“Tener un corazón maduro es ser capaz de reaccionar ante la belleza, el bien y la verdad”, afirmó el profesor de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma), Wenceslao Vial, en la Jornada teológico-didáctica del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de la Universidad de Navarra. Centrada en ‘Psicología y vida cristiana’ y celebrada en el Campus de Madrid del centro académico, contó con la participación de más de un centenar de personas.

Durante la jornada, el profesor vial impartió tres sesiones. El tema central de la primera de ellas fue ‘Madurez psicológica y espiritual. Armonía más allá del equilibrio’; la segunda versó sobre ‘El diálogo entre hombre y Dios en la sociedad tecnológica: inquietud espiritual, equilibrio psíquico y amistad filial con Dios’; y en la tercera hizo hincapié en ‘Reconocer y afrontar el burnout: prevención y espiritualidad’.

En las sesiones destacó algunas ideas, entre ellas que la madurez humana es un proceso de transformación: “En un cristiano se puede comparar con la construcción de una pirámide: en la base encontramos la fe, que le permite una mayor claridad en cuanto a su propia identidad, se descubre criatura y limitada; le sigue el bloque central, la esperanza que es condición necesaria para la autonomía; y en la cúspide encontramos la caridad, que fundamenta la autoestima”.

Asimismo, recordó que “es preciso conectar con Dios”, sobre todo, pero también con los demás; que el camino para dialogar con Dios no puede ser otro que el de Cristo, que cumple la voluntad de su padre, y que “para hablar con Dios se necesita silencio”.

“Desconectar del exceso de estímulos externos, también de la red de Internet, favorece conectar con los demás y con Dios. Es en el silencio donde se escucha al creador. En los momentos de calma, junto al Señor, se reconocen las señales de alarma”, destacó.