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Vista de Doha, la capital de Catar, desde su Museo Islámico [Pixabay]

▲ Vista de Doha, la capital de Catar, desde su Museo Islámico [Pixabay]

ENSAYOSebastián Bruzzone Martínez

I. Introducción. Catar, emirato del golfo pérsico

En la antigüedad, el territorio era habitado por los cananeos. A partir del siglo VII d.C., el Islam se asentó en la península de Qatar. Como en los Emiratos Árabes Unidos, la piratería y los ataques a los barcos mercantes de potencias que navegaban por las costas del Golfo Pérsico eran frecuentes. Catar estuvo gobernado por la familia Al Khalifa, procedentes de Kuwait, hasta 1868, cuando a petición de los jeques cataríes y con ayuda de los británicos se instauró la dinastía Al Thani. En 1871, el Imperio Otomano ocupó el país, y la dinastía catarí reconoció la autoridad turca. En 1913, Catar consiguió la autonomía; tres años más tarde, el emir Abdullah bin Jassim Al Thani firmó un tratado con Reino Unido para implantar un protectorado militar británico en la región, pero manteniendo la monarquía absoluta del emir.

En 1968, Reino Unido retiró su fuerza militar, y los Estados de la Tregua (Emiratos Árabes Unidos, Catar y Bahréin) organizaron la Federación de Emiratos del Golfo Pérsico. Catar, al igual que Bahréin, se independizó de la Federación en 1971, proclamó una Constitución provisional, firmó un tratado de amistad con Reino Unido e ingresó en la Liga Árabe y en la ONU.

La Constitución provisional fue sustituida por la Constitución de 2003 de 150 artículos, sometida a referéndum y apoyada por el 98% de los electores. Entró en vigor como norma fundamental el 9 de abril de 2004. En ella se reconoce el Islam como religión oficial del Estado y la ley Sharia como fuente de Derecho (art. 1); la previsión de adhesión y respeto a los tratados, pactos y acuerdos internacionales firmados por el Emirato de Catar (art. 6); el gobierno hereditario de la familia Al Thani (art. 8); instituciones ejecutivas como el Consejo de Ministros y legislativo-consultivas como el Consejo Al Shoura o Consejo de la Familia Gobernante. Asimismo figuran la posibilidad de la regencia mediante el Concejo fiduciario (arts. 13-16), la institución del primer ministro designado por el emir (art. 72), el emir como jefe de Estado y representante del Estado en Interior, Exterior y Relaciones Internacionales (arts. 64-66), un fondo soberano (Qatar Investment Company; art. 17), instituciones judiciales como los Tribunales locales y el Consejo Judicial Supremo, y su control sobre la inconstitucionalidad de las leyes (137-140)[1], entre otros aspectos.

También se reconocen derechos como la propiedad privada (art. 27), igualdad de derechos y deberes (art. 34), igualdad de las personas ante la ley sin ser discriminadas por razón de sexo, raza, idioma o religión (art. 35), libertad de expresión (art. 47), libertad de prensa (art. 48), imparcialidad de la justicia y tutela judicial efectiva (134-136), entre otros.

Estos derechos reconocidos en la Constitución catarí deben ser consecuentes con la ley islámica, siendo así su aplicación diferente a la que se observa en Europa o Estados Unidos. Por ejemplo, a pesar de que en su artículo 1 está reconocida la democracia como sistema político del Estado, los partidos políticos no existen; y los sindicatos están prohibidos, aunque el derecho de asociación está reconocido por la Constitución. Del mismo modo, el 80% de la población del país es extranjera, siendo estos derechos constitucionales aplicables a los ciudadanos cataríes, que conforman el 20% restante.

Como el resto de los países de la zona, el petróleo ha sido factor transformador de la economía catarí. Hoy en día, Catar tiene un alto nivel de vida y uno de los PIB per cápita más altos del mundo[2], y constituye un destino atractivo para los inversores extranjeros y el turismo de lujo. Sin embargo, en los últimos años Catar está viviendo una crisis diplomática[3] con sus países vecinos del Golfo Pérsico debido a distintos factores que han condenado al país árabe al aislamiento regional.

II. La inestabilidad de la familia al thani

El gobierno del Emirato de Catar ha sufrido una gran inestabilidad a causa de las disputas internas de la familia Al Thani. Peter Salisbury, experto en Oriente Medio de Chatham House, el Real Instituto de Asuntos Internacionales de Londres, habló de los Al Thani en una entrevista para la BBC: “Es una familia que en un inicio (antes del descubrimiento del petróleo) gobernaba un pedazo de tierra, pequeño e insignificante, que a menudo era visto como una pequeña provincia de Arabia Saudita. Pero logró forjarse una posición en esa región de gigantes”. [4]

En 1972, mediante un golpe de Estado, Ahmed Al Thani fue depuesto por su primo Khalifa Al Thani, con el que Catar siguió una política internacional de no intervención y búsqueda de paz interna, y mantuvo una buena relación con Arabia Saudita. Se mantuvo en el poder hasta 1995, cuando su hijo Hamad Al Thani le destronó aprovechando una ausencia del mandatario, de viaje en Suiza. El gobierno saudí vio la actuación como un mal ejemplo para los demás países de la región también gobernados por dinastías familiares. Hamad potenció la exportación de gas natural licuado y petróleo, y desmanteló un supuesto plan de los saudíes de restituir a su padre Khalifa. Los países de la región comenzaron a ver cómo el “pequeño de los hermanos” crecía económica e internacionalmente muy rápido con el nuevo emir y su ministro de Exteriores Hamam Al Thani.

La familia está estructurada en torno a Hamad y su esposa Mozah bint Nasser Al-Missned, quien se ha convertido en un icono de la moda y prestigio femenino de la nobleza internacional, al nivel de Rania de Jordania, Kate Middleton o la reina Letizia (precisamente el matrimonio es cercano a la familia real española).

Hamad abdicó en su hijo Tamim Al Thani en 2013. El ascenso de este fue un soplo de esperanza de corta duración para la comunidad árabe internacional. Tamim adoptó una posición de política internacional muy similar a la de su padre, fortaleciendo el acercamiento y cooperación económica con Irán, y aumentando la tensión con Arabia Saudita, que procedió a cerrar la única frontera terrestre que tiene Catar. Del mismo modo, según una filtración de WikiLeaks en 2009, el jeque Mohammed bin Zayed Al Nahyan acusó a Tamim de pertenecer a los Hermanos Musulmanes. Por otro lado, la rivalidad económica, política, social e incluso personal entre los Al Thani de Catar y los Al Saud de Arabia Saudita se remonta a décadas atrás.

Desde mi punto de vista, la estabilidad y jerarquía familiar en las naciones gobernadas por dinastías es un factor crucial para evitar luchas de poder internas que por consecuencia tienen grandes efectos negativos para la sociedad del país. Cada persona posee ideas políticas, económicas y sociales diferentes que llevan tiempo aplicarlas. Los cambios frecuentes y sin una culminación objetiva terminan siendo un factor terriblemente desestabilizador. En el ámbito internacional, la credibilidad y rigidez política del país puede verse mermada cuando el hijo del emir da un golpe de Estado cuando su padre está de vacaciones. Catar, consciente de ello, en el artículo 148 de su Constitución buscó la seguridad y rigidez legislativa prohibiendo la enmienda de ningún artículo antes de haberse cumplido diez años de su entrada en vigor.

En 1976, Catar reivindicó la soberanía de las islas Hawar, controladas por la familia real de Bahréin, que se convirtieron en un foco de conflicto entre ambas naciones. Sucedió lo mismo con la isla artificial de Fasht Ad Dibal, lo que llevó al ejército de Catar a realizar una incursión en la isla en 1986. Fue abandonada por Catar en un acuerdo de paz con Bahréin.

III. Supuesto apoyo a grupos terroristas

Es la causa principal por la que los Estados vecinos han aislado a Catar. Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Bahréin, Libia y Maldivas, entre otros, cortaron relaciones diplomáticas y comerciales con Catar en junio de 2017 por su supuesta financiación y apoyo a los Hermanos Musulmanes, a quienes consideran una organización terrorista. En 2010, WikiLeaks filtró una nota diplomática en la que Estados Unidos calificaba a Catar como el “peor de la región en materia de cooperación para eliminar la financiación de grupos terroristas.”

La hermandad musulmana, cuyo origen se encuentra en 1928 con Hassan Al Bana, en Egipto, es un movimiento político activista e islámico, con principios basados en el nacionalismo, la justicia social y el anticolonialismo. De todos modos, dentro del movimiento existen varias corrientes, algunas más rigurosas que otras. Los fundadores de los Hermanos Musulmanes ven la educación de la sociedad como la herramienta más efectiva para llegar al poder de los Estados. Por ello, los adoctrinadores o evangelizadores del movimiento son los más perseguidos por las autoridades de los países que condenan la pertenencia al grupo. Está dotada de una estructura interna bien definida, cuya cabeza es el guía supremo Murchid, asistido por un órgano ejecutivo, un consejo y una asamblea.

A partir de 1940, se inicia la actividad paramilitar del grupo de forma clandestina con Nizzam Al Khas, cuya intención inicial era lograr la independencia de Egipto y expulsar a los sionistas de Palestina. Realizaron atentados como el asesinato del primer ministro egipcio Mahmoud An Nukrashi. La creación de esta sección especial sentenció de manera definitiva la reputación y el carácter violento de los Hermanos Musulmanes, que continuaron su expansión por el mundo bajo la forma de Tanzim Al Dawli, su estructura internacional.[5]

En la capital de Catar, Doha, se encuentra exiliado Khaled Mashal,[6] ex líder de la organización militante Hamas, y los talibanes de Afganistán poseen una oficina política. Es importante saber que la mayoría de los ciudadanos cataríes son seguidores del wahabismo, una versión puritana del Islam que busca la interpretación literal del Corán y Sunnah, fundada por Mohammad ibn Abd Al Wahhab.

Durante la crisis política posterior a la Primavera Árabe en 2011, Catar apoyó los esfuerzos electorales de los Hermanos Musulmanes en los países del norte de África. El movimiento islamista vio la revolución como un medio útil para acceder a los gobiernos, aprovechando el vacío de poder. En Egipto, Mohamed Mursi, ligado al movimiento, se convirtió en presidente en 2013, aunque fue derrocado por los militares. Emiratos Árabes Unidos y Bahréin calificaron negativamente el apoyo y lo vieron como un elemento islamista desestabilizador. En aquellos países en los que no tuvieron éxito, sus miembros fueron expulsados y muchos se refugiaron en Catar. Mientras tanto, en los países vecinos de la región saltaban las alarmas y seguían atentamente cada movimiento pro-islamista del gobierno catarí.

Del mismo modo, fuentes holandesas y la abogada de Derechos Humanos Liesbeth Zegveld acusaron a Catar de financiar el Frente Al Nusra[7], la rama siria de Al Qaeda que participa en la guerra contra Al Assad, declarada organización terrorista por Estados Unidos y la ONU. La abogada holandesa afirmó en 2018 poseer las pruebas necesarias para demostrar el flujo de dinero catarí hacia Al Nusra a través de empresas basadas en el país y responsabilizar judicialmente a Catar ante el tribunal de La Haya, por las víctimas de la guerra en Siria. Es importante saber que, en 2015, Doha consiguió la liberación 15 soldados libaneses, pero a cambio de la liberación de 13 terroristas detenidos. Otras fuentes aseguran el pago de veinte millones de euros por parte de Catar para la liberar a 45 cascos azules de Fiyi secuestrados por Al Nusra en los Altos del Golán.

Según la BBC, en diciembre de 2015, Kataeb Hezbolá o Movimiento de Resistencia Islámica de Irak, reconocido como organización terrorista por Emiratos Árabes Unidos y Estados Unidos, entre otros, secuestró a un grupo de cataríes que fueron de cacería a Irak.[8] Entre los cazadores del grupo se encontraban dos miembros de la familia real catarí, el primo y el tío de Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, ministro de Relaciones Exteriores de Catar desde 2016. Tras 16 meses de negociaciones, los secuestradores exigieron al embajador catarí en Irak la escalofriante cifra de mil millones de dólares para liberar a los rehenes. Según funcionarios de Qatar Airways, en abril de 2017 un avión de la compañía voló a Bagdad con el dinero para ser entregado al gobierno iraquí, que actuaría como intermediario entre Hezbolá y Catar. Sin embargo, la empresa nunca ha comentado los hechos. La versión oficial del gobierno catarí es que nunca se pagó a los terroristas y se consiguió la liberación de los rehenes mediante una negociación diplomática conjunta entre Catar e Irak.

La financiación de Catar al grupo armado Hamás de la Franja de Gaza es un hecho real. En noviembre de 2018, según fuentes israelíes, Catar pagó quince millones de dólares en efectivo como parte de un acuerdo con Israel negociado por Egipto y la ONU, que abarcaría un total de noventa millones de dólares fraccionado en varios pagos[9], con intención de buscar la paz y reconciliación entre los partidos políticos Fatah y Hamas, considerado grupo terrorista por Estados Unidos.

IV. La relación catarí con Irán

Catar posee buenas relaciones diplomáticas y comerciales con Irán, mayoritariamente chiita, lo cual no es del agrado del Cuarteto (Egipto, Arabia Saudita, EAU, y Bahréin), mayoritariamente sunita, en especial de Arabia Saudita, con quien mantiene una evidente confrontación –subsidiaria, no directa– por la influencia política y económica predominante en la región pérsica. En 2017, en su última visita a Riad, Donald Trump pidió a los países de la región que aislasen a Irán por la tensión militar y nuclear que vive con Estados Unidos. Catar actúa como intermediario y punto de inflexión entre EEUU e Irán, tratando de abrir la vía del diálogo en relación con las sanciones implantadas por el presidente americano.

Doha y Teherán mantienen una fuerte relación económica en torno a la industria petrolífera y gasística, ya que comparten el yacimiento de gas más grande del mundo, el South Pars-North Dame, mientras que Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos han seguido la corriente estadounidense en sus programas de política exterior en relación con Irán. Una de las condiciones que el Cuarteto exige a Catar para levantar el bloqueo económico y diplomático es el cese de las relaciones bilaterales con Irán, reinstauradas en 2016, y el establecimiento de una conducta comercial con Irán en conformidad con las sanciones impuestas por Estados Unidos.

V. Cadena de televisión Al Jazeera

Fundada en 1996 por Hamad Al Thani, la cadena Al Jazeera se ha convertido en el medio digital más influyente de Oriente Medio. Se colocó como promotora de la Primavera Árabe y estuvo presente en los climas de violencia de los distintos países. Por ello, ha sido criticada por los antagonistas de Catar por sus posiciones cercanas a los movimientos islamistas, por ejercer de portavoz para los mensajes fundamentalistas de los Hermanos Musulmanes y por constituirse en vehículo de la diplomacia catarí. Su clausura ha sido uno de los requisitos que el Cuarteto ha solicitado a Catar para levantar el bloqueo económico, el tránsito de personas y la apertura del espacio aéreo.

Estados Unidos acusa a la cadena de ser el portavoz de grupos islámicos extremistas desde que el anterior jefe de Al Qaeda, Osama bin Laden, comenzara a divulgar sus comunicados a través de ella; de poseer carácter antisemita, y de adoptar una posición favorable al grupo armado Hamas en el conflicto palestino-israelí.

En 2003, Arabia Saudita, tras varios intentos fallidos de provocar el cierre de la cadena de televisión catarí, decidió crear una televisión competidora, Al Arabiya TV, iniciando una guerra de desinformación y rivalizando sobre cuál de las dos posee la información más fiable.

VI. La posición de Washington y Londres

Por un lado, Estados Unidos busca tener una relación buena con Catar, pues allí tiene la gran base militar de Al-Udeid, que cuenta con una excelente posición estratégica en el Golfo Pérsico y más de diez mil efectivos. En abril de 2018, el emir catarí visitó a Donald Trump en la Casa Blanca, quien dijo que la relación entre ambos países “funciona extremadamente bien” y considera a Tamim un “gran amigo” y “un gran caballero”. Tamim Al Thani ha resaltado que Catar no tolerará a personas que financian el terrorismo y ha confirmado que Doha cooperará con Washington para poner fin a la financiación de grupos terroristas.

La contradicción es clara: Catar confirma su compromiso en la lucha contra la financiación de grupos terroristas, pero su historial no le avala. Hasta ahora, ha quedado demostrado que el pequeño país ha ayudado a estos grupos de una manera u otra, mediante asilo político y protección de sus miembros, financiación directa o indirecta a través de controvertidas técnicas de negociación, o promoviendo intereses políticos que no han sido del agrado de su gran rival geopolítico, Arabia Saudita.

Estados Unidos es el gran mediador e impedimento del enfrentamiento directo en la tensión entre Arabia Saudita y Catar. Ambos países son miembros de la Organización de las Naciones Unidas y aliados de EEUU. Europa y los presidentes americanos han sido conscientes de que un enfrentamiento directo entre ambos países puede resultar fatal para la región y sus intereses comerciales relacionados con el petróleo y el estrecho de Ormuz.

Por otro lado, el gobierno de Reino Unido se ha mantenido distante a la hora de adoptar una posición en la crisis diplomática de Catar. El emir Tamim Al Thani es dueño del 95% del edificio The Shard, el 8% de la bolsa de valores de Londres y del banco Barclays, así como de apartamentos, acciones y participaciones de empresas en la capital inglesa. Las inversiones cataríes en la capital de Reino Unido rondan un total de sesenta mil millones de dólares.

En 2016, el ex primer ministro británico David Cameron mostró su preocupación sobre el futuro cuando la alcaldía de Londres fue ocupada por Sadiq Khan, musulmán, que ha aparecido en más de una ocasión junto a Sulaiman Gani, un imán que apoya al Estado Islámico y a los Hermanos Musulmanes.[10]

VII. Guerra civil en Yemen

Desde que se inició la intervención militar extranjera en la guerra civil de Yemen en 2015, a petición del presidente yemení Rabbu Mansur Al Hadi, Catar se alineó junto a los Estados del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (Bahréin, Kuwait, Omán, Catar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos), respaldados por Estados Unidos, Reino Unido y Francia, para crear una coalición internacional que ayudara a restituir el poder legítimo de Al Hadi, puesto en jaque desde el golpe de Estado promovido por hutíes y fuerzas leales al ex presidente Ali Abdala Saleh. Sin embargo, Catar ha sido acusado de apoyar de forma clandestina a los rebeldes hutíes[11], por lo que el resto de los países del Consejo miran sus actuaciones con gran cautela.

Actualmente, la guerra civil yemení se ha convertido en la mayor crisis humanitaria desde 1945.[12] El 11 de agosto de 2019, los separatistas del Sur de Yemen, respaldados por Emiratos Árabes Unidos, que en un principio apoya el gobierno de Al Hadi, tomaron la ciudad portuaria de Adén, asaltando el palacio presidencial y las bases militares. El presidente, exiliado en Riad, ha calificado el ataque de sus aliados como un golpe a las instituciones del Estado legítimo, y ha recibido el apoyo directo de Arabia Saudita. Tras unos días de tensión, los separatistas del Movimiento del Sur abandonaron la ciudad.

Emiratos y Arabia Saudita, junto a otros Estados vecinos como Bahréin o Kuwait, de creencia sunita, buscan frenar el avance de los hutíes, que dominan la capital, Saná, y una posible expansión del chiísmo promovido por Irán a través del conflicto de Yemen. Del mismo modo, influye el gran interés geopolítico del Estrecho de Bab el Mandeb, que conecta el Mar Rojo con el Mar Arábigo y resulta una gran alternativa al flujo comercial del Estrecho de Ormuz, frente a las costas de Irán. Dicho interés es compartido con Francia y Estados Unidos, que busca eliminar la presencia de ISIS y Al Qaeda de la región.

Al día siguiente de la toma de Adén, y en plenas celebraciones de Eid Al-Adha, el príncipe heredero de Abu Dhabi, Mohammed bin Zayed, se reunió en La Meca con el rey saudí, Salman bin Abdelaziz, y el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, en un aparente esfuerzo de reducir la importancia del suceso, hacer un llamamiento a las partes en conflicto en la ciudad para salvaguardar los intereses de Yemen, y reafirmar la cooperación regional y unidad de intereses entre EAU y Arabia Saudita.[13] El príncipe heredero de Abu Dhabi ha publicado en sus cuentas oficiales de Twitter comentarios y fotografías de la reunión en las que se puede observar una actitud positiva en los rostros de los dirigentes.

A contrario sensu, si la colaboración y entendimiento en la cuestión de Yemen entre ambos países fuesen totales, como afirmaron, no sería necesario crear una imagen aparentemente “ideal” mediante comunicaciones oficiales del gobierno de Abu Dhabi y la publicación de imágenes en redes sociales.

A pesar de que EAU apoya a los separatistas, los últimos hechos han causado una sensación de desconfianza, abriendo la posibilidad de que las milicias del Sur estén desoyendo las directrices emiratíes y comenzando a ejecutar una agenda propia afín a sus intereses particulares. Asimismo, las fuentes extranjeras comienzan a hablar de una guerra civil dentro de una guerra civil. Mientras tanto, Catar se mantiene próximo a Irán y cauto ante la situación del suroeste de la Península Arábiga.


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[Amil Saikal, Iran Rising: The survival and Future of the Islamic Republic. Princeton University Press. Princeton, 2019. 344 p.]

 

RESEÑAIgnacio Urbasos Arbeloa

Iran Rising: The survival and Future of the Islamic Republic

Desde su constitución en 1979 la República Islámica de Irán ha sido un actor conflictivo, aislado e incomprendido por la comunidad internacional y en mayor medida por sus vecinos regionales. Su origen, de carácter revolucionario y antagonista del modelo pro-occidental del Sha, cambió por completo la geopolítica de Oriente Medio y el papel de EEUU en la región. Tanto la Crisis de los Rehenes como la sangrienta Guerra contra el Irak de Saddam Hussein dejaron heridas muy profundas en las relaciones de Irán con el exterior. Más de 40 años después de la Revolución, el país sigue en una dinámica que imposibilita la normalización de sus relaciones internacionales, siempre bajo la amenaza de un conflicto armado o sanciones económicas. En este libro, Amin Saikal describe en profundidad la naturaleza ideológica y política del régimen de los Ayatolas con la intención de generar una mejor comprensión de las motivaciones y factores que explican su comportamiento.

En los primeros capítulos se desarrolla el concepto de gobernanza ideado por el Ayatola Imam Jomeini, conocido como Velayat-E Faqih o Gobernanza del Guardián del Islam. Un modelo defendido por una facción no mayoritaria de la revolución que logró imponerse por el carisma de su líder y la enorme represión sobre el resto de los grupos políticos. El sistema político resultante de la Revolución de 1978 trata de confluir las enseñanzas chiitas del Islam y un modelo representativo con instituciones como el Majlis (parlamento) o el Presidente que en cierta medida simula la democracia liberal occidental. Este modelo es único y nunca ha sido imitado a pesar de los esfuerzos de la República Islámica por exportarlo al resto del mundo musulmán.

En la práctica, el sistema ha demostrado someter la política iraní a la esquizofrenia, con una lucha constante entre el poder de los clérigos –Líder Supremo y Consejo de Guardianes– frente al poder ejecutivo y legislativo elegido por medio de elecciones. Esta tensión, denominada como Jihadi-Itjihadi (conservadurismo-flexibilidad) por el propio Jomeini, ha resultado ser un rotundo fracaso. La falta de claridad en las funciones que los grupos religiosos juegan en el sistema deriva en un poder ilimitado para reprimir y eliminar adversarios políticos, como el arresto domiciliario de Jatamí o Moussaoui demuestran. Esta lucha genera duplicidades a todos los niveles con la omnipresencia de la Guardia Revolucionaria Iraní (IRGC) en las fuerzas armadas, inteligencia, servicios sociales y empresas públicas. La falta de transparencia política genera corrupción e ineficiencias que lastran el desarrollo de una economía que no carece de capital humano y recursos naturales para prosperar.

En los capítulos 2 y 3 se trata la evolución del sistema tras el fallecimiento del líder Jomeini en 1988 y el fin de la guerra contra Irak. Este nuevo contexto permitió la entrada de nuevas ideas al debate político iraní. El polémico nombramiento del ultraconservador Alí Jamenei en 1989 como nuevo Líder Supremo supuso reforzar el autoritarismo y la rigidez del poder religioso, pero ahora sin el indiscutible liderazgo que ejercía Jomeini. La presidencia de Rafsanjani, un conservador pragmático, supuso el comienzo de una tendencia dentro de Irán que abogaba por normalizar las relaciones internacionales del país.

Sin embargo, fue Jatamí el que desde 1997 apostó por una reconversión del sistema hacia una democracia real que respetara los Derechos Humanos. Su apuesta personal por mejorar las relaciones con EEUU fracasó al encontrarse con una desconfianza desmesurada por parte de la Administración Bush. Ni tan siquiera la respuesta modélica de Irán a los atentados sobre las Torres Gemelas de Nueva York con una condena oficial al atentado y hasta un minuto de silencio respetado por 60.000 personas en Teherán el 13 de septiembre de 2001 fue suficiente para que G.W. Bush reconsiderara a Irán como parte del famoso Axis of Evil que constituía junto a Siria, Corea del Norte y Sudán. A pesar de lograr un crecimiento económico medio del 5% del PIB bajo su presidencia, la falta de reciprocidad por parte de la comunidad internacional generó una ruptura total entre el presidente reformista y la facción conservadora liderada por el Líder Supremo.

