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Volver 2020-04-03-Opinión-TEO-Antonio García Moreno

Santiago Ausín, Profesor emérito de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.

Antonio García Moreno: maestro y sacerdote sencillo y fiel

vie, 03 abr 2020 11:07:00 +0000

El día 23 de marzo de 2020 falleció en Pamplona el profesor y biblista Antonio García Moreno. Tenía 87 años y vivía en la capital navarra de manera estable desde hace cuatro años.

Almendralejo, capital de la Tierra de Barros, en plena Ruta de la Plata extremeña fue el lugar donde nació el 10 de septiembre de 1932. Antonio fue lo que entonces se llamaba una “vocación tardía” ya que ingresó en el seminario de Badajoz en 1954, cuando ya tenía 22 años. Por entonces cursaba los estudios de Derecho en la Universidad de Sevilla en la que obtuvo la licenciatura en 1957.

Muy pronto se trasladó a Roma, que sería uno de los lugares a los que siempre volvía con entusiasmo. Allí curso los estudios eclesiásticos a los que siguió la ordenación sacerdotal en Badajoz el 19 de marzo de 1961. En Roma prosiguió con los estudios de licenciatura en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico y de doctorado en Teología bíblica, en la Universidad Gregoriana.

Vuelto a su diócesis de Badajoz –hoy Mérida-Badajoz- comenzó su docencia en el Seminario Diocesano como profesor de Nuevo Testamento y de otras asignaturas relacionadas con la Sagrada Escritura. En 1978 consiguió por oposición la canonjía Lectoral de la Santa Iglesia Catedral. Un buen número de sacerdotes de Badajoz han sido alumnos suyos y han recibido, junto con el saber bíblico, el testimonio sencillo y profundo de un sacerdote cabal. Además, les dirigió gran número de retiros y charlas de formación, que translucían su brío sacerdotal.

El profesor García Moreno era un hombre inquieto que sabía descubrir las oportunidades que le permitían prestar un mejor servicio a la Iglesia. Poco después de que comenzara la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, Antonio aceptó, con permiso de su obispo Mons. Doroteo Fernández -renovado más tarde por su sucesor, el obispo Antonio Montero- la invitación a incorporarse al claustro de la Facultad, aunque de manera parcial (la mitad de cada curso) para poder atender a la vez sus obligaciones como profesor del seminario de Badajoz y como canónigo lectoral.

En Roma conoció el Opus Dei, y pidió la admisión en la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. Allí trató a San Josemaría, y también al Beato Álvaro del Portillo. De ese trato guardaba multitud de recuerdos que compartía después con los demás de manera sencilla y alegre. A Roma volvió muchas veces, sobre todo a partir de 1990 cuando comenzó a formar parte del grupo de investigadores de la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat. Además, casi desde el comienzo de lo que sería más tarde la Pontificia Università della Santa Croce, el profesor García Moreno colaboró con la docencia bíblica como profesor asociado.

Badajoz, Roma, Pamplona… y Jerusalén. La Ciudad Santa ha sido un punto de referencia en el quehacer académico y pastoral de Antonio García Moreno. Organizó y atendió numerosas peregrinaciones y presumía de conocer el país de Jesús palmo a palmo; en sus publicaciones, sobre todo, en los muchos comentarios a los textos litúrgicos, mostraba el conocimiento geográfico de Palestina y de las costumbres del tiempo de Jesús. Repetía con fuerza que la tierra de Jesús era como el quinto evangelio.

Su trabajo en Pamplona ha sido la fuente del desarrollo intelectual del profesor García Moreno. Tras su nombramiento como profesor de Exégesis del Nuevo Testamento en 1971 en la Facultad de Teología, trabajó intensamente en todos los proyectos del Departamento de Sagrada Escritura, primero redactando varias voces relacionadas con la Biblia para la Gran Enciclopedia Rialp y poco después en la traducción y comentarios de la Sagrada Biblia, uno de los proyectos iniciados e impulsados por San Josemaría. Además, ha sido un escritor prolífico, con trabajos de investigación y especialmente con escritos de alta divulgación. Entre los primeros se pueden destacar, entre otros, La Neovulgata. Precedentes y actualidad (1986), Introducción al Misterio. Evangelio de San Juan (1997), El Cuarto Evangelio. Aspectos teológicos (1997) y Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos. Estudios de Cristología joánica (2001). Sus escritos para difundir el conocimiento de la Sagrada Escritura comprenden muchísimos comentarios a los textos litúrgicos de los domingos en diversos medios (“Palabra”, el diario “Hoy” de Badajoz, “Betania”, etc.).

Hay tres aspectos que caben señalar en el temple y la vida de Antonio: su sobriedad, su laboriosidad y su sencillez. Muchas veces en los paseos que solíamos hacer al campo nos sorprendía con una botella de zumo de naranja y unos frutos secos. Con esto, solía decir, me basta para caminar el tiempo que haga falta; hemos salido a andar, no a comer. En su habitación en Pamplona, al igual que en su casa de canónigo en Badajoz, tenía lo suficiente y nada más. A veces bromeábamos con él porque sí tenía un “exceso”: le gustaban mucho las películas de vaqueros.

El profesor García Moreno ha sido un trabajador incansable, y sólo por esa dedicación al trabajo se entiende el ritmo de publicaciones que mantuvo durante sus años de madurez. Encontraba también tiempo, sin embargo, para dos cosas: mientras fue posible, para jugar algunas partidas de ajedrez con su amigo el profesor Lucas Francisco Mateo Seco, y para la conversación amable en la que mostraba su talante de persona sencilla, humilde y cariñosa. No era amigo de homenajes y de reconocimientos, a pesar de que los ha merecido y en tantos lugares se los han hecho. Quizás este carácter amable y sencillo ha sido el motivo de que todo el mundo lo apreciara.

D. Antonio se nos ha ido discretamente, como era su forma de ser. Nos queda su legado científico y pastoral y el ejemplo de un sacerdote sencillo y fiel, un sacerdote, con palabras de S. Josemaría “cien por cien sacerdote”.