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Ana María Barber Cárcamo, profesora emérita de la Universidad de Navarra.

Maestro, científico y hombre de bien

vie, 04 oct 2019 09:08:00 +0000 Publicado en Diario de Navarra

Ayer, 3 de octubre, el profesor Francisco Ponz Piedrafita cumple 100 años, lo que es motivo de una alegre y festiva celebración en la Universidad de Navarra, de la que fue rector durante 13 años, y otros 13 Vicerrector. D. Francisco –como es conocido- era catedrático de Fisiología animal en la Universidad de Barcelona y en 1966 llegó a Pamplona para incorporarse a la Universidad de Navarra como rector y profesor ordinario de Fisiología animal de la Facultad de Ciencias.

Conocí al Dr. Ponz en 1968 siendo alumna de Ciencias Biológicas y al finalizar, fue director de mi tesis doctoral en el Departamento de Fisiología animal. He tenido la satisfacción de formarme y colaborar con él durante prácticamente toda mi vida académica, docente e investigadora. Han sido muchos años de cercanía con él en diversas circunstancias de mi vida que me han permitido apreciar sus cualidades profesionales y su calidad humana.

D. Francisco es una persona seria, sobria en gestos y palabras pero amable y respetuosa. Ha demostrado ser muy metódico y organizado, puesto que debía compaginar las importantes funciones de gobierno de la Universidad con las académicas de un profesor universitario. Ocupaba parte de su tiempo laboral en el departamento orientando los trabajos de investigación. No ordenaba, solo sugería ya que transmitía autoridad a sus discípulos

Tenía y tiene un alto concepto de lo que es la institución universitaria y lo que se espera del trabajo de las personas que de ella forman parte. Por ello, nos exigía trabajar mucho y bien, tanto en el fondo como en la forma, prestando atención incluso a los pequeños detalles. Contagiaba el amor y respeto por la Ciencia, fruto de la rigurosa aplicación del método científico. Suponía cuidar la metodología, el diseño experimental y su correcta realización, el rigor en la expresión de los resultados, la claridad en la formulación de las conclusiones científicas y la precisa referencia documental.

Con él adquiría especial valor formativo para nosotros el proceso de revisión de los textos científicos emanados de la experimentación. Ningún aspecto de ellos pasaba desapercibido a su atención. Valoraba tanto la forma sintáctica como el fondo científico para obtener, como resultado, textos concisos, breves, justificados y de gran claridad científica. Esta actitud era, por otra parte, espontánea y natural en su personalidad. Cualquiera de sus escritos respondía a esas cualidades. Así, sus numerosos trabajos científicos son reconocidos y valorados por la comunidad científica internacional.

D. Francisco valoraba la docencia ordinaria de modo especial, por lo que no escatimaba el tiempo y trabajo dedicados a ella. Anualmente revisaba el programa, los objetivos docentes y se esmeraba en la preparación y actualización del contenido de sus clases. Éstas, como no podía ser de otro modo en él, respondían a los criterios que con nosotros, los investigadores del Departamento, también alumnos, aplicaba. Era muy consciente de que los estudiantes eran los verdaderos destinatarios de su esfuerzo personal y buscaba tiempo para atenderlos personalmente cuando le requerían.

D. Francisco se revela como modelo de profesor universitario, pero es humilde y sencillo. Huye de los halagos y alabanzas y trata a las personas, incluido los alumnos, con amabilidad y cercanía. Y así, ha aceptado con naturalidad y alegría, es decir con espíritu de servicio, las diversas responsabilidades universitarias que se le han encomendado.

Otro rasgo de su personalidad es el respeto por los demás, por cada persona, lo que se manifiesta en la delicadeza en el trato y la consideración de la libertad personal. Se muestra disponible con afecto y respeto para ayudar en las dificultades personales. Creo que nunca le he oído hablar mal de nadie.

Especialmente me admiraba su serenidad y sentido de la administración del tiempo, teniendo en cuenta las grandes responsabilidades como Rector. Actitud que proyectaba en el laboratorio, lo que nos ayudaba a aumentar la eficiencia en nuestro trabajo

En suma, el Dr. Ponz es una gran persona, íntegra, que además refleja con sencillez su fe y confianza en Dios. Es mucho lo que he aprendido y debo a D. Francisco, un referente para la Universidad de Navarra. Reciba, con nuestro agradecimiento por el bien que nos ha hecho, una cariñosa felicitación en la celebración de sus 100 años.