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Rafael Andreu Civit, Josep María Rosanas Martí, , profesores del IESE Universidad de Navarra

¿Un examen de ética para brókers?

jue, 10 oct 2013 09:08:00 +0000 Publicado en La Vanguardia

El pasado abril el Chartered Institute for Securities & Investment del Reino Unido estableció un requisito adicional para poder presentarse a las pruebas de cualificación profesional para brókers y traders en los mercados de capitales británicos: aprobar un examen de ética. Tras los últimos y variados escándalos en este sector, el responsable del regulador financiero se congratuló de la noticia: "El sector financiero necesita restaurar la confianza del consumidor; unos elevados niveles de conducta ética son cruciales para hacerlo posible".

La prueba es un test on line consistente en resolver satisfactoriamente una serie de dilemas éticos. El objetivo no es tanto enseñar qué conductas son buenas como transmitir desde el primer momento una sensibilidad y conciencia sobre los problemas éticos del sector y la importancia de resolverlos correctamente. ¿Es posible asegurar el comportamiento ético de este colectivo por haber aprobado un examen así?

Es más que dudoso. Dado que el resto de las pruebas que es preciso superar para ejercer (más técnicas y especializadas) no se hace on line, el susodicho test se pone de entrada a sí mismo en otra categoría, en segunda división. Independientemente de la complejidad de los escenarios que se usen, ¿nos fiamos de que unos candidatos cuya sensibilidad ética se pone en entredicho van a realizar el test limpiamente ¿Van a preocuparse de ir al fondo de los dilemas para genuinamente educar y afinar su criterio, o van a prepararse (quienes lo hagan) sólo para pasar el test ¿Van a contestar lo que realmente piensan o lo que creen que se supone que hay que contestar para quedar bien? Además, como probablemente diría Victoria Camps, ¿van a educar sus emociones al respecto?

En definitiva, ¿nos tomamos la ética en serio o fingimos hacerlo? El asunto es demasiado importante para tomarlo tan a la ligera. En lugar de eso, quizá es mejor no hacer nada. Los ciudadanos nos prepararemos más a fondo para seguir acrecentando nuestra desconfianza. Será más práctico y realista. Como puede estar pasando en España, donde lo del test, que sepamos, ni se ha planteado, aunque seguramente no por la razón a la que apuntábamos. Tomarlo en serio requiere un esfuerzo formativo real en edades más tempranas, algo que en general no estamos haciendo. ¿Hasta cuándo?