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Josep Ignasi Saranyana, Profesor emérito de Teología

Una vida consagrada al estudio de la Teología: Miguel Lluch

mar, 03 feb 2015 11:01:00 +0000 Publicado en Las Provincias y Diario de Navarra

Ayer 2 de febrero, en pleno y duro invierno navarro, ha fallecido un poco por sorpresa el profesor Miguel Lluch, nacido en Valencia en 1959, ordenado sacerdote en agosto de 1987 e incardinado en la Prelatura del Opus Dei. En 1981 se había licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Alicante. Se incorporó al claustro académico de la Universidad de Navarra en 1988, después de doctorarse en Teología. Su brillante tesis sobre 'La teología de Severino Boecio', que fue publicada al poco tiempo (1990), le abrió las puertas de la medievalística europea.

Se trasladó a Bélgica con una beca del Ministerio Español de Asuntos Exteriores, donde se diplomó en estudios medievales en 1991 y posteriormente obtuvo el doctorado en 'Histoire de la civilisation médiévale' (1994), con un trabajo sobre 'El tratado escolástico sobre el Decálogo', que se publicó en francés en Louvain-la Neuve, en una de las más prestigiosas colecciones de aquel centro académico. 

En 1997 apareció en italiano una nueva versión de su tesis doctoral sobre Boecio. Después vinieron sus invitaciones a las semanas de estudios medievales de la Universidad de Colonia, de las que era asiduo, su ingreso en la Société Internationale pour l'Étude de la Philosophie Médiévale y su incorporación a numerosas asociaciones europeas, entre ellas al Centro Internazionale di Studi Gioachimiti, dedicado al análisis de la obra de Joaquín de Fiore.

Durante doce años aparcó la investigación de su especialidad para dirigir el Instituto de Antropología y Ética de la Universidad de Navarra. Sus concurridísimos cursos sobre pensamiento religioso contemporáneo le permitieron entonces dialogar con las corrientes teológicas más recientes, especialmente con la teología europea de entre guerras y en particular con el pensamiento de Romano Guardini, una de las figuras señeras del pasado siglo, y con la compleja síntesis de Hans Urs von Balthasar.

Sus alumnos le recuerdan por su proximidad, la viveza de sus explicaciones, la agilidad de sus argumentos y su aptitud para aterrizar, desde las cuestiones más altas y especulativas, en los problemas inmediatos de la vida ordinaria. Como sacerdote, su predicación era llana y sencilla, con una notable capacidad para llegar al corazón de los oyentes. En todo ponía una gran pasión, algo propio de su carácter mediterráneo. Su sentido del humor tan valenciano, sazonado de fina ironía, y su sentido positivo en todas las situaciones, animaban los encuentros y seminarios de profesores. Su amistad era buscada por todos. Descanse en paz, tan buen sacerdote, colega y amigo.