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June 15, 2021
WORKING PAPER / Jon Paris Oses, Jokin de Carlos Sola and Túlio Dias de Assis
ABSTRACT
South Korea finds itself in the middle of the geopolitical ambitions of regional giants, while at the same time addressing their own conflictive relation with their northern counterpart. Because of that, a global and also a peninsular overview of their characteristics from an international relations perspective has been analyzed, with the objective in mind of identifying the main dynamics and driving factors that strategically influence South Korea in the present times with an eye into the future. Pursuing that analysis, a global perspective and an inter-Korean perspective were suitable to better address the main issues, with special attention to the influence of the two big powers in relation with Seoul, the US and China, as well as the constant uncertainty North Korea generates in the relations between both Koreas. Findings regarding key aspects such as the US military presence in South Korean soil, or the possibility of a Korean reunification suggest the primacy of continuity and controlled stability for the next ten years, as the stakes are too high for the actors involved to take high-risk high-benefit decisions. The main conclusions follow the same direction, with stagnation as present condition South Korea will have to find its way, always with the inter-Korean relations in mind, if it wants to survive and develop its own path under the shadow of two giants.
WORKING PAPER / Jokin de Carlos Sola
ABSTRACT
During and after the fall of the Soviet Block the three countries of Germany, Denmark and Sweden saw an opportunity to increase their influence on the region that centuries before they had possessed. They did this through diplomatic support of the opposition and communication strategies and once the new countries were either independent or liberal democracies, they used their economic and political power to attract them. This was done by buying and investing in the new privatized assets of these countries, soft power and in some cases diplomatic pressure. By this way Germany, Sweden and Denmark did not only got new investment hubs and markets for their products but also support in the Governance of the European Union.
Ships of the US, India and Japan in the Bay of Bengal during exercise Malabar 2017 [US Navy]
JOURNAL / Shahana Thankachan
[Document of 6 pages. Download PDF]
INTRODUCTION
There can be no objective and singular definition of the Indo-Pacific, one can only provide an Indian definition, a Japanese definition, a US definition, an ASEAN definition, etc. This is not to say that there are no common grounds in these definitions, there are as many commonalities as there are differences, and this is what makes this topic so hot and dynamic. The geopolitical reality of the Indo-Pacific perfectly represents a great power rivalry at the systemic level and also a perfect regional security complex. In this complex matrix, this paper will seek to focus on the Indo-Pacific from the perspective of India. While the term “Indo” in the Indo-Pacific does not mean India, it does refer to the Indian Ocean and India is the most important power in the Indian Ocean. Therefore, it is very important to fully understand the Indian perspective. The paper will begin by outlining the origin of the concept and thereafter the challenges in the Indian approach to the Indo-Pacific and the future prospects.
Fortificación china en pequeñas islas disputadas [imágenes satelitales del CSIS]
JOURNAL / Fernando Delage
[Documento de 8 páginas. Descargar en PDF]
INTRODUCCIÓN
La idea del “Indo-Pacífico” ha irrumpido con fuerza en la discusión sobre las relaciones internacionales en Asia. Desde hace algo más de una década, distintos gobiernos han recurrido al término como marco de referencia en el que formulan su política exterior hacia la región. Si el entonces primer ministro japonés Shinzo Abe comenzó a popularizar la expresión en 2007, Australia la asumió formalmente en su Libro Blanco de Defensa de 2013; año en el que también el gobierno indio recurrió al concepto para definir el entorno regional. Como secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton utilizó igualmente el término en 2010, aunque fue a partir de finales de 2017, bajo la administración Trump, cuando se convirtió en la denominación oficial de la región empleada por Washington.
Aunque relacionadas entre sí, “Indo-Pacífico” tiene dos diferentes connotaciones. Representa, por un lado, una reconceptualización geográfica de Asia; un reajuste del mapa del continente como consecuencia de la creciente interacción entre ambos océanos y del ascenso simultáneo de China e India. La idea aparece vinculada, por otra parte, a una estrategia diseñada como respuesta al ascenso de China, cuyo instrumento más visible es el Diálogo Cuadrilateral de Seguridad (QUAD), un grupo informal integrado por Estados Unidos, Japón, India y Australia. Éste es el motivo de que Pekín desconfíe del término y prefiera seguir utilizando “Asia-Pacífico” para describir su vecindad, aunque sus acciones también respondan a esta nueva perspectiva: como ha señalado el analista australiano Rory Medcalf, la Ruta Marítima de la Seda no es sino “el Indo-Pacífico con características chinas”.
