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Miguel Zugasti, catedrático de Literatura de la Facultad de Filosofía y Letras, recupera las crónicas del naufragio de Pedro Gobeo de Vitoria, explorador español

En el mundo se conserva tan solo un ejemplar de su obra “Naufragio y peregrinación”

En 1593, una expedición que partió de Sevilla hacia las Américas acabó naufragando en las costas del Pacífico. Entre los supervivientes se encontraba un joven de apenas 13 años, llamado Pedro Gobeo de Vitoria, que se había unido a la tripulación movido por el deseo de vivir aventuras y de enriquecerse en aquellas lejanas tierras. 

Las penurias vividas en su marcha a pie durante unos 800-1000 kilómetros por la peligrosa costa de Esmeraldas (actual Ecuador) quedaron inmortalizadas en su obra autobiográfica “Naufragio y peregrinación”, publicada en 1610.

Más de 400 años después, y de la mano de la editorial Crítica (Grupo Planeta), Miguel Zugasti, catedrático de Literatura del Siglo de Oro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, ha reeditado este libro, del que tan solo se conserva un ejemplar en el mundo, concretamente, en la Universidad de Mannheim (Alemania).

P. ¿Cómo y cuándo tuvo conocimiento de la existencia de esta obra?

R. El hallazgo de este ejemplar único se debe a la pericia de Raúl Manchón Gómez, colega de la Universidad de Jaén que lo dio a conocer en una publicación académica de 2004. Por esas fechas yo investigaba a otro gran viajero del Siglo de Oro, un tal Pedro Ordóñez de Ceballos, quien precisamente era de Jaén y que también interesaba a Raúl. Ambos nos intercambiamos información inédita y noticias por correo electrónico, pero sin llegarnos a conocer en persona. El contacto directo se produjo en agosto de 2011, cuando lo invité a Pamplona a un curso de verano que dirigí titulado “Ayer y hoy de la literatura de viajes”, donde nos habló sobre el naufragio y peregrinación de Pedro Gobeo de Vitoria.

Años después, en plena pandemia, Raúl me telefoneó y me invitó, casi rogó, a que me ocupara del asunto, que se estaba quedando yermo. Él es latinista y el libro se salía de su especialidad, por lo que buscaba a un hispanista dispuesto a meterse a fondo con el autor y la obra, lo cual requería de varios años de exhaustiva investigación. Me lo pensé durante una semana y le dije que adelante con los faroles. Así pues, satisfacción mutua y plena, dado que hemos llegado a buen puerto sin encallar.

P. ¿Por qué se planteó su reedición?

R. Soy filólogo hispanista por oficio y vocación. No es suficiente con que un puñado de especialistas conozcan el contenido del libro; hay que procurar que esta historia llegue a un público más amplio, a lectores no versados en las letras áureas; hay que intentar captar a nuestros jóvenes y llamar su atención. A estos últimos les digo: si tanto os gustan las películas de “Piratas del Caribe”, aquí tenéis una aventura histórica e hispánica que la supera, totalmente nuestra, sin que tengamos que comprarla a los guionistas de Hollywood (y conste que amo el cine de Hollywood).

Editar y publicar el texto es requisito necesario para alcanzar tal objetivo. Así que preparé la edición filológica y académica del “Naufragio y peregrinación” y se la ofrecí a Editorial Crítica, sello del Grupo Planeta, que trabaja el ensayo y la “no ficción”. La editora, Carmen Esteban Escalante, me lanzó el reto de actualizar el texto, aumentar su grado de legibilidad y acercarlo un poco más al horizonte de expectativas de un lector del siglo XXI. Yo nunca había hecho tal cosa, pero acepté el reto y confieso que me gustó el resultado. 

P. ¿Qué relevancia tiene una obra como esta en la historia y la literatura?

R. Mucha. Primero, porque es un rescate bibliográfico de enorme magnitud: ahora tenemos al alcance de la mano un texto y un autor que han estado relegados al silencio durante más de cuatro siglos. Las historias de la literatura que se escriban a partir de hoy se harán eco de este hallazgo. El libro entra de lleno en los escritos testimoniales o autobiográficos, en los relatos de viajes, en las crónicas de Indias… Pertenece a todos estos campos de la historiografía y a alguno más, como por ejemplo la narrativa del fracaso y del infortunio. 