El periodo comprendido entre 2005 y 2013 estuvo marcado por la presidencia del ultraconservador Ahmadinejad, que terminó sin la confianza de Jamenei al fracasar en materia económica y llevar a Irán al borde del conflicto armado. Durante esta etapa el IRGC creció hasta dominar buena parte de los ministerios y el 70% del PIB de Irán. Su controvertida reelección en 2009 con acusaciones de fraude por parte de la oposición generó el movimiento verde, las mayores protestas desde 1979, que fueron duramente reprimidas.

La llegada de Rouhani en 2013 podría haber sido una ocasión histórica al alinear por primera vez desde 1988 la visión de un presidente moderado con la del Líder Supremo. Rouhani, un moderado pragmático, asumió el cargo con los objetivos de mejorar las condiciones de vida de los iraníes, reconciliar las relaciones con Occidente, incrementar los derechos de las minorías y relajar el control sobre la sociedad. En materia de política exterior, el Líder Supremo asumió la necesidad de alcanzar un acuerdo sobre el programa nuclear a sabiendas de que, en su ausencia, una mejora económica en Irán sería muy complicada. El JCPOA, aunque imperfecto, permitía acercar posturas entre Occidente e Irán. La llegada de Donald Trump hizo volar por los aires el acuerdo y con ello la sintonía entre el Líder Supremo Jamenei y Rouhani, que ahora afronta una creciente oposición conservadora al considerar su política exterior un fracaso.

Para el autor, es imprescindible comprender la batalla entre las instituciones electas y las instituciones religiosas. La política iraní funciona como un péndulo entre el dominio de las facciones conservadoras protegidas por los religiosos y las facciones reformistas aupadas por las elecciones. Si se ofrecen beneficios a los moderados reformistas cuando están en el poder, las opciones de generar un cambio político en Irán son mayores que si se trata con la misma dureza que a los conservadores, defiende Amin Saikal en el cuarto y quinto capítulo. Además, existe una correlación entre aquellos que conocen Occidente y los que no. Jamenei y Ahmadineyad, principales representantes de la línea dura jamás visitaron Europa o EEUU, mientras que Rouhani, Jatamí o Sharif dominan el inglés y la cultura occidental.

Con una población menor de 30 años que supone el 50% del total y una creciente modernización de la sociedad en Teherán, las demandas de reformas parecen imparables. Según Amin Saikal, una política intransigente con Irán cuando existe voluntad de apertura solo genera desconfianza y refuerza las posiciones más conservadoras. La política de Trump con Irán, concluye, demuestra la falta de conocimiento y comprensión de su sociedad y sistema político.

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Visa aérea de Dubái [Pixabay]

▲ Visa aérea de Dubái [Pixabay]

ENSAYOSebastián Bruzzone Martínez

I. ORIGEN Y FUNDACIÓN DE LOS EMIRATOS ÁRABES UNIDOS

En la antigüedad, el territorio era habitado por tribus árabes, nómadas agricultores, artesanos y comerciantes, acostumbradas a saquear barcos mercantes de potencias europeas que navegaban por sus costas. El Islam se asienta en la cultura local en el siglo VII d.C., y el Islam sunní en el siglo XI d.C. A partir de 1820, Reino Unido firma con los dirigentes o jeques de la zona un tratado de paz para poner fin a la piratería. En 1853, ambas partes firmaron otro acuerdo por el que Reino Unido establecía un protectorado militar en el territorio. Y en 1892, por las pretensiones de Rusia, Francia y Alemania, firmaron un tercer acuerdo que garantizaba el monopolio sobre el comercio y explotación únicamente para los británicos. La zona emiratí pasó de llamarse “Costa de los piratas” a “Estados de la Tregua” o “Trucial States” (los actuales siete Emiratos Árabes Unidos, Catar y Bahréin).

Durante la Primera Guerra Mundial, los aeródromos y puertos del Golfo tomaron un importante papel en el desarrollo del conflicto en favor de Reino Unido. Al término de la Segunda Guerra Mundial en 1945, se creó la Liga de Estados Árabes (Liga Árabe), formada por aquellos que gozaban de cierta independencia colonial. La organización llamó la atención de los Estados de la Tregua.

En 1960, se crea la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), siendo Arabia Saudita, Irán, Irak, Kuwait y Venezuela sus fundadores y con sede en Viena, Austria. Los siete emiratos, que posteriormente formarían los Emiratos Árabes Unidos, se unieron en 1967.

En 1968, Reino Unido retira su fuerza militar de la región, y los Estados de la Tregua organizaron la Federación de Emiratos del Golfo Pérsico, pero fracasó al independizarse Catar y Bahréin. En los años posteriores, se inicia la explotación de los enormes pozos petrolíferos descubiertos años atrás.

En 1971, seis Emiratos se independizaron del imperio británico: Abu Dhabi, Dubái, Sharjah, Ajmán, Umm al Qaywayn y Fujairah, formando la federación de los Emiratos Árabes Unidos, con un sistema legal basado en la constitución de 1971. Una vez consolidada, el 12 de junio se unieron a la Liga Árabe. El séptimo emirato, Ras Al-Khaimah se adhirió al año siguiente.

A partir de la crisis del petróleo de 1973, los Emiratos comenzaron a acumular una enorme riqueza, debido a que los miembros de la OPEP decidieron no exportar más petróleo a los países que apoyaron a Israel durante la guerra de Yom Kipur. Actualmente, el 80-85% de la población de EAU es inmigrante. Emiratos Árabes Unidos pasó a ser el tercer productor de petróleo de Oriente Medio, tras Arabia Saudita y Libia.

 

II. SISTEMA POLÍTICO Y LEGAL

Por la constitución de 1971, los Emiratos Árabes Unidos se constituyen en una monarquía federal. Cada Estado es regido por su emir (título nobiliario de los jeques, Sheikh). Cada emirato, posee una gran autonomía política, legislativa, económica y judicial, teniendo cada uno sus consejos ejecutivos, siempre en correspondencia con el gobierno federal. No existen los partidos políticos. Las autoridades federales se componen de:

Consejo Supremo de la Federación o de Emires: es la suprema autoridad del Estado. Está compuesta por los gobernadores de los 7 Emiratos, o quienes los sustituyen en su ausencia. Cada Emirato tiene un voto en las deliberaciones. Establece la política general en las cuestiones confiadas a la Federación, y estudia y establece los objetivos e intereses de la misma.

Presidente y Vicepresidente de la Federación: elegidos por el Consejo Supremo entre sus miembros. El Presidente ejerce, en virtud de la Constitución, competencias importantes como la presidencia del Consejo Supremo; firma de leyes, decretos o resoluciones que ratifica y dicta el Consejo; nombramiento del Presidente del Consejo de Ministros y del Vicepresidente y ministros; aceptación de sus dimisiones o su suspensión de funciones a propuesta del Presidente del Consejo de Ministros. El Vicepresidente ejerce todas las atribuciones presidenciales en su ausencia.

Por tradición, no reconocida en la Constitución emiratí, el jeque de Abu Dhabi es el presidente del país, y el jeque de Dubái es el vicepresidente y Primer Ministro.

Así, actualmente, Khalifa bin Zayed Al Nahyan, jeque de Abu Dhabi, es el presidente de los Emiratos Árabes Unidos desde 2004; y Mohammed bin Rashid Al Maktoum, jeque de Dubái, es el Primer Ministro y vicepresidente desde 2006.

Consejo de ministros: compuesto por el Presidente del Consejo de Ministros, el Vicepresidente y los ministros. Es el órgano ejecutivo de la Federación. Supervisado por el Presidente y Consejo Supremo, su misión es gestionar los asuntos de interior y exterior, que sean de competencia de la Federación en virtud de la Constitución y leyes federales. Posee ciertas prerrogativas como hacer un seguimiento de la aplicación de la política general del Estado Federal en el interior y exterior; proponer proyectos de leyes federales y trasladarlos al Consejo Supremo de la Federación; supervisar la ejecución de las leyes y resoluciones federales, y la aplicación de tratados y convenios internacionales firmados por los Emiratos Árabes Unidos.

Asamblea Federal Nacional: lo que se asemejaría a un Congreso, pero es un órgano únicamente consultivo. Está compuesto por 40 miembros: veinte elegidos por los ciudadanos con derecho a voto, por sufragio censitario, de Emiratos Árabes Unidos a través de elección general, y la otra mitad por los gobernantes de cada Emirato. En diciembre de 2018, el presidente, Khalifa bin Zayed Al Nahyan, emitió un decreto que contempla que el cincuenta por ciento de la Asamblea Federal Nacional (o FNC, por sus siglas en inglés) sea ocupado por mujeres, con intención de “empoderar aún más a las mujeres emiratíes y reforzar sus contribuciones al desarrollo del país”. Está distribuido con escaños: Abu Dhabi (8); Dubái (8); Sharjah (6); Ras Al Khaimah (6); Ajmán (4); Umm Al Quwayn (4); y Fujairah (4). A él se elevan los proyectos de ley federales y financieros antes de ser presentados al Presidente de la Federación a fin de que los someta al Consejo Supremo para su ratificación. También, le compete al Gobierno notificar a la Asamblea los pactos y tratados internacionales. La Asamblea estudia y realiza recomendaciones respecto a temas de carácter público.

La Administración de Justicia Federal: el sistema judicial de Emiratos Árabes Unidos está basado en la ley Sharia o ley islámica. El artículo 94 de la Constitución establece que la justicia es la base del Gobierno y reafirma la independencia del poder judicial, estipulando que no existe autoridad ninguna por encima de los jueces, salvo la ley y su propia conciencia en el ejercicio de sus funciones. El sistema de justicia federal se compone de tribunales de primera instancia y tribunales y de apelación (de lo civil, penal, comercial, contencioso-administrativo…)

También, existe un Tribunal Supremo Federal, constituido por un presidente y jueces vocales, con competencias como estudiar la constitucionalidad de las leyes federales y los actos inconstitucionales.

Además, La Administración de Justicia local entenderá de todos aquellos casos judiciales que no competan a la Administración federal. Cuenta con tres niveles: primera instancia, de apelación y casación.

La Constitución prevé la existencia de un Fiscal General, que preside la Fiscalía Pública Federal, encargada de presentar pliegos de cargo en delitos cometidos con arreglo a las disposiciones del Código y Procedimiento penal de la Federación.

Para promover el entendimiento entre administraciones federal y local, desde 2007 se ha constituido un Consejo de Coordinación Judicial, presidido por el Ministro de Justicia y compuesto por presidentes y directores de los órganos judiciales del Estado. [1]

Es importante saber que la Constitución de la Federación posee garantías de refuerzo y protección de los derechos humanos en su capítulo III de las libertades, los derechos y obligaciones públicas, como el principio de igualdad en razón de extracción, lugar de nacimiento, creencia religiosa o posición social, aunque no menciona género, y justicia social (art. 25); la libertad de los ciudadanos (art. 26); la libertad de opinión y garantía de los medios para expresarla (art. 30); libertad de circulación y de residencia (art. 29); libertad religiosa (art.32); derecho a la privacidad (art. 31 y 36); derechos de la familia (art. 15); derecho a previsión social y a la seguridad social (art. 16); derecho a la educación (art. 17); derecho a la atención sanitaria (art. 19); derecho al trabajo (art. 20); derecho de asociación y de constitución de asociaciones (art. 33); derecho a la propiedad (art. 21); y derecho de queja y derecho a litigar ante los tribunales (art. 41).[2]

A simple vista, parece que estos derechos y garantías que recoge la Constitución emiratí de 1971 son semejantes a los que recogería una Constitución europea y occidental normal. Sin embargo, son matizables y no tan efectivos en la práctica. Por un lado, porque la mayoría de ellos incluyen remisiones a la ley concreta y aplicable, diciendo “…en los límites que marca la ley; en conformidad con las disposiciones que marca la ley; o en los casos en que así lo disponga la ley”. De esta forma, el legislador se encargará de que estos derechos sean consecuentes y compatibles con la Ley Sharia o islámica, o con los intereses políticos, en su caso.

Por otro lado, estos derechos y garantías protegen de manera completa a los ciudadanos emiratíes, nacionales. Teniendo en cuenta, que el 80-85% de la población es extranjera, se estaría protegiendo de forma íntegramente constitucional a un 15% de la población total del Estado. Por la Ley Federal Nº28/2005 relativa al estatuto personal, la ley se aplica a todos los ciudadanos del Estado de los Emiratos Árabes Unidos siempre que no existan, para los no musulmanes de entre ellos, disposiciones especiales específicas para su confesión o religión. Igualmente, se aplican sus disposiciones a los no nacionales cuando no estén obligados a cumplir la legislación de su propio país.

Entre salvaguardias jurídicas destacan el Código Penal Federal (Ley Nº3/1987); el Código de Procedimiento Penal (Ley Nº 35/1992); Ley Federal sobre la regulación de las instituciones de reforma penitenciaria (Nº43/1992); Ley Federal sobre regulación de las relaciones laborales (Nº8/1980); Ley Federal relativa a la lucha contra la trata de personas (Nº 51/2006); Ley Federal relativa al estatuto personal (Nº28/2005); Ley Federal relativa a los menores delincuentes y carentes de hogar (Nº9/1976); Ley Federal sobre publicaciones y edición (Nº15/1980); Ley Federal sobre regulación de órganos humanos  (Nº15/1993); Ley Federal relativa a las asociaciones declaradas de interés público (Nº2/2008); Ley Federal sobre previsión social (Nº2/2001); Ley Federal sobre pensiones y seguros sociales (Nº7/1999); Ley Federal de protección y desarrollo del medio ambiente (Nº24/1999); y Ley Federal relativa a los derechos de las personas con necesidades especiales (Nº29/2006).

El servicio militar de 9 meses es obligatorio para los hombres universitarios entre 18 y 30 años, y de dos años para los que no tienen estudios superiores. Para las mujeres es opcional y sometido al acuerdo de su tutor. Aunque el país no es miembro de la OTAN, los Emiratos han decidido unirse a la coalición Iniciativa de Cooperación de Estambul (ICI), y prestar auxilio armamentístico en la Guerra contra el Estado Islámico.

En cuanto a las garantías de los tratados internacionales y la cooperación internacional, los Emiratos Árabes Unidos han realizado un gran esfuerzo por incluir en su Constitución leyes y principios amparados por la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de Derechos Humanos, siendo miembro de la ONU y adhiriéndose a sus tratados: Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (1974), Convención de Derechos del Niño (1997), Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional (2007), Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación de la mujer (2004); Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (2006), entre otros.

También han ratificado el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, la Carta Árabe de Derechos Humanos, y convenios de organización del Trabajo. Es miembro de la OMS, OIT, FAO, UNESCO, UNICEF, OMPI, Banco Mundial y FMI. También, están vinculados por acuerdos de cooperación con más de 28 organizaciones internacionales de las Naciones Unidas llevando a cabo tareas de asesoramiento y de carácter técnico y ministerial.

Son miembros de la Liga Árabe y de la Organización de la Conferencia Islámica, reforzando y promoviendo la labor árabe en sus actividades y programas regionales.

La policía emiratí mantiene el orden público y la seguridad del Estado. El Ministerio del Interior pone los derechos humanos al frente de sus prioridades, centrándose en la justicia, igualdad, imparcialidad y protección. Los integrantes del cuerpo policial deben comprometerse a cumplir 33 normas conducta antes de tomar posesión de su puesto. El Ministerio del Interior ofrece dependencias administrativas al ciudadano para supervisar la actividad policial y adoptar las medidas necesarias. Sin embargo, existe una cierta desconfianza de los extranjeros hacia la policía. La mayor parte de denuncias proviene de ciudadanos emiratíes.

El Ministerio del Interior debe proporcionar a las misiones diplomáticas y consulares listas que incluyan datos sobre sus nacionales internados en instituciones penitenciarias.

 

III. SISTEMA SOCIAL

El gobierno emiratí ha promovido sociedades civiles e instituciones nacionales como la asociación de los Emiratos para los Derechos Humanos (en virtud de la Ley Federal Nº 6/1974), la Federación General de las Mujeres, Asociación de Juristas, Asociación de Sociólogos, Asociación de Periodistas, Dirección General de Protección de los Derechos Humanos adscrita a la Jefatura General de la Policía de Dubái, Fundación Benéfica de Dubái para la Atención a la Mujer y el Niño, Comisión Nacional de Lucha contra la Trata de Personas, centro de Apoyo Social de la Dirección General de la Policía de Abu Dhabi, Institución Zayed de Obras Benéficas, Media Luna Roja de los Emiratos, Institución de Desarrollo Familiar, y la Fundación Mohammed bin Rashid Al Maktoum de Obras Benéficas y Humanitarias, o el Fondo para el Matrimonio, entre muchas otras.

Es importante destacar que el desarrollo de la participación política está siguiendo un proceso progresivo. Hasta la fecha, existen unas elecciones completas y generales para designar a la mitad de los miembros de la Asamblea Federal Nacional, con sufragio censitario, para ciudadanos emiratíes y mediante una publicación de listas.

También, la importancia de la mujer en la sociedad emiratí está creciendo gracias a las medidas legislativas y legales adoptadas por el gobierno para potenciar el papel de la mujer, mediante la membresía del Comité de Desarrollo Social del Consejo Económico y Social, que permitan otorgar oportunidades a la mujer que participe de forma activa en el desarrollo sostenible, y la integración de la mujer en sectores gubernamentales y privado-empresarial (siendo mujeres el 22,5% de la Asamblea, 2006; se espera que a partir de 2019 sea el 50% por decreto)[3], y promoviendo el alfabetismo femenino hasta igualarlo con el masculino. Sin embargo, a pesar de ser signatarios de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, en la práctica sufren discriminaciones en los trámites matrimoniales y de divorcio. Afortunadamente, se abolió la legislación emiratí que preveía el maltrato de las mujeres e hijos menores por parte del marido o padre siempre que la agresión no excediera los límites admitidos por la ley islámica. También, una vez contraído matrimonio, las mujeres deben prestar obediencia a sus maridos y ser autorizadas por ellos para ocupar un puesto laboral. Asimismo, está prohibida, bajo penas de cárcel, la convivencia entre hombres y mujeres no casados, y las relaciones sexuales fuera del matrimonio. La poligamia está presente incluso en la familia real.

Como en el resto de los países árabes, la homosexualidad está considerada un delito grave y castigada con multas, prisión y deportación en el caso de extranjeros, aunque su aplicación es muy escasa.

Los medios de comunicación juegan un rol importante en la sociedad emiratí. Están supervisados por el Consejo Nacional de Medios de Comunicación, que actúa en gran medida como órgano censor. Han alcanzado un alto nivel técnico y profesional en el sector periodístico, acogiendo en la Dubai Media City a más de mil empresas especializadas. Sin embargo, el periodismo está controlado mediante la Ley Federal sobre Prensa y Publicaciones de 1980, y Carta de Honor y la Moral de la Profesión Periodística, que han firmado los jefes de redacción. Por ejemplo, algunas noticias que pueden ser desfavorables para el Islam o el gobierno nunca serían publicadas en los periódicos nacionales, pero sí en los extranjeros (caso de Haya de Jordania). Desde 2007, mediante un decreto del Consejo de Ministros, estaba prohibido el encarcelamiento de periodistas en caso de que cometiesen errores durante el ejercicio de sus funciones profesionales. Sin embargo, dejó de aplicarse con la entrada en vigor de la Ley contra cibercriminalidad adoptada en 2012.

El gobierno se está esforzando en cumplir una mejora en las condiciones de trabajo, pues los Emiratos Árabes Unidos tienen la convicción de que el ser humano tiene derecho a disfrutar de condiciones de vida adecuadas (vivienda, horarios, medios, tribunales laborales, seguro médico, garantías protectoras en conflictos laborales a nivel cooperativo internacional…) Sin embargo, sigue vigente el sistema “Sponsor” o “Kafala”, mediante el cual un empleador ejerce el patrocinio de sus empleados. Así, existen casos en los que el sponsor retiene los pasaportes de sus empleados durante la vigencia del contrato, lo cual es ilegal, pero nunca han sido investigados y castigados por el gobierno (caso del proyecto de construcción de Saadiyat Island), a pesar de ser firmante de convenios sobre Trabajo de la ONU.

El último Informe sobre Desarrollo Humano correspondiente al año 2018, posiciona a los Emiratos Árabes Unidos en el puesto 34º de un total de 189 países. España está en el puesto 26º. El Estado ha asegurado la educación gratuita y de calidad hasta la etapa universitaria de todos los ciudadanos emiratíes, y la integración de las personas discapacitadas. Los centros universitarios y de educación superior han sido positivamente fomentados por el gobierno, como la Universidad de Emiratos Árabes Unidos, la Universidad de Zayed, o la Universidad de Nueva York en Abu Dhabi. La atención sanitaria ha mejorado considerablemente con la construcción de hospitales y clínicas, descendiendo las tasas de mortalidad y aumentando la esperanza de vida, situándose en 77.6 años (2016). El Estado destina dinero de las arcas públicas a la atención social de los sectores de población emiratí más desfavorecidos y a los mayores, viudas, huérfanos o discapacitados. También, ha procurado que los ciudadanos posean una vivienda digna, a través de instancias gubernamentales como el Ministerio de Obras Públicas, el Programa de Vivienda Zayed que ofrece préstamos hipotecarios sin intereses, Organismo de Préstamo Hipotecario de Abu Dhabi, la institución Mohammed bin Rashid para la vivienda que otorga préstamos, u el Organismo de Obras Públicas de Sharjah.

En cuanto a religión, aproximadamente el 75% de la población es de confesión musulmana. El Islam es la confesión oficial de los Emiratos Árabes Unidos. El gobierno sigue una política tolerante hacia otras religiones, y prohíbe que los no musulmanes interfieran en la educación islámica. Está prohibida la evangelización de otras religiones, y la práctica de las mismas debe realizarse en los lugares autorizados para ello.

El 3 de febrero de 2019, como inicio del Año de la Tolerancia, el Papa Francisco fue recibido con los máximos honores en Abu Dhabi por el príncipe heredero Mohammed bin Zayed Al Nahyan, el vicepresidente y emir de Dubái Mohammed bin Rashid al Maktoum, y Ahmed al Tayyeb, Gran Imán de la Universidad de Al-Azhar y principal referente teológico islámico, siendo la primera vez que la cabeza de la Iglesia Católica pisaba la Península Arábiga. Del mismo modo, el Papa ofició una misa multitudinaria en Zayed Sport City ante 150.000 personas, diciendo en su homilía: “seamos un oasis de paz”. El acontecimiento fue calificado por Mike Pompeo, secretario de Estado de los Estados Unidos, como “un momento histórico para la libertad religiosa”.

Existen Proyectos para el desarrollo de regiones remotas, que buscan modernizar las infraestructuras y servicios de aquellas zonas del Estado más alejadas de los núcleos de población. También, en virtud de la Ley Federal Nº47/1992, fue creado el Fondo para el Matrimonio, cuyo objetivo es alentar el matrimonio entre ciudadanos y ciudadanas y promover la familia, que según el gobierno es la unidad básica y pilar fundamental de la sociedad, ofreciendo subsidios financieros a aquellos ciudadanos con recursos limitados a fin de ayudarles a afrontar los gastos de boda y contribuir a lograr la estabilidad familiar de la sociedad.

 

IV. ECONOMÍA

Desde 1973, los Emiratos Árabes Unidos han sufrido una enorme transformación y modernización gracias a la explotación del petróleo, que representó el 80% del PIB en aquella época. En los últimos años, con el conocimiento de que en menos de 40 años el petróleo se acabará, el gobierno ha diversificado su economía hacia los servicios financieros, el turismo, comercio, transporte y la infraestructura, haciendo que el petróleo y el gas constituyan solamente un 20% del PIB nacional.

Abu Dhabi cuenta con el 90% de las reservas de petróleo y gas, seguido de Dubái, y en pequeñas cantidades en Sharjah y Ras Al Khaimah. La política petrolera del país se lleva a cabo a través del Consejo Supremo del Petróleo y la Abu Dhabi National Oil Company (ADNOC). Las principales petroleras extranjeras operantes en el país son BP, Shell, ExxonMobil, Total, Petrofac o Partex, y la española CEPSA, de la cual el fondo soberano emiratí Mubadala es propietaria del 80% de la empresa.

La capacidad prestataria de las sociedades financieras se vio fuertemente afectada de forma negativa durante la crisis económica de 2008. La entrada de grandes capitales privados extranjeros se paralizó, al mismo tiempo que la inversión en los sectores de propiedad y construcción. La caída de los valores de propiedad forzó a restringir la liquidez. En 2009, las empresas locales buscaban acuerdos de moratoria con sus acreedores sobre una deuda de 26 billones de dólares. El gobierno de Abu Dhabi aportó un rescate de 5 billones para tranquilizar a los inversores internacionales.

El turismo y la infraestructura es un éxito para el país, especialmente en Dubái.[4] La construcción de atracciones turísticas de lujo como las Palm Islands y el Burj al-Arab, y el buen clima en la mayor parte del año, ha atraído a occidentales y personas de todo el mundo. Según el gobierno emiratí, la industria turística genera más dinero que el petróleo actualmente. Se están realizando grandes inversiones en energías renovables, sobre todo a través de Masdar, la empresa gubernamental, que tiene el proyecto Masdar City iniciado, la creación de una ciudad alimentada únicamente con energías renovables.