El protagonismo de las grandes potencias en el origen y uso de la expresión parece haber relegado el papel de la ASEAN y sus Estados miembros. Pese a su menor peso económico y militar, no carecen sin embargo de relevancia. Además de estar ubicada en la intersección de los dos océanos —el sureste asiático constituye, de hecho, el centro del Indo-Pacífico—, las disputas en torno al mar de China Meridional sitúan a la subregión en medio de la rivalidad entre China y Estados Unidos. Mientras la primera extiende su influencia a través de su diplomacia económica a la vez que inquieta a los Estados vecinos por sus reclamaciones marítimas, la administración Trump optó por oponerse de manera directa a ese mayor poder económico y militar chino. La ASEAN no quiere verse atrapada en la confrontación entre Washington y Pekín, ni tampoco marginada en la reconfiguración en curso de la estructura regional. Sus Estados miembros quieren beneficiarse de las oportunidades para su desarrollo que les proporciona China, pero también quieren contar con un apoyo externo que actúe como contrapeso estratégico de la República Popular. Aunque estas circunstancias explican sus reservas sobre un concepto que pone en riesgo su cohesión e identidad como organización, la ASEAN terminó adoptando en 2019 su propia “Perspectiva sobre el Indo-Pacífico”, un documento oficial que revela sus esfuerzos por mantener su independencia.
Mapa del área de competencia del Comando para el Indo-Pacífico del Pentágono estadounidense [USINDOPACOM]
JOURNAL / Juan Luis López Aranguren
[Documento de 6 páginas. Descargar en PDF]
INTRODUCCIÓN
El cambio tectónico internacional que se está produciendo con la cristalización del Indo-Pacífico como uno de los principales ejes globales no es algo que pasase desapercibido a los internacionalistas de los últimos 150 años. Ya a finales del siglo XIX, el historiador y estratega naval Alfred Thayer Mahan predijo que “quien domine el Océano Índico dominará Asia y el destino del mundo se decidirá en sus aguas”. Tiempo después, en 1924, Karl Haushofer predijo la llegada de lo que llamó “la Era del Pacífico”. Posteriormente, Henry Kissinger afirmó que uno de los cambios más drásticos a nivel global que se producirían en este siglo sería el desplazamiento del centro de gravedad de las relaciones internacionales del Atlántico al Índico y Pacífico. Y fue en los ochenta, durante la mítica reunión entre Deng Xiaoping y el primer ministro indio Rajiv Gandhi, cuando se produjo la declaración por parte de Deng indicando que sólo cuando China, India y otras naciones vecinas colaboren se podría hablar de un “siglo de Asia-Pacífico”.
En cualquier caso, la experiencia histórica indica que la unidad y la colaboración entre diferentes estructuras sociales (sean estas naciones, ideologías o civilizaciones) pueden coexistir con relaciones competitivas entre ellas provocando que el escenario donde interactúan y rivalizan se convierta en uno de los ejes geopolíticos del planeta. El Mediterráneo fue el punto de unión, comunicación y comercio de las culturas clásicas a las que regaban sus aguas durante milenios, pero también un espacio de competición diplomática y lucha por recursos, influencia y expansión de colonias, tal y como describió Tucídides en su Guerra del Peloponeso. De la misma forma, desde el siglo XV, el Atlántico también fue el campo de competición estratégica en la proyección progresiva de las ballenas o potencias marítimas europeas hacia América y África occidental, solapándose las dimensiones política, económica, religiosa y cultural. Y el siglo XVIII fue testigo del intenso conflicto desatado en el océano Índico entre Francia, Reino Unido y el Imperio maratha indio por el control de sus aguas y sus costas.
En última instancia, los mares y los océanos son el vector que permite a las potencias terrestres expandirse y proyectar su poder fuerte o blando más allá de las limitaciones de su ámbito territorial. El mar se convierte así en el ámbito donde el árbol de posibilidades de las naciones se maximiza. Ya lo explicó Ian Morris destacando que la razón por la que Europa se había convertido a partir del siglo XV en un poder global, expandiendo su civilización por todo el planeta, era precisamente que Europa era una península de penínsulas, y esto ofrecía un fácil acceso al mar a cualquier idea, producto, fuerza militar y revolución que se quisiera exportar e importar. El mar ha sido, por lo tanto, un acelerador de la evolución social en aquellas civilizaciones que contaban con la ventaja estratégica de un fácil acceso al mismo. Por ello, el planteamiento de la futura evolución de las dinámicas globales desde una perspectiva marítima en lugar de terrestre puede resultar más práctico a la hora de definir los futuros escenarios posibles. Esto nos lleva a la conclusión de que quizá resulta más adecuado hablar de una Era del Indo-Pacífico antes que de un siglo terrestre asiático, ya que estos océanos se asemejan a un lienzo donde los poderes antiguos y nuevos, regionales y globales, colectivistas e individualistas, se disputan la proyección de sus intereses, sus esferas de influencias y sus identidades, hasta lograr un alcance global.
