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Alumnos en primera línea

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Más de 30 alumnos de la Facultad de Enfermería se han incorporado a trabajar en hospitales y residencias ante la gran demanda de profesionales provocada por la pandemia del COVID-19
Elena Ojer

Los alumnos, todos de 4º, están trabajando en hospitales de Madrid como la Clínica Universidad de Navarra y el Hospital Universitario Rey Juan Carlos; en el Hospital San Pedro, de Logroño; en el Hospital Comarcal de Laredo; y en residencias de mayores como La Vaguada, la Clínica Josefina Arregui o la residencia Landazabal.

Anabel Villero. CUN Madrid. Planta de hospitalización con enfermos de COVID-19.

Anabel Villero

“Cuando me llamaron, no lo dudé y a los dos días ya estaba allí dispuesta a dar 200% por los pacientes. Creo que Enfermería es una carrera de servicio a los demás, muy vocacional, y eso hace que estemos dispuestos a hacer lo que sea por ayudar a las personas. No me considero ninguna heroína como dicen por ahí. Pienso que estoy haciendo lo que tengo que hacer y para lo que he estudiado y me he estado formado durante estos años de carrera.

Lo más duro es la situación en la que se encuentran los pacientes, que tienen que estar solos, sin sus familiares para evitar contagios. Solo nos tienen a nosotros, a los que, además, no nos pueden ver ni la cara debido al equipo de protección. Además, al tener tanta carga de pacientes no les podemos dedicar todo el tiempo que nos gustaría.

Lo más satisfactorio es, sin duda, ver a un paciente irse de alta después de mucho tiempo de ingreso. La relación que forjas con alguno de ellos en esta situación hace que se te salten las lágrimas en algunos momentos. Por otro lado, los pacientes valoran y agradecen muchísimo tu trabajo y eso da un subidón que te da energías para seguir otras 12 horas más si hace falta".

 

Fernando Gárate. CUN Madrid. UCI.

Fernando Gárate

“Me incorporé la noche del 31 de marzo porque hacía falta personal urgentemente y quería ayudar.

Lo más difícil es llevar la presión propia de la unidad, dentro de este contexto tan complicado de la pandemia. También es muy duro ver el sufrimiento de las familias cuando sus seres cercanos están en la UVI.

Lo más satisfactorio es verles evolucionar, mejorar y subir a planta.

A pesar de la tragedia, está siendo una experiencia positiva para mí, porque estoy aprendiendo y a la vez estoy pudiendo ayudar a la gente".


Beatriz Otero. Hospital San Pedro de Logroño. Planta de hospitalización con enfermos de COVID-19. 

Beatriz Otero

“Mi trabajo es de auxilio temporal y no tengo la misma responsabilidad que una enfermera porque no llevo a mis propios pacientes. Realizo labores de enfermería como extraer analíticas de sangre, ECG o realizar las altas e ingresos, entre otras cosas. Mi día a día es muy parecido que en una planta normal, pero con más tristeza porque los pacientes están solos y nosotras somos su mayor apoyo. Algunos no tienen cómo comunicarse con sus familiares y hacemos de intermediarias llamándoles y facilitándoles la comunicación.

Lo que me estáresultando más difícil es la incertidumbre, el miedo a contagiarme y a que mi familia también lo haga. Los fallecimientos también son tristísimos, porque los enfermos mueren solos y sin familiares, así que nosotras, las enfermeras, intentamos estar con ellos el mayor tiempo posible y que mueran tranquilos. 

Lo más satisfactorio es hablar con los pacientes, acompañarles; su agradecimiento y sus caras de alegría cuando se vana casa de alta. 

Sin duda, es una experiencia que me ha ayudado a crecer como persona y como profesional. He aprendido a valorar más que nunca el compañerismo y el trabajo en equipo.”

 

Irati Busselo. Residencia La Vaguada de Pamplona.

Irati Busselo

“Recibimos muchas ofertas de trabajo de diferentes residencias y hospitales privados, tanto de Madrid como de Navarra, y eso me hizo ver que realmente muchos sitios necesitaban urgentemente ese apoyo, ya que acudían a alumnos de 4º de Enfermería. Fue una decisión que me costó tomar, ya que iba a ser mi primer trabajo como enfermera y además comenzaría a trabajar en una situación de crisis donde sabía que las cosas no iban a ser fáciles. Sin embargo, una vez que entregué mi Trabajo Fin de Grado y adelanté otros trabajos de la Universidad, decidí dar el paso.

En cada planta de la residencia hay 53 pacientes para una sola enfermera. Debido a la situación, la dinámica de trabajo ha cambiado porque ahora la mayoría de residentes tienen que permanecer aislados en sus habitaciones, ya no se reúnen en las zonas comunes, y es necesario ir habitación por habitación.

Pienso que lo más difícil es la carga emocional. Muchos días me he ido a casa llorando. Ves a los residentes solos, aislados, llenos de miedo, cansados… a los que apenas puedes dedicar tiempo y te derrumbas. Muchas veces entras a una habitación y quieres quedarte con esa persona y hacerle compañía y que te cuente cómo se siente… pero no puedes porque te falta un pasillo entero por atender… Pero lo que más duro se me ha hecho, sin duda, ha sido tener que darles el resultado de las pruebas cuando era positivo o tener que contarles que su hermano que vive en la habitación de al lado ha dado positivo en covid y le van a trasladar de planta. En ese momento, ves cómo se derrumba y tú ni siquiera le puedes dar un abrazo.