 

V. DINASTÍAS Y FAMILIAS REALES. LA DINASTÍA AL NAHYAN

Los Emiratos Árabes Unidos están formados por siete Emiratos y gobernados por seis familias:

Abu Dhabi: por la familia Al Nahyan (Casa Al Falahi)

Dubái: por la familia Al Maktum (Casa al Falasi)

Sharjah y Ras Al Khaimah: por la familia Al Qassimi

Ajman: por la familia Al Nuaimi

Umm Al Quwain: por la familia Al Mualla

Fujairah: por la familia Al Sharqi

Es importante conocer la terminología utilizada en el árbol genealógico de las familias reales emiratíes: “Sheikh” significa jeque, y un emir es título nobiliario que se les atribuye a los jeques. En la composición de los nombres, en primer lugar, se coloca el nombre propio del descendiente, seguido del infijo “bin” que significa “de”, más el nombre propio de su padre, y el apellido de la familia. El infijo es “bint” para las mujeres.

Por ejemplo: Sheikh Sultan bin Zayed Al Nahyan es el padre de Sheikh Zayed bin Sultan Al Nahyan.

Es frecuente que se celebren matrimonios entre las familias gobernantes de los distintos Emiratos, entrelazando dinastías, pero siempre prevalecerá el apellido del marido sobre el de la mujer en el nombre de los hijos. Al contrario de las grandes monarquías europeas en las que el reinado se transmite de padres a hijos, en las familias emiratíes el poder se transmite primero entre hermanos, por nombramiento, y como segundo recurso, a los hijos. Estos puestos de poder deben ser ratificados por el Consejo Supremo.

La familia Al Nahyan de Abu Dhabi es una rama de la Casa Al Falahi. Ésta, es una casa real que pertenece a Bani Yas y está relacionada con la Casa Al Falasi a la que pertenece la familia Al Maktoum de Dubái. Se sabe que Bani Yas es una confederación tribal muy antigua de la región de Liwa Oasis. Existen pocos datos históricos sobre su origen exacto. La familia real Al Nahyan es increíblemente grande, ya que cada uno de los hermanos ha tenido varios hijos y con distintas mujeres. Los más importantes y recientes gobernadores de Abu Dhabi serían aquellos que han estado en el poder desde 1971, cuando los Emiratos Árabes Unidos se consolidaron como país, dejando de ser un Estado de la Tregua y protectorado británico. Son:

Zayed bin Sultan Al Nahyan (1918-2004): fue gobernador de Abu Dhabi desde 1966 hasta su muerte. Colaboró cercanamente con el imperio británico para mantener la integridad del territorio frente a las pretensiones expansivas de Arabia Saudita. Se le considera el Padre de la Nación y fundador de los Emiratos Árabes Unidos, junto a su homólogo Rashid bin Saeed Al Maktoum de Dubái. Ambos se comprometieron a formar una Federación junto a otros gobernantes una vez se realizase la retirada militar británica. Fue el primer presidente de los Emiratos Árabes Unidos, y fue reelegido cuatro veces: 1976, 1981, 1986 y 1991. Zayed se caracterizó por tener un carácter comprensivo, pacífico y de unión con los emiratos vecinos, caritativo en cuanto a donaciones, relativamente liberal y permisivo con los medios privados. Fue considerado uno de los hombres más ricos del mundo por la revista Forbes, con un patrimonio de veinte mil millones de dólares.

Murió a los 86 años y enterrado en la Gran Mezquita Sheikh Zayed de Abu Dhabi. Le sustituyó en el cargo su hijo primogénito Khalifa como gobernador y ratificado presidente de los Emiratos Árabes Unidos por el Consejo Supremo.

Tuvo seis mujeres: Hassa bint Mohammed bin Khalifa Al Nahyan, Sheikha bint Madhad Al Mashghouni, Fatima bint Mubarak Al Ketbi, Mouza bint Suhail bin Awaidah Al Khaili, Ayesha bint Ali Al Darmaki, Amna bint Salah bin Buduwa Al Darmaki, y Shamsa bint Mohammed bin Khalifa Al Nahyan; y treinta hijos, de los cuales algunos son los siguientes:

Khalifa bin Zayed Al Nahyan (1948-presente): hijo mayor del anterior, cuya madre es Hassa bint Mohammed bin Khalifa Al Nahyan, es el actual gobernador de Abu Dhabi y presidente de los Emiratos Árabes Unidos. Su esposa es Shamsa bint Suhail Al Mazrouei, con la que tiene ocho hijos. También ocupa otros cargos: Supremo Comandante de las Fuerzas Armadas, presidente del Consejo Supremo del Petróleo, y presidente de la autoridad de inversiones de Abu Dhabi. Fue educado en la Real Academia Militar de Sandhurst de Reino Unido. Anteriormente, fue nombrado príncipe heredero de Abu Dhabi; Jefe del Departamento de Defensa de Abu Dhabi, que se convertiría en las Fuerzas Armadas de los Emiratos; Primer ministro, jefe del Gabinete de Abu Dhabi, Ministro de Defensa y Finanzas; segundo Viceprimer Ministro de los Emiratos Árabes Unidos y presidente del Consejo Ejecutivo de Abu Dhabi. El Burj Khalifa de Dubái se llama así por él, ya que ingresó el dinero necesario para concluir su construcción. Intervino militarmente en Libia enviando a la Fuerza Aérea junto con la OTAN, y prometió el apoyo al levantamiento democrático en Bahréin en 2011.

Por una filtración de WikiLeaks, el embajador estadounidense lo califica como “personaje distante y poco carismático”. Ha sido criticado por su carácter derrochador (compra del yate Azzam, escándalo de la construcción del palacio y compra de territorios en las islas Seychelles, los Papeles de Panamá y la revelación de propiedades en Londres y empresas pantalla…)

En 2014, según la versión oficial, Khalifa sufrió un derrame cerebral y fue operado quirúrgicamente. Según el gobierno, se encuentra estable, pero prácticamente ha desaparecido de la imagen pública.

Mohammed bin Zayed Al Nahyan (1961-presente): hermano de Khalifa, pero cuya madre es Fatima bint Mubarak Al Ketbi. Es el príncipe heredero de Abu Dhabi, subcomandante supremo de las Fuerzas Armadas, y encomendado para la ejecución de asuntos presidenciales, recepciones de dignatarios extranjeros y decisiones políticas debido al mal estado de salud del Presidente. También, como Khalifa, fue educado en la Real Academia Militar de Sandhurst. Ha sido Oficial de la Guardia Presidencial y piloto en la Fuerza Aérea. Está casado con Salama bint Hamdan Al Nahyan, y tiene nueve hijos.

Se ha caracterizado por su política exterior activista y en contra del extremismo islamista, y carácter caritativo (colaboración con la Bill and Melinda Gates Foundation para vacunas en Afganistán y Pakistán). Gobiernos internacionales como Francia, Singapur y Estados Unidos han invitado a Mohammed a distintos eventos y diálogos bilaterales. Incluso se ha reunido con el papa Francisco dos veces (Roma, 2016; Abu Dhabi, 2019), promoviendo el Año de la Tolerancia.

En materia económica, es el presidente del fondo soberano Mubadala y Jefe del Consejo de Abu Dhabi para el Desarrollo Económico. Ha aprobado proyectos billonarios de estimulación económica para la modernización del país en el sector energético e infraestructuras.

También, ha promovido el empoderamiento femenino, dando la bienvenida a una delegación de mujeres oficiales del Programa Militar y de Mantenimiento de la Paz para Mujeres Árabes, que se están preparando para las operaciones de Paz de las Naciones Unidas. Ha alentado la presencia de mujeres en los servicios públicos, y se ha comprometido a reunirse regularmente con las representantes femeninas de instituciones del país.

Sultan bin Zayed Al Nahyan (1955-presente): segundo hijo de Zayed. Él tiene seis hijos. Es hijo de Shamsa bint Mohammed bin Khalifa Al Nahyan. Fue educado en la escuela de Millfield y en la academia militar de Sandhurst como sus dos anteriores hermanos. Es el tercer viceprimer ministro de Emiratos Árabes Unidos, miembro del Consejo Supremo del Petróleo y miembro de la Autoridad de Inversiones de Abu Dhabi.

Hamdan bin Zayed Al Nahyan (1963-presente): quinto hijo de Zayed, cuya madre es Fatima bint Mubarak Al Ketbi. Está casado con Shamsa bint Hamdan bin Mohammed Al Nahyan. Fue educado en la Academia militar de Sandhurst. Ocupó el cargo de viceprimer ministro y ministro de Estado para Asuntos Exteriores hasta 2009. Actualmente, es el representante del emir en la región occidental de Abu Dhabi. Es licenciado en Ciencias Políticas y Administración de Empresas por la Universidad de Emiratos Árabes Unidos.

Nahyan bin Mubarak al Nahyan (1951-presente): hijo de Mubarak bin Mohammed Al Nahyan. Es el actual dirigente del Ministerio de la Tolerancia de Emiratos Árabes Unidos desde 2017. De 2016 a 2017, fue ministro de Cultura y Desarrollo del Conocimiento. También, dedicó años de su vida a la creación de centros de educación superior como la Universidad de Emiratos Árabes Unidos (1983-2013), Escuela Superior de Tecnología (1988-2013), y Universidad de Zayed (1998-2013). También, es el presidente de Warid Telecom International, una empresa de Telecomunicaciones, y el presidente del grupo bancario Abu Dhabi, Union National Bank y United Bank Limited, entre otras empresas.

Abdullah bin Zayed Al Nahyan (1972-presente): Noveno hijo de Zayed, cuya madre es Fatima bint Mubarak Al Ketbi. Está casado con Al Yazia bint Saif bin Mohammed Al Nahyan, con la que tiene cinco hijos. Ocupa el cargo de ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional de los Emiratos Árabes Unidos desde 2006. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad de Emiratos Árabes Unidos. Durante su mandato, los Emiratos han vivido una gran expansión en sus relaciones diplomáticas con países de América del Sur, Pacífico Sur, África y Asia, y una consolidación con los países occidentales. Es miembro del Consejo de Seguridad Nacional del país, Vicepresidente del Comité Permanente de Fronteras, Presidente del Consejo Nacional de Medios de Comunicación, Presidente de la Junta de Directores de la Fundación de los Emiratos para el Desarrollo de la Juventud, Vicepresidente de la Junta de Directores del Fondo de Abu Dhabi para el Desarrollo y Miembro de la Junta del Colegio de Defensa Nacional. Fue ministro de Información y Cultura de 1997 a 2006, y presidente de Emirates Media Incorporated.

Mansour bin Zayed Al Nahyan (1970-presente): octavo hijo de Zayed, cuya madre es Fatima bint Mubarak Al Ketbi. Está casado con dos mujeres, Alia bint Mohammed bin Butti Al Hamed, y Manal bint Mohammed Al Maktoum, con las que tiene seis hijos en total. Ocupa los cargos de viceprimer ministro y Ministro de Asuntos Presidenciales de Emiratos Árabes Unidos desde 2009. Es presidente del Consejo Ministerial de Servicios, de la Autoridad de Inversiones de los Emiratos y de la Autoridad de Carreras de los Emiratos. Es miembro del Consejo Supremo del Petróleo y del Consejo de Inversiones de Abu Dhabi. Se educó en Santa Barbara Community College de Estados Unidos, y se licenció en Asuntos Internacionales por la Universidad de los Emiratos Árabes Unidos. Preside el Centro Nacional de Documentación e Investigación y el Fondo de Abu Dhabi para el Desarrollo. Fue presidente del First Gulf Bank hasta 2006.

Tiene una visión empresarial desarrollada. Es el propietario del equipo de fútbol inglés Manchester City, y co-propietario del New York City de la MLS, liga de fútbol profesional estadounidense. Es miembro de la junta directiva de la Autoridad de Inversiones de Abu Dhabi, tiene una participación del 32% en Virgin Galactic, una participación del 9’1% en Daimler, y es propietario de Abu Dhabi Media Investment Corporation, por la cual es propietario del periódico inglés The National.

Saif bin Zayed Al Nahyan (1968-presente): decimosegundo hijo de Zayed, cuya madre es Mouza bint Suhail Al Khaili. ocupa el cargo de viceprimer ministro desde 2009, y Ministro del Interior desde 2004. Su función es velar por la protección interior y seguridad nacional de los Emiratos Árabes Unidos. Es graduado en Ciencias Políticas por la Universidad de Emiratos Árabes Unidos. Fue Director General de la policía de Abu Dhabi en 1995, y subsecretario del Ministerio del Interior en 1997, hasta su nombramiento como ministro.

Hazza bin Zayed Al Nahyan (1965-presente): quinto hijo de Zayed, cuya madre es Fatima bint Mubarak Al Ketbi. Está casado con Mozah bint Mohammed bin Butti Al Hamed, con la que tiene cinco hijos. Ocupa el puesto de Ministro de la Seguridad Nacional de los Emiratos Árabes Unidos, Vicepresidente del Consejo Ejecutivo del Emirato de Abu Dhabi y Presidente de la Autoridad de Identidad de los Emiratos.

Nasser bin Zayed Al Nahyan (1967-2008): hijo de Zayed, cuya madre es Amna bint Salah Al Badi. Fue presidente del Departamento de Planificación y Economía de Abu Dhabi, y fue oficial de la seguridad real. Según la versión oficial, murió a los 41 años cuando el helicóptero en el que viajaba con sus amigos se estrelló en las costas de Abu Dhabi. Fue enterrado en la mezquita Sheikh Sultan bin Zayed, y se declararon tres días de luto en todos los Emiratos Árabes Unidos.

Issa bin Zayed Al Nahyan (1970-presente): hijo de Zayed, cuya madre es Amna bint Salah Al Badi. Es un prestigioso promotor inmobiliario de la ciudad de Dubái, pero no ocupa ningún cargo político en el gobierno de Emiratos. Protagonizó un caso en el que, supuestamente, en un vídeo filtrado, él mismo torturaba a dos palestinos que eran sus socios comerciales. El juzgado emiratí declaró en sentencia firme que Issa era inocente por ser víctima de una conspiración y condenó a los palestinos a cinco años de privación de libertad por consumo de drogas, grabación, publicación y chantaje. Observadores internacionales criticaron duramente el sistema judicial emiratí y pidieron una revisión del código penal del país.

Desde mi punto de vista, y con la experiencia de haber vivido en el país, los Emiratos Árabes Unidos son un país muy desconocido para la juventud española y que tiene unas oportunidades profesionales increíbles por la demanda de trabajo extranjera, una calidad de vida muy alta a un precio asequible, pues los sueldos son bastante altos, y una Administración e instituciones fuertes y modernizadas. El choque cultural no es muy grande, pues el Estado se asegura de evadir situaciones de discriminación, a diferencia de otros países árabes. Puedo decir con total convicción que la tolerancia cultural es real. Sin embargo, los extranjeros deben tener en cuenta que no es un país occidental, y que se recomienda respetar las costumbres de la nación respecto a la vestimenta, lugares sacros y actuaciones en público, y conocer la Ley básica emiratí.

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La gestión dada a una empresa china provoca la amenaza de EEUU de no vender tecnología a Israel

Las protestas de la Administración Trump por haber otorgado la gestión del puerto de Haifa a una empresa china no han llevado de momento al Gobierno de Netanyahu a revisar el contrato, que fue tramitado a nivel ministerial sin pleno conocimiento de sus implicaciones geopolíticas. La penetración china en Israel –en el amplio contexto de Oriente Medio–, así como la reacción de Estados Unidos, pone de manifiesto un complicado triángulo de relaciones: Israel quiere la inversión china, pero teme perder el favor estadounidense.

Gestión de contenedores en el puerto de Haifa, en el norte de Israel [Wikipedia]

▲ Gestión de contenedores en el puerto de Haifa, en el norte de Israel [Wikipedia]

ARTÍCULOMaría Martín Andrade

El puerto de Haifa es uno de los principales puertos de Israel en volumen de mercancías movilizadas. Tiene también un carácter estratégico: el puerto, al norte del país, acoge a la Sexta Flota de Estados Unidos en sus desplazamientos. Esto último podría verse alterado tras conocerse el contrato de Israel con la empresa china Shanghai International Port Group (SIPG) para que opere el puerto durante los próximos 25 años contando a partir de 2021, lo que no ha tenido muy buena acogida por parte de Washington. La compañía, que se ha comprometido a invertir 2.000 millones de dólares para ampliar las instalaciones y convertirlas en el mayor puerto de Israel, describe que entre sus funciones se encuentra la construcción e instalación de equipos y la gestión diaria de las actividades portuarias, clasificando este proyecto como parte de la iniciativa One Belt, One Road.

Esta iniciativa tiene su origen en la Ruta de la Seda, un itinerario comercial que unía China con diversos países del continente asiático hasta llegar a Europa, y que se remonta a los primeros siglos antes de Cristo. La nueva versión está basada en los primeros esquemas y pretende impulsar a China creando una red de infraestructuras, inversiones y comercio, y estableciendo lazos tanto multilaterales como bilaterales con los distintos estados que la incluyen así como empresas internacionales.

Todo lo anterior, añadido a la creciente expansión industrial y de transporte que China está experimentando, justifica también el interés del país asiático por algunos de los recursos naturales que Oriente Medio ofrece, como es el caso del petróleo, cuya importación asciende a un 50%, constituyendo otra de las razones por las que China quiere obtener presencia en distintos puntos de la región y que se manifiesta entre otras formas en la inversión en canales y puertos como los de Haifa y Ashdad en Israel, Cherchell en Argelia, Said y Alexandria en Egipto, y Kumport en Turquía. Concretamente, su apuesta en el puerto de Haifa está contribuyendo además a desarrollar el conocido como Israel-Gulf Economic Corridor (IGEC), cuyo objetivo es crear una vía ferroviaria que realice el trayecto desde el puerto de Haifa a la frontera jordano-israelí, enlazando allí con el sistema ferroviario jordano.

Sin embargo, las ambiciones chinas por obtener más presencia en Oriente Medio colisionan con las pretensiones de otro “robusto rival”, Estados Unidos, que movido también por intereses económicos y de seguridad aterriza mucho antes en la región y sin intención de compartirla. Así, tras conocer los planes en el puerto de Haifa, la respuesta de Estados Unidos se manifiesta en amenazas de que podría dejar de compartir datos de inteligencia con Israel y de reconsiderar la realización de futuros ejercicios a largo plazo de la marina estadounidense en dicho puerto.

Es importante tener en cuenta que no es la primera vez que Estados Unidos interviene para entorpecer las relaciones entre China e Israel. Las condiciones en las este último país se constituyó, añadido al ambiente hostil que lo envuelve y la necesidad de la posesión de armas para mantenerlo y protegerlo, han contribuido al desarrollo de su tecnología, sobretodo en materia de defensa, cuyo amplio alcance se debe en parte a Estados Unidos, que se encarga desde los años sesenta de suministrar al país con lo último en tecnología militar. Todo ello ha contribuido a que las exportaciones israelíes en materia tecnológica, principalmente en materia de defensa, se conviertan en la fuente principal de ingresos de su industria.

Durante los años 70, la economía china comenzó a modernizarse, y el siguiente paso a  seguir fue extender esa modernización al dominio militar, por lo que China comenzó a importar avances de defensa provenientes de Israel. Estas relaciones continuaron su expansión hasta el año 2000, momento en el que el país de Oriente Medio, debido a la presión estadounidense, decidió anular el acuerdo que permitía a China la obtención de cuatro sistemas de radares Phalcon. La razón que en su momento Estados Unidos alegó para oponerse al acuerdo fue la posibilidad de que China se beneficiaria de esa tecnología en un conflicto militar en Taiwán. Sin embargo, China no es el único país con el que Israel ha tenido dificultades para exportar su tecnología. En 2008 Washington negó que pudiera entregar a Rusia drones Heron.

A pesar de todo esto, las relaciones chino-israelíes han logrado sobrevivir, llegando China a convertirse en 2012 en el segundo socio comercial de Israel, además de desarrollar nuevos lazos de colaboración R&D, consistentes en una serie de acuerdos y colaboraciones entre instituciones académicas y compañías de ambos países.

Sin embargo, considerando la reacción de Estados Unidos frente a la involucración china en el puerto de Haifa, no es impensable plantarse un escenario en el que la presión americana reincida logrando en este caso abolir el acuerdo existente con la empresa Shangai International Port. Si esto ocurre, Israel perdería una parte importante de las inversiones que recibe y las relaciones comerciales con China se enfriarían, mientras que Pekín podría ver frustrado uno de sus planes para crear su ambiciosa Ruta de la Seda, si bien eso no significaría su declive en Oriente Medio.

 Lo que es incuestionable es que Estados Unidos ya no goza de la hegemonía de esta parte del mundo y tiene que hacerse a la idea de que va a tener que compartir influencia con otras grandes potencias. Es por ello que puede que sea más lógico lograr nuevas formas de cooperación con China para así establecer condiciones que a ambos le sean favorables.

En conclusión, con esta nueva inversión china se afirma lo que ya era conocido: la presencia china a nivel internacional aumenta y adquiere cada vez más volumen, y es más sensato adaptarse a los nuevos cambios que involucrarse en triángulos amorosos que nunca tienen final feliz para nadie.

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From Iranian strategic perspective the Sunni-Shi‘a divide is only part of its larger objective of exporting its revolution.

Escena militar de un altorrelieve de la antigua Persia [Pixabay]

▲ Escena militar de un altorrelieve de la antigua Persia [Pixabay]

ESSAY / Helena Pompeya

At a first glance it may seem that the most important factor shaping the dynamics in the region is the Sunni-Shi’a divide materialized in the struggle between Saudi Arabia and Iran over becoming the main hegemonic power in the region. Nonetheless, from the strategic perspective of Iran this divide is only part of its larger objective of exporting its revolution.

This short essay will analyze three paths of action or policies Iran has been relying on in order to exert and expand its influence in the MENA region: i) it’s anti-imperialistic foreign policy; ii) the Sunni-Shi’a divide; and iii) opportunism. Finally, a study case of Syria will be provided to show how Iran made use of these three courses of action to its benefit within the war.

I. ANTI IMPERIALISM

The Sunni-Shi'a division alone would not be enough to rocket Iran into an advantaged position over Saudi Arabia, being the Shi’ites only a 13% of the total of Muslims over the world (found mainly in Iran, Pakistan, India and Iraq).[1] Even though religious affiliation can gain support of a fairly big share of the population, Iran is playing its cards along the lines of its revolutionary ideology, which consists on challenging the current international world order and particularly what Iran calls US’s imperialism.

Iran does not choose its strategic allies by religious affiliation but by ideological affinity: opposition to the US and Israel. Proof of this is the fact that Iran has provided military and financial support to Hamas and the Islamic Jihad in Palestine, both of them Sunni, in their struggle versus Israel.[2] Iran’s competition against Saudi Arabia could be understood as an elongation of its anti-US foreign policy, being the Saudi kingdom the other great ally of the West in the MENA region along with Israel.

II. SUNNI-SHI’A DIVIDE

Despite the religious divide not being the main reason behind the hegemonic competition among both regional powers Saudi Arabia (Sunni) and Iran (Shi’a), both states are exploiting this narrative to transcend territorial barriers and exert their influence in neighbouring countries. This rivalry materializes itself along two main paths of action: i) development of neopatrimonial and clientelistic networks, as it shows in Lebanon and Bahrain[3]; ii) and in violent proxy wars, namely Yemen and Syria.

a. Lebanon

Sectarian difference has been an inherent characteristic of Lebanon all throughout its history, finally erupting into a civil war in 1975. The Taif accords, which put an end to the strife attempted to create a power-sharing agreement that gave each group a political voice. These differences were incorporated into the political dynamics and development of blocs which are not necessarily loyal to the Lebanese state alone.

Regional dynamics of the Middle East are characterised by the blurred limits between internal and external, this reflects in the case of Lebanon, whose blocs provide space for other actors to penetrate the Lebanese political sphere. This is the case of Iran through the Shi‘ite political and paramilitary organization of Hezbollah. This organization was created in 1982 as a response to Israeli intervention and has been trained, organized and provisioned by Iran ever since. Through the empowerment of Iran and its political support for Shi’a groups across Lebanon, Hezbollah has emerged as a regional power.

Once aware of the increasing Iranian influence in the region, Saudi Arabia stepped into it to counterbalance the Shi’a empowerment by supporting a range of Salafi groups across the country.

Both Riyadh and Tehran have thus established clientelistic networks through political and economic support which feed upon sectarian segmentation, furthering factionalism. Economic inflows in order to influence the region have helped developed the area between Ras Beirut and Ain al Mraiseh through investments by Riyadh, whilst Iranian economic aid has been allocated in the Dahiyeh and southern region of the country.[4]

b. Bahrain

Bahrain is also a hot spot in the fight for supremacy over the region, although it seems that Saudi Arabia is the leading power over this island of the Persian Gulf. The state is a constitutional monarchy headed by the King, Shaikh Hamad bin Isa Al Khalifa, of the Sunni branch of Islam, and it is connected to Saudi Arabia by the King Fahd Causeway, a passage designed and built to prevent Iranian expansionism after the revolution. Albeit being ruled by Sunni elite, the majority of the country’s citizens are Shia, and have in many cases complaint about political and economical repression. In 2011 protests erupted in Bahrain led by the Shi’a community, Saudi Arabia and United Arab Emirates stepped in to suppress the revolt. Nonetheless, no links between Iran and the ignition of this manifestation have been found, despite accusations by the previously mentioned Sunni states.

