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Actividades como caminar o andar en bici podrían evitar hasta un 11% de las muertes por enfermedades cardiovasculares

Favorecer desplazamientos a pie o en bicicleta contribuye además a reducir la contaminación del aire, el ruido y la congestión del tráfico

16 | 09 | 2025

La movilidad activa en las ciudades ofrece un doble beneficio, se trata de una forma sostenible de transporte que mejora la salud del entorno en el que vivimos, a la vez que es una forma de mejorar de manera directa la salud de las personas.

En el informe “Influencia del medioambiente urbano en la salud de las personas”, elaborado por el Instituto BIOMA en el marco de la Cátedra Sanitas Salud y Medioambiente de la Universidad de Navarra, se analiza cómo las formas de movilidad sostenible impactan en la salud de los ciudadanos en estos dos ámbitos, tanto directamente (sobre la salud personal) como indirectamente (sobre la salud del entorno). Entre los estudios recopilados en el informe, se recoge información aportada por la Fundación Española del Corazón, que cuantifica esa relación directa de la movilidad urbana sostenible y activa. Así, mantiene que caminar o utilizar la bicicleta en los desplazamientos cotidianos gracias al ejercicio moderado que supone podría reducir hasta un 11% las muertes vinculadas a enfermedades cardiovasculares, una de las principales causas de mortalidad en el mundo.

En relación con el impacto de la movilidad sostenible sobre la salud del entorno, se trata de una estrategia que permite reducir la contaminación del aire y sus efectos sobre la salud. En este sentido, merece la pena destacar el estudio publicado recientemente por la Sociedad Española de Cardiología y la Fundación Española del Corazón, en la que ha participado Sanitas. La investigación ha demostrado, por primera vez en toda España, que la exposición a la contaminación del aire se asocia con un aumento en el número de infartos y en la mortalidad por esta causa durante el ingreso hospitalario. En concreto, mantiene que la exposición a concentraciones superiores a 25 microgramos de partículas contaminantes por metro cúbico aumenta un 14% el riesgo de muerte entre las personas que han sido ingresadas en el hospital por un infarto.

“Incorporar la actividad física en los desplazamientos cotidianos tiene un impacto directo en la reducción de factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión, la obesidad y la diabetes tipo 2. No hablamos únicamente de un medio de transporte, sino de una estrategia preventiva de salud pública que ayuda a disminuir la incidencia de enfermedades crónicas y a mejorar la calidad de vida de la población”, ha dicho la doctora Sonia Gutiérrez, vicepresidenta de la Fundación de Investigación e Innovación de Sanitas y una de las autoras de ambos estudios.

A esta evidencia se suma la advertencia de la Organización Mundial de la Salud, que identifica el sedentarismo como uno de los principales factores de riesgo de mortalidad prematura. Más allá de la prevención de enfermedades, introducir rutinas activas como caminar al trabajo o a la escuela, o desplazarse en bicicleta, aporta beneficios adicionales como reforzar el sistema inmunológico, optimizar la capacidad respiratoria, mejorar la calidad del sueño y contribuir a la reducción del estrés.

Los efectos positivos de la movilidad activa permiten, por lo tanto, transformar el entorno urbano, ya que reducir el uso del coche privado permite alcanzar beneficios como:

Menor contaminación del aire: la disminución de las emisiones de gases y partículas contaminantes repercute en una mejor calidad del aire, lo que se traduce en una reducción de enfermedades respiratorias como asma, bronquitis crónica o alergias. Además, un aire más limpio resulta especialmente beneficioso para los colectivos más vulnerables como los niños, personas mayores o pacientes con problemas de salud previos, que son quienes sufren con mayor intensidad los efectos de la polución.

Reducción del ruido urbano: al priorizar caminar y el uso de la bicicleta, las calles se vuelven más tranquilas y habitables. Esto no solo reduce los niveles de estrés de la población, sino que también contribuye a mejorar la calidad del sueño y el bienestar emocional de quienes viven en entornos urbanos.

Disminución del tráfico y la congestión vial: reducir el número de automóviles en circulación permite que las calles sean más fluidas y seguras. Esto no solo disminuye la probabilidad de accidentes, también facilita la convivencia entre distintos modos de transporte haciendo los desplazamientos más ágiles.

“Cuando hablamos de movilidad sostenible no nos referimos únicamente a un cambio en la forma de desplazarnos, sino a una transformación profunda de la ciudad”, ha explicado Jesús Miguel Santamaría, director del Instituto BIOMA y de la Cátedra Sanitas Salud y Medioambiente de la Universidad de Navarra. “Caminar o utilizar la bicicleta favorece la salud de las personas, pero también impulsa ciudades más limpias, silenciosas y con espacios mejor aprovechados. Este tipo de medidas ayudan a reducir la huella ambiental, a mitigar los efectos del cambio climático y a crear entornos urbanos más habitables y equitativos para todos”, ha añadido.

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