), y profesor visitante en la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos), y la Universidad de los Andes (Chile). También impartió docencia en la Escuela Diplomática de Madrid y en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander.

Autor de más de 18 obras, su más reciente libro ha visto la luz pocos días antes de su fallecimiento: Empresa y Humanismo. Trazos pequeños de un proyecto grande. Escribió más de trescientos artículos de su especialidad, dirigió más de treinta y cinco tesis doctorales y más de una treintena de memorias científicas. El profesor Alvira formaba parte del consejo editorial de varias revistas nacionales e internacionales de Filosofía y era miembro de diversas sociedades nacionales e internacionales entre las que destacan la International Society for Metaphysics; la Societé internationale pour l'étude de la Philosophie Médiévale; la Sociedad Española de Estudios Clásicos; o la Sociedad Española de Filosofía. También fue miembro fundador de la Asociación para el Estudio de la Doctrina Social de la Iglesia (AEDOS) y de la AISC (Association Internationale pour l’Enseignement Social Chrétien).

Gran universitario y políglota -6 idiomas- que cosechó una ingente cantidad de discípulos, amigos, colegas y estudiantes diseminados por todo el mundo, quienes siempre encontraron en D. Rafael una humilde sabiduría, una profunda y densa intuición filosófica, una luminosa claridad de conceptos, una acogedora sonrisa y una culta y amplia conversación, teñida siempre de su pasión por la filosofía. Quienes le conocimos y lloramos hoy su pérdida confiamos también en que la amistad y esperanza que, como cristiano, cultivó a lo largo de su vida habrá tenido también su recompensa. 

Quienes hemos estado a su lado durante años, hemos aprendido de sus lúcidas reflexiones filosóficas, entre las que destacan como aportaciones propias la teoría de los subsistemas categoriales y trascendentales de la sociedad, el acercamiento al Logos desde el neoplatonismo, su profundizaciones en el concepto de límite desde su amplio conocimiento de la filosofía antigua de Platón y Sócrates y, extensas reflexiones de hondo calado filosófico sobre el amor, la familia, la empresa, la cultura y los regímenes políticos. Le gustaba decir que la filosofía se ocupaba de lo fácil, de lo cotidiano, y que pensar era atender afectuosamente a esas realidades. 

Conocía muy bien la tradición mística y, en particular, la castellana de Santa Teresa de Jesús y San Juan de Ávila. Le dedicó muchas horas de lectura atenta, reflexión y pensamiento. El pasado 22 de noviembre asistíamos en online a su último seminario para el departamento de Filosofía de la Universidad de Navarra. El seminario llevaba por título “Ese no saber sabiendo toda ciencia trascendiendo. Sócrates y la mística”. Impartido con la elegancia, simpatía y sentido del humor que le caracterizaba, venía a ser una síntesis de muchos años de investigación, y ahora vemos también que fue uno de sus últimos regalos y un legado a partir del cual continuar. 

Don Rafael era amante de la vida, ponía pasión en lo que hacía y era amigo leal de sus amigos, con quienes compartía no solo el amor a la filosofía, sino también su afición por el fútbol, el monte y el arte de conversar. Su vida cotidiana estaba entretejida de mirada profunda a los otros, a quienes dispensaba una gran cantidad de pequeños servicios y cuidados, sin que apenas uno fuera consciente de ello. Llamaba la atención su sonrisa amplia y acogedora, que revelaban no solo a un hombre pacífico, sino también profundamente respetuoso hacia cada persona en singular. Elegante y atento a lo pequeño. Le vi muchas veces dejar las sillas ordenadas –no sólo la suya-, al acabar una reunión; le vi llorar ante la muerte de amigos filósofos muy queridos; le vi incontables veces escuchar con atento silencio y respetuosa medida del tiempo a quien le hablaba, independientemente de su edad, posición, supiera más o menos que él. Orgulloso, al tiempo que humilde, de su herencia familiar, cada vez más parecido a su padre –incluso físicamente-, de quien heredó un hondo amor a la enseñanza y una extraordinaria finura pedagógica, entretejida de cierto paternalismo. Todos los que llamaban a su puerta la encontraron abierta, por eso entre sus amigos cercanos hay desde importantes políticos, empresarios, diplomáticos, destacados filósofos a alumnos, sencillos agricultores, padres y madres de familia, vecinos cotidianos. Cada persona era lo importante para él. Destacaba su sencillez y naturalidad; su voluntad fuerte y amplia visión de las cosas. Hablabas con él y, al tiempo que sabías que era un destacado y sabio catedrático, jamás hacía alarde de títulos, conocimientos o cargos. Aprendía de todo y con todos. Muchas gracias, querido maestro y amigo.