La recuperación del consenso constituyente como presupuesto y garantía de eventuales reformas: perspectivas de éxito y desafíos pendientes. Este es el nombre del proyecto de investigación que van a desarrollar los profesores de Derecho Constitucional de la facultad, Angel J. Gómez Montoro y Fernando Simón, y que cuenta con una financiación de 24.200 euros por parte del Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO).

El objetivo último del proyecto: destacar el valor de la norma fundamental cuando se han cumplido 45 de su aprobación.  Fernando Simón explica estas y otras cuestiones del proyecto. 

¿Cuál es el objetivo principal del proyecto de investigación? 

A lo largo de cuarenta y cinco años, el esfuerzo colectivo que supuso la Constitución española ha posibilitado la convivencia democrática en España. Como es lógico, se han ido revelando también algunas deficiencias del modelo que aconsejan reformas. En términos generales, no obstante, creemos que las principales tensiones y conflictos constitucionales de nuestro tiempo se deben no tanto a la conveniencia de reformar la Constitución, cuanto a la necesidad de tomársela en serio. Con nuestro proyecto de investigación, pretendemos distinguir lo uno de lo otro. Explorando las ramas fundamentales que vertebran la Constitución, intentamos hacer un diagnóstico realista que ponga en valor nuestra norma fundamental y muestre en qué aspectos nos hemos alejado, debido a una mala praxis política e incluso a una jurisprudencia cuestionable, del proyecto constituyente.

¿Es posible la recuperación de ese consenso constituyente? 

Principalmente, es urgente y necesario. Sin recuperar el consenso constituyente, estamos abocados a vivir en una tensión insostenible, y eso es algo que la gente no quiere.

¿Qué obstáculos se deben superar para alcanzarlo? 

El afán de algunos por sembrar divisiones en lugar de tender puentes y buscar la concordia es uno de los problemas.  Ciertamente, la polarización es fruto de una crisis moral y espiritual que trasciende nuestro país, y cuyas causas habría que estudiar con detenimiento y reconocer con honestidad y veracidad. Al mismo tiempo, en este contexto de tensión global, es un hecho que cada país experimenta el deterioro de la convivencia de manera en parte distinta, a su modo; y que los elementos con los que reconstruir la concordia no son idénticos en todos los países. En España, tenemos un marco normativo de convivencia que, hace menos de medio siglo, fue ampliamente aplaudido. Obviamente, no es la panacea de todos nuestros problemas sociales, pero sí es el marco en el que deben solucionarse. Difícilmente avanzaremos como sociedad ignorando o transgrediendo el pacto constitucional de concordia que nos une. El hecho de habernos alejado del espíritu constituyente en puntos importantes nos exige dar una marcha atrás para recuperar el consenso.  Las noticias más recientes no son alentadoras en este punto, pero hacen más necesario que nunca reivindicar el consenso constituyente.

¿Cuáles son las reformas que van a requerir de ese consenso? 

El Consejo de Estado indicó algunas de ellas hace algunos años. Por poner tan sólo algunos ejemplos, vale la pena citar la reforma de la sucesión al trono o algunas reformas territoriales para aclarar constitucionalmente el modelo autonómico. En otros casos, como el del Poder Judicial, lo que se exige no es tanto la reforma cuanto el retorno al espíritu constituyente.