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Alberto Fernández Terricabras, Profesor del IESE , Universidad de Navarra

Una meta decente

mié, 05 ene 2011 09:33:09 +0000 Publicado en ABC (Cataluña)

Hace unos días, un amigo me deseó un buen año con un cariñoso «que tengas un año decente». Me parece una razonable felicitación para la mayoría en los tiempos que corren. Es un deseo, una meta, realista. En estos momentos en que es habitual tanto a nivel personal como empresarial pensar en el futuro y tener buenos deseos, es importante reflexionar sobre cómo hacerlos realidad y para ellos es importante poner metas decentes.

A veces las metas que nos proponemos son tan inalcanzables que después provocan frustración, al no conseguirlas. No olvidemos que la meta es el fin al que se dirigen nuestras acciones. ¿Cuántas veces nos quedamos a medias? ¿Puede ser por proponernos metas indecentes? Es cierto que sólo si nos proponemos metas muy ambiciosas podremos alcanzar objetivos que nos parecían imposibles, pero también hay que gestionar la desilusión que provoca el quedarse a medio camino. Quizá lo mejor es tener metas ambiciosas pero realistas (ergo, decentes) e ir cambiándolas cuando se han cumplido en busca de nuevos retos atractivos.

Muchas empresas están inmersas en procesos de planificación de objetivos y negociación de presupuestos (y retribuciones variables). Se suelen dar casos de metas poco realistas porque los jefes intentan presionar al alza. También excesivamente conservadoras porque los responsables del cumplimiento de las metas buscan eludir el reto, el esfuerzo y el riesgo que representan. Muchas negociaciones de planificación de objetivos y presupuestos se convierten en un juego de negociación.

¿Cuáles son las claves para encontrar metas decentes y luego cumplirlas? Propongo cuatro. En primer lugar, un riguroso análisis previo del entorno (análisis externo), que en el caso de las empresas sería un análisis del marco económico, regulatorio, de clientes, de competidores, de proveedores, etc. Se trata, en definitiva, de entender cuáles son las oportunidades y las amenazas que afrontamos. Y también un análisis honesto de las fortalezas y debilidades de la propia empresa, con un plan para mantener las primeras y eliminar las segundas. Muchas veces nos ponemos metas sin el suficiente análisis previo.

En segundo lugar, una buena actitud, recta, honesta, transparente por parte de quienes planifican, ya sean jefes o subordinados, buscando el bien común y no el engaño, buscando el reto razonable.

En tercero, planificar bien las acciones y los medios (económicos y humanos) necesarios para alcanzar las metas. Buscar recursos o adaptar los objetivos a los recursos existentes. Evitar lo innecesario, lo sobrante, lo duplicado y reflexionar sobre cómo conseguir el cumplimiento de las metas.

Y, por último, ponerse manos a la obra, desde el primer momento. No dejar para mañana lo que se puede hacer hoy. Hacer un buen seguimiento de las desviaciones (a veces planificamos y nos olvidamos del seguimiento) y ejecutar las acciones diligentemente. Les deseo, en lo personal (adapte el texto y verá que también es válido) y en lo profesional, que tengan un año decente y que las metas que se proponen se acaben cumpliendo.