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Surfeando la ola de endeudamiento

07/11/2023

Publicado en

El Confidencial

Germán López Espinosa |

Catedrático de Contabilidad de la Universidad de Navarra y del IESE.

El septiembre pasado, el FMI publicó su Global Debt Monitor, que puso de manifiesto que la deuda mundial en 2022 se ha reducido en 10 puntos porcentuales sobre el PIB mundial, pasando del 248,1% al 238,1%. Esto representa un nivel de endeudamiento mundial de 235 billones (millón de millones) de dólares. En los dos últimos años, 2021 y 2022, la deuda mundial se ha reducido en 20 puntos porcentuales, lo que supone un 66% de la gran ola de deuda que se produjo durante la pandemia.

La deuda privada supone un 146% del PIB mundial y, prácticamente, está ya en niveles previos a la pandemia. Sin embargo, la deuda pública está en un 92,4% del PIB mundial tras dos años de reducción, pero todavía está por encima de su nivel en el año 2019, el 84,9%.

Son las economías más desarrolladas las más endeudadas, dado que los acreedores confían más en sus instituciones y en el cumplimiento de los compromisos asumidos. Un nivel elevado de deuda incrementa la vulnerabilidad de los países, empresas y familias en tiempos de crisis, dado que un mismo nivel de deuda no se interpreta de la misma manera cuando hay crecimiento económico que cuando hay recesión. Un nivel elevado de deuda requiere de crecimiento económico para que esta sea sostenible.

Si observamos la evolución de la curva de tipos de interés en Estados Unidos, se puede observar que desde noviembre de 2022 los inversores están exigiendo mayor tipo de interés a las letras del Tesoro a tres meses que al bono a 10 años, lo que significa que los inversores desconfían del corto plazo y auguran malas expectativas. El Banco de la Reserva Federal de Nueva York publica las probabilidades de recesión basadas en la curva de tipos, dado que a nivel empírico ha sido un excelente indicador adelantado de la actividad económica futura. En la actualidad, la citada institución estima que la probabilidad de que Estados Unidos esté en recesión a finales de enero de 2024 es de un 57,13%, y para finales de mayo de 2024 estima una probabilidad del 70,85%.

Ante estas expectativas, los inversores y acreedores elevan el nivel de monitorización de la deuda de las empresas, y vuelven a ser más escépticos con los planes de negocio de las compañías y con la sostenibilidad financiera de la deuda de aquellas empresas que superan determinados umbrales. 

Una de las ratios habituales, entre otras, que el mercado utiliza para valorar si la deuda es sostenible es la ratio deuda financiera neta sobre ebitda. Valores elevados de la ratio se corresponden con problemas de sostenibilidad de la deuda y valores bajos indican alta capacidad operativa de devolución de la deuda financiera neta. Dicha ratio depende del sector, dadas las diferentes estructuras de capital óptimas a nivel sectorial, pero en los contratos de préstamo bancario, en término medio, se suele utilizar como compromiso (covenant) el que la empresa o el grupo al que pertenece no supere el 4, y si lo supera, el acreedor pueda solicitar la amortización anticipada. Se trata de un mecanismo del acreedor para disciplinar al deudor.

 

La ratio en el sector industrial, con la información disponible sobre empresas cotizadas en la base de datos Capital IQ a nivel mundial, es actualmente de 2,2, habiendo sido de 4,4 durante la pandemia y de 2,7 en el año 2019. Por tanto, parece que el sector industrial ha conseguido reducir deuda después de la pandemia. Sin embargo, en las empresas de consumo como las de comida rápida, entretenimiento, electrodomésticos, muebles, hoteles, viajes y coches, entre otras, dicha ratio subió a 5,2 en el año 2020 y actualmente está en el 4,2, pero todavía por encima del 3,4 que tenían antes de la pandemia, en el año 2019. Si tenemos en cuenta que la ratio no ha bajado a los niveles prepandemia, que es un sector procíclico y que una parte del consumo de las familias está financiado con deuda, podemos deducir que un cambio de ciclo pondría en dificultades a las empresas de este sector. 

Por otra parte, tenemos a las empresas de agua, electricidad y gas que en la pandemia no necesitaron endeudarse, pero con las oportunidades de inversión surgidas en este sector tras la pandemia, su ratio ha crecido del 2,8 al 4,8, lo que incrementa su vulnerabilidad si los precios de sus servicios bajan en el futuro.

Una situación más débil, dadas sus mayores restricciones financieras, la podemos encontrar en empresas medianas y pequeñas que no hayan sido capaces de devolver el incremento de la deuda derivado de la situación pandémica. Si la recesión cristaliza, una ratio elevada incrementa la vulnerabilidad de la empresa y pone en riesgo el empleo. 

Con las expectativas actuales, las empresas han de mantener liquidez para no ser vulnerables, sabiendo que amortizar deuda en esta situación no te da flexibilidad financiera, dado que no te asegura futuro crédito bancario. Es muy importante anticiparse a la situación y tomar medidas correctoras antes de que sea tarde y la capacidad de maniobra sea menor.