Arqueta de San Gregorio

Las primeras noticias de la ejecución de esta obra datan del 7 de noviembre de 1601, cuando en su visita pastoral a Sorlada, el Obispo de Pamplona, Fray Mateo de Burgos, ordenó, por medio de un mandato de visita, la ejecución de una arqueta para contener los restos de San Gregorio. Creemos que se trata de una obra de los plateros Martín y Agustín de Agorreta, quienes la entregaron el 9 de mayo de 1610. Se trata de una pieza rectangular sustentada por cuatro patas formadas por cueros retorcidos, y con los frentes enmarcados en los ángulos por pilastras de carácter plateresco, a cuyas aristas se acoplan costillas, que alternan en las caras frontales de la arqueta con pilastras de estirpe clasicista. La articulación de los frentes se hace mediante recuadramientos rectangulares, que inscriben marcos ovales de cristal pintado, enmarcando en el centro una figura de medio bulto. Presenta cubierta con doble cuerpo, el inferior convexo y el superior prismático, disponiéndose en los frentes de este último espejos ovales separados por hermes. Remata todo el conjunto una cruz, sobre una peana moderna, y pirámides herrerianas sobre bolas. Esta recubierta por una rica decoración compuesta por un sistema ornamental manierista de elementos geométricos, ces enfrentadas, cintas planas, cabujones, pilastras, pirámides, costillas y apliques de pedrería. A la riqueza visual de la pieza contribuye la policromía de la misma, que juega con alternancia de la plata en su color y la plata sobredorada, el bronce y el latón. De gran interés es también la iconografía que presenta la obra, con las figuras de bulto de San Juan, Santiago, San Pedro y San Andrés, así como cuatro Apóstoles sin identificar, a las que hay que sumar las imágenes dispuestas en los medallones relicario.