2014_02_04_alumnos-erasmus

Hace alguna semana, unos cuantos estudiantes internacionales desembarcaban en Pamplona para cursar un semestre en la Universidad de Navarra. Y de la misma manera que unos vienen, otros deciden irse a otros países a estudiar pero también para volver con la maleta cargada de experiencias.

Icíar Masifern estudia ADE bilingüe y Derecho.  De Barcelona, aterrizó en Pamplona hace cuatro años y el semestre pasado voló hasta la Universidad de South Carolina. ¿Por qué ese destino? Por el business. EEUU es la mayor potencia y allí se encuentra la mayor cultura de método de estudio. Y es que, en el fondo, de eso va su carrera: de negocios. Llegó algo nerviosa; no había nadie más que la acompañase desde Pamplona, era la única con destino en South Carolina. Y encontró un carácter que se asemeja y mucho al español: "Iba a un estado del sur, por lo que allí todo el mundo es muy amigable, la gente se abre más que en el norte". 

Una de las primeras diferencias que encontró fue, de entrada, la universidad: era mucho más grande y contaba con más facultades. ¿Eso quiere decir más amigos? No del todo. La  cultura americana, remarca Icíar, es muy  independiente, existe la posibilidad de trabajar… Muy "tú te buscas tu vida". Aunque así la relación con los demás alumnos no se parecía en nada a lo que estaba acostumbrada: "La gente iba a sus clases y cuando terminaban, se marchaban. Podía coincidir con dos o tres, pero había muy pocas clases en las que coincidiera con la misma gente".  Pero mientras en clase Icíar ejercitaba su independencia, desde  el primer día conoció a los demás alumnos internacionales, más de 200 (y europeos sobre todo), con los que convivía en el día a día.

En la vida diaria de la universidad, el fútbol americano era uno más. Icíar cuenta cómo este deporte, universitario por excelencia, congregaba cada dos semanas a todos los estudiantes. Cuando había partido, todo el mundo tenía que ir vestido de los colores de la universidad, es decir, negro, granate o blanco. Aunque siempre había algún despistado: "a un amigo internacional, uno de esos días en los que había que ir de granate, se le olvidó y acabó saliendo vestido de azul. Dio la casualidad de que el equipo rival también vestía de azul, por lo que lo echaron del bar en el que estábamos".

Hong Kong fue el destino que  escogió Gonzalo Álvarez de Toledo. Eligió Asia para cursar Economía bilingüe y Derecho por una razón similar a la de Icíar: el mundo se ha empequeñecido y este intercambio le daba la oportunidad de conocer una parte que, según dice, no es tan diferente. Aunque, todo hay que decirlo, nada más aterrizar lo primero que pensó fue "dónde me he metido". Eso sí, poco tiempo tuvo que pasar para que esa primera impresión se esfumase.

A pesar de la distancia, este madrileño no notó un abismo entre Hong Kong y Pamplona. Aunque se presuponen las diferencias, el modo de impartir las asignaturas era similar. No obstante, se encontró con una mayor libertad a la hora de elegir asignaturas, lo que en su caso también dificultaba coincidir con los  mismos estudiantes. Además, destaca Gonazlo, la competitividad entre compañeros era tan alta que la universidad no era el lugar idóneo para hacer amigos.

Cuenta que en una de las primeras clases todos, unos 200 alumnos, tuvieron que presentarse. "Cuando me tocó a mí, nadie entendió mi nombre y todo el mundo empezó a  reírse; era el único occidental de la sala". Hasta que otra chica dijo: "Yo también soy de intercambio -algo que dibujó en él una sonrisa-, soy de Pekin".

Un parón en medio del curso

A pesar de residir en dos continentes distintos, Icíar y Gonzalo hicieron un alto en los estudios y se dieron cita en Hong Kong para participar en un Case Competition. Fueron seleccionados por la Facultad de Económicas  e integraron el equipo que representó a la Universidad de Navarra. Tuvieron que enfrentarse a grandes universidades con más experiencia en estas competiciones pero, aún así, lograron quedar en tercera posición.

Como ellos, los estudiantes que han cursado el primer semestre en el extranjero ya están de vuelta. Cargados de anécdotas, fotos y habiendo aprendido a trabajar en un entorno desconocido, todos ellos afrontan ya en Pamplona la segunda mitad del curso.