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Elogio al arquitecto

08/10/2022

Publicado en

Diario de Navarra

Carlos Naya |

Director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra

Puede parecer pretencioso que un arquitecto elogie la figura que encarna, pero en este momento lo considero especialmente necesario y oportuno. Normalmente, la percepción social del arquitecto lo identifica demasiado rápido con su función más esencial: hacer casas, construir edificios.

Pero ya en este momento se empieza a intuir que esta tarea, la de entender qué es un arquitecto, se presenta más compleja de lo que inicialmente podía parecer. El arquitecto es una figura profesional bien definida con una formación completa y compleja que le prepara para su tarea primordial: proyectar edificios.Proyectar es una tarea apasionante, y difícil, que supone imaginar algo futuro a partir del conocimiento profundo de una realidad  cambiante y definir los medios para que ese algo imaginado llegue a ser material.

Esta actividad supone muchas y muy diferentes acciones encadenadas: desde el conocimiento histórico profundo y una gran capacidad de análisis de las situaciones para tomar las decisiones correctas hasta una importante formación técnica que implique el conocimiento de los procesos y los métodos necesarios para construir una realidad tan compleja como puede ser construir edificios o zonas de una ciudad. Hoy en día, además, nuestros arquitectos amplían sus conocimientos formándose en materias como la gestión empresarial, de mercados inmobiliarios o del suelo, recursos humanos, o cuestiones relativas a la sostenibilidad y el medio ambiente, la energía y un largo etcétera.

Sin duda, nuestros arquitectos destacan por tener una formación especialmente buena: amplia y generalista, que combina sus capacidades creativas con las destrezas técnicas. Por este motivo, podemos decir que nuestros arquitectos son profesionales sobradamente preparados.

Quizá motivado por los propios arquitectos, en los últimos años se nos puede haber identificado con modelos menos atractivos: arquitectos con actitudes derrochadoras y poco respetuosas con el dinero de los demás; o “arquitectos estrella” pendientes de la fama y el éxito personal (aunque algunas veces alentados por otros intereses de la propia sociedad).

Quizá también por este motivo, en algunos momentos se ha podido tener en mente que los arquitectos hemos sido responsables, al menos en parte, de la  crisis inmobiliaria y de los males económicos que hemos sufrido recientemente. Y también en ocasiones somos tachados de frívolos o somos poco tenidos en cuenta en nuestras propias instituciones.

Por el contrario, me gustaría reivindicar desde aquí una realidad profesional muy distinta. Esa formación generalista que hemos mencionado es la que confiere a los arquitectos, en mayor o menor medida, una visión amplia capaz de afrontar las soluciones de problemas complejos, como pueden ser los urbanos, y de definir propuestas creativas, acertadas y eficaces. Lo importante es la visión: la capacidad de ver el mundo a través de una mirada transversal, opuesta a las miopías propias del exceso de especialización.

Esta cualidad es precisamente la que puso de relieve la iniciativa de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, llamada The New European Bauhaus. Y, por eso mismo, desde el principio, esta iniciativa despertó con fuerza nuestro interés. En su primer manifiesto la presidenta indicaba la necesidad de conceder voz a aquellos profesionales con una visión generalista y abierta como son arquitectos, artistas y diseñadores para plantearnos juntos la construcción de una Europa mejor, siguiendo el ejemplo de la Bauhaus original hace ahora 100 años.

A esto se unen los ingredientes de belleza, sostenibilidad e inclusión que propone la presidenta para todo el trabajo del futuro.

Como decía, los arquitectos estamos muy bien formados y tenemos esa visión general. Y, por tanto, estamos preparados para ser arquitectos y mucho más que arquitectos. Desde aquí me gustaría mostrar mi agradecimiento y admiración por todos aquellos que han puesto su vida profesional al servicio de la sociedad colaborando con otros desde la administración pública o la empresa privada para construir o gestionar la sociedad que habitamos.

Así son infinidad los arquitectos municipales, gerentes de urbanismo, técnicos de la administración, gestores de empresas públicas y privadas; también aquellos dedicados a la política (ojalá hubiera muchos más): alcaldes y concejales de ciudades europeas, eurodiputados (actualmente hay dos eurodiputados arquitectos, uno de ellos español), directores generales de gobiernos nacionales y autonómicos. Y un largo etcétera.

Especial reconocimiento debemos prestar también a todos aquellos que han velado por nuestro patrimonio arquitectónico, ámbito en el que Navarra resulta absolutamente ejemplar. Y, por último, cómo no, a todos los arquitectos que se han dedicado a la docencia en sus diversos niveles, desde la formación primaria hasta la universitaria.

Esta vez sí: “No son genios lo que necesitamos…”, ¡pero sí arquitectos!

Lo importante es la visión: la capacidad de ver el mundo a través de una mirada transversal, opuesta a las miopías propias del exceso de especialización