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CURSOS DE VERANO

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En el tercer centenario de la
Capilla de San Fermín (1717•2017)
IDENTIDAD, ARTE Y DEVOCIÓN

14 de septiembre de 2017

El tesoro de San Fermín: piezas de liturgia y devoción
D. Ignacio Miguéliz Valcarlos. Cátedra de Patrimonio y Arte navarro

 

La capilla de San Fermín, que este año celebra el tercer centenario de su inauguración, conserva un importante ajuar argénteo producto del encargo de piezas a lo largo de la historia por parte de su patrono, el Ayuntamiento de Pamplona, así como de la donación de obras por parte de devotos a San Fermín. Se trata de un nutrido conjunto que destaca no solo por su número, sino también por la singularidad de muchas de sus tipologías, y por la calidad de su elaboración. Efectivamente, en el tesoro de San Fermín se conserva un amplio espectro de tipologías, desde las más comunes en los ajuares eclesiásticos, como pueden ser cálices, copones, cruces, custodias, navetas, incensarios o relicarios, a piezas totalmente extraordinarias y prácticamente únicas no solo en el panorama navarro, sino también en el hispano, como el frontal de altar y la credencia, el juego de mitra, ínfulas y báculo, o el magnífico conjunto de jarros y fuentes. Sin olvidar las alhajas de joyería que todavía atesora el Santo. Cronológicamente abarcan desde el siglo XVI hasta el siglo XX, siendo las piezas más originales y suntuosas las correspondientes a los siglos del Barroco, cuando la devoción por los santos experimentó un fuerte auge y cualquier obra empleada tanto en la liturgia como en el adorno de las imágenes y capillas era susceptible de ser realizada en plata.

Tres son las vías de ingreso de estas piezas a la Capilla, en primer lugar los encargos directos de la obrería para suplir las alhajas necesarias para la liturgia ordinaria de la capilla. En segundo lugar los regalos del Ayuntamiento de Pamplona para dar magnificencia y esplendor al culto a San Fermín, ya que dicho regimiento ostentaba el patronato de la Capilla, a pesar de que San Fermín no es el patrono de la ciudad, sino que lo son San Saturnino y la Virgen del Camino. Todas estas piezas ostentan de manera visible las armas heráldicas del ayuntamiento pamplonés, por un lado el escudo con el león pasante timbrado por corona y orlado con las cadenas de Navarra, y por otro el emblema de las cinco llagas, adoptado por la ciudad en 1599. Y finalmente, la tercera vía de llegada de alhajas se corresponde con los regalos y donaciones realizados por los fieles del Santo, que de esta forma querían no solo marcar la devoción que por él sentían, sino que también era una forma de demostrar a sus vecinos su estatus social y económico. Las piezas más extraordinarias conservadas en la colección son precisamente las obras integradas en estos dos últimos grupos. En cuanto a la procedencia de estas alhajas, contamos con piezas de todos los puntos del orbe. En cuanto a su número hay que citar en primer lugar las labradas en los talleres pamploneses, como los atriles realizados en 1725 o las sacras de Pedro Antonio de Sasa de 1764, con una rica iconografía con las armas heráldicas de Pamplona y Navarra, además de los bustos del patrón de la ciudad, San Saturnino, junto a los del reino, San Fermín y San Francisco Javier, así como otras más excepcionales, como la capa pluvial de plata que recubre el busto de San Fermín, labrada en 1687, el relicario pectoral que se inscribe en su pecho, obra del artífice Hernando de Oñate el Mayor de 1572, o los dos frontales labrados por maestros pamploneses hacía 1725 y 1733. Mientras que por su rareza y originalidad hay que mencionar las obras venidas de talleres americanos, una constante en la platería hispana de le Edad Moderna. A este grupo pertenecen una custodia mexicana, las obras de filigrana de plata o el conjunto de bandejas y jarros regalados al Santo por don José de Armendáriz y Perurena marqués de Castellfuerte y Virrey del Perú en 1730. Y finalmente no podemos olvidar un conjunto totalmente singular, la mitra y el báculo de filigrana de plata adornados con tembleques representando flores e insectos de taller cantonés y enviados por don Felipe de Iriarte en 1764 a través del Galeón de Manila.

Por último, y dada la calidad de las mismas, hay que citar las alhajas de joyería integradas en el ajuar de San Fermín, como una cadena de oro con un pectoral de esmeraldas enviado por don José de Armendáriz junto a las piezas de plata ya reseñadas en 1730, una cadena de oro regalada en 1757 por don Nicolás de Urtasun, o una sortija con una esmeralda, mandada desde Popayán, actual Ecuador, por don Juan Antonio de Zelaya en 1775.

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En el tercer centenario de la Capilla de San Fermín (1717•2017) IDENTIDAD, ARTE Y DEVOCIÓN

PROGRAMA


Martes, 12 de septiembre 
La construcción barroca de la capilla
José Luis Molins Mugueta. Cátedra de Patrimonio y Arte navarro

La imagen pamplonesa multiplicada y otras representaciones de San Fermín en Navarra
Ricardo Fernández Gracia. Cátedra de Patrimonio y Arte navarro

Miércoles, 13 de septiembre
La reforma académica de la capilla
José Luis Molins Mugueta. Cátedra de Patrimonio y Arte navarro

Protocolo y ceremonial en torno a San Fermín
Alejandro Aranda Ruiz. Cátedra de Patrimonio y Arte navarro

Jueves, 14 de septiembre
El tesoro de San Fermín: piezas de liturgia y devoción
Ignacio Miguéliz Valcarlos. Cátedra de Patrimonio y Arte navarro

El culto a San Fermín en los fondos y colecciones gráficas del Archivo Municipal de Pamplona
Ana Hueso Pérez. Archivo Municipal de Pamplona