Santiago Álvarez de Mon, Profesor del IESE, Universidad de Navarra
Coraje, toque de distinción
¿Qué tienen en común Abraham Lincoln, Vaclav Havel, Tomás Moro, Gandhi, Teresa de Calcuta, Nelson Mandela…? Uno de ellos contesta mi pregunta. "Es de los compañeros que pelearon por la libertad de quien aprendí el significado de la palabra coraje. Una y otra vez he visto hombres y mujeres arriesgar sus vidas por esa idea. He visto a seres humanos soportar ataques y torturas sin romperse, sin descomponerse, mostrando una fortaleza y resistencia que desafían a la imaginación. Aprendí entonces que coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre este instinto básico. Sentí miedo muchas más veces de las que puedo recordar, pero lo ahogaba en una máscara de atrevimiento. El hombre bravo no es aquél que no siente miedo, si no el que lo conquista y domina". El testimonio de Mandela surge de la experiencia, no es una filípica teórica. Coraje inteligente y consciente, patrimonio de personas íntegras y honradas que hacen lo que una conciencia libre y cultivada les exige moralmente. ¿A qué viene este arranque? Husmeando en los temas más relevantes de la semana, salvo la tragedia sísmica de Chile, ninguno tan relevante como la muerte de un ciudadano inocente y valiente. Hablo de Orlando Zapata, disidente cubano, cuyo único pecado era creer, desde su irrenunciable dignidad, en la libertad. Indignante la reacción del presidente brasileño, Lula, de visita de despedida al siniestro dictador. Bochornoso el silencio de "intelectuales" que claman al cielo cuando el asunto ideológicamente les pone y que desaparecen cuando regímenes afines son puestos dramáticamente en entredicho. Deprimente la tibia y tardía reacción oficial española. Hay respuestas que salen del estómago, que hacen hablar al corazón, que son sentidas por un alma ennoblecida. Otras son aconsejadas por intereses estéticos, diseñadas por asesores de imágenes. La sinceridad del lenguaje corporal – una mirada, un timbre de voz, una mano extendida generosamente – permíteme distinguir unas de otras.
Todavía cabreado por una doble moral que exime a un sistema político miserable, en nuestra sociedad se echa de menos el coraje de ciudadanos como Zapata. Coraje para no parapetarse en las encuestas, sin ellas algunos ni piensan, ni actúan. Coraje para no callar cuando toca alzar la voz. Coraje para tomar decisiones difíciles, asumiendo el coste de las mismas. Coraje para decir nuestra verdad – la verdad, ¿quién la posee? – sin tapujos, ni medias tintas.
Coraje para huir de convencionalismos y atreverse a ser uno mismo. Coraje para dejar de utilizar prácticas de ventas asumidas por una industria corrupta, envuelto en excusas colectivas. Coraje para decirle al jefe lo que pienso. Coraje para decir que no, vocablo inspirador y complementario del tentador sí. Coraje para abandonar una empresa donde los mejores capítulos han sido ya escritos, el futuro solo traerá tedio y empobrecimiento. Coraje para dar ese paso y probar como emprendedor, figura capital en un país temeroso y conservador. Coraje para reconocer que me he equivocado, aprender y reanudar la marcha. Coraje para pedir perdón, palabra mágica y escasa. Coraje para no esconderme en la irresponsabilidad y apropiarme del sentido y dirección de mi vida. Coraje para penetrar en la soledad insondable, partera fiable de la mejor compañía. Coraje para vivir mis valores más nobles, en lugar de soltar sermones farisaicos. Coraje para dejar de quejarme y hacer algo por los demás.
Si una cosa le falta a esta España maniquea, alicaída, tensa e insolidaria, es coraje para apretar los dientes, mirar al futuro sin aprensión y sudar la camiseta. No me importa escribir cabreado, señal de que todavía estoy vivo. Y, además, esperanzado, faltaría más. Hago mías las palabras de Mandela: "Fundamentalmente, soy una persona optimista. No sé si me viene por naturaleza, nací así, o por crianza, pero el hecho es que lo soy. Siempre ando mirando el sol pensando que lo que viene será mejor. Ha habido muchos momentos muy negros en mi vida en los que mi fe en la humanidad fue seriamente probada, pero me negué a entregarme al desaliento. Esta senda te lleva a la derrota y la muerte".Lo dicho, guerra al miedo y la sinrazón.