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Guido Biante: “Desde que estuve en Leganga siento que mi mirada es más profunda que antes”

Guido Biante terminó su Grado en Tecnologías Industriales hace tres años y ahora trabaja en la fábrica de Mahou en Guadalajara. Su reciente voluntariado en Tanzania con Tantaka y la Fundación Rafiki le ha transformado.

23 | 09 | 2025

Son muchos los estudiantes que no encuentran el momento adecuado para realizar un voluntariado: durante el curso tienen menos tiempo y en verano suelen trabajar para ahorrar dinero. Este fue el caso de Guido Biante, argentino de nacimiento, aunque reside en España desde los tres años. Tras graduarse en Tecnologías Industriales en Tecnun en 2022, comenzó a trabajar en la fábrica de Mahou y San Miguel en Guadalajara. Durante los años que vivió en San Sebastián reconoce que le hubiera gustado tener una experiencia de voluntariado en los meses de julio o agosto, pero no encontró la ocasión.

Por eso, este verano aprovechó sus vacaciones para viajar con Tantaka a Leganga (Tanzania) y colaborar en los proyectos que desarrolla allí la Fundación Rafiki para mejorar la salud, la educación y la calidad de vida de la población local. Además, allí se encontró con otros jóvenes, incluso estudiantes de Tecnun como Nico Martinez de Urbina.

Biante nunca tuvo en mente un voluntariado concreto; su experiencia nació de la convicción de que quería ayudar a otros, “por mucho que haya trabajado o cumplido, siempre he tenido oportunidades y eso me hace querer ayudar a personas en situaciones más complicadas”. El 5 de septiembre voló hasta Leganga, en el noreste de Tanzania, y se instaló en una de las literas que la Fundación Rafiki ofrece a quienes acuden a colaborar.


 

El día a día

Durante ese mes, Biante acudía tres días a la semana al colegio Blue Sky School y otros dos al centro de salud de Rafiki. Ambos estaban a una hora a pie del alojamiento y en direcciones opuestas, de forma que la rutina de lunes a viernes le suponía un esfuerzo. En el colegio de primaria se ocupó de la instalación eléctrica y de reparar cinco ordenadores para que los niños pudieran usar la sala de informática. En el centro de salud, ordenó los medicamentos y el material, e instaló un programa informático para facilitar el trabajo diario.

En sus ratos libres entre semana, el joven Alumni de Tecnun y antiguo residente del Colegio Mayor Ayete visitaba a ancianos y enfermos que no podían salir de sus casas. Lo hacía acompañado por médicos y enfermeros, para identificar las necesidades de movilidad que tenían estas personas en sus viviendas. Biante recuerda con especial cariño a María, una abuela que se desplazaba arrastrándose por el suelo y a la que ofrecieron una silla de ruedas. Sin embargo, con el tiempo se dieron cuenta de que este recurso no le resultaba útil, porque la mayoría de las tareas domésticas —como cocinar— las realizaba sobre el pavimento de su vivienda. “Hicimos de carpinteros y, con una tabla y cuatro ruedas móviles, conseguimos que dejara de arrastrarse como llevaba años haciendo”.


 

Los responsables de Rafiki en Leganga agradecieron a Guido su estancia y, unos días después, le escribieron por WhatsApp animándole a regresar. Las personas del colegio, del hospital y de cada hogar en el que estuvo quedaron más que satisfechas, y sin duda una de las claves fue su capacidad para integrarse. Su frase “yo no fui de turismo, fui a ser uno más entre ellos” es todo un ejemplo y aprendizaje para quienes viajan a otros países a realizar tareas de voluntariado y servicio a los demás.

Así, una vez más, el joven de origen argentino comprobó que en un voluntariado quien más recibe es quien va a ayudar. Biante, “lejos de imponer la cultura europea y nuestra manera de hacer las cosas”, se dejó sorprender y descubrió una forma de vivir distinta, más relajada, que ahora aplica en su día a día en España.
 

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