Contábamos con un ramillete de casos afines referidos por Fernández de Oviedo, por el padre Acosta (habla de Bartolomé Lorenzo), o por el Inca Garcilaso (cita a Pedro Serrano), pero sobre todo contábamos con el impresionante naufragio de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, de mediados del siglo XVI. Ahora disponemos de un segundo naufragio, el de Pedro Gobeo, de finales del siglo XVI, que se alinea con su predecesor. Y van de la mano porque ambas peripecias son ejemplos de resistencia ante las dificultades y de superación, de fe ciega en la providencia divina, de instinto de supervivencia. Son valores atemporales que sirven para cualquier lector de cualquier época.

P. ¿A quién se dirige la versión reeditada de “Naufragio y peregrinación”?

R. A los buenos lectores, a los amantes de la historia y de las aventuras, a los jóvenes que buscan textos entretenidos, y del mismo modo a los especialistas en las letras clásicas con mente abierta (hay vida más allá del Quijote). Todos ellos disponen aquí de un texto novedoso, estimulante, que no les dejará indiferentes. Asimismo, el texto incorpora una batería de notas explicativas, en dos niveles de profundización, que permiten varios modos de lectura: se puede leer la página de corrido sin prestar atención a las notas y centrándote en la peripecia (qué pasa), o se pueden leer también las notas y acceder a un mayor grado de competencia lectora. Cada cual elegirá la opción que más le apetezca o convenga.

P. De todo lo narrado por Pedro Gobeo, ¿qué es lo que más le ha impactado? ¿Le ha descubierto alguna curiosidad, dato o anécdota que desconociera hasta el momento?

R. Hay docenas de anécdotas que atrapan la atención del lector: el valor de un muchacho de trece años que se pone el mundo por montera y se lanza en solitario a la aventura; los ataques de los temidos corsarios; los aprietos del hambre, tan intensa que les empuja a ingerir cangrejos vivos, sin detenerse a asarlos, y lo mismo pasa con alguna culebra que capturan y se la comen cruda; el choque cultural con los negros y mulatos de costa Esmeraldas, cuyos rostros llenos de piercings y adornos los asusta y atemoriza (se imaginan que son diablos, pero luego resulta que les salvan de morir ahogados); el deambular por tierra ignota sin saber por dónde andan ni cuánto falta hasta destino; el dolor de ver cómo van desapareciendo los compañeros por la crudeza del viaje (fallece el 60% de los náufragos); la inminencia de la muerte, llegando a elegir mortaja y a cavar su propia sepultura; en fin, mil cosas de este tenor.

Con todo, lo que más impacta es su fe inquebrantable en la providencia divina, la aceptación del destino marcado por Dios, lo que no implica abandonarse pasivamente a la suerte, sino afinar el instinto de supervivencia, pedir ayuda al cielo y luchar con denuedo para eludir las garras de la muerte.

Quisiera destacar también un rasgo de la mentalidad colectiva de la época. Me refiero al sentimiento de pertenencia a una nación y a un imperio, idea por la que están dispuestos a dar las vidas. Ante la inminencia de una batalla contra el corsario escocés, un general español llamado Pedro de Acuña arenga a los suyos diciéndoles que hay que pelear hasta verter la última gota de sangre, pues no hay mayor honra y gloria que luchar por la fama y la libertad de la patria. 

P. ¿Hay alguna cuestión que no hayamos tratado y que quisiera comentar?

R. Quisiera destacar cómo se entrelazan a la perfección dos historias en una, ambas apasionantes por igual. Me refiero, de un lado, a la peripecia y aventura humana de Pedro Gobeo y sus compañeros de infortunio; y, de otro lado, al devenir físico del original publicado en 1610.

Está documentado que el libro circuló en el siglo XVII por países de Europa y América, pero luego extrañamente cayó en el olvido y se fueron perdiendo volúmenes, llegando al caso extremo de que apenas hemos preservado un solo ejemplar en el mundo, el mínimo necesario para volver a reconstruir el texto.

Todo esto es muy peliculero y en mi cabeza ya estoy construyendo un guion con efecto flashback que abrace ambas vertientes de la historia. Aquí se encierra una potencial película del género road movie, que yo rodaría en clave de odisea épica y en escenarios auténticos, sin trucos virtuales. Dado que este “Naufragio y peregrinación” ha resucitado con tan buena estrella, estoy convencido de que más pronto que tarde esa película llegará a ser una realidad.

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