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“El problema ante la persecución de los cristianos es la indiferencia de la comunidad internacional ante lo que está sucediendo”

Roberto Simona, experto e impulsor de varios proyectos para la atención a cristianos y refugiados perseguidos, visitó recientemente la Universidad


FotoManuel Castells/Roberto Simona, durante su visita al campus de la Universidad de Navarra.

24 | 11 | 2021

El padre Paolo Dall’Oglio, exiliado de Siria por el gobierno en 2012 por reunirse con miembros de la oposición y criticar las presuntas acciones del gobierno durante la guerra civil o el monje Jaques Mourad, un monje siro católico de la comunidad de Deir Mar Musa, que fue secuestrado y retenido como rehén por milicianos yihadistas en 2015, profundo defensor de la convivencia pacífica entre cristianos y la comunidad musulmana. Son algunos de los nombres que cita Roberto Simona (Locarno, Suiza, 1967) como ejemplo de personas cuyo profundo sentido de la libertad les lleva a defender la fe cristiana en situaciones de conflicto en todo el mundo.


Simona es experto e impulsor de varios proyectos para la atención a cristianos y refugiados perseguidos. El profesor suizo mantuvo recientemente varios encuentros con alumnos del grado de Derecho y del máster de Derechos Humanos.


Doctor por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Lausanne, su investigación se ha centrado en analizar los riesgos y amenazas a los que se enfrentan los religiosos. En este marco, ha desarrollado distintos proyectos humanitarios en África, Oriente Medio, Asia y Europa del Este en defensa de los derechos humanos y la libertad religiosa.  En el momento actual, Roberto Simona desarrolla un proyecto en Suiza que busca prestar atención a comunidades perseguidas en el mundo tomando como referencia el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual o en colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.


¿Cuántas personas hay ahora en el mundo perseguidas por el simple hecho de ser cristianas?
Podemos hablar de 200 millones de personas, pero es una estimación, pueden ser más o menos. Tenemos que diferenciar dos tipos de persecución: aquellas personas perseguidas por profesar su fe cristiana y aquellas que, con un profundo sentido de la libertad y del respeto, las ayudan y las defienden.


Con la proliferación de movimientos islámicos radicales, ¿se ha acentuado ahora más si cabe la persecución contra las comunidades cristianas?
Persecución a los cristianos ha habido siempre, el problema hoy es la indiferencia de la comunidad internacional ante lo que está pasando. ¡Las comunidades cristianas prácticamente han desaparecido de Oriente Medio! Hay países que han perdido toda su herencia cristiana y ahora son menos capaces de convivir y tolerar otras culturas. Toda la riqueza que aporta la multiculturalidad, su legado histórico, se ha perdido allí ante la mirada impasiva de occidente.  


¿Cómo se ayuda a un padre que no puede escolarizar a sus hijos por el mero hecho de ser cristiano?
En África, en Asia, en Oriente Medio... asistimos diariamente a actos de violencia y persecución contra los cristianos. Hablo de amenazas, acoso, la discriminación legal, la incitación al odio a través de los medios de comunicación, las detenciones. Recientemente, veinte sacerdotes han sido encarcelados en Etiopía por profesar la fe de Jesucristo y las autoridades etíopes han permitido exclusivamente la liberación de los sacerdotes extranjeros, no de los locales. En algunos casos se dan situaciones de violencia extrema que conlleva que estas personas tengan que abandonar su país. En otros, prefieren resistir y quedarse y es ahí donde entra en juego la ayuda humanitaria.


En su opinión, ¿qué impulsa a estas personas a permanecer en sus países y hacer frente a esa persecución?
El cristianismo supone ante todo un profundo sentido de libertad y la fe en la creación que se traduce en la confianza de poder cambiar la sociedad, de transformarla y de la convivencia entre diferentes comunidades religiosas.  


¿Qué ayuda brindan los organismos internacionales a estas comunidades?
Las organizaciones no gubernamentales canalizan su ayuda hacia estas comunidades principalmente a través de dos tipos de vías: bien facilitando el asilo y la integración a aquellas personas que han tenido que abandonar sus países. En Suiza, por ejemplo, a través de varias entidades facilitamos la integración de muchas de estas personas y también de que los ciudadanos suizos los acojan y los integren. Otra de las vías es a través de proyectos de cooperación al desarrollo: es necesario aplicar proyectos que arraiguen en las comunidades locales y que fomenten la convivencia pacífica entre las diferentes culturas.


Una de las razones de su visita es dar a conocer a los alumnos de la Universidad su proyecto para ayudar a estas personas. ¿Nos puede avanzar algo?
El proyecto que yo persigo pretende dar visibilidad a este problema pero también trabajar con otras instituciones para impulsar proyectos que favorezcan esa riqueza multicultural y esa convivencia entre diferentes religiones y grupos étnicos, religiosos.

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