Isabel Lara, vicepresidenta de Atrevia: “Las relaciones humanas son fundamentales para generar 'engagement' con los jóvenes Z”
La ‘generación Z’ fue el motivo del encuentro entre expertos del mundo académico y empresarial en la primera sesión del ciclo ‘ENcuentros’ de Fundación Empresa
Los millenials dan paso a la generación Z o centennials, nacidos entre 1995 y 2010. ¿Qué les caracteriza? ¿Cómo se adaptan las empresas y las universidades a sus inquietudes y preferencias? Medio centenar de profesores y empresarios navarros asistieron a la primera sesión del ciclo ‘ENcuentros’, organizado por Fundación Empresa y Career Services. Charo Sádaba, decana de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, Isabel Lara, vicepresidenta de Atrevia, Luis Unceta, CEO de Isimar, y Josean Ascarza, CEO de Oniria Consulting, protagonizaron la sesión, en la que compartieron sus inquietudes sobre esta joven generación.
Atrevia, junto con Deusto Business School, realizó un estudio en España y Portugal con jóvenes Z que les ayudó a definir y entender mejor a esta generación. “Vivimos en un mundo absolutamente global y la generación Z se diferencia del resto por ser la única que se ha socializado y formado a través de internet”, comentó Isabel Lara.
Basándose en los resultados del estudio, determinaron que la generación Z es la “generación de las íes”: internet, Instagram, inmediatez, innovación, irreverencia, inquietud, e influencia. Pero también se caracterizan, según Isabel Lara, por dos ces: han vivido una crisis muy importante y les gusta compartir, lo que explica por ejemplo el auge de la economía colaborativa.
El 60% de las profesiones del futuro no se conocen todavía. “No se va a destruir empleo, se va a transformar. Si hay una generación preparada para asumir nuevas responsabilidades y empleos, esa es la Z”, aseguró Isabel Lara.
Muchos atribuyen a los Z el adjetivo de nini (ni estudia ni trabaja). “Hemos descubierto que esto no es así. Es más, la educación es su mayor preocupación. Pero esta tiene que transformarse en fondo y forma, ya no les vale la clase magistral, quieren formarse en competencias como hablar en público”, dijo la vicepresidenta de Atrevia.
En cuanto a lo laboral, según el estudio, también tienen otras preferencias. “Quieren más flexibilidad y lo que más les importa a la hora de trabajar en una empresa es el ambiente. También les interesa la movilidad funcional, no aspiran tanto a llegar a altos cargos. Y, por supuesto, no quieren jefes, sino líderes de los que poder aprender y con los que comunicarse”, explicó Isabel Lara. Muchas empresas se cuestionan cómo adaptarse a estas nuevas preferencias. “El ‘problema’ no son los jóvenes, sino gestionar la diversidad generacional, es decir, el hecho de que tengamos trabajadores y consumidores de diferentes edades”, planteó Isabel Lara.
Hay un aspecto en común que tienen los jóvenes Z como trabajadores y como consumidores: “No les interesan las grandes empresas simplemente por su marca, sino por ser compañías que hacen algo por la sociedad, sobre todo si son sostenibles e innovan en tecnología”, añadió.
Precisamente, muchas marcas aseguran que cada vez es más difícil conectar con estos jóvenes consumidores. “Les interesa mucho la relación calidad-precio, la inmediatez y el respeto al medio ambiente. Son los tres aspectos que más les empujan a fidelizarse, pero no les cuesta nada cambiar de una a otra marca”, comentó Isabel Lara. La people experience también es algo esencial. “Para conectar hay que hacer vivir una experiencia al consumidor, alumno o empleado”, detalló Isabel Lara.
Tanto el mundo académico como el empresarial tienen que afrontar retos y cambios. Pero hay una cuestión que, según Isabel Lara, no se tiene que perder de vista: “La tecnología no empatiza, no genera engagement, sino que es una herramienta al servicio de las personas. Por mucho que la generación Z sea muy tecnológica, las relaciones humanas siguen siendo fundamentales para generar engagement con las personas”.
Para Charo Sádaba, decana de la Facultad de Comunicación, es esencial ser consciente de que los tiempos cambian: “No necesariamente las cosas solo se deben hacer de una manera porque siempre se han hecho así. Por ejemplo, la flexibilidad abre nuevos espacios para el crecimiento personal. Pero los jóvenes también tienen que entender que si un jefe se comporta de una manera determinada, no es que sea inepto, sino que es como aprendió a hacerlo en su momento”.
“Estos encuentros son un valioso puente para poner en común ideas que nos permitan adaptarnos al cambio, salir de nuestras zonas de confort, y mirar a estas nuevas generaciones desde una mirada apreciativa. No desde la imposición, sino desde el afecto. No desde la obligación, sino desde el ejemplo”, comentó Roberto Cabezas, director de Fundación Empresa y Career Services.
¿Por qué son así los Z?Son muchos los adjetivos con los que se asocia a los jóvenes Z, y a veces predominan los negativos. “Tenemos que disponer de una mirada más razonable para entender por qué son así”, comentó Charo Sádaba, decana de la Facultad de Comunicación. “Presentan factores comunes: han crecido en las fórmulas del capitalismo, en el mundo de la globalización, en un periodo de cambios familiares y relacionales generales, viendo y aprendiendo de youtubers e instagramers...”, añadió.
También han influido otros factores que hacen que, por ejemplo, “no puedan calibrar bien los riesgos que suponen las decisiones de su vida”, como es la sobreprotección de los padres.
“Según expertos, han crecido con agendas completísimas, sobre todo en las ciudades. La falta de juego en la infancia implica que puedan aparecer con más frecuencia cuadros de ansiedad y narcisismo. Detrás del ‘postureo’ de las redes sociales hay muchísima inseguridad y miedo a no ser aceptado”, asegura Charo Sádaba. Las redes sociales e internet satisfacen tres necesidades propias de esta edad: la necesidad de socialización, de entretenimiento, y la identitaria.
Los jóvenes Z también se caracterizan por vivir las emociones de manera más intensa y natural. “Les encanta vivir emociones totalizantes, aquellas que suponen una experiencia social con una mezcla de emociones intensas como ocurre en un concierto, un partido, una fiesta sorpresa… Les ayudan a relacionarse con amigos y a entender quiénes son”, explica Charo Sádaba.
Además, comenta, la relación de esta generación con el tiempo es conflictiva: “El largo plazo les da miedo, por eso les asusta comprometerse, también en las relaciones personales. Les ofreces un contrato indefinido y te dicen que no saben si quieren estar trabajando en el mismo sitio durante cinco años”.
En este escenario, Charo Sádaba definió cuál es la actitud más adecuada: “Ante la incertidumbre podemos acompañarles; ante el miedo que tienen al riesgo podemos ayudarles a gestionar las decisiones personales que tienen que tomar; ante su alta sensibilidad emocional, tenemos que entenderles; y ante las consecuencias de la tecnologización, podemos aprovechar sus ventajas para minimizar sus riesgos”.