Físicamente también es muy duro: hay días que no me da tiempo ni a hacer un descanso, y muchos me voy a casa una hora más tarde. Sin embargo, aunque sea duro también sientes satisfacción por tu trabajo, por tu esfuerzo. Mientras hago mi turno, sé que estoy dando un respiro a mi compañero de al lado que lleva varios días doblando y sin descansar. Por otro lado, aunque tampoco puedo dedicar el tiempo que me gustaría a los residentes, el tiempo que estoy con cada uno procuro sacarle una sonrisa. Con eso me voy satisfecha a casa, porque de una forma u otra he ayudado en algo.”

 

Arrate Arana. Residencia DomusVi Miraflores de Bilbao.

“Mi primer día en la residencia fue el 7 de abril. Mi responsabilidad es realizar las curas de cada residente, llevar a cabo el control de constantes diario y atender cualquier necesidad que se presente. También actualizo los cambios de tratamientos indicados por la doctora y, teniendo en cuenta que no nos encontramos en una situación común, encaso de necesidad, ayudo a los auxiliares con el reparto de la comida y el control de temperatura de todos los residentes. Además, junto con la enfermera que me acompaña, anoto todo lo sucedido en el evolutivo, de manera que el turno siguiente pueda acceder a esa información. 

Estoy muy contenta, porque me acogieron muy bien y gracias alequipo, estoy disfrutando de todo lo que hago. Si tuviera que escoger lo mejor de mi día a día, sería la confianza y el trato que estoy logrando con los residentes. Saber que, a día de hoy muchos de ellos me conocen y se dirigen a mí de una manera muy cercana y cariñosa es lo que más me reconforta.

Me siento muy afortunada por tener la oportunidad de aportar mi granito de arena y de ser parte del equipo. Me parece que dentro de lo malo se puede ver el lado positivo y reconocer la suerte que tenemos de poder aprender de esta situación, para nuestra próxima y futura carrera profesional como enfermeros.” 

 

Igone Olmos. Clínica Josefina Arregui de Alsasua (Navarra).

“Decidí aceptar la oferta de empleo porque nos encontrábamos en el pico del coronavirus, y las necesidades sanitarias eran muy importantes. Había pacientes que se encontraban aislados con covid-19, y el tiempo que invertían los enfermeros en su cuidado era elevado, por lo que necesitaban refuerzos. Además, ha habido personal de la clínica confinado por el virus o por sospecha del mismo, por lo que las necesidades de nuevo personal eran evidentes. Quise ayudar, aportar lo que pudiera.

Mi trabajo consiste en atender las necesidades de pacientes psicogeriátricos. Junto con las auxiliares de enfermería, realizo la higiene de los pacientes, las camas… y administramos la medicación con los desayunos. Después, valoro a cada paciente más individualmente, tomándoles las constantes vitales, y realizo las curas que requieran. También me comunico con el médico para contarle cómo está cada paciente y él me indica cambios de medicación o procedimientos a realizar con el paciente. Además, entre todo esto, para animar a los pacientes, buscamos ratos para pasear con ellos, jugar a cartas, o realizar videollamadas con sus familiares, ahora que no se pueden realizar visitas.

Lo que más difícil me está resultando es compaginar el tiempo de estudio con el tiempo de trabajo, ya que como el ritmo en la clínica es muy intenso, a veces llego agotada y me cuesta ponerme a estudiar. Pero, aunque con esfuerzo, lo hago.

Lo más satisfactorio es ver a los pacientes sonreír, que se encuentran bien y contentos, observar sus pequeñas evoluciones del día a día, y pensar que has colaborado en la consecución de ese bienestar.”

 

Amaya Gastón. Hospital Universitario Rey Juan Carlos de Madrid. Planta de Hospitalización con enfermos de COVID19

Amaya Gastón“Estoy trabajando en una planta que cuenta con 3 esepecialidades: neumología, cardiología y hematología. Mi día a día ha ido variando bastante desde que llegué. En un primer momento, todas las habitaciones de la planta estaban ocupadas únicamente por pacientes COVID. Todas las habitaciones estaban dobladas. Es decir, en todas había dos pacientes, cuando habitualmente eran de uso individual. Había mucho trabajo, mucho estrés, mucho miedo, mucha incertidumbre.

Los tres primeros días fui con una enfermera como solemos hacer en nuestras prácticas tuteladas en la Universidad. Esa enfermera me iba enseñando cómo funcionaba todo. Después, fui ganando autonomía y en menos de una semana estaba llevando mis propios pacientes. Entre 10 y 15. Siempre respaldada por mis compañeros. Al tratarse de una planta especializada en neumología, la mayoría de los pacientes que nos llegaban a planta eran pacientes en situación crítica: la mayoría venían o acababan en la UCI. Tuvimos muchas situaciones límite.

Toda buena noticia, la mejoría de los pacientes, un detalle de agradecimiento… era muy bien recibida y hacía que estar ahí mereciera la pena.

Después, la situación fue mejorando, la planta se fue liberando y el número de pacientes por planta se redujo a casi la mitad. Estas últimas semanas, sin embargo, también han vuelto a ser complicadas. Una vez que el número de pacientes COVID ha disminuido, se han ido introduciendo pacientes de las otras dos especialidades: cardio y hemato. Ambas son muy potentes, por lo que seguimos tratando con pacientes en situaciones muy complicadas, con el riesgo añadido de contagiar el COVID de unos a otros y tomando muchas precauciones para lograr evitarlo.

Lo que más difícil me está resultando es ser capaz de gestionar a nivel emocional todo lo que me está ocurriendo aquí. Y lo más satisfactorio, haber conseguido llegar a algunos pacientes y ayudarles en su recuperación.

Está siendo una experiencia muy positiva. Considero que esto va a marcar mi futuro. Creo que no soy la misma persona que la que llegó aquí hace casi dos meses.”

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