Xi y Trump durante la única visita del presidente estadounidense a China, en 2017 [Casa Blanca]
JOURNAL / Florentino Portero
[Documento de 10 páginas. Descargar en PDF]
INTRODUCCIÓN
Occidente admiró a Deng Xiaoping y comprendió que China, el imperio milenario, comenzaba una nueva etapa que habría que seguir con detenimiento, pues fuera cual fuera el camino finalmente elegido la China resultante determinaría la evolución del planeta en su conjunto.
El Imperio del Centro no había sabido o querido entender la dimensión histórica de la I Revolución Industrial y con ello se adentró en un callejón sin más salida que la humillación internacional y el fin de su régimen político. Japón vivió circunstancias semejantes, pero supo reaccionar. Gracias a la Revolución Meiji cambió su estrategia y trató de comprender y adaptarse a las nuevas circunstancias. China acabaría sufriendo la invasión japonesa de Manchuria y la imposición de condiciones humillantes por parte de las potencias occidentales. Finalmente, el Imperio fue derribado, dando paso a una guerra civil que se complicaría con la II Guerra Mundial y el intento japonés de imponerse como potencia de referencia en Extremo Oriente. En aquel complejo proceso de descomposición y reconstrucción de una cultura política profundamente enraizada, China perdió la oportunidad de entender y sumarse a la II Revolución Industrial.
El triunfo del Partido Comunista chino en la guerra civil puso fin al proceso de descomposición y dio paso a un nuevo período de su historia. De nuevo se imponía en Beijing un poder fuerte, en este caso totalitario, que reconstruyó y dotó de gran energía al estado. Los nuevos gobernantes, con Mao Zedong a la cabeza, trataron de imponer una cultura ajena, trasformando muchos de los elementos característicos del antiguo Imperio. Fue aquel un gran intento de ingeniería social, que abocó a una generalizada pérdida de libertad y pobreza, mientras la corrupción empapaba las distintas capas del partido. China había vuelto, estaba dotada de un estado fuerte y de un liderazgo cohesionado y dispuesto a asumir grandes responsabilidades. Sin embargo, la ideología se impuso al realismo y China perdió la III Revolución Industrial, privando a su pueblo de bienestar y a su economía de un modelo de desarrollo viable.
Mapa de la visión japonesa de Pacífico Libre y Abierto [MoFA]
JOURNAL / Carmen Tirado Robles
[Documento de 8 páginas. Descargar en PDF]
INTRODUCCIÓN
Se dice que el concepto de Indo-Pacífico libre y abierto (FOIP) se remonta al artículo del oficial naval indio Capitán Gurpreet Khurana, quien escribió por primera vez sobre este concepto geopolítico a principios de 2007, en un documento titulado “Security of Sea Lines: Prospects for India-Japan Cooperation”. En aquel entonces, el Indo-Pacífico libre y abierto era principalmente un concepto geográfico que describía el espacio marítimo que se extendía desde los litorales de África oriental y Asia occidental, a través del Océano Índico y el Océano Pacífico occidental hasta las costas de Asia oriental. En la misma época el primer ministro japonés Shinzo Abe presentaba su plan de política exterior cimentada en valores democráticos a partir de la cual proponía “I will engage in strategic dialogues at the leader’s level with countries that share fundamental values such as Australia and India, with a view to widening the circle of free societies in Asia as well as in the world”, lo que unido a la consolidación de las relaciones con Estados Unidos (“The times demanded that Japan shift to proactive diplomacy based on new thinking. I will demonstrate the ‘Japan-U.S. Alliance for Asia and the World’ even further, and to promote diplomacy that will actively contribute to stalwart solidarity in Asia”), crea el concepto de Cuadrilátero o Quad, en contraposición con una visión sino-céntrica de Asia.
La idea del Quad se une al FOIP cuando Abe, en agosto de 2007, en su discurso ante el Parlamento de India, se basó en la “Confluencia de los océanos Índico y Pacífico” y “el acoplamiento dinámico como mares de libertad y prosperidad” de la región geográfica más grande de Asia y más tarde, ya en su segundo mandato, presentó en la VI Conferencia de Tokio sobre Desarrollo de África, que tuvo lugar en Nairobi (Kenia) el 27 de agosto de 2016 (TICAD VI), el nuevo marco geopolítico del Indo-Pacífico.
