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El graduado Daniel Purroy, en el Palais de Tokyo durante el mes de mayo

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21/05/14 17:44 Alberto Bonilla

La obra del artista español Daniel Purroy Irurzun (Pamplona, 1971) ha ocupado un lugar relevante en el marco del festival "Banlieu is Beatifull" que se ha celebrado los días 16 a 18 de mayo en el Palais de Tokyo de París. Su proyecto, "La Cité Balzac à Paris", adquiere amplitud por la sorpresa que ha producido en el ámbito del arte contemporáneo. Daniel nos propone una obra monumental para un proyecto artístico que se acerca a la vida real, gente real, que constituye el mundo de hoy en los extrarradios de hoy.

Un artista en el corazón del extrarradio

En 2007 Daniel instala su taller en Vitry-sur-Seine, en las afueras de París, en la zona industrial de Ardoines. En este espacio urbano, en permanente metamorfosis, la riqueza de experiencias humanas alimenta su trabajo.

La Cité Balzac, construida en los años 60 para alojar a un millar de familias, es demolida en 2012. Es entonces, cuando con una energía titánica, decide hacer de la fachada un testimonio monumental y contundente de este millar de historias familiares. Purroy combina estas historias con la arquitectura característica del extrarradio. Es desplazando esta fachada al corazón de París cuando esta presencia se hará más evidente.

La difícil tarea de cargar de significado a la obra no podría realizarse sin el alma de los antiguos habitantes. Con la participación de estos últimos a través del Centro Social Balzac, de instituciones de Vitry-sur-Seine y de las empresas de construcción y demolición Daniel Purroy rescata varios pisos de la fachada para ofrecer un pedazo de esta, reconstruida, en la capital. Él la transforma en obra de arte contemporáneo, contundente, rotunda e invita a los turistas a completar la serie de sus fotografías (torre Eiffel, Campos Elíseos, gran pirámide del Louvre…) con una foto delante de la Cité Balzac.

La instalación conjuga varias dimensiones. Este objeto arquitectónico monumental, con tres pisos reconstruidos a partir de materiales originales (revestimiento de fachada, ventanas) se transforma en resto y memoria. Es un gesto político que hace florecer en el espacio urbano de la capital un edificio típico de las ciudades de extrarradio. La presencia de las cortinas que han pertenecido a sus habitantes proporciona a la instalación de Daniel Purroy una emoción auténtica que acompaña en la contemplación de esta figura monumental. El sistema de fijación que hace flotar esta fachada por encima de los visitantes genera un diálogo entre la monumentalidad y la ligereza de la instalación. La nostalgia causada por la destrucción de este edificio está compensada por los recuerdos que nos evocan las huellas de presencia humana.

La responsabilidad del artista

Elaborar una obra de arte monumental a partir de una Cité y llevar esta obra al corazón de París es sobrepasar las barreras de las convenciones sociales. El arte, al igual que una Cité, es un lugar de vida y contiene la complejidad de esta, sus detalles y sus universos. Es por esto por lo que no hay que olvidar que la actuación artística de Daniel Purroy no tiene vocación de dar la espalda a los que la han alimentado en lo cotidiano, invitándoles a formar parte de la misma. Si el arte transforma, si permite a cualquiera apropiarse de la realidad, el autor de La Cité Balzac de Vitry à París se siente ante todo responsable de llevar la memoria del lugar y de impregnar esta vida pasada en su obra. Él desea ver su proyecto remontando sin descanso la arteria principal de la capital, "dejando flotar esta fachada sobre el Sena, ella llegará inevitablemente al corazón de París".

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