The opposition of both hegemonic powers has ultimately materialized itself in the involvement on proxy wars as are the examples of Syria, Yemen, Iraq and possibly in the future Afghanistan.

c. Yemen

Yemen, in the southeast of the Arabian Peninsula, is a failed state in which a proxy war fueled mainly by the interests of Saudi Arabia and Iran is taking place since the 25th of March 2015. On that date, Saudi Arabia leading an Arab coalition against the Houthis bombarded Yemen.

The ignition of the conflict began in November 2011 when President Ali Abdullah Saleh was forced to hand over his power to his deputy and current president Abdrabbuh Mansour Hadi (both Sunni) due to the uprisings product of the Arab Spring.[5]

The turmoil within the nation, including here al-Qaeda attacks, a separatist rising in the south, divided loyalties in the military, corruption, unemployment and lack of food, led to a coup d’état in January 2015 led by Houthi rebels. The Houthis, Shi‘ite Muslims backed by Iran, seized control of a large territory in Yemen including here the capital Sana’a. A coalition led by Saudi Arabia and other Sunni-majority nations are supporting the government.

Yemen is a clear representation of dispute over regional sovereignty. This particular conflict puts the Wahhabi kingdom in great distress as it is happening right at its front door. Thus, Saudi interests in the region consist on avoiding a Shi’ite state in the Arabian Peninsula as well as facilitating a kindred government to retrieve its function as state. Controlling Yemen guarantees Saudi Arabia’s influence over the Gulf of Aden and the Strait of Baab al Mandeb, thus avoiding Hormuz Strait, which is currently under Iran’s reach.

On the other hand, Iran is soon to be freed from intensive intervention in the Syrian war, and thus it could send in more military and economic support into the region. Establishing a Shi’ite government in Yemen would pose an inflexion point in regional dynamics, reinforcing Iran’s power and becoming a direct threat to Arabia Saudi right at its frontier. Nonetheless, Hadi’s government is internationally recognized and the Sunni struggle is currently gaining support from the UK and the US.

III. OPPORTUNISM

The Golf Cooperation Council (GCC) is a political and economic alliance of six countries in the Arabian Peninsula which fail to have an aligned strategy for the region and could be roughly divided into two main groups in the face of political interests: i) those more aligned to Saudi Arabia, namely Bahrain and UAE; ii) and those who reject the full integration, being these Oman, Kuwait and Qatar.

Fragmentation within the GCC has provided Iran with an opportunity to buffer against calls for its economic and political isolation. Iran’s ties to smaller Gulf countries have provided Tehran with limited economic, political and strategic opportunities for diversification that have simultaneously helped to buffer against sanctions and to weaken Riyadh.[6]

a. Oman

Oman in overall terms has a foreign policy of good relations with all of its neighbours. Furthermore, it has long resisted pressure to align its Iran policies with those of Saudi Arabia. Among its policies, it refused the idea of a GCC union and a single currency for the region introduced by the Saudi kingdom. Furthermore, in 2017 with the Qatar crisis, it opposed the marginalization of Qatar by Saudi Arabia and the UAE and stood as the only State which did not cut relations with Iran.

Furthermore, the war in Yemen is spreading along Oman’s border, and it’s in its best interest to bring Saudi Arabia and the Houthis into talks, believing that engagement with the later is necessary to put an end to the conflict.[7] Oman has denied transport of military equipment to Yemeni Houthis through its territory.[8]

b. Kuwait

A key aspect of Kuwait’s regional policy is its active role in trying to balance and reduce regional sectarian tensions, and has often been a bridge for mediation among countries, leading the mediation effort in January 2017 to promote dialogue and cooperation between Iran and the Gulf states that was well received in Tehran.[9]

c. Qatar

It has always been in both state’s interest to maintain a good relationship due to their proximity and shared ownership of the North/South Pars natural gas field. Despite having opposing interests in some areas as are the case of Syria (Qatar supports the opposition), and Qatar’s attempts to drive Hamas away from Tehran. In 2017 Qatar suffered a blockade by the GCC countries due to its support for Islamist groups such as the Muslim Brotherhood and militant groups linked to al-Qaeda or ISIS. During this crisis, Iran proved a good ally into which to turn.. Iran offered Qatar to use its airspace and supplied food to prevent any shortages resulting from the blockade.[10] However as it can be deduced from previous ambitious foreign policies, Qatar seeks to diversify its allies in order to protect its interests, so it would not rely solely on Iran.

Iran is well aware of the intra-Arab tensions among the Gulf States and takes advantage of these convenient openings to bolster its regional position, bringing itself out of its isolationism through the establishment of bilateral relations with smaller GCC states, especially since the outbreak of the Qatar crisis in 2017.

IV. SYRIA

Iran is increasingly standing out as a regional winner in the Syrian conflict. This necessarily creates unrest both for Israel and Saudi Arabia, especially after the withdrawal of US troops from Syria. The drawdown of the US has also originated a vacuum of power which is currently being fought over by the supporters of al-Assad: Iran, Turkey and Russia.

Despite the crisis involving the incident with the Israeli F-16 jets, Jerusalem is attempting to convince the Russian Federation not to leave Syria completely under the sphere of Iranian influence.

Israel initially intervened in the war in face of increasing presence of Hezbollah in the region, especially in its positions near the Golan Heights, Kiswah and Hafa. Anti-Zionism is one of Iran’s main objectives in its foreign policy, thus it is likely that tensions between Hezbollah and Israel will escalate leading to open missile conflict. Nonetheless, an open war for territory is unlikely to happen, since this will bring the UyS back in the region in defense for Israel, and Saudi Arabia would make use of this opportunity to wipe off Hezbollah.

On other matters, the axis joining Iran, Russia and Turkey is strengthening, while they gain control over the de-escalation zones.  

Both Iran and Russia have economic interests in the region. Before the outbreak of the war, Syria was one of the top exporting countries of phosphates, and in all likelihood, current reserves (estimated on over 2 billion tons) will be spoils of war for al-Assad’s allies.[11]

The Islamic Revolutionary Guard Corps took control of Palmira in 2015, where the largest production area of phosphates is present. Furthermore, Syria also signed an agreement on phosphates with Russia.

Iran has great plans for Syria as its zone of influence, and is planning to establish a seaport in the Mediterranean through which to export its petroleum by a pipeline crossing through Iraq and Syria, both under its tutelage[12]. This pipeline would secure the Shi’ite bow from Tehran to Beirut, thus debilitating Saudi Arabia’s position in the region. Furthermore, it would allow direct oil exports to Europe.

In relation to Russia and Turkey, despite starting in opposite bands they are now siding together. Turkey is particularly interested in avoiding a Kurdish independent state in the region, this necessarily positions the former ottoman empire against the U.S a key supporter of the Kurdish people due to their success on debilitating the Islamic State. Russia will make use of this distancing to its own benefits. It is in Russia’s interest to have Turkey as an ally in Syria in order to break NATO’s Middle East strategy and have a strong army operating in Syrian territory, thus reducing its own engagement and military cost.[13]

Despite things being in favour of Iran, Saudi Arabia could still take advantage of recent developments of the conflict to damage Iran’s internal stability.

Ethnic and sectarian segmentation are also part of Iran’s fabric, and the Government’s repression against minorities within the territory –namely Kurds, Arabs and Baluchis- have caused insurgencies before. Saudi Arabia and other Gulf States aligned with its foreign policy, such as the UAE are likely to exploit resentment of the minorities in order to destabilized Iran’s internal politics.

The problem does not end there for Iran. Although ISIS being wiped off the Syrian territory, after falling its last citadel in Baguz[14], this is not the end of the terrorist group. Iran’s active role in fighting Sunni jihadists through Hezbollah and Shi’ite militias in Syria and Iraq has given Islamist organization a motivation to defy Tehran.

Returning foreign fighters could scatter over the region creating cells and even cooperating with Sunni separatist movements in Ahwaz, Kurdistan or Baluchistan. Saudi Arabia is well aware of this and could exploit the Wahhabi narrative and exert Sunni influence in the region through a behind-the-scenes financing of these groups.

 


[1] Mapping the Global Muslim Population, Pew Research Center, 2009

[4] Ídem.

[7] Reuters ‘Yemen’s Houthis and Saudi Arabia in secret talks to end war’, 15 March, 2018

[8] Bayoumy, Y. (2016), ‘Iran steps up weapons supply to Yemen’s Houthis via Oman’, Reuters, 30 October.

[9] Coates Ulrichsen, K., ‘Walking the tightrope: Kuwait, Iran relations in the aftermath of the Abdali affair’, Gulf States Analytics, 9 August, 2017

[10] Kamrava, M. ‘Iran-Qatar Relations’, in Bahgat, Ehteshami and Quilliam (2017), Security and Bilateral Issues Between Iran and Its Neighbours.

[11] The current situation in Syria, Giancarlo Elia Valori, Modern Diplomacy, January 2019

[12] Irán en la era de la administración Trump, Beatriz Yubero Parro, IEEE, 2017

[13]  The current situation in Syria, Giancarlo Elia Valori, Modern Diplomacy, January 2019

Categorías Global Affairs: Oriente Medio Orden mundial, diplomacia y gobernanza Ensayos Irán

How Russia, China, India and the Gulf Cooperation Council countries react to the new US sanctions against Iran

Presidents Putin and Rouhani during a meeting in Tehran, in September 2018 [Wikipedia]

▲ Presidents Putin and Rouhani during a meeting in Tehran, in September 2018 [Wikipedia]

ANALYSISAlfonso Carvajal

As US-Iranian relations continue to deteriorate, the balance of power and regional alliances will be prone to shifting and changing. Iranians will likely feel increasingly more marginalised as time passes and will seek to remedy their state of international isolation. Here, the main factors to look out for will be the nations seeking to achieve great power status, and how they will try to attract Iran towards them while pushing the Islamic Republic further away from the United States.

China and Russia’s response

Russia’s relations with Iran have historically been complicated. While at some points, the two countries have faced each other as rivals in war, other times have seen them enjoy peace and cooperation. Russia has been an important actor in Iranian international relations since at least the Sixteenth Century and will most likely retain its importance in the long run. Since the fall of the USSR, Russian-Iranian relations have improved, as many issues that had caused tensions suddenly disappeared. These issues where mainly caused by their ideological incompatibility, as the USSR’s atheism was looked upon with suspicion by Khomeini, and its support given to Iraq in the Iran-Iraq war.

Recently, both countries have found themselves facing international, mainly US, economic sanctions. This is a factor that is important to acknowledge, and that will shape their future relations. As Russia and Iran struggle to defuse the effects of sanctions, they will seek trade elsewhere. This means that they have found in each other a way to make for their isolation, and their ties are likely to only grow. Militarily, cooperation has already been cemented by years of sanctions in Iran.

Whereas once the Iranian Armed Forces boasted of having the most advanced Western-built fighter jets and other military material in the region, Iran now often uses Russian and Chinese aircraft and military gear, coupled with its own native military industry that was independently developed as a result of its isolation. Iran is also said to cooperate with Russia in certain industrial sectors close to the military such as drones. However, due to the latest international sanctions, Russia is less keen to continue to cooperate on military sales and technology transfers. For this reason, Russia has shown reluctance towards helping the Iranian nuclear program, although it is in favour of reaching a deal with Iran along with the international community.

A cornerstone in Russian-Iranian relations has always been their mutual distrust towards Turkey. In the age of the Ottoman Empire, relations between Persians and Russians would often consist in an alignment against the Ottoman Turks. Nowadays, their relationship also has this component, as Turkey and Iran are increasingly competing in the Middle East to decide who will lead the reconstruction of the region, whilst Russia and Turkey find themselves at odds in the Black Sea, where Russia’s ambition of naval dominance is being challenged.

While it may seem that Russia and Iran should be close allies, there are a series of reasons to explain why cooperation is not likely to see a fully fledged alliance. First of all, there are far too many differences between both regimes, as they have different geopolitical imperatives and ambitions in the Caucasus and the Middle east. The second issue is Israel. As Russia moves further into the Levant, it tries to maintain good relations with Israel, Iran’s archenemy, also called little Satan by Iran’s first supreme leader, Ayatollah Khomeini. As the conflict in Syria dies down in the following years, Russia will be forced to choose between who to support. This is likely to mean a withdrawal of support towards Iran’s position in Syria, as it sees its meddling in the region increasingly unproductive, and would favour its retreat. Iran, however, has said it is there to stay.

Russian-Iranian cooperation has recently been developed in one important country of the region: Afghanistan. As the US seems to lose interest in the Middle East and pivots towards East Asia, Russia and Iran have moved into the war-torn country, as they back different factions aiming to end the decades-long conflict. Russia has previously backed the Taliban, because it wants to ensure that they are a part of the peace negotiations. Iran has backed both the government and the Taliban, as it wants to fight the rising influence of ISIS in Afghanistan, as well as keep good relations with the Taliban to maintain a degree of stability and control over Afghanistan’s west, so that the conflict does not spill over. Although Russia and Iran might have different objectives, they are united in wanting to push the US of the region.

The other geopolitical giant that is slowly encroaching on the region is the People’s Republic of China, albeit with a different stance altogether. Like Russia, China has welcomed business with Iran and currently supports the nuclear deal, the JCPOA, which the US recently left. Chinese-Iranian ties are more solid than the Russian’s, as they don’t have as many overlapping hegemonic ambitions. In a certain way, the relations between these two countries arose as a way to contain the USSR’s expansive influence during the 1970’s after the Sino-Soviet split, and predate the current Iranian regime. Both countries see their relation as part of the past, as great empires of antiquity, the present, and see each other as important partners for future and ongoing projects, such as the One Road One Belt initiative. However, as does Russia, China sometimes tries to play down its support towards Iran so as not to antagonize its relations with the West and the US in particular.

The Chinese have cooperated with the Islamic Republic since its conception in the 80’s, as the Iranian isolation led them towards the few markets they could access. The main theme of this cooperation has been undoubtedly based on hydrocarbons. Iran is one of the most important producers of both crude petroleum and natural gas. China is Iran’s largest trade partner, as 31% of Iran’s exports go to China, whose imports represent 37% of Iran’s in 2017. Military cooperation between these two countries has also been very important, a large part of Iran’s non-indigenous military material is of Chinese origin. The Chinese have historically been the main providers of arms to the Iranian regime, as can be seen by much of the equipment currently used by the IRGC.

Both regimes feel a certain closeness as some parts of their ideologies are similar. Both share an anti-imperialist worldview and are sceptical of Western attitudes, an attitude best perceived among their unelected leaders. They are countries that are emerging from the misery left behind by Western imperialism, according to their own narrative. Both see each other as the heirs of some of the world’s oldest cultures—the Chinese often talk of 20 centuries of cooperation between both states—, and thus feel a historical, civilizational and anti-imperialist connection in this sense. Iranians admire the great leaps that the PRC has taken towards development, and the great successes they have brought to the Chinese people and State. They also value the Chinese mindset of not meddling or criticizing the internal affairs of other States, and treating them all in the same way independent of their government.

On the other hand, the Chinese are happy to work with a Muslim country that doesn’t stir the restive North-Western Xinjiang region, where the majority of China’s Uighur Muslims live. In fact, Iran is seen by the Chinese as an important factor on the stability of Central Asia. More recently, they also see in Iran a key part of the pharaonic One Belt One Road infrastructure project, as Iran sits in the crossroads between East and West. It is understood that Beijing has high expectations of cooperation with Teheran.

However, not all of it is positive. Iranians and Chinese have different ideological foundations. China has shown that it will not be able to form an full-fledged alliance with Iran, as it fears Western backlash. In 2010 China voted a UNSC resolution in favour of sanctions towards Iran. Even though these were largely ignored by China later, Tehran understood the message. As a result of these sanctions, the only nations willing to trade with Iran where Russia and China. The latter became an increasingly important trade partner as a consequence of the lack of Western competition and began to flood the Iranian market with low-quality goods, which was unpopular among the Iranians. Resentment toward China only grew as the Chinese firms that became established in Iran brought their own workers from China and unemployment remained at high levels despite the increased economic activity. As discontent rose, Iranians of all backgrounds saw the negotiations with the West with great expectations. If successful, negotiations could provide a diversification of providers and a counterbalance against Chinese influence.

As negotiations have broken down under the Trump administration, China’s role in Iran is likely to only intensify. While the Europeans fight to save the nuclear deal, Iran is set to count on China as its main trade partner. Chinese firms, although now more vulnerable to pressure from the US than in 2010, still have strong interests in Iran, and are unlikely to leave what will be a competition-free market once most foreign firms are deterred by US sanctions. The Chinese will seek to keep the nuclear provisions of the JCPOA agreement and will cooperate in the development of the Arak Heavy Water Reactor, probably displacing the Russians, which have historically led the Iranian nuclear program. Chinese involvement in the Iranian nuclear industry will likely prevent the development of a bomb, as China does not want to encourage nuclear arms proliferation.

While China moves into South Asia, alarms go off in New Delhi. India sees itself as the dominant power in the region and its traditional enmity towards China is causing a change in its foreign policy. India’s PM, Narendra Modi, is following a policy of “Neighbourhood first” in the face of a growing Chinese presence. China already has expanded its reach to countries like Sri Lanka, where it has secured the port of Hambantota for a 99-year lease. In the latest years, Pakistan, India’s other arch-enemy, has become one of China’s closest partners. The relation between both countries stems from their rivalry towards India, although cooperation has reached new levels. The Chinese- Pakistan Economic Corridor runs from the Chinese city of Kashgar through the entire length of the country of Pakistan and ends in the developing port of Gwadar. The project has caused a rush of much needed capital in the financially unstable Pakistan, with Chinese and Saudi bonds keeping it afloat. In the face of China’s new projects and its New Silk Road, New Delhi sees itself more and more surrounded, and has accused China of scheming to isolate it.

To face China’s new stance, India has taken a more active role. Its prime minister made many State visits to the neighbouring countries in a bid to weaken Chinese influence. In this effort to impose itself on what it sees as its region, India is developing a deep-sea port in the coast of Iran, past the strait of Hormuz in the Indian ocean. Iran will be an important piece in the designs of the Indian political elite.

The development of the deep-sea port of Chabahar is a joint Indian, Iranian and Afghan project to improve the connectivity of the region and has more than one reason of being. It is effectively a port to connect Central Asia, a growing 65-million people market, through a series of rail and road networks which are also part of the project, to the Indian Ocean. Another reason for this port is the development of war-torn Afghanistan, which also serves the purpose of reducing Pakistan’s influence there. Pakistan holds a firm grip in Afghanistan and sees it as its back yard. Pakistan is said to harbour Taliban guerrillas, who use the country to launch attacks against Afghanistan, as it did against the USSR in the 80’s. The most important feature of all for India is that the port would allow it to bypass what is an effective land blockade from Pakistan, and will permit it to reach and trade with Afghanistan. The Chabahar port will essentially compete with the Chinese-built Gwadar port in nearby Pakistan, in the two superpowers’ race for influence and domination of the ocean’s oil-carrying sea lanes.

India’s usual approach is to keep a neutral stance around world conflicts in order to be able to talk and deal with all parties. This is part of its non-commitment policy. For example, India has relations with both Israel and Palestine, or Iran and Saudi Arabia. This means that India is very unlikely to make any serious statement in favour of Iran against the United States if Iranian-US relations were to badly break down, as it might be seen as picking sides by some countries. It does not mean, however, that it will abandon Iran. India has already invested greatly in infrastructure projects and is unlikely to simply withdraw them. Far more importantly, India is one of Iran’s biggest petroleum purchasers, and losing such an important market and provider is not a choice the Indian government is eager to make.

India calls its relationship with Iran a “strategic partnership”, in terms of cooperation in energy and trade activities. The Indian government is likely to take a cautious stance while acting with principles of Realpolitik. They will try to sort out sanctions if they can and will discourage this sort of activity while trying to maintain their interests in the region. As said before, New Delhi will shy away from committing strongly from any project likely to keep its hands tied.

The Syrian War

In 2011, the Middle East and North Africa region was shaken by what would soon be called the Arab Spring. While the citizens of many Arab countries where chanting pro- democratic slogans and protesting outside dictators’ palaces and in the squares of Middle Eastern capitals, outside observers began to say that the once dictatorship- riddled region was about to adopt Western liberal democracy in what would become an era of freedom never paralleled in such countries. What came later could hardly be further from that reality. The region was struck by great waves civil unrest, as one by one, from West to East, the waves of revolution spread. The most authoritarian regimes attacked their own citizens with brutal repression, and what seemed like democratic transitions rapidly turned out to fall back into authoritarianism. Such was the case in Egypt, among others. However, some countries where struck harder than others. The more serious cases became civil wars. Some of the countries that had enjoyed relative long-term stability, like Libya and Syria burst into civil war. Yemen too, was struck by sectarian conflict.

The longest of these conflicts, the Syrian Civil War, is on its 8th year already. For a long time, it has drawn many international and regional actors, turning its countryside into a patchwork of pro-government militias, rebel guerrillas, Islamist extremism, transnational nationalist movements and others. The ruling class, the Al- Assad alawite family, under an authoritarian and secularist regime, has held on to power through every means possible, using foreign support as a crucial part of its survival strategy. To his side, Bashar Al-Assad has drawn the support of Vladimir Putin’s Russian Federation, as well as the Islamic Republic of Iran and its Lebanese ally, Hezbollah. Each of these players has brought their own forces to the battlefield, as Russia has helped give Syria the necessary aerial capabilities it lacked, while Iran provides it with Shia militias, material, volunteers, and the presence of Hezbollah.

The regime faces many groups, who often fight against each other, and have different international backing, if any. For example, the Free Syrian Army is said to be backed by Turkey and is made from Sunni Arab and Turkmen militias. Other groups such as the Islamic State or Al Qaeda affiliated organizations also fight for survival, or to implement their ideal society. Another important group, perhaps the most important one is the YPG, or People’s Protection Unit, largely a Kurdish force, which holds much of Northern Syria, the Kurdish region called Rojava. The YPG and the Syrian government of Al-Assad seem to have come to an understanding and try not to enter into hostilities amongst each other, focusing on the Islamic State, or ISIL. YPG international backing comes mainly from the US, but with President Donald Trump having said that the US will soon leave Syria, their future is uncertain.

With Bashar Al-Assad’s position having become dominant in the Syrian battlefield, it is expected that the conflict will enter a new stage. Israel has shown its growing discomfort in what it sees as Iranian expansionism, and has launched aerial offensives against Iranian positions, permitted by Russia, who currently controls much of Syria’s aerial defences. This might spell the loosening of Al-Assad’s coalition.

As Iranian-backed forces draw closer to the southwest of Syria, Israel becomes more and more nervous. The implication of Israel in the Syrian conflict would most likely be a disaster for all parties involved. If Israel comes to point of fearing for its territorial integrity, or its existence, it has previously shown, in many occasions, that it will not doubt to take action and use all of its military might in the process if needed.

This is why Hezbollah is unlikely to make a serious move towards the Golan Heights. Hezbollah now boasts of the greatest amount of power it has ever had in its domestic scene. It is an influential actor in the Syrian War and at home it has achieved serious political power, forming a coalition with various other Shia and Christian groups. A war with Israel, in which it was identified as the aggressor, would be disastrous to its image as a protector of the Lebanese, as it has always taken a stance of resistance. It would put all of Hezbollah’s political achievements in jeopardy. Whatever the case, Israel boasts of significantly more modern and powerful armed forces, which would force Hezbollah to be on the defensive, thus making an offensive into Israel extremely unlikely. Hezbollah must then try to restrain Iran, although, amongst the myriad of Iranian-backed militias, it has lost leverage in its relations with Iran and the IRGC.

For Bashar Al-Assad, war with Israel might prove an existential threat, as it bears the potential to cause a great deal of damage in Syria, undermining any effort to consolidate power and end the war in his favour. If war with Israel broke out, even if it was just against Iranian-backed objectives, Al-Assad would never be able to obtain the reconstruction funds it so badly needs to rebuild the country. Israel’s powerful and advanced army would without a doubt pose the patchwork of battle-hardened militias a very big challenge. Thus, it is very unlikely for Al-Assad to permit a war might cause his downfall.

Russia, wishing to end the war and keep its military bases and prestige in the process, would no doubt discourage any sort of posturing against Israel from its allies in Syria. Moscow seeks to maintain good relations with Israel and wouldn’t be very upset about an Iranian exit. It is already trying to prevent Iran and Hezbollah from coming too close to the Israeli and Jordanian borders and has opened the Syrian airspace to Israeli aerial attacks towards Iranian targets located in its vicinity. Russia would welcome a quick and impressive end to the war to consolidate its status as a global power and become a power broker in the region.

Reaching a deal with the US to end hostilities in exchange for the recognition of Al-Assad is not outside the realms of possibility, as chances of regime change get slimmer, the US will be forced to recognize that Al-Assad is there to stay. It is necessary to acknowledge that a Russian-US deal will be incomplete, and quite unfruitful. The US is very likely to demand that Iran leave Syria and stops occupying Iraq with is Quds Force. Russia does not possess the leverage to send Iran back home. It would also be unfavourable for Russia as it has chosen to help Assad to regain its status as a great power in the world and has become a major power broker in the Middle East. This means their position relies on their status, which would be compromised, were Iran to openly confront Russia. The Iranians have already said that they would not leave unless Bashar Al-Assad specifically asked them to. Russia could pressure on Al-Assad, but the Iranians are likely to have more leverage, as they have a larger ground force in the region, and where the first to help the Syrian regime.

