2016_04_29_ECO_Emprendedoras

Carlota Grau Calzada tiene 23 años y es de Barcelona. Patricia Gil Olloquiegui tiene 24 y es de Valladolid. Las dos han estudiado un doble grado en la Facultad de Económicas de la Universidad de Navarra –ahora preparan los últimos exámenes-, las dos se han ido de intercambio dos veces –a Canadá y a China- y las dos empezaron la carrera el mismo día: el curso 0 que ofrece la Facultad para reforzar algunas materias antes de comenzar con el frenesí de horarios que impone Bolonia. Hasta ahí nada las diferencia del resto de sus compañeros de promoción. Su línea aparte en el CV tiene que ver con que ambas son empresarias antes de salir del campus.

Carlota ha creado la empresa-producto Protect your smile (Protege tu sonrisa), un protector para la webcam del ordenador. “Es de madera, personalizable, un producto estético”, explica. Hay más información en la página web  www.pysmile.com, pero su historia resumida comienza en el Club de Emprendedores de la Universidad:

“Me levanté de la siesta y se me cruzó el cable: tenía un post-it puesto para evitar que la cámara grabase en el caso de que me la hackearan y quedaba muy feo. Se lo comenté a un compañero y vimos que no requería mucha inversión. Tras un pequeño estudio de mercado en la universidad descubrimos que había gente dispuesta a comprar algo. Él es arquitecto y se dedicó al diseño. Después dos chicos más trabajaron el marketing y la promoción en redes sociales. Nos llevó tiempo, pero en marzo de 2016 ya lo lanzamos. Nos servimos de una campaña de crowdfunding en Kickstarter y fue muy bien: queríamos 1000 euros y logramos 4000. Nos han comprado en todo el mundo: desde China, Australia, EEUU, España… A 4 euros la unidad, más envío de 1 euro. Ahora estamos en la fase de plantearnos si se queda como aventura universitaria o algo más”.

El caso de Patricia es diferente. Tras un fracaso con una empresa de exportación de vinos de Rioja a Tanzania –“el sector lo elegí por tradición familiar”, dice-, se le quedó la idea de emprender en la cabeza. Fue a raíz de unas prácticas que hizo en la Embajada de España en Tanzania, gracias a un acuerdo del Ministerio de Exteriores, como se le ocurrió la idea, que sí ha funcionado:

“Aprovechando mi estancia de trabajo en la Embajada, quise hacer un Safari. Nos dimos cuenta que era difícil encontrar una agencia que lo hiciese en paquetes no cerrados. Algo más modular, personalizado. Y nos lanzamos a ello. Servimos a gente que se pide un cocinero personal para comer a la carta, a mochileros, lunas de miel… A partir de 1450 euros, 10 días. www.safarikaributanzania.com (Karibú es bienvenido en Suahili). De momento, funciona”.

Y no solo eso, la experiencia africana les ha tocado y su empresa coopera con una ONG local: MOMOI. “Ahora estamos embarcados en un proyecto de 80.000 euros para canalizar agua potable en un recorrido de 15 kilómetros al norte de Tanzania. La población local tiene que andar muchos kilómetros para poder beber, y nos parece que podemos ayudarles”, resume.

Las dos amigas, sin embargo, tienen claro que lo mejor de su experiencia en la universidad es la gente con la que se han encontrado, sus compañeros de promoción: “No solo es estudiar una carrera, sino las mil oportunidades que se te ofrecen para que veas qué te gusta: club de marketing, club de emprendedores, actividades, eventos, ser alumna interna en un departamento…”

Para Patricia, el “punto de inflexión” ha sido el Programa IESE: “Te ayuda a razonar, a enfrentarte a problemas y darles solución y a tocar asignaturas mucho más prácticas. Estar familiarizado con el método del caso es fundamental para encontrar trabajo”, destaca.

Ahora ya solo les queda preparar los exámenes finales y salir al mundo laboral, “¡casi nada!”. “Te bajan los humos. Son muchos noes y mucha presión. Llevamos desde septiembre buscando, pero hacemos lo que nos recomiendan nuestros compañeros del año pasado: ilusión, no desanimarse y pedir ayuda”.