“Al igual que factores de nuestro entorno como el estrés pueden afectar al correcto funcionamiento del sistema digestivo, alternaciones de la salud digestiva tienen impacto sobre nuestra forma de sentir, pensar y actuar”. Así lo afirmó la psicóloga Iryna Rachyla, con motivo de las Jornadas de Actualización en Nutrición de la Universidad de Navarra, un encuentro que reunió, de forma presencial y online, a más de 950 profesionales.

Iryna Rachyla que trabaja en el Centro de Investigación en Nutrición del centro académico, explicó que la relación entre el cerebro y el intestino es bidireccional. “Los síntomas digestivos normalmente se acompañan de marcadores biológicos que ponen el cuerpo en modo de ‘combatir la enfermedad’. Por ejemplo, ante la presencia de sustancias que indiquen inflamación, el cerebro destina la mayor parte de los recursos del cuerpo a combatirla, y como resultado, nos sentiremos con menos energía y más bajos de ánimo”. Otro caso sería la mala absorción de nutrientes, que puede llevar a la escasez de precursores necesarios para fabricar neurotransmisores: “Por ejemplo, bajos niveles de serotonina se han relacionado con la depresión”.

La digestión, según la psicóloga, debería ser un proceso automático, que se realiza en segundo plano. “Si se hace notar y tenemos dolor abdominal, hinchazón, exceso de gases, estreñimiento, etc., es señal de que algo no va bien.”. Asimismo, subrayó que “síntomas menos evidentes, como cansancio, dificultad de concentración, ansiedad, irritabilidad, reactividad al estrés, etc. también pueden indicar que esa función no se está cumpliendo”.

Considerar diferentes áreas de la salud antes de prescribir un tratamiento

Aunque se sabe que existe conexión entre el intestino y el cerebro, aún no se entiende del todo. “Conocemos diferentes mecanismos y vías, pero hay mucho por descubrir”, indicó Iryna Rachyla. Recordó además que los trastornos mentales, hasta donde se sabe, no tienen causa única. “Nuestra salud digestiva puede hacernos más vulnerables al desarrollo de ciertos síntomas, pero hará falta más para desencadenar un cuadro clínico completo”.

La buena salud digestiva, añadió, tampoco recae por completo en la alimentación: influyen otros factores, como el ejercicio, el descanso, el consumo de sustancias psicoactivas, el estrés y la calidad de nuestras relaciones interpersonales. “Conocer más sobre cómo estos factores interactúan y contribuyen a la buena salud, tanto física como mental, puede servir de motivación a los profesionales para explorar mejor distintas áreas de las dolencias de sus pacientes antes de prescribir un tratamiento u otro”.

La psicóloga, especialista en técnicas para la promoción de la salud y el bienestar, centró su intervención en estrategias para el cuidado emocional dirigidas a desarrollar y fortalecer nuestro “escudo psicológico” ante las adversidades. En este sentido, señaló la importancia del autocuidado, entendido como “dedicarnos tiempo a nosotros mismos, a nuestras necesidades y a hacer cosas que nos hacen sentir bien, tanto física como emocionalmente”.

Las Jornadas de Actualización en Nutrición de la Universidad de Navarra son un encuentro entre profesionales para dar a conocer las últimas investigaciones sobre nutrición y alimentación. Este año, la XVIII edición, bajo el título “Salud digestiva y bienestar nutricional”,puso el foco en temas de actualidad como la microbiota intestinal y el papel de los probióticos en patologías digestivas, la eficacia y seguridad de productos fitoterápicos en distintas afecciones digestivas, consejos sobre alimentación, habilidades culinarias y ejercicio.