If the US wants to achieve any sort of meaningful peace negotiations, it must come into dialogue with the Iranians. Any sort of negotiation that does not include Iran would be pointless, as the amount of influence it has acquired in the region these last years makes it a key player. Iran is determined to stay in Syria and the IRGC is committed to force the government to keep its presence abroad.

In any case, the retreat of US troops in Syria would mark a turning point in the war. Currently the US provides air support, has 2,000 ground troops and provides an vital amount of equipment to the YPG Kurdish forces. Its retreat would be a blow to American credibility as an international ally, as it abandons the Kurds in a decisive moment where all tables could turn against them. Turkey has committed forces towards fighting the Kurds, which it sees as a threat to its national integrity, as large numbers of Kurds live inside Turkey and are hostile to it. The main reason for Turkish entry into the Syrian war was to stop the YPG from uniting a long stretch of land along the Turkish

border towards the Mediterranean Sea and to prevent the establishment of a Kurdish state. It is therefore a possibility that, whether through its Syrian proxies, or with its own army, the Turks will ally with Al-Assad against the Kurds, if these two don’t reach an agreement and begin hostilities. This alliance is more than likely, as Turkish animosity towards Kurdish forces will cause them to jump at the occasion, if Al-Assad asks for help. Al-Assad might seek in this way to balance Iranian influence by integrating another player, which would cause tensions between Iran and Turkey to rise, as both countries aspire to obtain regional hegemony, and would give Syria more margin to manoeuvre.

 

Saudi Arabian soldier from the First Airborne Brigade with a UAE soldier, 2016 [Saudi88hawk-Wikipedia]

Saudi Arabian soldier from the First Airborne Brigade with a UAE soldier, 2016 [Saudi88hawk-Wikipedia]

 

Saudi-Iranian rivalry

The struggle for dominance in the region is expected to continue indeterminately. As long as the ideological argument between the Islamic Republic and the Kingdom of Saudi Arabia (KSA) exists, it will take geopolitical dimensions, as both states seek to ensure their legitimacy in the face of the other. The Iran-Iraq War shaped the Islamic Republic’s sense of geopolitical isolation, giving the more entrenched sectors of its political elite a fierce will to prevent any further isolation as was done in the past. Chemical weapons, often provided by the US were used against it, without any action taken from the international community. Therefore, the Iranian elites believe that Iran will have to stand by itself, and knows it will have few allies.

For the moment, Iran seems to be winning the confrontation. With a the possibility of a consolidated Syria, Iran’s influence would be unparalleled. Iraq, Syria, Lebanon will provide Iran the reach and the potential to expand its influence even in the Mediterranean Sea. The war in Yemen is proving as costly as it is ineffective to Saudi Arabia and its allies, with a minimum cost from Iran. It can be expected that Iran keeps its strong grip over these countries, as its presence has become necessary for the survival of some of these states. It will not be without difficulty, as local forces are likely to reject the imposition of Iranian authority. This has been shown before in the burning of the Iranian consulate in Basra [4], by local Sunni Arabs who resent the degree of influence its neighbour has in their country. The recently struck commercial deals with Iraq during Rouhani’s visit to the country might cause more Iraqis to take a more confrontational stance, as they are seen to benefit Iran more than Iraq. Both counties have pledged to increase their trade up to 20 billion dollars, but it will be hard to determine how they will affect Iraq. With this degree of Iranian involvement, the KSA’s influence diminishes.

The Yemeni war is likely to drag on for years, and if the Saudis are to win, the shall have to keep paying a high toll, which will require strong political will to overcome the adversities. The expense of this war is not only material, it has primarily taken a great diplomatic cost, as it loses credibility to its allies, like the US, which see the ineffectiveness of the Saudi military. At home, their western allies struggle to explain their partnership with a country that has proven too much to handle for certain political groups and the civil society in general, with its lack of human rights considerations and sharia-based laws that seem outdated to Westerners. The cruel Yemeni war further alienates the Saudi Kingdom from them.

The conflict for Middle Eastern hegemony might be about to attract a new player. As Pakistan tries to deal with its ongoing crisis, its new president, Imran Khan, has looked to the Gulf States for funding. The Saudis and the UAE have already pledged many billion dollars. For now, the economic woes make Pakistan an unlikely actor, but there is evidence of a change of direction in Islamabad, as Khan seems to part ways from his predecessor’s foreign policy regarding its western neighbour. Cooperation with Iran has significantly been reduced, especially in terms of security and anti-terrorism, as in March 2019 Baluchi ethno-nationalists once again attacked Iranian positions from the Pakistani border. Tehran seems alarmed by these developments and has explicitly warned Pakistan that an approach towards Saudi Arabia and participation in the so called Middle Eastern Cold War will have severe consequences for Pakistan. It is right in fearing Pakistan, which has shown that it can play the same game as Iran, making use of foreign militias and having an impressive intelligence service, on top of the nuclear bomb. If Iran where to cause conflict in Pakistan, it might find itself in severe disadvantage, as it would be harder to use subversive activities in the predominantly Sunni country. It might also come to odds with China, who will view any menace to its infrastructure projects with great suspicion. Iran would have difficult time finding a serious counterbalance to Pakistan in India, as India would decline to strike a serious alliance due to its many interests in the Gulf States.

Iran, however, still holds many cards it can use if the conflict were to escalate. Bahrain, whose predominantly Shia population contrast to its powerful Sunni ruling family, which will find itself fighting to maintain control in the case of an Iranian- backed coup similar to the one in 1981, or a pro-democracy uprising with significant Shia elements such as the one of 2011. For the latter, had the Gulf states not intervened in Bahrain in support of its ruling family, Bahrain would now likely be part of the Iranian regional system, which would be extremely troublesome for the KSA, given its proximity. It can also be expected for Iran to influence the oppressed Shia Arabs along Saudi Arabia’s Persian Gulf coast. These Shia Arabs lie just above most of KSA’s petrol wells and reserves, and if stirred to open rebellion, and properly armed, would cause immense trouble in the Monarchy.

The other option open to Iran will be to exploit the current Gulf crisis between the KSA and UAE against Qatar, whose blockade has lasted almost two years. Iran will seek to build up stronger ties with Qatar, who has found itself isolated by most Arab nations. Currently, Turkey is the key ally to Qatar in the crisis, and their partnership is seen to have strategic importance by both parties.

Qatar has traditionally had better ties to Iran than most other Gulf states, also due to the fact that they share the South-Pars/North Dome natural gas field, the largest in the world, and rely on cooperation to exploit its resources and wealth. This is largely a product of its independent foreign policy. This means that Iran is likely to use the crisis to drive a wedge between the members of the GCC and take advantage of their disunity in favour of Qatar and in detriment to the KSA. It will be difficult for the Iranians and the Qataris form a significant partnership, since there are still too many obstacles to this. First of all, Qatar is a Sunni Arab state, and it is the main exporter of the Muslim Brotherhood’s ideas, which would not fit Iran’s tendency toward Shia countries. Secondly, a partnership with Iran would make the Gulf Cooperation Council’s crisis permanently irreparable, which is not desired by Qatar. Finally, this would turn Qatar into the main objective of the Saudi-led coalition and would unnecessarily put it in harm’s way.

One key factor could change everything in a highly unlikely scenario, also known as a ‘black swan’. This is the disappearance of ISIS from the Levant, and its relocation to Khorasan, a term used for Central Asia, Northern Iran and Afghanistan. This would change the balance of power in the middle East as it would bring conflict to the very borders of Iran. It would allow for Iran’s enemies to arm this extremely anti-Shia group, following a parallel of the Yemen’s Houthi rebels for Saudi Arabia. These rebels are banking on the opportunity that, following peace in Afghanistan with the Taliban, the Taliban’s followers will become disenchanted by its leadership dealings with the US and would thus join the newly founded group. They would acquire the battle-hardened Taliban troops, which would provide a formidable foe for Iran.

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Why Tehran has decided to openly confront US sanctions and how the crisis could develop from now

Persian chess-game [Pixabay]

▲ Persian chess-game [Pixabay]

ANALYSISBaltasar Martos

It is now time to suggest a possible future-oriented course of action for Iran in response to the US unilateral exit from the nuclear deal1. The strategy employed to this end will be that of the red-hat analysis, capitalizing on cultural comprehension and adopting the Iranian regime’s perspective to better understand the way in which it perceives the various threats and opportunities ahead, hence always considering situational factors.

A SWOT analysis will be provided beforehand by way of introduction, focusing just in one of the most important (1) strengths: high proportion of young people; (2) weaknesses: the intrincate political system; (3) opportunities: a closer relationship with leading European countries, and (4) threats: joint pressure by the US, Israel and Saudi Arabia. This will surely enable a more in-depth approach to Iranian views and positions.

A simplified SWOT

1. First and foremost, Iran is home for more than 80 million people, 43% of which are less than 40 years old. This large young population is very much tuned to Western trends and habits of consumption. They embrace technology virtually as much as in any other Western nation. The most striking fact about Iranian youngsters is the amount of university students among them. The country is well known for hosting a highly qualified population and labor force that acquired superior education at any of the numerous universities in the major cities.

2. In second place, Iran owns a very complex, intricate political system that renders the hierarchy of the decision-making process very difficult to understand. Its current institutions are a product of the 1979 Islamic Revolution, which ousted the Shah and reformed the whole previous power network. The political system of the country then turned from an authoritarian Monarchy into a constitutional theocracy with a multipolar power structure. The religious figure of the Supreme Leader or Ayatollah is the ultimate responsible for setting both domestic and foreign policy. The main issue here is that this institution holds views that are deeply rooted in the old days and endeavors to influence the private lives of the citizens. Decisions are self-explanatorily not made according to economic efficiency or political experience, or even less to satisfy population’s demands. Instead they aim to preserve and safeguard the regime and ensure its survival. The primary concern of the ruling political elites is thus to last in power, not to introduce reforms or think prospectively.

3. In the third place, Iran has now the chance to strengthen ties with its traditional powerful trade partners in the European Union, such as France, England or Italy. Provided their opposition vis-à-vis the US reimposition of sanctions, Iran can utilize this opportunity to begin a rapprochement towards them and express its best desire to cooperate under certain established conditions that prove beneficial to both parts.

4. Finally, Iran should not disregard the warnings coming from the White House. The main threat Iran is likely to face is an aggressive diplomatic strategy at the initiative of the US with the aggregated—but separated—efforts of Israel and Saudi Arabia. This would definitely jeopardize Iran’s current position as one of the dominant powers in the region and would force the nation to find an alternative solution.

Red Hat exercise

Tehran’s interpretation of Washington’s 2018 diplomatic shift quite evidently differs from that of the Trump administration2. In the words of Ayatollah Khamenei, the ultimate reason for this new move lies in the US’s perverse ambition to progressively weaken and undermine the socio-political structure built after decades of arduous work by the Islamic Revolution. Khamenei claims that Washington’s intention is to overturn a popular, legitimate government in favor of a puppet regime completely subjected to its will.

In their public speeches, the Iranian political elites constantly refer to the US’s boundless ambition to regain total control of the region, oppress civil society and submit individuals to their corrupted dogmas and doctrines, like they did decades ago. They very often evoke the glorious past of their millenary civilization and emphasise that it is precisely its longevity what makes it worthy of the most careful preservation and promotion. Once a major empire, they say, Iran has developed a unique identity different from that of its closest neighbors.

In the Iranian collective mindset, especially that of the most orthodox Shia and the very influential clerics, the nation enjoys the highest dignity for having conquered other territories and peoples but also endured invasions and dominations from enemies and rivals, yet always remaining true and loyal to its ancient traditions and foundations. More recently, Iran owes its independence to the innumerable efforts made by the leaders of the Revolution to free the nation from the clutches of the American imperialism embodied in the Pahlavi dynasty. The country’s civilisational pride is therefore deeply ingrained in the people’s minds and very often put forward in the political discourse. Furthermore, its foreign policy is soaked by a traditional ‘regional fear’, for Iran sees itself as the guardian of true Shi’a values amidst a region dominated by Shi’a-adverse powers with superior military capabilities.

The strong resentment and hatred against the Western world in general, and the demonization of the United States in particular, appear very often in Iranian politics. Such an anti-Western narrative is very often used to cover up the regime’s economic mismanagement over the last decades, instead blaming the West for all the struggles, ills and evils of society. We must remember that, for Iranians—at least for the most religious sector of the society—the Islamic Revolution is a path that leads believers into Paradise and salvation as understood by the Shi’a. The revolution purports to redeem the peoples from the national humiliation suffered during Western dominance in the times of the Shah. Therefore, martyrdom, resistance and endurance are considered three most valuable virtues that will guarantee all kinds of enjoyments to those cultivating them throughout their lifetime.

Iran presumably decided to start a nuclear program based off several historical reasons. On one hand, in face of a strong isolation experienced during the bloody war waged against Irak—an opponent which used chemical weapons against both combatants and civilians alike—Iran began its works with the aim of further intensifying its nuclear technology developments as a means to guard against a future surprise of similar characteristics.

On the other hand we shall recall the Revolution’s need to constantly legitimate itself and maintain its status in front of the international community, thus preserving Iran’s independence from outside influence or external intervention while restoring its former greatness as a center of scientific progress. Moreover, Tehran has long claimed its need to promote a solid nuclear energy plan to ensure energy security at home and satisfy the needs of its huge domestic demand in peaceful civilian, energy and medical terms. The government emphasizes the right to develop, research, produce and use nuclear energy as endowed by Iran’s membership in the Non-Proliferation treaty.

However, the most pressing issue for Iran’s security is undoubtedly the fact that five of the world’s nine nuclear powers are located nearby or directly on its borders. The theocracy claims to have substantial grounds for feeling victim of the foreign arrogance of the outside world, which has allegedly endeavored to restrict Iran’s rights to freely develop its nuclear activities by having it sign the Non-proliferation Treaty, unlike other neigboring nuclear-armed states such as Pakistan, Israel or India. This brings us to the conclusion that, even if the regime vehemently denies any interest in developing nucler weapons and rather uses the need to supply its domestic market with much needed energy resources as an excuse to keep its works running, some evidence found in recent discoveries of covert facilities and nuclear plants can confirm the vital importance for some of the regime leaders to obtain weapons in the short or medium term.

Scenarios ahead

The Persian nation is now standing on a crossroads with three different paths ahead, each one leading to a very different place. We will place them in an order, ranging from the most likely scenario to the least plausible one: (A) prolongation of diplomatic stalemate with minor tensions; (B) quick escalation of tensions and direct military confrontation, and (C) bring back the so-called ‘12 conditions’ to the bargaining table and stick to them. 

A. The most likely: Diplomatic stalemate

On May 8, exactly a year after Donald Trump's announcement of US exit from the JCPOA, President Rouhani announced that Iran would cease to perform parts of its commitments under the nuclear deal, namely the observance of the limit for its stockpile of low-enriched uranium and the compliance with the limit of heavy water reserves. Its statement included a 60-day ultimatum, addressing specifically the European State parties to the treaty and urging them to find a diplomatic solution via economic packages to ease the current oil and banking restrictions. Should they prove unable to fulfill this conditions, Rouhani warned, Iran will continue with its intended pullout from the accord through a ‘multi-phased approach’.

Europeans have recently been employing a rhetoric that has resulted in ambiguous and confusing promises to Iran, mainly due to the innumerable efforts they need to make in order to balance out a strong willingness to save the deal and the fear of a further detachment from an everyday more hostile American partner. On his side, President Rouhani has remained true to his bet on ‘strategic patience’ in the style of the Moderation and Development Party, to which he belongs, during all this time.

Nevertheless, it seems that the patience of the Iranian leadership is coming to an end with each passing day. The political elites have harshly critized its European counterparts for making lots of empty promises throughout this last year without achieving any substantial or practical outcome, specially after the U.S. decision on April 22 to put an end to the waivers on oil imports from third countries in an attempt to ‘bring oil trade to zero’. This will no longer exempt any customer engaging in oil transactions with Iran from the US-led second wave of sanctions. Moreover, Rouhani has called on the Europeans to allow Iran to repatriate its money sitting in European bank accounts, which still remain blocked as part of previous sanctions.

Without disregarding the vital importance of the E3 for Iran’s national economy and the pivotal role they play in the political scenario surrounding the country in the Middle East, it is also true that there are other strategic partners involved in this game whose existence as credible alternatives to the E3 is precisely the cause that pushes the Iranian leadership to discard a complete withdrawal and rather remain adhered to the nuclear accord. At the front of this group of Iranian oil importers are China and India, which will self-evidently ignore the effects of the recent termination of the US waivers and prosecute their purchases to satisfy their huge domestic demand. Although with weaker currencies and perhaps using more rudimentary instruments, both China and India will manage to secure those transactions in an orderly manner and will most likely help other purchasers to do the same. In fact, some voices speak of a possibility of performing oil-swap arrangements via Russia to lock oil prices and protect their finances from the high volatility of global energy prices.

Following this logic, Iran will then go ahead with its ongoing business while persuading and encouraging importers to keep buying Iranian oil despite the inability of European counterparts to meet the aforementioned ultimatum as set by President Rouhani. In paralell to this, Iran will probably threaten the remaining parts and especially the Americans with a further development of its nuclear capacities, but this will only add to a strategy that seeks to prolong the current state of affairs until the next U.S. presidential elections in 2020 take place.

B. The apocalyptic, yet no the least plausible scenario

The most apocalyptic—yet not the least plausible—scenario can be inferred from the most recent moves of US military assets after the government’s official designation of the Iran Revolutionary Guard Corps as a ‘Foreign Terrorist Organization’ on April 8. Fist, on May 6, the Pentagon announced the deployment of the aircraft carrier USS Abraham Lincoln and a bomber task force on the Persian Gulf. Four days later, the Pentagon confirmed that it had sent some warships, the USS Arlington amphibious transport dock and a Patriot missile defense battery to the same region as a deterrent to Iran. Lastly, on May 12, two Saudi oil tankers and four additional Emirati ships off the coast of the Persian Gulf were sabotaged. President Trump blamed Iran for malicious behaviour targeting maritim traffic along the Gulf. More recently, Washington officials have announced a new deployment of some fighter jets and additional troops to the same territory in what they have called a ‘mostly protective measure’. This suddenly heightened tensions might result in the outbreak of renewed hostilities in the coming months.

The American public opinion does not discard a military confrontation in a close future. In fact, a poll conducted in the US between May 17 and May 20 disclosed surprising results3: more than half of the American citizens consider Iran as a ‘worrying’ or even ‘imminent’ threat. Roughly the same percentage assumes their country will go to war against Iran in the coming years. Very few civilians believe that a preemptive attack should be conducted on Iranian military interests, but roughly 80% of them are convinced that the US should respond to an attack from the side of Iranian via airstrikes or even ground troop invasions.

An undeniable fact is that there are differing views inside the White House. The National Security Advisor John Bolton and in some way also the Secretary of State Mike Pompeo have always shown a maximalist approach that seeks to overthrow the mullahs’ regime in Tehran. Apparently none of them would hesitate to enter into a dire military confrontation if the situation so required. Bolton himself had already declared his intentions even before substituting his predecessor in office, Herbert McMaster. On the other hand, President Trump has used his recent meeting with the Japanese Prime Minister Shinzo Abe to affirm the following: ‘Iran has a tremendous economic potential. […] It has a chance to be a great country with the same leadership. We are not looking for a regime change. I just want to make that clear. We are just looking for no nuclear weapons'4. This somehow spaces out his view from that of his hawkish aides. In the words of Karim Sadjadpour, a well renowned Iranian-American policy analyst, ‘What Trump articulated in Japan was another reminder that his main problem with the Iranian nuclear deal was that it was signed by Obama. Given Trump’s eagerness for a public summit and deal with Tehran, it is conceivable that Iran’s leaders could sign a more favorable deal with Trump than they did with Obama. But the pride and mistrust of Iran’s supreme leader makes him more inclined to subject his population to another year of sanctions and economic malaise rather than do a deal with Trump’.

C. The unlikely back to the negotiating table

On May 12, 2018, four days after President Trump made public his intention of withdrawal from the JCPOA, Pompeo set out a list of twelve conditions under which Washington would agree to a new agreement with Tehran. Besides addressing the termination of Iran’s participation in different conflicts throughout the Middle East, it explicitly called on Tehran to ‘stop enriching its uranium and plutonium reserves, grant IAEA unrestricted access to all sites throughout the entire country and end proliferation and testing of ballistic missiles’.

It should be noted that Trump never presented explicit and clear evidence that Iran was failing to comply with its obligation. Instead, he merely denounced the treaty as far from being minimally advantageous for American interests, once again reinforcing the idea that the Obama Administration resoundingly failed to negotiate a deal that could benefit both parts. The three European State parties also emphasized that Iranians had remained faithful to their commitment and that had been officially attested by international inspectors supervising the nuclear facilities. That was the main piece of evidence supporting Iran’s thesis of not being in a state of violation of any provision of the deal but instead strictly observing every single aspect as they were agreed upon.

Having all this in mind, there are other aspects we should look at. The war in Syria is slowly coming to an end and Al-Assad owes his victory to the strong and uninterrupted financial and logistic aid from Tehran. There is no doubt that the regime will hold him accountable for all the support provided throughout the conflict and will seek to consolidate positions around the war-torn territory, thus expanding the influences of Shia islamist ideology as promoted by the Supreme Leader and the most prominent clerics. Moreover, not only is Iran-backed Hezbollah movement present in Syria, but also it enjoys a very prominent position inside the Lebanese parliament and holds an enormous influence in the country in general terms.

All this together, in addition to the round success Tehran is enjoying in his efforts to back Houthi rebels as compared to the exorbitant cost Saudi Arabia is paying to counter the rebellion, suffices to conclude that Iran is by no means willing to get back to the conditions advanced by Pompeo in order to renegotiate a new treaty that would thwart all the efforts already made along the way. This would signify an absolute humiliation for the regime. Iran has already come too far and it would now only accept to resume negotiations if it was granted the chance to depart from a dominant diplomatic position.

 

Representatives from the P5+1 countries in 2015, weeks before reaching the JCPOA, the nuclear agreement [US State Department]

Representatives from the P5+1 countries in 2015, weeks before reaching the JCPOA, the nuclear agreement [US State Department]

What the EU is doing

Among all the State parties involved in the JCPOA, the E3 are likely to be the most severely affected by the US reinforcement of sanctions given the big stake they have in the region in form of finances and investments in the oil sector, and their unwillingness to go undercover. As a result of this new decision by Washington, companies and banks doing business in Iran could see their access to the American market cut off. Among other collateral effects, the re-imposition of sanctions will cause a negative impact on the region’s trade flows, energy supplies, connectivity, security and stability. Indeed, sanctions present a special conundrum for the European counterparts: either they decide to carry on with their economic activities in Iran or they remain inside the US-led international financial circuit. They need to solve this jigsaw puzzle if they still want to secure their economic interests.

In order to do so, following the US exit, the High Representative of the European Union Federica Mogherini issued a statement bitterly regretting the US retaliation and expressing the EU’s strong commitment to enact an updated blocking statute that would enter into force on August 7. This blocking statute refers to the ‘Council Regulation (EC) No 2271/96 of November 1996 protecting against the effects of the extra-territorial application of legislation adopted by a third country, and actions based thereon or resulting therefrom’5. It basically ‘allows EU operators to recover damages arising from US extraterritorial sanctions and nullifies the effect, in the EU, of any foreign court rulings. It also forbids EU persons form complying with those sanctions’6. In a nutshell, this statute acts as a shield against trade wars and mitigates the impact of those sanctions on the interests of European companies doing legitimate business with Iran, thus keeping Iran’s oil and investments flowing.

The European Union considers that its Member States’ business decisions should not be determined by any kind of foreign legislation. It would never recognize such legislation applicable to European operators. However, the EU still holds to the commitment of pursuing a continued, full and effective implementation of the treaty as long as Iran also plays its part by refraining from acquiring further equipment to develop a nuclear weapon and enables monitored verification of its uranium-235 enrichment activities. The E3 considers that the agreement is delivering on its goal so far and ensuring the peaceful nature of the nuclear program.

It is hence no surprise that the three European Member States involved in the deal are determined to preserve and implement it, insisting upon the numerous benefits it entails for Iran, the Middle East and the rest of the international community. Acting on behalf of the E3, the EU has recently endeavored to take several measures in order to offset the US withdrawal of the JCPOA7.

i) In the first place, they seek to extend the European Investment Bank lending mandates, allowing the bank to decide strictly under the EU budget to what extent and under which conditions it will finance commercial activities in Iran.

ii) Secondly, they also attempt to encourage and promote activities by Small and Medium Enterprises (SMEs) willing to undertake operations in Iran.

iii) Thirdly, they purport to accelerate the activation of the Instrument In Support of Trade Exchanges (INSTEX). This is a ‘Special Purpose Vehicle’ acting as a clearing house or barter arrangement for Iran to conduct trade with European companies outside of the SWIFT mechanism. This mechanism was officially registered by France, Germany and the United Kingdom on January 31, 2019. It works as an alternative payment channel that facilitates legitimate trade and investment between the EU and Iran despite sanctions. It is led by the EU3 and self-evidently euro-denominated. The entity originally focused only on trade in non-sanctionable essential goods, namely medical and humanitarian, and not so much on oil-related transactions so far. It mainly addresses SMEs whose total trade volume is usually small. In principle, it has not been designed to circumvent or bypass US sanctions but rather to fight money laundering and counter the financing of illicit terrorist activities. These last aspects reinforce the European efforts to voice its disagreements on Iran’s declared support for Al-Assad in Syria and the promotion of terrorism region-wide, its multiple human rights abuses and its development of ballistic missiles.

