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Camino de los altares el tataranieto del judío navarro Salomón Leví Fray Juan de Jesús María (San Pedro y Ustárroz)

05/12/2021

Publicado en

Diario de Navarra

Ricardo Fernández Gracia |

Director de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

Hace unos días se hacía pública la noticia de la aprobación de las virtudes heroicas del carmelita descalzo fray Juan de Jesús María (1564-1615), conocido como “el Calagurritano”, hijo del médico Diego de San Pedro y de la navarra Ana de Ustárroz. Su personalidad destaca por haber sido escritor, autor de una biografía de santa Teresa, postulador de la causa de beatificación de la misma santa, formador, predicador y poeta. Asimismo, fue quien llevó el Carmelo Teresiano desde España a Italia, en donde llegaría a ser prepósito general entre 1611 y 1614, propiciando la expansión de la Orden por todo el norte de Europa.

Desde estas líneas vamos a tratar de aspectos desconocidos de su relación con Navarra, fundamentalmente por tres causas. En primer lugar, por ser hijo de una tafallesa, descendiente de judeoconversos. En segundo, por haber pasado parte de su adolescencia en aquella Tafalla. Por último, por haber tomado la determinación de hacerse fraile carmelita descalzo siguiendo la estela del hijo de Tafalla, confidente y discípulo predilecto de san Juan de la Cruz, el padre Inocencio de San Andrés (Lacarra López).

Los Ustárroz de Tafalla, descendientes de Salomón Leví

Las fuentes escritas, hasta prácticamente nuestros días, presentaban a la madre de fray Juan, Ana de Ustárroz, como perteneciente a un destacado linaje roncalés. Nada más lejos. Al igual que ocurrió con la mismísima Santa Teresa, se intentó ocultar el pasado judío de su genealogía, incluso el castigo a sus antepasados. 

La mencionada Ana de Ustárroz era la biznieta de Salomón Leví, comerciante y hombre de negocios bien introducido en la corte de los propios reyes de Navarra y muy bien relacionado con la nobleza y élites. Sabemos que le hizo un préstamo a la princesa de Navarra (1464) y que fue arrendador general de las tablas, sacas y peajes del reino. Sus negocios no fueron bien y acabó en la cárcel, viendo subastar sus bienes. Sus hijos cambiaron el apellido Leví por el Ustárroz, a raíz de la expulsión de los judíos de Navarra, en 1498, cuando sus reyes Juan Catalina decidieron seguir el ejemplo de los Reyes Católicos.

El hijo de Salomón y bisabuelo de fray Juan fue Juan de Ustárroz (1470-1533), al que tocó vivir en su infancia y adolescencia acontecimientos tristes, sobre todo el encarcelamiento de su padre, la confiscación de los bienes familiares y la expulsión de los judíos. Casó hacia 1490 con Juana de Montemayor, pariente del converso Gabriel de Montemayor. 

Hijo de Juan y abuelo del carmelita fue Juan de Ustárroz Montemayor, nacido hacia 1500, que casó con Isabel Español hacia 1518 y falleció en 1548 tras una vida agitada de negocios, relacionada con su oficio de sastre y otras actividades comerciales. Del matrimonio de Juan e Isabel nacieron varios hijos, entre ellos Ana, la madre de nuestro protagonista, que creció en el hogar de su tía Teresa Español, casada con Jerónimo López.

En Tafalla desde 1576

Al finalizar el verano de 1576, el regimiento de Tafalla ofreció al bachiller Diego de San Pedro, padre del carmelita, servir a la entonces villa como médico. Las condiciones que le ofrecieron eran mucho más ventajosas que las que tenía en Calahorra, en donde ejercía su profesión desde mediados del siglo XVI, al servicio del cabildo catedralicio y del hospital. 

En Tafalla completaría su formación Juan de San Pedro y Ustárroz con el entonces maestro del Estudio, Miguel de Caparroso. El joven venía muy bien preparado, con un aprendizaje bien asimilado en el prestigioso Estudio de Gramática de Calahorra, en donde brillaba el Humanismo, representado por Juan Basilio Santoro, escritor, conocedor y traductor del griego y del latín y gran escritor que, tras quedar viudo y tener ofertas importantes por parte de Felipe II, prefirió quedarse a vivir en Calahorra, en donde llegó a ser canónigo de su catedral.

Al Carmelo Teresiano desde la Universidad de Alcalá y de la mano de fray Inocencio de San Andrés

De Tafalla pasó a Alcalá, en 1579, con quince años para cursar Artes y Filosofía. Sus matrículas constan en los cursos 1579-1580, 1580-1581 y 1581-1582. La elección venía dada por el prestigio de su universidad, por haber estudiado allí uno de sus tíos, Sancho Ustárroz Español, quien se graduó en ella de bachiller, antes de pasar a Francia para obtener la licenciatura. 

En Alcalá vivió en el colegio de los Carmelitas Descalzos de San Cirilo, fundado en 1570, coincidiendo con la estancia de santa Teresa en Pastrana y con la ayuda del príncipe de Éboli. En aquel contexto pudo recrear lo vivido en Calahorra años atrás, en donde se respiraba un ambiente teresiano, por conocer el deán de la catedral, Gaspar Ortuño, a la santa y haber querido materializar, muy tempranamente, una fundación de los hijos de la santa.

En aquel ambiente universitario fue captado por el ejemplo de los Descalzos y, particularmente, por fray Inocencio de San Andrés. La ciudad Complutense vivía con admiración la presencia de aquellos frailes, que marchaban por sus calles silenciosos, modestos, con la mirada baja, los pies desnudos, el hábito pobre y oscuro, con la capa blanca sobre los hombros. El Capítulo de separación de los Calzados y Descalzos tuvo lugar en Alcalá, en marzo de 1581. Allí acudió san Juan de la Cruz, prior de Baeza, junto al navarro fray Inocencio de San Andrés.

A fines de 1582, el joven estudiante, que de niño oyó hablar de Teresa y de adolescente conoció a san Juan de la Cruz, ingresó en el noviciado de Pastrana. Al año siguiente, en enero 1583, realizó su profesión. Su padre, el médico Diego de San Pedro, fallecería poco después, en la primavera de aquel mismo año. A los pocos meses, el joven carmelita, enfermo, vino a Tafalla a convalecer a la casa de sus padres, en octubre de 1583, en compañía del citado fray Inocencio, que aprovechó para cobrar unas mandas en favor de la orden que había legado el médico y bachiller Diego de San Pedro.

Epílogo

Termino estas líneas evocando los años de investigación en Roma, Pastrana, Madrid, Montecompatri y Calahorra sobre fray Juan de Jesús María, que me permitieron conocer y tratar muy de cerca a personas muy especiales que me enseñaron mucho: al padre Tomás Álvarez (†), el mejor especialista sobre la santa de Ávila; al padre Ildefonso Moriones, inteligente postulador de los carmelitas descalzos, al padre G. Strina (†), entusiasta, editor y valedor de fray Juan de Jesús María y a la Srª Anne de Barsy, impulsora de numerosos estudios que han merecido la pena, porque la causa de beatificación del carmelita navarro-riojano ha dado un paso muy especial.