El cambio climático en Europa: un fenómeno prolongado desde 1655 que va a peor
Según una investigación del NCID del Instituto Cultura y Sociedad, las temperaturas han crecido de media 0.2°C cada siglo desde mediados del siglo XVII y en la última década se ha incrementado el aumento, especialmente en el sur del Viejo Continente
FOTO: Manuel Castells
En julio de 2019 una ola de calor sin precedentes rompió todos los termómetros en buena parte de Europa. París registró 42,6°C, en Bélgica se llegó a 41,8°C y en Alemania a 41,5°C, mientras que en Países Bajos el termómetro también superó los cuarenta, con 40.7°C. El cambio climático provoca que olas de calor como la vivida el pasado verano sean hasta cien veces más probables.
A pesar de la popularización del fenómeno en la actualidad y las cada vez más medidas para combatirlo, el cambio climático viene siendo prolongado desde hace siglos. Dos nuevas publicaciones de Luis Alberiko Gil-Alaña, investigador del Navarra Center for International Development del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra, han demostrado que el aumento de temperaturas se puede comprobar desde 1665. A partir de esa fecha el termómetro no ha parado de subir en Europa con una media de 0.2°C cada cien años.
En la primera investigación, publicada en la revista científica Climate Research, este aumento se ha visto acrecentado especialmente desde 2010, cuando los registros marcan una media mayor de incremento que amenaza con ir calentando más todavía el Viejo Continente.
La segunda investigación, publicada en la revista científica Climatic Change analiza las temperaturas de hasta 29 estaciones climáticas en doce países europeos. En ese trabajo se muestra una clara diferencia entre el sur y norte del continente. A pesar de las repentinas olas de calor por todo el continente, los mayores incrementos de temperatura prolongados lo sufren en el sur, con los mayores incrementos registrados en Florencia y Verona seguidos de Estrasburgo y Toulouse.
El aumento de temperaturas en Europa es, por lo tanto, un fenómeno prolongado desde 1655, pero más acusado en la última década que nunca y más acusado en el sur, donde las temperaturas suben por encima de la media europea.