However, in view of the technical complexities resulting in a long delay to set in motion this mechanism as well as the more immediate challenges the Union has to face in the first instance, it is very unlikely that the E.U. finds enough resources and time to effectively give a definite impulse to this apparatus before the deadline of 60 days from May 8 set by Iranians eventually expires.

 

 

(1) Sanger, D. et al. “U.S. Issues New Sanctions as Iran Warms It Will Step Back from Nuclear Deal”, The New York Times, May 8, 2019

https://www.nytimes.com/2019/05/08/us/politics/iran-nuclear-deal.html

(2) Chubin, Sharam. “The Politics of Iran's Nuclear Program”, The Iran Primer, US Institute for Peace, 2010 (updated 2015)

http://iranprimer.usip.org/resource/politics-irans-nuclear-program

(3) Ipsos/Reuters Poll Data, Iran Poll 05.20.19 https://fingfx.thomsonreuters.com/gfx/mkt/12/658/652/2019%20Reuters%20Tracking%20-%20Iran%20Poll%2005%2020%202019.pdf

(4) Kranish, Michael. “Trumps Says He Is Not Seeking 'Regime Change' in Iran”. The Washington Post, May 27, 2019

https://www.washingtonpost.com/world/national-security/trump-says-he-is-not-seeking-regime-change-in-iran/2019/05/27/94d3053a-808d-11e9-933d-7501070ee669_story.html?utm_term=.9005a7a98ec8

(7) Geranmayeh, Ellie. “60 days to save the JCPOA”. European Council on Foreign Relations. May 9, 2019

https://www.ecfr.eu/article/commentary_60_days_to_save_the_jcpoa_iran_nuclear_deal

Categorías Global Affairs: Oriente Medio Seguridad y defensa Análisis Irán

The struggle for power has already started in the Islamic Republic in the midst of US sanctions and ahead a new electoral cycle

Ayatollah Ali Khamenei speaking to Iranian Air Force personnel, in 2016 [Wikipedia]

▲ Ayatollah Ali Khamenei speaking to Iranian Air Force personnel, in 2016 [Wikipedia]

ANALYSISRossina Funes and Maeve Gladin

The failing health of Supreme Leader Sayyid Ali Hosseini Khamenei, 89, brings into question the political aftermath of his approaching death or possible step-down. Khamenei’s health has been a point of query since 2007, when he temporarily disappeared from the public eye. News later came out that he had a routine procedure which had no need to cause any suspicions in regards to his health. However, the question remains as to whether his well-being is a fantasy or a reality. Regardless of the truth of his health, many suspect that he has been suffering prostate cancer all this time. Khamenei is 89 years old –he turns 80 in July– and the odds of him continuing as active Supreme Leader are slim to none. His death or resignation will not only reshape but could also greatly polarize the successive politics at play and create more instability for Iran.

The next possible successor must meet certain requirements in order to be within the bounds of possible appointees. This political figure must comply and follow Khamenei’s revolutionary ideology by being anti-Western, mainly anti-American. The prospective leader would also need to meet religious statues and adherence to clerical rule. Regardless of who that cleric may be, Iran is likely to be ruled by another religious figure who is far less powerful than Khamenei and more beholden to the Islamic Revolutionary Guard Corps (IRGC). Additionally, Khamenei’s successor should be young enough to undermine the current opposition to clerical rule prevalent among many of Iran’s youth, which accounts for the majority of Iran’s population.

In analyzing who will head Iranian politics, two streams have been identified. These are constrained by whether the current Supreme Leader Khamenei appoints his successor or not, and within that there are best and worst case scenarios.

Mahmoud Hashemi Shahroudi

Mahmoud Hashemi Shahroudi had been mentioned as the foremost contender to stand in lieu of Iranian Supreme Leader Khamenei. Shahroudi was a Khamenei loyalist who rose to the highest ranks of the Islamic Republic’s political clerical elite under the supreme leader’s patronage and was considered his most likely successor. A former judiciary chief, Shahroudi was, like his patron, a staunch defender of the Islamic Revolution and its founding principle, velayat-e-faqih (rule of the jurisprudence). Iran’s domestic unrest and regime longevity, progressively aroused by impromptu protests around the country over the past year, is contingent on the political class collectively agreeing on a supreme leader competent of building consensus and balancing competing interests. Shahroudi’s exceptional faculty to bridge the separated Iranian political and clerical establishment was the reason his name was frequently highlighted as Khamenei’s eventual successor. Also, he was both theologically and managerially qualified and among the few relatively nonelderly clerics viewed as politically trustworthy by Iran’s ruling establishment. However, he passed away in late December 2018, opening once again the question of who was most likely to take Khamenei’s place as Supreme Leader of Iran.

However, even with Shahroudi’s early death, there are still a few possibilities. One is Sadeq Larijani, the head of the judiciary, who, like Shahroudi, is Iraqi born. Another prospect is Ebrahim Raisi, a former 2017 presidential candidate and the custodian of the holiest shrine in Iran, Imam Reza. Raisi is a student and loyalist of Khamenei, whereas Larijani, also a hard-liner, is more independent.

 

1. MOST LIKELY SCENARIO,  REGARDLESS OF APPOINTMENT

1.1 Ebrahim Raisi

In a more likely scenario, Ebrahim Raisi would rise as Iran’s next Supreme Leader. He meets the requirements aforementioned with regards to the religious status and the revolutionary ideology. Fifty-eight-years-old, Raisi is a student and loyal follower of the current Supreme Leader Ayatollah Khamenei. Like his teacher, he is from Mashhad and belongs to its famous seminary. He is married to the daughter of Ayatollah Alamolhoda, a hardline cleric who serves as Khamenei's representative of in the eastern Razavi Khorasan province, home of the Imam Reza shrine.

Together with his various senior judicial positions, in 2016 Raisi was appointed the chairman of Astan Quds Razavi, the wealthy and influential charitable foundation which manages the Imam Reza shrine. Through this appointment, Raisi developed a very close relationship with the Islamic Revolutionary Guard Corps (IRGC), which is a known ideological and economic partner of the foundation. In 2017, he moved into the political sphere by running for president, stating it was his "religious and revolutionary responsibility". He managed to secure a respectable 38 percent of the vote; however, his contender, Rouhani, won with 57 percent of the vote. At first, this outcome was perceived as an indicator of Raisi’s relative unpopularity, but he has proven his detractors wrong. After his electoral defeat, he remained in the public eye and became an even more prominent political figure by criticizing Rouhani's policies and pushing for hard-line policies in both domestic and foreign affairs. Also, given to Astan Quds Foundation’s extensive budget, Raisi has been able to secure alliances with other clerics and build a broad network that has the ability to mobilize advocates countrywide.

Once he takes on the role of Supreme Leader, he will continue his domestic and regional policies. On the domestic front, he will further Iran's Islamisation and regionally he will push to strengthen the "axis of resistance", which is the anti-Western and anti-Israeli alliance between Iran, Syria, Hezbollah, Shia Iraq and Hamas. Nevertheless, if this happens, Iran would live on under the leadership of yet another hardliner and the political scene would not change much. Regardless of who succeeds Khamenei, a political crisis is assured during this transition, triggered by a cycle of arbitrary rule, chaos, violence and social unrest in Iran. It will be a period of uncertainty given that a great share of the population seems unsatisfied with the clerical establishment, which was also enhanced by the current economic crisis ensued by the American sanctions.

1.2 Sadeq Larijani

Sadeq Larijani, who is fifty-eight years old, is known for his conservative politics and his closeness to the supreme guide of the Iranian regime Ali Khamenei and one of his potential successors. He is Shahroudi’s successor as head of the judiciary and currently chairs the Expediency Council. Additionally, the Larijani family occupies a number of important positions in government and shares strong ties with the Supreme Leader by being among the most powerful families in Iran since Khamenei became Supreme Leader thirty years ago. Sadeq Larijani is also a member of the Guardian Council, which vetos laws and candidates for elected office for conformance to Iran’s Islamic system.

Formally, the Expediency Council is an advisory body for the Supreme Leader and is intended to resolve disputes between parliament and a scrutineer body, therefore Larijani is well informed on the way Khamenei deals with governmental affairs and the domestic politics of Iran. Therefore, he meets the requirement of being aligned with Khamenei’s revolutionary and anti- Western ideology, and he is also a conservative cleric, thus he complies with the religious figure requirement. Nonetheless, he is less likely to be appointed as Iran’s next Supreme Leader given his poor reputation outside Iran. The U.S. sanctioned Larijani on the grounds of human rights violations, in addition to “arbitrary arrests of political prisoners, human rights defenders and minorities” which “increased markedly” since he took office, according to the EU who also sanctioned Larijani in 2012. His appointment would not be a strategic decision amidst the newly U.S. imposed sanctions and the trouble it has brought upon Iran. Nowadays, the last thing Iran wants is that the EU also turn their back to them, which would happen if Larijani rises to power. However it is still highly plausible that Larijani would be the second one on the list of prospective leaders, only preceded by Raisi.

 

 

2. LEAST LIKELY SCENARIO: SUCCESSOR NOT APPOINTED

2.1 Islamic Revolutionary Guard Corps

The IRGC’s purpose is to preserve the Islamic system from foreign interference and protect from coups. As their priority is the protection of national security, the IRGC necessarily will take action once Khamenei passes away and the political sphere becomes chaotic. In carrying out their role of protecting national security, the IRGC will act as a support for the new Supreme Leader. Moreover, the IRGC will work to stabilize the unrest which will inevitably occur, regardless of who comes to power. It is our estimate that the new Supreme Leader will have been appointed by Khamenei before death, and thus the IRGC will do all in their power to protect him. In the unlikely case that Khamenei does not appoint a successor, we believe that there are two unlikely options of ruling that could arise.

The first, and least likely, being that the IRGC takes rule. Moreover, it is highly unlikely that the IRGC takes power. This would violate the Iranian constitution and is not in the interest to rule the state. What they are interested in is having a puppet figure who will satisfy their interests. As the IRGC's main role is national security, in the event that Khamenei does not appoint a successor and the country goes into political and social turmoil, the IRGC will without a doubt step in. This military intervention will be one of transitory nature, as the IRGC does not pretend to want direct political power. Once the Supreme Leader is secured, the IRGC will go back to a relatively low profile.

In the very unlikely event that a Supreme Leader is not predetermined, the IRGC may take over the political regime of Iran, creating a military dictatorship. If this were to happen, there would certainly be protests, riots and coups. It would be very difficult for an opposition group to challenge and defeat the IRGC, but there would be attempts to overcome it. This would be a regime of temporary nature, however, the new Supreme Leader would arise from the scene that the IRGC had been protecting.

2.2 Mohsen Kadivar

In addition, political dissident and moderate cleric Mohsen Kadivar is a plausible candidate for the next Supreme Leader. Kadivar’s rise to political power in Iran would be a black swan,  as it is extremely unlikely, however, the possibility should not be dismissed. His election would be highly unlikely due to the fact that he is a vocal critic of clerical rule and has been a public opposer of the Iranian government. He has served time in prison for speaking out in favor of democracy and liberal reform as well as publicly criticizing the Islamic political system. Moreover, he has been a university professor of Islamic religious and legal studies throughout the United States. As Kadivar goes against all requirements to become successor, he is highly unlikely to become Supreme Leader. It is also important to keep in mind that Khamenei will most likely appoint a successor, and in that scenario, he will appoint someone who meets the requirements and of course is in line with what he believes. In the rare case that Khamenei does not appoint a successor or dies before he gets the chance to, a political uprising is inevitable. The question will be whether the country uprises to the point of voting a popular leader or settling with someone who will maintain the status quo.

In the situation that Mohsen Kadivar is voted into power, the Iranian political system would change drastically. For starters, he would not call himself Supreme Leader, and would instill a democratic and liberal political system. Kadivar and other scholars which condemn supreme clerical rule are anti-despotism and advocate for its abolishment. He would most likely establish a western-style democracy and work towards stabilizing the political situation of Iran. This would take more years than he will allow himself to remain in power, however, he will probably stay active in the political sphere both domestically as well as internationally. He may be secretary of state after stepping down, and work as both a close friend and advisor of the next leader of Iran as well as work for cultivating ties with other democratic countries.

2.3 Sayyid Mojtaba Hosseini Khamenei

Khamenei's son, Sayyid Mojtaba Hosseini Khamenei is also rumored to be a possible designated successor. His religious and military experience and dedication, along with being the son of Khamenei gives strong reason to believe that he may be appointed Supreme Leader by his father. However, Mojtaba is lacking the required religious status. The requirements of commitment to the IRGC as well as anti-American ideology are not questioned, as Mojtaba has a well-known strong relationship with the Islamic Revolutionary Guard Corps. Mojtaba studied theology and is currently a professor at Qom Seminary in Iran. Nonetheless, it is unclear as to whether Mojtaba’s religious and political status is enough to have him considered to be the next Supreme Leader. In the improbable case that Khamenei names his son to be his successor, it would be possible for his son to further commit to the religious and political facets of his life and align them with the requirements of being Supreme Leader.

This scenario is highly unlikely, especially considering that in the 1979 Revolution, monarchical hereditary succession was abolished. Mojtaba has already shown loyalty to Iran when taking control of the Basij militia during the uproar of the 2009 elections to halt protests. While Mojtaba is currently not fit for the position, he is clearly capable of gaining the needed credentials to live up to the job. Despite his potential, all signs point to another candidate becoming the successor before Mojtaba.

 

3. PATH TO DEMOCRACY

Albeit the current regime is supposedly overturned by an uprising or new appointment by the current Supreme Leader Khamenei, it is expected that any transition to democracy or to Western-like regime will take a longer and more arduous process. If this was the case, it will be probably preceded by a turmoil analogous to the Arab Springs of 2011. However, even if there was a scream for democracy coming from the Iranian population, the probability that it ends up in success like it did in Tunisia is slim to none. Changing the president or the Supreme Leader does not mean that the regime will also change, but there are more intertwined factors that lead to a massive change in the political sphere, like it is the path to democracy in a Muslim state.

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Entrevista con el embajador Francisco Pascual de la Parte, autor de “El imperio que regresa. La Guerra de Ucrania 2014-2017” 

Francisco Pascual de la Parte, durante la presentación de su libro [Manuel Castells]

▲ Francisco Pascual de la Parte, durante la presentación de su libro [Manuel Castells]

ENTREVISTAVitaliy Stepanyuk

Pocos tienen un conocimiento tan directo de las relaciones de Rusia con Ucrania y otros territorios de la antigua URSS como Francisco Pascual de la Parte, quien ha sido ministro-consejero de la Embajada de España en Moscú, embajador en Kazajstán y cónsul general en San Petersburgo, entre otros destinos. Es autor del libro “El imperio que regresa. La Guerra de Ucrania 2014-2017”. Durante su presentación en la Universidad de Navarra, Global Affairs pudo conversar extensamente con el diplomático español sobre la crisis ucraniana y la política exterior rusa.

1. Desde el punto de vista de la geopolítica de la región, ¿quiénes son los principales actores?

Los principales actores en la crisis ucraniana se dividen en dos grupos: los que participan directamente en el conflicto armado y los que no participan en él, pero sí intervienen en la crisis. Los principales actores, obviamente, son el Gobierno ucraniano y los separatistas de las autoproclamadas Repúblicas pro-rusas del Donbass (regiones de Donetsk y Lugansk), respaldados y armados por Rusia.

En un segundo círculo concéntrico, los actores son Ucrania y Rusia, que se ha anexionado Crimea en respuesta al derrocamiento del presidente ucraniano pro-ruso Viktor Yanukovich, y que, como digo, apoya además a los separatistas ucranianos.

En un tercer círculo concéntrico, se sitúa la discrepancia entre Rusia y la Unión Europea (UE), que estima ilegal la anexión de Crimea y la intervención rusa en el Donbass, por lo que ha impuesto sanciones económicas, respondidas por Rusia.

En un cuarto círculo concéntrico tenemos una rivalidad entre Rusia y Estados Unidos, que acusa a Moscú de violar la integridad territorial de Ucrania y menoscabar con ello la seguridad en Europa. Este enfrentamiento tiene consecuencias para todo el planeta, ya que genera desconfianza y hostilidad entre ambas superpotencias que repercute en sus relaciones mutuas, fundamentalmente en los tratados de desarme y en sus posiciones en crisis como las de Siria, Corea del Norte, Venezuela y cualquier parte del mundo.

Por último, tenemos el enfrentamiento entre Rusia y la OTAN, a la que Rusia imputa la iniciativa hostil de haberse extendido hacia el Este, provocando con ello la reacción rusa cuando, teóricamente, tras la caída de la URSS, la OTAN había prometido no llevar a cabo su ampliación.

Todos estos son los actores. Unos participan en el primer círculo concéntrico, otros en el segundo y otros en todos.

2. En relación con la pregunta anterior, ¿cuál es el principal objetivo en esta lucha?

La respuesta a esta pregunta dependerá del actor en el que nos centremos. Obviamente no persiguen lo mismo los líderes de las repúblicas rebeldes que el Gobierno ucraniano o que el Gobierno ruso. En mi opinión, el régimen ruso persigue garantizar su seguridad mediante la recuperación del rango de gran potencia. Al controlar el espacio postsoviético e impulsar la Unión Económica Euroasiática (UEE) incluyendo a Ucrania, Rusia preveía fortalecer su posición internacional. Pero al negarse Ucrania a formar parte de la UEE y preferir una Asociación con la UE de Bruselas, ese plan de Rusia quedó muy dañado. En otras palabras, como decía Brzezinski, antiguo consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Rusia con Ucrania es un imperio, pero sin Ucrania es un estado normal. Pero como no se resigna a ser un Estado normal, no quiere perder el control sobre Ucrania. Rusia estima que sólo así puede garantizar su seguridad.

El fin que persiguen las autoproclamadas Repúblicas de Donetsk y Lugansk no está muy claro, porque ha ido cambiando con el tiempo. Primero era la autonomía, después la independencia, después la anexión a Rusia y después otra vez la autonomía. Varios de los líderes que proclamaban la independencia han desaparecido en extrañas circunstancias, siendo reemplazados por otros líderes.

En este momento el liderazgo de esas repúblicas está enteramente bajo el control de Moscú. Teóricamente, de ello habría que concluir que el fin de la Repúblicas de Donetsk y Lugansk es el mismo que el fin de los líderes rusos. Pero yo no estoy tan seguro, ya que había dirigentes en los gobiernos de esas repúblicas que, al principio, querían otro tipo de Estado. Es decir, no formar parte de Ucrania, pero tampoco de Rusia, aunque dieran primacía a la relación con esta. Una especie de Estado que fuera autónomo tanto de Rusia como de Ucrania, pero dentro del denominado “mundo ruso”: conjunto de pautas culturales, creencias y costumbres que identifican al pueblo ruso, basado en los valores tradicionales de la Rusia de los zares. Algunos de sus líderes más nacional-patriotas propugnaron, tras proclamar la secesión, fidelidad a la ortodoxia, protección a la familia, prohibición de los abortos, el juego, la prostitución, el divorcio… En fin, un gobierno que no hubiera encontrado encaje ni en una Ucrania integrada en la UE, abierta, por tanto, a asimilar la ideología de género y otros valores contrarios al “mundo ruso”, ni en una Rusia como la actual, que ellos consideraban gobernada por excomunistas descreídos y antiguos jefes de los servicios de inteligencia soviéticos. Los primeros dirigentes separatistas rebautizaron a su nuevo Estado como “Novorrossiya”, retomando el nombre de la Ucrania Oriental en la época zarista, cuyos territorios habían sido conquistados por Catalina la Grande a los turcos y a los cosacos ucranianos en el siglo XVIII.

Pero ese plan no pareció convenir a Rusia. En un momento dado, Moscú dejó de apoyar el “proyecto Novorrossiya” y provocó el reemplazo de los dirigentes que lo propugnaban. ¿Por qué? Muchos analistas estiman que el surgimiento de un Estado como Novorrosiya hubiera dado alas a la ya poderosa corriente nacionalista rusa de extrema derecha (propugnada, entre otros, por Alexander Duguin) que acusaba a Putin de traición por no haber invadido sin contemplaciones toda Ucrania, y fomentaría el surgimiento dentro de la misma Rusia de iniciativas análogas en otros territorios de la Federación Rusa donde los elementos tradicionalistas nacional-patrióticos tuvieran apoyo popular. En consecuencia, Rusia pareció optar por mantener esas repúblicas dentro de Ucrania, pero controladas por ella o, en caso extremo, proceder a una anexión de facto. Ambas soluciones le beneficiaban, pues impedían que Ucrania pudiera incorporarse a la OTAN y que tuviera suficiente margen de maniobra como Estado soberano, al tener dentro el caballo de Troya de esas repúblicas, controladas por dirigentes afines al Kremlin. 

El fin que persigue la UE es la estabilidad y prosperidad en su frontera oriental, exportando a las repúblicas ex-soviéticas sus programas de reformas económicas y políticas. Para ello, la UE puso en marcha su programa denominado “Partenariado Oriental” con varias de esas repúblicas. Cuantos más países de la antigua Unión Soviética asimilen los principios de la UE (Derechos Humanos, elecciones transparentes, igualdad ante la ley, ausencia de privilegios de casta, etc.) más segura estará la frontera oriental y más podrá extenderse el mercado europeo hacia esos países, incorporándolos gradualmente. En definitiva, para la UE la finalidad sería la estabilidad de la frontera Este, la extensión a los países de Europa Oriental de los principios que han dado origen a la UE y la expansión a ellos de su área de seguridad y prosperidad. 

Para EEUU, el principal objetivo sería el impedir que la URSS se reconstruya bajo otro nombre y vuelva a ser un factor de inestabilidad para las democracias. EEUU ha visto cómo poco a poco el control o la influencia rusa en antiguas regiones y repúblicas soviéticas ha aumentado y cómo estas han ido siendo recuperadas por Moscú, una tras otra. Primero fue Abjasia, luego Transnistria, luego Osetia del Sur…, amén de la influencia rusa en Bielorrusia, Kazajistán, Tayikistán, Kirguistán y, ahora, Ucrania, tras la anexión de Crimea y el control del Donbass. Algunos analistas observan ese proceso como una reconstrucción del control de Moscú sobre el espacio post-soviético, como ocurría bajo la URSS. Frente a ello, Washington sostiene que cada país tiene derecho a elegir libremente el organismo internacional y el sistema de seguridad colectiva al que quiere pertenecer, por lo que Rusia no tiene derecho de veto sobre la libre opción de un país determinado de Europa Oriental a ser miembro de la OTAN, o dejar de serlo, decisión que deben tomar sus propios ciudadanos, como ocurriría en el caso de Ucrania. En fin, cada parte en esta crisis persigue un objetivo diferente.

3. El conflicto de Ucrania estalló de manera imprevista. Cientos de personas salieron a las calles pidiendo una mejora en las condiciones de vida y el fin de la corrupción. ¿Cómo podríamos explicar el hecho de que el conflicto surgiese tan repentinamente?

En realidad, no se trata de un conflicto aislado, ni surgió por sorpresa, sino que desde la disolución de la URSS, las cancillerías y embajadas occidentales ya recibieron hasta ocho avisos de lo que iba a ocurrir y no supieron interpretar esas advertencias.

El primer aviso se dio en diciembre de 1986, en Kazajistán, con una serie de revueltas populares que ya indicaban lo que iba a ocurrir. Allí tuvieron lugar unos gravísimos disturbios, cuando el presidente de la República Socialista Soviética de Kazajistán, el presidente Kunáyev, dimitió y fue sustituido por un ruso, Gennady Kolbin. En ese momento, jóvenes kazajos salieron a las calles a protestar contra la decisión impuesta por Moscú de nombrar un presidente que no fuera étnicamente kazajo y que no conocía ni el idioma, ni las particularidades del país. Hasta hoy no se sabe el número de muertos que hubo en la represión de las tropas de la KGB, del ejército y de la policía, que fueron enviados urgentemente desde Rusia para aplastar la insurrección.

El segundo aviso consistió en la guerra de 1988 en Nagorno Karabaj (una región montañosa autónoma, poblada por armenios, de religión ortodoxa, enclavada en mitad de la república islámica de Azerbaiyán). Cuando los habitantes y las autoridades de Nagorno Karabaj vieron que la URSS se desintegraba, temieron que en el caos de la desintegración iban a sufrir represión y arreglos de cuentas de la gran mayoría musulmana que les rodeaba. Por consiguiente, el Parlamento de esa región autónoma solicitó la anexión a Rusia. Cuando esto ocurrió, las autoridades de Azerbaiyán enviaron sus tropas para impedir la secesión. Se originó una guerra que aún no ha acabado.

El tercer aviso, ocurrido en 1989, fue la “Masacre de Tiblisi” (Georgia), cuando miles de georgianos salieron a las calles en favor de la independencia de Georgia respecto de la URSS. El ejército soviético envió tropas especiales para reprimir la sublevación, como había ocurrido en Kazajistán. Allí murieron muchos civiles. Esa masacre dio lugar al Síndrome de Tiblisi: ningún alto cargo soviético quiso asumir, desde entonces, la responsabilidad de haber dado la orden de la intervención. A partir de ese momento, el ejército no volvería a intervenir contra el pueblo a no ser que recibiese por escrito una orden con la firma de quien decidía la intervención.

