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Josep Ignasi Saranyana, Instituto de Historia de la Iglesia, Facultades Eclesiásticas

"No me arrepiento"

dom, 09 sep 2012 08:43:13 +0000 Publicado en La Vanguardia

El reciente "no me arrepiento" de la señora Alicia Sánchez-Camacho, al referirse a su fecundación in vitro, me ha recordado al famoso "non, je ne regrette rien" de Édith Piaf. Esa canción francesa, inmortalizada por ella en 1960, es un monumento frappant de la cultura de entreguerras y posterior, de grandeur impresionante, que ha merecido una película magnífica.

En cambio, la afirmación de la ilustre parlamentaria, publicada en el diario El Mundo, y todo el contexto implicado en tales declaraciones es fruto del desvaído 68, igualmente francés, aunque sólo a medias, de vuelo mucho más corto y plano.

La filosofía debole, que ahora se estila, no resistiría una comparación con la filosofía existencialista de los años veinte a los cincuenta. Heideggery Vattimo, por citar dos casos emblemáticos, se sitúan en distintos peldaños.

Ignoro las convicciones religiosas de la señora Sánchez-Camacho. Sospecho, sin embargo, que para ella han sido poco relevantes los argumentos del periodista Pedro Simón cuando le recordaba anatemas eclesiásticos.

Y creo que no le falta razón, porque traer un niño al mundo es cuestión de la naturaleza,  antes que de la Iglesia. En este asunto, prevalecen los derechos de la naturaleza, por hacer eco del continuo reclamo de los ecologistas (y también de la Iglesia), y priman también los derechos del niño, de mantener una prudente reserva sobre su origen.

No es, pues, la Iglesia la que exige un comportamiento determinado, sino la misma naturaleza, que exige no ser manipulada, aunque otros argumentos e incluso el instinto maternal quieran tener la última palabra, cuando me parece que no la tienen.

No todo lo que puede ser hecho debe ser hecho, a no ser que queramos tropezarnos de nuevo con Hiroshima, y no precisamente mon amour, claro, en recuerdo y honor del memorable filme de Alain Resnais sobre un texto de la gran novelista Marguerite Duras (y con la cultura francesa hemos topado otra vez).

Permítanme una breve digresión final.

Yo prefiero dejar siempre entreabierta la puerta de  emergencia. Otros han pedido perdón por cosas no tan complejas, aunque con mayor repercusión política o mediática, como cazar un elefante en África, meter el dedo en ojo ajeno o haberse comido un coche rival en la parrilla de salida de un gran premio de F-1.

Ante tales acontecimientos, el revuelo mediático ha sido grande y me temo que desproporcionado; ahora, en cambio, y esto me preocupa muchísimo, no ha habido casi reacción ante las declaraciones antes referidas de nuestra parlamentaria.