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“El abanico de Velázquez: imitación y retrato, ilusión y desengaño”, tercera sesión del ciclo de conferencias del Museo del Prado en la Universidad de Navarra

El catedrático Fernando Marías, de la Universidad Autónoma de Madrid, ha acercado a los asistentes el “naturalismo” que caracterizó la pintura de artista


FotoManuel Castells/Fernando Marías en el teatro del Museo Universidad de Navarra, donde se desarrolla el ciclo que la Fundación Amigos del Museo del Prado organiza con la Facultad de Filosofía y Letras

24 | 02 | 2021

Fernando Marías, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid, ha impartido la tercera sesión del ciclo de conferencias Francisco Calvo Serraller que la Fundación Amigos del Museo del Prado organiza en la Universidad de Navarra, en colaboración con la Facultad de Filosofía y Letras del centro académico. 

Al comenzar su intervención, Marías ha asegurado que “Velázquez fue un maestro del engaño como ilusión visual, desde sus bodegones con figuras juveniles, de apretada descripción a la flamenca, a sus últimas obras de pinceladas liberales y para ser vistas de lejos, pues al acercarnos dejamos de ver objetos para contemplar manchas de color: arte en lugar de realidades”. Asimismo, ha señalado que “fueron dos formas muy distintas de ser un pintor naturalista, un término adoptado en el siglo XX desde la teoría literaria del XIX, que testimonian su paso desde la realidad material retratable a la captación del fenómeno de la visión”. Así, para apoyar estas afirmaciones, el experto ha comenzado mostrando a los asistentes la pintura de Cristo en casa de Marta y María, una pintura realizada en Sevilla y fechada al comienzo de la carrera del artista. “En esas primeras obras de bodegones con figura, Velázquez hizo un intento exagerado de retratar los peces de manera fidedigna, con todos sus detalles, que nos llevan a pensar que podríamos tocarlos”, ha afirmado. 

Para ilustrar esta capacidad de representación del pintor, Marías también ha mostrado obras como El aguador de Sevilla y ha explicado que “Velázquez pinta un cántaro específico, en unas condiciones físicas concretas, demostrando que para pintar realisticamente -naturalísticamente-, un lienzo no es solo cuestión de copiar, sino que para copiar hay que ser consciente de los fenómenos físicos y, de ese modo, transformar un objeto en una representación sobre el lienzo. Hay una coherencia total entre la imagen física y su representación”. En este sentido, apoyándose en La dama del abanico Las hilanderas, Marías ha destacado su capacidad para crear la ilusión de movimiento, en una época donde comenzó a utilizarse la cámara oscura y, por tanto, “la imitación de la pintura debía mejorar la realidad”: “Velázquez es el primero de la historia que pinta con efecto estroboscópico una rueca en movimiento, incluso los pintores flamencos más cercanos al naturalismo las pintaban sin movimiento. No tenía un precedente, salvo fijarse en sus efectos físicos y visuales”.

Por otro lado, ha hablado de la importancia que el artista dio a la visión del ojo y su comportamiento físico. Mostrando Las meninas, ha señalado que en la obra “hay cosas que están ahí pero que no miramos, elementos que no son definitivos, pero que son parte de la realidad de mi visión”, como el lienzo representado, que ocupa gran parte de la imagen, pero que supone un elemento “en el que nadie se fija excesivamente”. También ha resaltado su capacidad de provocar en el espectador la sensación de poder tocar los elementos representados o deducir fenómenos termo receptores del tacto: en El aguador de Sevilla, por ejemplo, “pensamos que el agua de la copa está fresca”, o en Vieja friendo huevos, “podemos deducir que el aceite está hirviendo”: “A través de unas claves, me exige una prolongación de las sensaciones, porque nuestra mente es perceptiva, porque somos un cuerpo que contempla con los elementos de todos los sentidos”. Por todo ello, Marías ha concluido afirmando que “es como si Velázquez se hubiera adelantado con su pincel al poeta Goethe cuando dijo que “veo con ojos que sienten, siento con mano que ve...”.

Doctor en Historia del Arte por la Universidad Complutense, Fernando Marías imparte docencia en la Universidad Autónoma de Madrid desde 1976. Catedrático del centro académico desde 1993, es especialista en la historia de la arquitectura y el arte español de los siglos XV y XVII, con especial atención por la figura de artistas como el Greco o Velázquez. Autor de más de 300 publicaciones y artículos de investigación en estos campos, comisaría numerosas exposiciones entre las que destacan: “Carlos V. Las armas y las letras”; “El Greco: Los Apóstoles. Santos y locos de Dios”; y “El Griego de Toledo”. Es miembro del Comité Científico del Centro Internazionale di Studi di Architettura Andrea Palladio de Vicenza y editor de su revista Annali di architettura. Asimismo, es académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo y electo de la Real Academia de la Historia.

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