El cuarto aviso data de 1990 con la guerra civil de Transnistria, una franja oriental de mayoría étnica rusa en la república de Moldavia, que es de mayoría étnica rumana. Ocurrió que tras la independencia de Moldavia en 1991, los habitantes de Transnistria temieron quedar oprimidos en el nuevo país, de lengua y tradiciones principalmente rumanas. Por tanto, declararon su propia independencia de Moldavia, iniciando consecuentemente un conflicto que dejaría más de 20.000 muertos.

En todos estos casos y en otros que vendrían después, Rusia apoyó siempre a los secesionistas, puesto que eso era una forma de mantener a las repúblicas que querían separarse de la URSS controladas mediante una minoría dentro de ellas, que impedía su consolidación como soberanas e independientes.

El siguiente aviso consistió en el fallido intento de golpe de Estado en Moscú de agosto de 1991. Aunque fracasó, esa intentona abrió los ojos a otras repúblicas sobre el peligro de involución y regreso a la URSS y, a partir de ese momento, el proceso secesionista se aceleró.

El sexto aviso consistió en el referéndum convocado en Ucrania en diciembre de 1991. Bajo la pregunta “¿Está usted de acuerdo en que Ucrania se separe de la URSS y sea un Estado independiente?”, el 98% de la población ucraniana votó que sí, incluida Crimea.

Junto a estos avisos habían tenido lugar otros indicadores más, como el movimiento separatista en Abjasia (región del noroeste de Georgia), que en 1992 declaró su independencia de Georgia, la cual deseaba independizarse de Rusia por completo. Rusia apoyó a los separatistas también aquí.

El último aviso tuvo lugar en 2007, en Osetia del Sur. Fue tras un intento del gobierno de Georgia para lograr que la región separatista de Osetia del Sur volviese bajo su control empleando para ello su ejército. Rusia, que tenía estacionadas en Osetia Fuerzas para el mantenimiento de la paz desde un conflicto anterior,  intervino en favor de los separatistas, obligando a Georgia a renunciar al control de esa región.

4. Aunque a EEUU el conflicto ucraniano le preocupa, no le inquieta tanto como otros temas. De hecho, EEUU no está actuando y únicamente verbaliza su preocupación. ¿Es posible que no esté ofreciendo una respuesta clara porque piensa que fundamentalmente es un problema europeo?

A EEUU le preocupa por la sencilla razón de que la solución de otras crisis que ocurren en el mundo, fundamentalmente las de Siria, Venezuela y la de Corea del Norte, depende de que haya confianza y buena relación entre Moscú y Washington. Y nunca la habrá si previamente no se resuelve el tema de Ucrania. Lo que está envenenando las relaciones es Ucrania. De hecho, dudo mucho que sin la guerra en Ucrania hubiese habido una intervención rusa en la guerra en Siria como la que ha habido.

Cuando Occidente intenta aislar a Rusia imponiendo sanciones, Rusia tiene que salirse por algún lado. Por ello, para demostrar que no se le puede aislar y que es un protagonista en la escena internacional, Rusia interviene en Siria, en Venezuela o donde puede plantar cara a EEUU. Estaría emitiendo un mensaje parecido a este: “aunque me queráis aislar y reducirme a potencia regional de segundo orden, os puedo demostrar que sin mí no tiene solución ninguna crisis mundial. Es más, si quiero, os provoco otras crisis”.

5. ¿Qué opinan los propios ciudadanos rusos sobre la anexión de la península de Crimea?

La intervención y consiguiente anexión de Crimea por Rusia, dentro del conflicto ucraniano, es el punto que más envenena las relaciones entre Rusia y Occidente, pero también repercute en la opinión pública rusa.

Porque, claro, Rusia tiene un PIB del tamaño del de Italia y está manteniendo intervenciones en el exterior que le cuestan mucho dinero. Sus hospitales están en una condición lastimosa, la enseñanza atraviesa por una gran carencia de medios y disminución de calidad, las pensiones son bajísimas, se ha retrasado la edad de jubilación… Muchos en Rusia están disgustados por que, en estas circunstancias, se dediquen recursos ingentes a subvencionar Crimea. Porque Crimea no se sostiene sola. Antes, cuando estaba en paz y gracias al turismo, sí que podía llegar a sostenerse a sí misma. Pero ahora, ¿quién va a Crimea? ¿quién invierte en Crimea? Todo lo subvenciona el gobierno ruso. Eso estaría al alcance de un país con un PIB gigantesco, pero difícilmente un país que tenga un PIB como el de Italia o España y que dedique, directa o indirectamente, un tercio del PIB a sus fuerzas armadas y de policía. Además de tener que subvencionar Crimea, Rusia tiene que subvencionar Abjasia, Transnistria, Osetia y el Donbass. Por este motivo, hay en Rusia quien ya se pregunta si no fue un error la anexión de Crimea, como, por ejemplo, uno de sus más influyentes diarios, “Vedomosti”.

Por otra parte, una razón importante por la que los dirigentes rusos no ven con buenos ojos discutir sobre este asunto podría ser Chechenia. Según algunos expertos de Derecho Internacional, como la catedrática de Derecho Internacional de la Complutense, Araceli Mangas Martín, todos los argumentos que Rusia esgrime para justificar la secesión de Crimea de Ucrania valdrían para justificar una futura secesión de Chechenia de Rusia. ¿Qué ocurriría, se preguntan algunos analistas, si dentro de 10 o 20 años se formara una mayoría chechena que reclamara la secesión de Rusia en un referéndum invocando el precedente de Crimea? 

El tema de la legitimidad de la anexión de Crimea es un tema tabú en la sociedad rusa, por muchas razones. No se puede hablar de él con tranquilidad. De hecho, el único diputado de la Duma (Parlamento ruso) que votó en contra de la incorporación de Crimea a Rusia ha tenido que exiliarse porque ha sido amenazado. En los programas de televisión los debates sobre la existencia y legitimidad de la anexión de Crimea no suelen permitirse y cuando se tocan tiene que ser siempre desde el punto de vista oficial.

 

Despliegue de tropas ucranianas, en junio de 2014 [Wikipedia]

Despliegue de tropas ucranianas, en junio de 2014 [Wikipedia]

 

6. ¿Ve usted posible que Rusia acabe abandonando la guerra en Ucrania? Además, ¿podría Crimea volver a formar parte del territorio ucraniano?

Rusia ha dejado muy clara una cosa: no va a permitir jamás que los rebeldes y los separatistas ucranianos de las Repúblicas de Donetsk y Lugansk sean derrotados por el ejército ucraniano. No lo va a permitir. 

La única posibilidad de que Rusia abandonase su intervención militar en Ucrania sería que los secesionistas ganasen su confrontación con el gobierno ucraniano y consolidasen una independencia de este bajo el control indiscutido de Moscú.

Segundo, veo el regreso de Crimea a Ucrania muy difícil, prácticamente imposible. Porque Rusia está convirtiendo Crimea en una inmensa base militar que estima imprescindible frente a una OTAN expansiva. La está dotando de los más modernos sistemas de armamento: radares, cohetes, una moderna flota...

7. Demográficamente, ¿el porcentaje de rusos en Crimea es tan alto como se dice?

Según algunos analistas, el Kremlin juega con las cifras. Unas veces habla de rusos étnicos, otras veces de rusohablantes. Odesa o Jarkiv, por ejemplo, son grandes ciudades ucranianas rusohablantes, pero que están de parte del gobierno de Kiev. ¿Qué entiende Rusia por “ruso”? Dicen las autoridades rusas: “Es que la mayor parte de los habitantes de Crimea votaron legítimamente por la secesión e incorporación a Rusia en referéndum por una mayoría afirmativa en torno al 90%, constituyendo además los rusos la gran mayoría de la población en la península”. Defíname eso. ¿Qué pasa con el 13% de tártaros, qué pasa con el 20% de ucranianos? Y los que Moscú llama rusos en Crimea, ¿qué son exactamente: rusos étnicos, rusohablantes, titulares de pasaporte ruso, rusos por opción, por nacimiento, por matrimonio? ¿Con qué documentación electoral y con qué control de las votaciones se hizo el referéndum? ¿Se contaban como votantes censados las tropas de la base rusa de Sebastopol o no se contaban? ¿Cómo se controlaron las votaciones dentro de los cuarteles militares? En fin, es como decir “españoles” refiriéndonos a cualquier país iberoamericano. En Argentina o Cuba puede haber 700.000 españoles. ¿Aceptamos entonces que en un territorio de Argentina, Cuba o Venezuela, donde la mayoría sean españoles, estos organicen un referéndum por la secesión y su reincorporación a España y les armamos clandestinamente?

La pregunta que nos debería preocupar es: ¿en qué se distingue ciudadanía de nacionalidad? En los países occidentales ciudadanía y nacionalidad son lo mismo. Sin embargo, en Rusia no es así, y aquí vamos al meollo del problema. En los países de la antigua órbita soviética, nacionalidad significa “pertenencia a un grupo étnico”. Mientras que ciudadanía significa “sometimiento al régimen político, jurídico y administrativo de un Estado determinado, con independencia de la etnia a la que se pertenezca”.

En Rusia son cosas completamente diferentes. Tanto es así que en los documentos de identidad de Rusia y de Ucrania, hasta hace poco, figuraba como “nacionalidad” el grupo étnico del titular: judío, tártaro, ruso... Por eso, cuando Rusia se anexionó Crimea, la principal razón que dio el presidente Putin para hacerlo fue que debía proteger a los “rusos” en Ucrania, a “sus” nacionales en Ucrania, frente a la “Junta Fascista” de Kiev que les amenazaba. Para un ruso, puedes cambiar la ciudadanía; en cambio, la nacionalidad no se pierde nunca, y Rusia debe proteger a quienes ostentan la suya.

Todo ello explica que antes de intervenir en una república ex -soviética que se quiere separar de la órbita de Moscú, lo primero que hace Rusia es repartir pasaportes rusos entre ciudadanos de esas repúblicas a los que, a partir de ese momento, considera rusos, y luego, argumenta que los tiene que proteger.

De los ucranianos que vivían en Crimea, muchos la han abandonado. Otros, se han quedado en Crimea, por supuesto, pero sin poder poner en tela de juicio que Crimea pertenece a Rusia, sometiéndose a las autoridades rusas, debiendo, en muchos casos, obtener otra nueva documentación, distinta a la que tenían antes, y  prestando lealtad y sometimiento a otro Estado distinto a aquel en el que vivían hasta hace poco.

8. ¿Podríamos decir que Rusia y Occidente tienen interpretaciones diferentes sobre los principios que han de regir las relaciones internacionales?

Ese principio fundamental para el Kremlin de defender militarmente a los rusos estén donde estén, incluido el territorio de otra república ex-soviética, choca con otros principios básicos para la UE, EEUU y países occidentales: la integridad territorial del Estado, la soberanía del Estado y la igualdad de todos antes la ley... Si tú quieres proteger a los rusos que viven en Ucrania anexionándote Crimea porque tiene mayoría rusa, obviamente estás violando el principio de integridad territorial del Estado. Sin embargo, Rusia piensa que ella sí que ha respetado la integridad territorial de Ucrania, porque la integridad territorial tiene para los dirigentes rusos un significado diferente al nuestro. Para ellos la integridad territorial se refiere al aparato del Estado, pero no al territorio. Rusia da prioridad a otros principios, como es la protección de sus nacionales.

Por todos estos motivos este conflicto es tan peligroso, porque ni Occidente ni Rusia pueden renunciar a principios que consideran básicos. Por eso, cuando hablamos de diálogo de la UE y EEUU con Rusia para solventar este conflicto, estamos pidiendo un diálogo entre dos partes que hablan un lenguaje diferente, porque Rusia atribuye a los conceptos un significado completamente distinto al que les atribuimos nosotros.

9. La política rusa de protección de los rusos étnicos puede recordar mucho, en gran medida, la política de la Alemania nazi de la década de 1930 de intentar unir a todos los alemanes étnicos. ¿Considera que la situación es similar?

No solamente a los años 30, sino también al tiempo de la Primera Guerra Mundial, que estalló porque Serbia quería proteger a los serbios que vivían fuera del territorio de Serbia, los cuales se consideraban oprimidos y maltratados por las autoridades del Imperio Austrohúngaro, cuando este se anexionó Bosnia-Herzegovina. Uno de los que se sentían oprimidos, el estudiante Gavrilo Princip, con auxilio logístico de la policía secreta serbia, mató al heredero del trono de Austria-Hungría durante su visita a Sarajevo, la capital de Bosnia-Herzegovina. Eso provocó una reacción en cadena y una Guerra Mundial.

En la Segunda Guerra Mundial, Alemania exige que todos los alemanes vivan dentro del mismo Estado. Desgraciadamente, no todos los alemanes vivían en Alemania. Los nazis deciden entonces lograr que todos los alemanes de raza aria, superior, queden en un solo Estado, dirigidos por un solo Führer. Para ello, se anexionan Austria. Las potencias occidentales se quedan perplejas. Resultaba que también había alemanes en Checoslovaquia, que no estaban bien tratados por las autoridades checoslovacas, según los nazis. Entonces, el Führer fuerza a los checoslovacos a cederle los Sudetes. Luego Alemania se anexiona otros territorios y las potencias occidentales ceden. Más tarde, Hitler reclama el corredor polaco y la ciudad alemana de Danzig, territorio también de población alemana, pero situado en Polonia, y es allí cuando, definitivamente, Inglaterra y Francia, que habían ofrecido garantías a Polonia,  reaccionan.

Para algunos analistas occidentales, la situación recuerda mucho a lo que ocurre ahora en la antigua URSS. Primero, Rusia se anexiona una parte de otro país, luego se instala en una parte de otro, con la misma justificación: la de que hay rusos en ellos que hay que proteger. En mi opinión, la situación no es exactamente la misma, pero tiene alarmantes parecidos.

10. La lección de los años 30 es que la política de apaciguamiento no evitó la guerra, sino que simplemente la aplazó e hizo que se combatiese en peores condiciones. Entonces, ¿cuál es la actitud recomendable ante la política rusa?

Existen dos tendencias fundamentales: la primera comprende las tendencias al apaciguamiento y la segunda las tendencias a la firmeza. Entre las tendencias al apaciguamiento encontramos, a su vez, tres corrientes distintas:

–Un primer grupo de expertos llama la atención sobre un hecho fundamental: que Rusia está dispuesta a llegar más lejos que Occidente en el conflicto de Ucrania, porque para Rusia Ucrania es una cuestión vital, mientras que para Occidente no. Habría que llevar a cabo una revisión territorial. Vamos a ceder y vamos a dejar que Rusia se quede con sus rusos, y aquí se acaba el problema. Firmamos un acuerdo, y Rusia tiene su zona de influencia.

–La segunda corriente defiende la idea de convertir Ucrania en un Estado neutral para que Rusia no perciba una amenaza. Ello implicaría que se decida la congelación de la expansión OTAN, que ya no se extendería a ningún país más de la Europa oriental; se otorgue una autonomía muy amplia a las regiones de Ucrania oriental pobladas mayoritariamente por rusos, y se admita que Crimea forma parte de Rusia en compensación a la extensión de la OTAN hacia el Este.

–Según la tercera corriente, Rusia, al anexionarse Crimea y al intervenir en Ucrania oriental, no observó un comportamiento agresivo. Muy al contrario, actuaba en su legítima defensa, y a ningún país se le puede negar la legítima defensa. Decimos eso porque si hubiese triunfado la revolución del Maidán en toda Ucrania, incluida Crimea, y en toda Ucrania se hubiese implantado un régimen proclive a Occidente, hubiera sido cuestión de muy poco tiempo que el nuevo gobierno ucraniano hubiese solicitado el ingreso en la OTAN. Eso hubiera conllevado que las fronteras de la OTAN se hubiesen acercado todavía más a Rusia, poniendo en peligro la seguridad del país. Por tanto, Rusia, al actuar en Ucrania, únicamente lo hace en legítima defensa. Esta tercera corriente propugna la desmilitarización del Donbass, que la seguridad de las fronteras quede garantizada por una fuerza de mantenimiento de la paz bajo el mando de la ONU, y la admisión de Crimea como parte de Rusia, en compensación al hecho de que la OTAN ha incorporado países que antes pertenecían a la URSS.

Como comentamos anteriormente, existe una segunda tendencia que aboga por la firmeza: “No vamos a repetir el error de Múnich de ceder, ceder y ceder, porque si continuamos así, la próxima vez nos encontraremos con que Rusia intenta anexionarse un país báltico”, donde, por cierto, en Estonia y en Letonia tiene importantísimas minorías. La principal corriente de este grupo piensa que no podemos repetir el error de Yalta, de dejar dividir Europa en zonas de influencia y sobre todo de imponer la neutralidad a un país que no la desea. Por otra parte, lo que se estaría haciendo al admitir que Rusia se quedase con todas estas regiones es negarle a Ucrania, precisamente, su derecho a la legítima defensa. 

Otro grupo de esta tendencia sostiene que los partidarios de la estrategia de apaciguamiento no ofrecen ninguna solución a cómo se garantizaría entonces la seguridad de los países de Europa del Este. Además, el hecho de no extender la OTAN y de ser condescendientes con Rusia para evitar provocar a Rusia es un dilema falso, porque Rusia ya hace todo lo que puede por fastidiar a Occidente, todo el límite de provocación ya está superado. Si se quiere conseguir la estabilidad de Europa a base de cerrar los ojos y permitir que Rusia controle las zonas que antes pertenecían a la URSS, existe el riego de que Rusia siga ocupando territorios. ¿Hasta dónde tienen que llegar las fronteras de Rusia para que Rusia se sienta segura?

Además de las dos tendencias anteriores, existe una tercera corriente de pensamiento que llama la atención. Dice que en el caso de la Alemania nazi hay un hecho diferencial respecto de la situación actual: en aquel momento no existían las armas nucleares. En aquel momento, quizás fuera prioritario detener a Hitler a costa de pagar un alto precio, porque de lo contrario las consecuencias habrían sido catastróficas. Era un mal menor frente a un mal mayor. Sin embargo, ahora este dilema no existe, ya que ahora el dilema está entre llegar a un entendimiento con Rusia o una guerra nuclear.

La pregunta que plantea esta tercera posición es: ¿cuál es nuestra prioridad, castigar a Rusia o conseguir la estabilidad en Europa? Si elegimos la primera opción, entonces lo que habría que hacer es armar a Ucrania. Sin embargo, si nuestra prioridad es recuperar la estabilidad en Europa, entonces tenemos que iniciar conversaciones con Rusia. En realidad, a largo plazo, Occidente es mucho más fuerte que Rusia, pero el inconveniente que tiene a largo plazo es que no sabes si en ese periodo de tiempo tan grande estaremos todos muertos. Si Rusia ve que es más débil a largo plazo, obviamente intentará aprovechar la situación mientras todavía es fuerte.

 

Efectivos de la autoproclamada República Popular de Donetsk, en mayo de 2015 [Mstyslav Chernov]

Efectivos de la autoproclamada República Popular de Donetsk, en mayo de 2015 [Mstyslav Chernov]

 

11. Puede existir la interpretación de que lo que ocurrió en Crimea fuese una reacción de legítima defensa por parte de Rusia para evitar que su base naval de Sebastopol se convirtiera en base de la OTAN.  Rusia habría interpretado eso como una amenaza a su seguridad y, por tanto, habría intervenido para proteger su seguridad. Teniendo esto presente, tomemos como ejemplo la crisis de Cuba de 1962. Cuba decidió comprar armamento para colocar cohetes atómicos soviéticos en territorio cubano. Podían hacerlo desde el punto de vista del Derecho Internacional, eran dos países soberanos que podían venderse armas unos a otros. EEUU se sintió atacado ante la posibilidad de que hubiera cohetes en Cuba e intervino en Cuba. ¿No ha ocurrido lo mismo con Crimea y la URSS? En un segundo supuesto, imaginémonos que en México entra un gobierno de corte anti-americano, que se siente muy inseguro hacia EEUU y que decide instalar cohetes nucleares en la frontera de Río Grande. ¿EEUU permitiría en aras del Derecho Internacional de integridad territorial que hubiera baterías de cohetes apuntando a las ciudades de EEUU? ¿Qué piensa usted de esto?

Hay similitudes en esos casos, pero no se pueden comparar. Las diferencias que yo veo son, en primer lugar, que EEUU impuso un bloqueo en Cuba, pero no invadió Cuba, como usted dice, ni se anexionó región de Cuba alguna. Kennedy metió la pata con su invasión de Bahía de los Cochinos, retiró a sus tropas de allí y pidió públicamente perdón por la iniciativa. No me puedo imaginar a un líder ruso pidiendo públicamente perdón por la invasión ilegal por la URSS o por Rusia de un país soberano y sin declaración de guerra: Finlandia en 1939, los Bálticos en 1940, Hungría en 1956, Checoslovaquia en 1968, Afganistán en 1979, Ucrania en 2014….

En segundo lugar, los misiles instalados en Cuba eran armas nucleares ofensivas muy potentes, instaladas clandestinamente, mientras que EEUU no instala armas nucleares ofensivas comparables cerca de Rusia ni lo ha hecho clandestinamente. Moscú estima que los sistemas antimisiles norteamericanos en Polonia y Rumanía pueden convertirse en ofensivos fácilmente, pero tal recelo ruso se solventaría con un eficaz sistema de inspecciones y verificación. Además, los dirigentes rusos saben perfectamente que tales sistemas no constituyen amenaza efectiva alguna frente a su enorme arsenal nuclear. La prueba está en que presumen de él y lo consideran invulnerable, según palabras del propio presidente Putin.

En tercer lugar, lo de México es política ficción. No es imaginable que EEUU invada militarmente México para proteger a las minorías estadounidenses asentadas en ese país, como ha ocurrido con Crimea o el Donbass. Por otro lado, dudo que fuera posible que se instalaran armas nucleares en México con los acuerdos bilaterales y regionales que están vigentes entre EEUU y México y en el marco del tratado de libre comercio entre EEUU, México y Canadá. No olvidemos que, aunque imperfectos, tanto México como EEUU son regímenes democráticos. Sus líderes responden ante sus electores y ante su pueblo, y son elegidos por este. No es el caso de Cuba ni de la URSS, dictaduras comunistas, ni, según algunos autores, de la Rusia actual, régimen autoritario nacionalista. Las democracias no suelen hacer guerras entre ellas.

El único comportamiento de Estados Unidos similar a lo que ocurre en Crimea fue la invasión de la isla caribeña de Granada. Cuando en Granada subió al poder un régimen marxista, EEUU arguyó la necesidad de proteger a los estudiantes estadounidenses que había allí para intervenir, aunque no estaban en peligro.

Otra diferencia es que lo de Ucrania se inscribe en un proceso o tendencia (Kazajistán, Transnistria…), que parece haber estado perfectamente planificado desde 1990, como hemos comentado antes. No es un caso puntual, sorpresivo e improvisado, como fue la reacción de EEUU ante la instalación de misiles en Cuba en 1962.

12. Lo que ha comentado anteriormente sobre la reacción agresiva de Rusia para evitar el largo plazo, recuerda mucho a la estrategia directa de la contención estadounidense durante la Guerra Fría. La respuesta estadounidense era que, precisamente, había que rearmarse y tener una capacidad militar lo suficientemente intimidatoria para que la URSS no se atreviese a actuar agresivamente. Sería esa otra posible conclusión: ¿Hay que rearmarse?

De hecho, lo estamos haciendo. Para mí, el mayor error de Putin ha sido posibilitar que EEUU consiga en 20 días el consenso para un rearme y fortalecimiento de la OTAN que no había conseguido en 20 años. Ahora tienen una OTAN cohesionada y organizada, han conseguido el compromiso a un aumento de los gastos militares por parte de los aliados de la OTAN que antes eran reticentes a hacerlo.

13. Crimea era parte de Rusia hasta que Kruschev se la cedió a Ucrania en 1954. Además, el Imperio Ruso tuvo miles de muertes por recuperar esa península en la Guerra de Crimea. ¿El hecho de que ese territorio pertenezca a Ucrania o a Rusia es algo que podría ser discutible?

En primer lugar, la constatación de que Kruschev regaló Crimea a Ucrania es, según documentados autores, una de las grandes falsedades difundidas por los centros de inteligencia rusos, que ha sido creída por casi todo el mundo en Occidente. Aunque es cierto que la resolución del Presidium del PCUS de 1954 hace que Crimea pase a depender de Ucrania, con motivo del 300 aniversario de la incorporación de Ucrania al Imperio Ruso, este no era el único motivo, ya que Crimea es una zona muy árida, y el suministro de agua, mano de obra, infraestructura… es muchísimo más fácil desde Ucrania que desde Rusia. A efectos prácticos, es mucho más rentable, como se está viendo actualmente, mantener Crimea desde Ucrania que desde Rusia.

En segundo lugar, la región de Taganrog, más rica y más grande que Crimea, que anteriormente pertenecía a Ucrania, se asignó a Rusia. Por eso, algunos analistas piensan que lo que hubo fue una especie de compensación territorial, porque mantener Taganrog desde Ucrania es muy difícil también.

En tercer lugar, el cambio de fronteras administrativas entre las diferentes regiones de la URSS en tiempos de Stalin y de Kruschev era algo habitual y frecuente. Si consideramos anti-constitucional o ilegal la transferencia de Crimea a Ucrania por Kruschev, también hay que considerar ilegales docenas de modificaciones territoriales análogas que se hicieron en esa época en la URSS.

