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Volver 2013_10_17_TEO_Congreso Internacional de Teología En torno al Concilio Vaticano II Universidad de Navarra del 16 al 18 de octubre de 2013

Congreso Internacional de Teología "En torno al Concilio Vaticano II"

Entrevista al profesor Antonio Aranda, presidente del Comité Organizador del congreso que tiene lugar entre el 16 y el 18 de octubre de 2013

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El profesor Antonio Aranda. FOTO: Manuel Castells
17/10/13 08:25 Fina Trèmols

¿Cuál es el objetivo de este Congreso?

El perfil propio del Congreso no es tanto el de una relectura actual de los textos conciliares, cuanto, más bien, el de un redescubrimiento del Concilio. Redescubrir quiere decir literalmente: "Volver a sentir interés por algo o alguien que se había olvidado", y no es que el Vaticano II haya sido olvidado, pero quizás sí haya sido descuidada o no suficientemente considerada en estos años su inspiración de fondo. 

Esto es, precisamente, lo que nuestro Congreso plantea: la importancia de redescubrir la inspiración de fondo del Vaticano II, tomando en consideración no solo sus textos, ni contemplándolo exclusivamente como un acontecimiento singular (histórico, doctrinal, pastoral, etc.) de la Iglesia contemporánea, sino también –y quizás sobre todo– como lo que quiso ser desde el principio y es también ahora: ocasión e instrumento providenciales para la revitalización de la Iglesia y de su misión evangelizadora, de aquella que lo convocó hace cincuenta años y de ésta que lo conmemora hoy.

¿Sigue vigente el Concilio Vaticano II?

Cuando el Vaticano II fue convocado –en la segunda mitad del siglo XX– se quiso promover un dinamismo de renovación en la Iglesia, partiendo de un Concilio que aún debía celebrarse, y en el que se depositaban grandes esperanzas. En el tiempo presente, la enseñanza conciliar se difunde por los cauces litúrgicos, doctrinales y disciplinares a través de los que la Iglesia desarrolla su misión. Todo en la Iglesia está ahora ya fecundado por la doctrina y la praxis sembradas por el Vaticano II.

Por eso, es también ahora el tiempo oportuno para plantear el redescubrimiento de lo que ha sido y es, es decir, –con palabras del beato Juan Pablo II–: "un gran don para Iglesia y para el mundo". Eso, teniendo en cuenta que el Concilio quiso ser, desde su convocatoria, un gran instrumento para el anuncio del Evangelio en el mundo contemporáneo, significa redescubrir al mismo tiempo su dinamismo apostólico, exigido además hoy fuertemente en el horizonte de la nueva evangelización.

A la vista de estos presupuestos y como sugiere su título, nuestro Congreso se propone tomar en consideración las principales claves de fondo de aquella magna asamblea eclesial para subrayar su vigencia actual y futura.

¿Cuál es el papel del laico para ayudar a superar la crisis de la Iglesia Católica?

Es cierto que atravesamos en la Iglesia por un periodo de crisis. Asistimos a un proceso histórico de cambios culturales y sociales, acompañados también en muchos bautizados de una crisis de fe y de esperanza. Pero no todo es crisis en la Iglesia: hay también en marcha otros procesos dotados de gran firmeza y seguridad.

Acabamos de mencionar el más importante de ellos: la nueva evangelización, que es una tarea de todos en la Iglesia, de los ministros sagrados, de los religiosos y de los laicos, de todos los fieles cristianos, hombres y mujeres, jóvenes y menos jóvenes, cada cual según los dones recibidos y desde el lugar que ocupa en la Iglesia y en el mundo. Como nos han recordado con fuerza, en este Año de la Fe, el Papa emérito  Benedicto XVI y el Papa Francisco, es preciso que todos los que nos llamamos cristianos reencontremos la alegría de creer y nos atrevamos a mostrarlo sin temores. Quien ha encontrado al Señor no puede quedárselo para sí, sino darlo a conocer generosamente a quienes le rodean en la vida de cada día.

Ahora bien, si ante el desvanecimiento o la pérdida del sentido cristiano en nuestras sociedades ha de realizarse un nuevo anuncio de Cristo, es necesario sobre todo que sea hecho desde dentro por los cristianos que forman parte de ellas. El tiempo de la nueva evangelización ha de ser en particular, en ese sentido, el tiempo de los fieles laicos bien formados, capaces de proyectar eficazmente desde sí mismos, desde su vida corriente y con su ejemplo de caridad y alegría, la luz de Cristo y del sentido cristiano del hombre. 

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