WORKING PAPER / María del Pilar Cazali
ABSTRACT
The Brexit deal has led to a shift in the UK’s relationship not only with the European Union but also with other countries around the world. Africa is key in the new relationships the UK is trying to build outside from the EU due to their historical past, the current Commonwealth link, and the important potential trade deals. This article looks to answer how hard the UK will struggle with competition in the African country as an individual state, no longer member of the EU. These struggles will be especially focused on trading aspects, as they are the most important factors currently for the UK in the post-Brexit era, and it’s also the strongest focus of the EU in Africa.
▲ Visión sobre extracción de minerales en un asteroide, de ExplainingTheFuture.com [Christopher Barnatt]
GLOBAL AFFAIRS JOURNAL / Mario Pereira
[Documento de 14 páginas. Descargar en PDF]
INTRODUCCIÓN
Recuerda el astrofísico estadounidense, Michio Kaku, que cuando el presidente Thomas Jefferson compró Luisiana a Napoleón (en 1803) por la astronómica cifra de 15 millones de dólares, estuvo una larga temporada sumido en el más profundo espanto. La razón de ello estribaba en el hecho de que desconoció por largo tiempo si el referenciado territorio (en su mayor parte inexplorado) escondía fabulosas riquezas o, por el contrario, era un páramo sin mayor valor… El paso del tiempo demostró con creces lo primero, así como acreditó que fue entonces cuando se inició la marcha de los pioneros americanos: aquellos sujetos que –al igual que los “Adelantados” castellanos y extremeños en el siglo XVI– se lanzaban hacia lo desconocido en aras de obtener fortuna, descubrir nuevas maravillas y mejorar su posición social.
Los Jefferson de hoy en día, son los Musk y los Bezos, empresarios norteamericanos dueños de enormes emporios financieros, comerciales y tecnológicos, quienes, de la mano de nuevos “pioneros” (un mix entre Julio Verne/Arthur C. Clark y Neil Amstrong/John Glenn) buscan alcanzar la nueva frontera de la Humanidad: la explotación comercial y minera del Espacio Ultraterrestre.
Ante semejante desafío, muchas son las preguntas que podemos (y debemos) formularnos. Aquí intentaremos dar respuesta (siquiera someramente) a si la normativa internacional y nacional existente relativa a la explotación minera de la Luna y de los cuerpos celestes, constituye –o no–, un marco suficiente para la regulación de tales actividades proyectadas.
▲ Propuesta de base lunar para obtención de helio, tomada de ExplainingTheFuture.com [Christopher Barnatt]
GLOBAL AFFAIRS JOURNAL / Emili J. Blasco
[Documento de 8 páginas. Descargar en PDF]
INTRODUCCIÓN
El interés económico por los recursos del espacio, o al menos la expectativa razonable acerca de la rentabilidad que puede suponer su obtención, explica en gran medida la creciente implicación de la inversión privada en los viajes espaciales.
Más allá de la industria relacionada con los satélites artificiales, de gran pujanza comercial, y también de la que sirve a propósitos científicos y de defensa, donde el sector estatal sigue teniendo un papel dirigente, la posibilidad de explotar materias primas de alto valor presentes en los cuerpos celestes –de entrada, en los asteroides más próximos a la Tierra y en la Luna– ha despertado una suerte de fiebre del oro que está alentando la nueva carrera espacial.
La épica de los nuevos barones del espacio –Elon Musk, Jeff Bezos– ha acaparado el relato público, pero junto a ellos existen otros New Space Players, de perfiles variados. Detrás de todos hay un creciente grupo de socios capitalistas e inquietos inversores dispuestos a arriesgar activos en espera de ganancias.
Hablar de fiebre resulta ciertamente exagerado por cuanto aún está por demostrar el provecho económico real que puede lograrse de la minería espacial –la obtención de platino, por ejemplo, o del helio lunar–, pues si bien se está dando un abaratamiento de la tecnología que financieramente permite dar nuevos pasos en el espacio exterior, traer a la Tierra toneladas de materiales tiene un coste que en la mayoría de los casos resta sentido monetario a la operación.
Bastaría, no obstante, que en ciertas situaciones fuera rentable para que se incrementara el número de misiones espaciales, y se supone que ese tráfico por sí mismo generaría la necesidad de una infraestructura en el exterior, al menos con estaciones donde repostar combustible –tan caro de elevar al firmamento–, fabricado a partir de materia prima hallada en el espacio (el agua de los polos lunares se podría transformar en propelente). Es esa expectativa, con cierta base de razonabilidad, la que alimenta las inversiones que se están realizando.
A su vez, la mayor actividad espacial y la competencia por obtener los recursos buscados proyectan más allá de nuestro planeta los conceptos de la geopolítica desarrollados para la Tierra. La ubicación de los países (hay localizaciones especialmente adecuadas para los lanzamientos espaciales) y el control de ciertas rutas (la sucesión de las órbitas más convenientes en los vuelos) son parte de la nueva astropolítica.
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