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Un acierto y un descubrimiento

Las obras de Georges de La Tour del Museo del Prado

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FOTO: Manuel Castells
18/11/16 15:55 Nagore Gil

La quinta de las sesiones del ciclo de conferencias El Museo del  Prado: hitos históricos de sus colecciones” que organizan la Fundación Amigos del Museo del Prado y la Facultad de Filosofía y Letras en el Museo Universidad de Navarra, tuvo como protagonista a Georges de La Tour (1593-1652), artista poco conocido en España pese a haberse celebrado dos exposiciones dedicadas al pintor francés en 1994 y 2016, ambas en el Museo del Prado.

El jefe de Conservación de pintura italiana y francesa hasta 1700 del Museo del Prado, Andrés Úbeda, ofreció una conferencia el pasado 16 de noviembre en la que ahondó en la obra de este pintor, hijo de un panadero y nacido en un burgo de Lorena, que adquirió fama en su tiempo y luego fue completamente olvidado, de manera que no fue redescubierto hasta el siglo XX, en concreto por el historiador del arte alemán Hermann Voss en 1915. De inmediato se convirtió en pintor de culto de cubistas y más tarde de surrealistas, pues su estilo no era comparable al de ningún otro artista.

Según Úbeda, se conocen pocos datos acerca de su formación, y es discutida la posibilidad de un viaje a Italia, de manera que su caravaggismo puede obedecer más bien a una conexión con la pintura holandesa que a la influencia directa del pintor italiano. Tampoco queda claro quiénes pudieron ser los posibles comitentes de sus obras, y es un pintor en torno al cual permanecen todavía numerosas incógnitas, pese a que, tras su redescubrimiento, “La Tour se convirtió en el pintor barroco por antonomasia”, superando a otros coetáneos suyos como Poussin o Claudio de Lorena, según el experto.

Se trata de un pintor interesado en relativamente pocos asuntos, pero a los que vuelve una y otra vez. Aunque realizó algunas escenas diurnas, se significa fundamentalmente por las escenas nocturnas, iluminadas con frecuencia por la luz de una vela. Emplea en ellas una gran economía de medios, pues “es un artista que no manifiesta interés más allá de los personajes y de lo estrictamente necesario. Es en este sentido en el que debe entenderse la afirmación de que `La Tour es un artista que no amaba el mundo”, explicó Úbeda.

En sus primeros cuadros de género “es un pintor ruidoso y gesticulante, pero con posterioridad camina hacia el silencio y la ausencia del gesto”, significó Andrés Úbeda. Ningún gesto ni movimiento interrumpe el recogimiento de los personajes, que aparecen absortos en sí mismos. Son escenas, casi todas ellas religiosas, impregnadas de soledad y silencio.

Tras analizar las características principales de su estilo y hacer un recorrido por sus obras más significativas, Andrés Úbeda analizó los dos lienzos de Georges de La Tour que conserva el Museo del Prado, a los que calificó como “un acierto y un descubrimiento”. El “acierto” es el Ciego tocando la zanfonía (óleo sobre lienzo, 1620-1630, 86 x 62,5 cm), adquirido por la pinacoteca con fondos del Legado Villaescusa en la subasta de Christie’s celebrada en Londres el 13 de diciembre de 1991, por la cantidad de 360.769.189 de las antiguas pesetas (2.168.266,49 euros), y que ingresó en el Museo en enero de 1992. Se trata de la última obra importante del pintor francés (junto al San Juan Bautista del Museo de Vic-Sur-Seille) que ha ofrecido el mercado artístico internacional.

El “descubrimiento” es San Jerónimo leyendo una carta, cuadro inédito que fue localizado en Palacio de la Trinidad de Madrid, sede del Instituto Cervantes, identificado por José Milicua e incorporado en el año 2005 al Museo como depósito del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. La incorporación de ambas obras al Museo del Prado convierte a la pinacoteca española en una referencia imprescindible para el estudio del pintor francés.

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