En cuarto lugar, Crimea ha sido parte de Rusia 250 años (Cuba fue española aproximadamente 400 años) y toda Ucrania occidental era Polonia hasta 1939. Luego Polonia tendría igual derecho a reclamar su parte de Ucrania que Rusia a reclamar la suya. Si vamos a justificar la anexión de territorios en base a vínculos históricos sin respetar los tratados internacionales actuales, entonces habría que rehacer todo el mapa mundial y provocaríamos una escalada bélica. Por esta regla de tres, los españoles deberían reclamar mañana mismo Cuba, pues fue un trauma para nosotros perderla, residen allí miles de españoles y fue mucho más tiempo española que Crimea rusa.

En quinto lugar, y más importante, en el Tratado de Amistad y Cooperación entre Rusia y Ucrania de 1997, Rusia reconoció la independencia e integridad territorial de Ucrania, incluida Crimea.

No podemos estar inmersos en un continuo proceso de reivindicaciones históricas. Para evitar eso existen los tratados internacionales que fijan las fronteras e impiden que volvamos a la selva.

14. Hace unos años fuimos testigos de cómo EEUU luchó por la independencia de Kosovo, la cual reconoció. Por tanto, ¿podríamos decir que el caso de Kosovo constituye un precedente que legitima a Rusia a defender la separación de Crimea?

Para muchos analistas, el caso de Kosovo y el caso de Crimea no tienen relación alguna entre ellos. En primer lugar, dicen, EEUU no buscaba anexionarse Kosovo, a diferencia de lo que Rusia hizo con Crimea. En segundo lugar, el reconocimiento de la independencia de Kosovo tuvo lugar después de 10 años de limpieza étnica llevado a cabo por las tropas Serbias en Kosovo contra la población albanesa. El tema se llevó a la ONU y se discutió durante mucho tiempo. Nada parecido ocurrió en Crimea: no había ningún conflicto entre rusos y ucranianos, no se llevó el tema a la ONU, ni siquiera se llevó al Tribunal Internacional de Justicia (Kosovo sí se llevó). Son cosas completamente diferentes. No había habido ningún incidente serio entre etnias en Crimea que justificase la anexión por parte de Rusia. En Kosovo sí los hubo, con miles de muertos.

Esto supone, según muchos autores, otro éxito de la propaganda rusa, que ha conseguido que mucha gente de Occidente considere que son casos similares. Además, habría que ver en qué condiciones se realizó el referéndum en Crimea: no hubo debates en televisión, no hubo diferentes partidos políticos que expusiesen sus posiciones, no hubo observadores internacionales, no hubo un censo fiable, los puntos de votación estaban tomados por el ejército ruso… No sabemos cómo es esa mayoría que votó a favor.

15. ¿Cómo se puede explicar el enorme poder y popularidad de Putin en un país considerado democrático y en el que existen elecciones regulares?

Un asunto que merece la pena comentar es el fracaso de las reformas democráticas en Rusia. Cuando se desintegra el comunismo en la URSS y Rusia opta por la economía de mercado, por la libertad de comercio y por la democracia liberal, espera recibir un modelo civilizado de todo eso. Lo que recibe, en más de una ocasión, son verdaderos gánsters occidentales haciendo negocios, apropiándose de los recursos económicos y culturales de Rusia, y de los cerebros de Rusia… La versión de la economía de mercado que recibe Rusia tras la implantación de la democracia liberal en el país es horrorosa y, a partir de ese momento, las palabras “democracia” y “reformas” quedan totalmente desacreditadas en Rusia. Ellos tienen una idea de reformas y de democracia totalmente nociva y fatal. Eso fue precisamente lo que catapultó al poder a líderes como Vladímir Putin.

Una cosa que no entendimos en Occidente es que, para un ruso, la estabilidad es mucho más importante que la libertad. Sobre todo no entendimos una cosa muy importante, que fue la pasmosa facilidad del tránsito del comunismo al nacionalismo. Fue una ingenuidad pasmosa por parte de los diplomáticos occidentales pensar que los líderes postcomunistas iban a edificar la democracia sobre las ruinas de la URSS y en contra de sus propios intereses.

El tránsito del comunismo al nacionalismo es, en realidad, muy fácil, porque sus elementos básicos son los mismos: primacía del líder sobre las instituciones, del dogma sobre los principios, de la lealtad sobre los méritos, de los slogans sobre el razonamiento, de la propaganda sobre la información, de la historia virtual sobre la real, etc.

 

Desfile de tropas rebeldes en Donetsk, en mayo de 2015 [Wikipedia]

Desfile de tropas rebeldes en Donetsk, en mayo de 2015 [Wikipedia]

 

16. La población de los países bálticos cuenta con una importante minoría rusa. En esos países se ha estabilizado la situación también porque ha habido un despliegue de la OTAN.¿Ucrania podría entrar en la OTAN y eso estabilizaría la situación o Rusia nunca permitiría que Ucrania entrase en la OTAN?

Hubo un momento en que se le propuso a Rusia unirse a la OTAN. Pero Rusia no quería ser un miembro más de la OTAN, no quería estar sujeta a EEUU, sino que desea tener protagonismo. Por su parte, Ucrania no es igual que los países bálticos. Yo creo que Ucrania no puede, de momento, entrar en la OTAN. Sin embargo, ya hay programas de colaboración entre la OTAN y el gobierno ucraniano. Para mí es consecuencia de la actuación del presidente Putin, porque ¿de qué le sirve ganar Crimea si pierde Ucrania, donde, además, ha hecho surgir un sentimiento anti-ruso? Con esa política, Rusia ha conseguido que la OTAN despierte y se fortalezca (lo que EEUU no había conseguido nunca), y que la mayoría de Ucrania tenga un sentimiento pro-occidental. Todo un balance.

En mi opinión, Rusia hará todo lo posible para evitar que Ucrania entre en la OTAN. No obstante, si Ucrania fuese admitida en la OTAN, Rusia respondería asimétricamente. A mi juicio, el mundo se colocaría al borde de una guerra nuclear.

17. ¿Cree que el asunto de Crimea puede tener una repercusión más amplia, establecer un precedente?

En opinión de muchos analistas, rusos incluidos, lo que Putin ha hecho allí es algo muy peligroso. Porque los argumentos que él da para justificar la secesión de Crimea de Ucrania, valdrían, según esos expertos, para justificar la secesión de otras regiones de Rusia. No ahora, pero sí en el futuro. Rusia tiene cerca de 120 etnias diferentes, imaginémonos que alguna decide aplicarse los argumentos utilizados en al caso de Crimea para justificar su propia secesión.

También hay otra cuestión a tener en cuenta, y es que Rusia se ha presentado como redentora de la humanidad a lo largo de la historia (con la caída de Constantinopla, erigiéndose como la tercera Roma y redentora de lo que quedaba de la civilización, y con la expansión del comunismo tras la Revolución de 1917, con la redención de los oprimidos), y ahora Rusia se presenta de nuevo por tercera vez como redentora de la humanidad. Para Rusia, las pautas morales que ahora en Occidente forman parte ya de los principios básicos de nuestra civilización, son inadmisibles. Ella piensa que nuestra sociedad se está disolviendo y que está totalmente corrompida. Por ejemplo, en Rusia jamás se permitirá la ideología de género y lo consideran como una plaga que está disolviendo la sociedad de Occidente. Esta tendencia que se conoce con el nombre de “mesianismo ruso”, que adopta diferentes formas a lo largo de la historia, es una constante con la que hay que contar. Rusia piensa que no está luchando solamente por Ucrania y por Crimea, sino por toda la civilización.

Categorías Global Affairs: Oriente Medio Seguridad y defensa Siria

Protest in London in October 2018 after the disappearance of Jamal Khashoggi

▲ Protest in London in October 2018 after the disappearance of Jamal Khashoggi [John Lubbock, Wikimedia Commons]

ANALYSISNaomi Moreno Cosgrove

October 2nd last year was the last time Jamal Khashoggi—a well-known journalist and critic of the Saudi government—was seen alive. The Saudi writer, United States resident and Washington Post columnist, had entered the Saudi consulate in the Turkish city of Istanbul with the aim of obtaining documentation that would certify he had divorced his previous wife, so he could remarry; but never left.

After weeks of divulging bits of information, the Turkish president, Recep Tayyip Erdogan, laid out his first detailed account of the killing of the dissident journalist inside the Saudi Consulate. Eighteen days after Khashoggi disappeared, the Kingdom of Saudi Arabia (KSA) acknowledged that the 59-year-old writer had died after his disappearance, revealing in their investigation findings that Jamal Khashoggi died after an apparent “fist-fight” inside the Saudi consulate in Istanbul; but findings were not reliable. Resultantly, the acknowledgement by the KSA of the killing in its own consulate seemed to pose more questions than answers.

Eventually, after weeks of repeated denials that it had anything to do with his disappearance, the contradictory scenes, which were the latest twists in the “fast-moving saga”, forced the kingdom to eventually acknowledge that indeed it was Saudi officials who were behind the gruesome murder thus damaging the image of the kingdom and its 33-year-old crown prince Mohammed bin Salman (MBS). What had happened was that the culmination of these events, including more than a dozen Saudi officials who reportedly flew into Istanbul and entered the consulate just before Khashoggi was there, left many sceptics wondering how it was possible for MBS to not know. Hence, the world now casts doubt on the KSA’s explanation over Khashoggi’s death, especially when it comes to the shifting explanations and MBS’ role in the conspiracy.

As follows, the aim of this study is to examine the backlash Saudi Arabia’s alleged guilt has caused, in particular, regarding European state-of-affairs towards the Middle East country. To that end, I will analyse various actions taken by European countries which have engaged in the matter and the different modus operandi these have carried out in order to reject a bloodshed in which arms selling to the kingdom has become the key issue.

Since Khashoggi went missing and while Turkey promised it would expose the “naked truth” about what happened in the Saudi consulate, Western countries had been putting pressure on the KSA for it to provide facts about its ambiguous account on the journalist’s death. In a joint statement released on Sunday 21st October 2018, the United Kingdom, France and Germany said: “There remains an urgent need for clarification of exactly what happened on 2nd October – beyond the hypotheses that have been raised so far in the Saudi investigation, which need to be backed by facts to be considered credible.” What happened after the kingdom eventually revealed the truth behind the murder, was a rather different backlash. In fact, regarding post-truth reactions amongst European countries, rather divergent responses have occurred.

Terminating arms selling exports to the KSA had already been carried out by a number of countries since the kingdom launched airstrikes on Yemen in 2015; a conflict that has driven much of Yemen’s population to be victims of an atrocious famine. The truth is that arms acquisition is crucial for the KSA, one of the world’s biggest weapons importers which is heading a military coalition in order to fight a proxy war in which tens of thousands of people have died, causing a major humanitarian catastrophe. In this context, calls for more constraints have been growing particularly in Europe since the killing of the dissident journalist. These countries, which now demand transparent clarifications in contrast to the opacity in the kingdom’s already-given explanations, are threatening the KSA with suspending military supply to the kingdom.

COUNTRIES THAT HAVE CEASED ARMS SELLING

Germany

Probably one of the best examples with regards to the ceasing of arms selling—after not been pleased with Saudi state of affairs—is Germany. Following the acknowledgement of what happened to Khashoggi, German Chancellor Angela Merkel declared in a statement that she condemned his death with total sharpness, thus calling for transparency in the context of the situation, and stating that her government halted previously approved arms exports thus leaving open what would happen with those already authorised contracts, and that it wouldn’t approve any new weapons exports to the KSA: “I agree with all those who say that the, albeit already limited, arms export can’t take place in the current circumstances,” she said at a news conference.

So far this year, the KSA was the second largest customer in the German defence industry just after Algeria, as until September last year, the German federal government allocated export licenses of arms exports to the kingdom worth 416.4 million euros. Respectively, according to German Foreign Affair Minister, Heiko Maas, Germany was the fourth largest exporter of weapons to the KSA.

This is not the first time the German government has made such a vow. A clause exists in the coalition agreement signed by Germany’s governing parties earlier in 2018 which stated that no weapons exports may be approved to any country “directly” involved in the Yemeni conflict in response to the kingdom’s countless airstrikes carried out against Iranian-backed Houthi rebels in the area for several years. Yet, what is clear is that after Khashoggi’s murder, the coalition’s agreement has been exacerbated. Adding to this military sanction Germany went even further and proposed explicit sanctions to the Saudi authorities who were directly linked to the killing. As follows, by stating that “there are more questions unanswered than answered,” Maas declared that Germany has issued the ban for entering Europe’s border-free Schengen zone—in close coordination with France and Britain—against the 18 Saudi nationals who are “allegedly connected to this crime.”

Following the decision, Germany has thus become the first major US ally to challenge future arms sales in the light of Khashoggi’s case and there is thus a high likelihood that this deal suspension puts pressure on other exporters to carry out the same approach in the light of Germany’s Economy Minister, Peter Altmaier’s, call on other European Union members to take similar action, arguing that “Germany acting alone would limit the message to Riyadh.”

Norway

Following the line of the latter claim, on November 9th last year, Norway became the first country to back Germany’s decision when it announced it would freeze new licenses for arms exports to the KSA. Resultantly, in her statement, Norwegian Minister of Foreign Affairs, Ine Eriksen Søreide, declared that the government had decided that in the present situation they will not give new licenses for the export of defence material or multipurpose good for military use to Saudi Arabia. According to the Søreide, this decision was taken after “a broad assessment of recent developments in Saudi Arabia and the unclear situation in Yemen.” Although Norwegian ministry spokesman declined to say whether the decision was partly motivated by the murder of the Saudi journalist, not surprisingly, Norway’s announcement came a week after its foreign minister called the Saudi ambassador to Oslo with the aim of condemning Khashoggi’s assassination.  As a result, the latter seems to imply Norway’s motivations were a mix of both; the Yemeni conflict and Khashoggi’s death.

Denmark and Finland

By following a similar decision made by neighbouring Germany and Norway—despite the fact that US President Trump backed MBS, although the Central Intelligence Agency (CIA) had assessed that the crown prince was responsible for the order of the killing—Denmark and Finland both announced that they would also stop exporting arms to the KSA.

Emphasising on the fact that they were “now in a new situation”—after the continued deterioration of the already terrible situation in Yemen and the killing of the Saudi journalist—Danish Foreign Minister, Anders Samuelsen, stated that Denmark would proceed to cease military exports to the KSA remarking that Denmark already had very restrictive practices in this area and hoped that this decision would be able to create a “further momentum and get more European Union (EU) countries involved in the conquest to support tight implementation of the Union’s regulatory framework in this area.”

Although this ban is still less expansive compared to German measures—which include the cancelation of deals that had already been approved—Denmark’s cease of goods’ exports will likely crumble the kingdom’s strategy, especially when it comes to technology. Danish exports to the KSA, which were mainly used for both military and civilian purposes, are chiefly from BAE Systems Applied Intelligence, a subsidiary of the United Kingdom’s BAE Systems, which sold technology that allowed Intellectual Property surveillance and data analysis for use in national security and investigation of serious crimes. The suspension thus includes some dual-use technologies, a reference to materials that were purposely thought to have military applications in favour of the KSA.

On the same day Denmark carried out its decision, Finland announced they were also determined to halt arms export to Saudi Arabia. Yet, in contrast to Norway’s approach, Finnish Prime Minister, Juha Sipilä, held that, of course, the situation in Yemen lead to the decision, but that Khashoggi’s killing was “entirely behind the overall rationale”.

Finnish arms exports to the KSA accounted for 5.3 million euros in 2017. Nevertheless, by describing the situation in Yemen as “catastrophic”, Sipilä declared that any existing licenses (in the region) are old, and in these circumstances, Finland would refuse to be able to grant updated ones. Although, unlike Germany, Helsinki’s decision does not revoke existing arms licenses to the kingdom, the Nordic country has emphasized the fact that it aims to comply with the EU’s arms export criteria, which takes particular account of human rights and the protection of regional peace, security and stability, thus casting doubt on the other European neighbours which, through a sense of incoherence, have not attained to these values.

European Parliament

Speaking in supranational terms, the European Parliament agreed with the latter countries and summoned EU members to freeze arms sales to the kingdom in the conquest of putting pressure on member states to emulate the Germany’s decision.      

By claiming that arms exports to Saudi Arabia were breaching international humanitarian law in Yemen, the European Parliament called for sanctions on those countries that refuse to respect EU rules on weapons sales. In fact, the latest attempt in a string of actions compelling EU foreign policy chief Federica Mogherini to dictate an embargo against the KSA, including a letter signed by MEPs from several parties.

Rapporteur for a European Parliament report on EU arms exports, Bodil Valero said: "European weapons are contributing to human rights abuses and forced migration, which are completely at odds with the EU's common values." As a matter of fact, two successful European Parliament resolutions have hitherto been admitted, but its advocates predicted that some member states especially those who share close trading ties with the kingdom are deep-seated, may be less likely to cooperate. Fact that has eventually occurred.

COUNTRIES THAT HAVE NOT CEASED ARMS SELLING

France

In contrast to the previously mentioned countries, other European states such as France, UK and Spain, have approached the issue differently and have signalled that they will continue “business as usual”.

Both France and the KSA have been sharing close diplomatic and commercial relations ranging from finance to weapons. Up to now, France relished the KSA, which is a bastion against Iranian significance in the Middle East region. Nevertheless, regarding the recent circumstances, Paris now faces a daunting challenge.

Just like other countries, France Foreign Minister, Jean-Yves Le Drian, announced France condemned the killing “in the strongest terms” and demanded an exhaustive investigation. "The confirmation of Mr. Jamal Khashoggi's death is a first step toward the establishment of the truth. However, many questions remain unanswered," he added. Following this line, France backed Germany when sanctioning the 18 Saudi citizens thus mulling a joint ban from the wider visa-free Schengen zone. Nevertheless, while German minister Altmeier summoned other European countries to stop selling arms to Riyadh—until the Saudi authorities gave the true explanation on Khashoggi’s death—, France refused to report whether it would suspend arms exports to the KSA. “We want Saudi Arabia to reveal all the truth with full clarity and then we will see what we can do,” he told in a news conference.           

In this context, Amnesty International France has become one of Paris’ biggest burdens. The organization has been putting pressure on the French government for it to freeze arms sales to the realm. Hence, by acknowledging France is one of the five biggest arms exporters to Riyadh—similar to the Unites States and Britain—Amnesty International France is becoming aware France’s withdrawal from the arms sales deals is crucial in order to look at the Yemeni conflict in the lens of human rights rather than from a non-humanitarian-geopolitical perspective. Meanwhile, France tries to justify its inaction. When ministry deputy spokesman Oliver Gauvin was asked whether Paris would mirror Berlin’s actions, he emphasized the fact that France’s arms sales control policy was meticulous and based on case-by-case analysis by an inter-ministerial committee. According to French Defence Minister Florence Parly, France exported 11 billion euros worth of arms to the kingdom from 2008 to 2017, fact that boosted French jobs. In 2017 alone, licenses conceivably worth 14.7 billion euros were authorized. Moreover, she went on stating that those arms exports take into consideration numerous criteria among which is the nature of exported materials, the respect of human rights, and the preservation of peace and regional security. "More and more, our industrial and defence sectors need these arms exports. And so, we cannot ignore the impact that all of this has on our defence industry and our jobs," she added. As a result, despite President Emmanuel Macron has publicly sought to devalue the significance relations with the KSA have, minister Parly, seemed to suggest the complete opposite.

Anonymously, a government minister held it was central that MBS retained his position. “The challenge is not to lose MBS, even if he is not a choir boy. A loss of influence in the region would cost us much more than the lack of arms sales”. Notwithstanding France’s ambiguity, Paris’ inconclusive attitude is indicating France’s clout in the region is facing a vulnerable phase. As president Macron told MBS at a side-line G20 summit conversation in December last year, he is worried. Although the context of this chat remains unclear, many believe Macron’s intentions were to persuade MBS to be more transparent as a means to not worsen the kingdom’s reputation and thus to, potentially, dismantle France´s bad image.

United Kingdom

As it was previously mentioned, the United Kingdom took part in the joint statement carried out also by France and Germany through its foreign ministers which claimed there was a need for further explanations regarding Khashoggi’s killing. Yet, although Britain’s Foreign Office said it was considering its “next steps” following the KSA’s admission over Khashoggi’s killing, UK seems to be taking a rather similar approach to France—but not Germany—regarding the situation.

In 2017, the UK was the sixth-biggest arms dealer in the world, and the second-largest exporter of arms to the KSA, behind the US. This is held to be a reflection of a large spear in sales last year. After the KSA intervened in the civil war in Yemen in early 2015, the UK approved more than 3.5billion euros in military sales to the kingdom between April 2015 and September 2016.

As a result, Theresa May has been under pressure for years to interrupt arms sales to the KSA specially after human rights advocates claimed the UK was contributing to alleged violations of international humanitarian law by the Saudi-led coalition in Yemen. Adding to this, in 2016, a leaked parliamentary committee report suggested that it was likely that British weapons had been used by the Saudi-led coalition to violate international law, and that manufactured aircraft by BAE Systems, have been used in combat missions in Yemen.

Lately, in the context of Khashoggi’s death things have aggravated and the UK is now facing a great amount of pressure, mainly embodied by UK’s main opposition Labour party which calls for a complete cease in its arms exports to the KSA.  In addition, in terms of a more international strain, the European Union has also got to have a say in the matter. Philippe Lamberts, the Belgian leader of the Green grouping of parties, said that Brexit should not be an excuse for the UK to abdicate on its moral responsibilities and that Theresa May had to prove that she was keen on standing up to the kind of atrocious behaviour shown by the killing of Khashoggi and hence freeze arms sales to Saudi Arabia immediately.

Nonetheless, in response and laying emphasis on the importance the upholding relation with UK’s key ally in the Middle East has, London has often been declining calls to end arms exports to the KSA. Foreign Secretary Jeremy Hunt defended there will be “consequences to the relationship with Saudi Arabia” after the killing of Khashoggi, but he has also pointed out that the UK has an important strategic relationship with Riyadh which needs to be preserved. As a matter of fact, according to some experts, UK’s impending exit from the EU has played a key role. The Campaign Against Arms Trade (CAAT) claims Theresa May’s pursuit for post-Brexit trade deals has seen an unwelcome focus on selling arms to some of the world's most repressive regimes. Nevertheless, by thus tackling the situation in a similar way to France, the UK justifies its actions by saying that it has one of the most meticulous permitting procedures in the world by remarking that its deals comprehend safeguards that counter improper uses.

Spain

After Saudi Arabia’s gave its version for Khashoggi’s killing, the Spanish government said it was “dismayed” and echoed Antonio Guterres’ call for a thorough and transparent investigation to bring justice to all of those responsible for the killing. Yet, despite the clamour that arose after the murder of the columnist, just like France and the UK, Spain’s Prime Minister, Pedro Sánchez, defended arms exporting to the KSA by claiming it was in Spain’s interest to keep selling military tools to Riyadh. Sanchez held he stood in favour of Spain’s interests, namely jobs in strategic sectors that have been badly affected by “the drama that is unemployment". Thusly, proclaiming Spain’s unwillingness to freeze arms exports to the kingdom. In addition, even before Khashoggi’s killing, Sanchez's government was subject to many critics after having decided to proceed with the exporting of 400 laser-guided bombs to Saudi Arabia, despite worries that they could harm civilians in Yemen. Notwithstanding this, Sánchez justified Spain’s decision in that good ties with the Gulf state, a key commercial partner for Spain, needed to be kept.

As a matter of fact, Spain’s state-owned shipbuilder Navantia, in which 5,500 employees work, signed a deal in July last year which accounted for 1.8 billion euros that supplied the Gulf country with five navy ships.  This shipbuilder is situated in the southern region of Andalusia, a socialist bulwark which accounts for Spain's highest unemployment estimates and which has recently held regional elections. Hence, it was of the socialist president’s interest to keep these constituencies pleased and the means to this was, of course, not interrupting arms deals with the KSA.

As a consequence, Spain has recently been ignoring the pressures that have arose from MEP’s and from Sanchez’s minorities in government—Catalan separatist parties and far-left party Podemos— which demand a cease in arms exporting. For the time being, Spain will continue business with the KSA as usual.

CONCLUSION

All things considered, while Saudi Arabia insists that MBS was not aware of the gruesome murder and is distracting the international attention towards more positive headlines—such as the appointment of the first female ambassador to the US—in order to clear the KSA’s image in the context of Khashoggi’s murder, several European countries have taken actions against the kingdom’s interests. Yet, the way each country has approached the matter has led to the rise of two separate blocks which are at discordance within Europe itself. Whereas some European leaders have shown a united front in casting blame on the Saudi government, others seem to express geopolitical interests are more important.

During the time Germany, Norway, Denmark and Finland are being celebrated by human rights advocates for following through on their threat to halt sales to the kingdom, bigger arms exporters—like those that have been analysed—have pointed out that the latter nations have far less to lose than they do. Nonetheless, inevitably, the ceasing carried out by the northern European countries which are rather small arms exporters in comparison to bigger players such as the UK and France, is likely to have exacerbated concerns within the European arms industry of a growing anti-Saudi consensus in the European Union or even beyond.

What is clear is that due to the impact Saudi Arabia’s state of affairs have caused, governments and even companies worldwide are coming under pressure to abandon their ties to the oil-rich, but at the same time, human-rights-violating Saudi Arabian leadership. Resultantly, in Europe, countries are taking part in two divergent blocks that are namely led by two of the EU’s most compelling members: France and Germany. These two sides are of rather distant opinions regarding the matter, fact that does not seem to be contributing in terms of the so-much-needed European Union integration.

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