A partir de ese momento, Constanza empezó a dibujar. Y lo hacía constantemente: “En muchas clases me ponía a dibujar, y mis profesoras me decían que parara. ¡Pero es que me concentraba más así!”. Para ella, no es solamente una manera de expresarse, sino también de conocer: “Es una herramienta de exploración. Al dibujar aprendo a observar con más cuidado, a fijarme más en los detalles. Te ayuda a afinar más la mirada. Así, todo lo que encuentras te cuenta historias”.
 

Por eso, Constanza no sale de casa sin una pequeña bitácora que le cabe en el bolsillo del abrigo. “Me regalaron la primera hace seis años, y desde ese momento voy siempre con una”. Y gracias a eso, puede dibujar en cualquier momento, que es precisamente con lo que ella disfruta: “Me gusta pintar lo que tengo a mano, capturar cada momento. Y cuando veo más tarde los dibujos, me sirven para recordar mucho mejor esos instantes”.
 

Esa pasión fue también lo que le hizo apostar por la carrera que está haciendo ahora. Se planteó estudiar Historia, Periodismo, Biología, Comunicación Audiovisual… y al final se decidió por Diseño. “Me di cuenta de que podía combinar todos mis gustos con esa carrera. Ahora, por ejemplo, estoy dibujando fichas técnicas de distintos tipos de especies”.

No sabe hasta dónde llegará con este hobbie, pero de momento ya ha conseguido que expongan sus acuarelas en dos locales de Pamplona: en febrero las han expuesto en una tienda del Casco Viejo, y durante todo marzo lo harán en una cafetería de la plaza del Ayuntamiento.
 

Constanza tiene claro que no hace falta un talento especial para dibujar: “Además de ser observador, lo único que hace falta para dibujar bien es practicar mucho, porque la técnica se acaba adquiriendo. Nunca es tarde para empezar”.
 

Quince años después de ese primer concurso en Perú, Constanza sigue pintando en Pamplona. Antes de irse, tiene claro uno de sus objetivos: “tengo pendiente hacer una buena estampa del Central”. Estaremos atentos.