Alumnos, profesores y colegas del catedrático de Urbanismo de la Universidad de Navarra Carlos Martínez Caro acompañaron al profesor en el homenaje que le tributó la Escuela de Arquitectura. En unas declaraciones, manifestó que en sus clases siempre ha tratado de formar "arquitectos para la ciudad, que tengan en cuenta las necesidades y gustos de las personas".

Carlos Martínez Caro se licenció en 1955 en Madrid y en 1968 logró la cátedra de urbanismo en la Universidad de Sevilla. En 1970 fue nombrado director del departamento de Urbanismo de la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad de Navarra, que dirigió hasta 1995. Después de 30 años de docencia, entiende el urbanismo como "la introducción del orden en la ciudad, a partir de unas determinadas prioridades y siempre al servicio de la sociedad".

Este arquitecto ha dirigido muchos planes urbanísticos de ciudades españolas; el último, el de Guadalajara en 1999. "Me encuentro especialmente satisfecho de dos planes: el de La Carolina y el de Olite. La población navarra no había crecido fuera de sus murallas desde el siglo XII hasta 1950. En esa fecha comenzó a desarrollarse, por lo que había que dejarla crecer, pero con orden. "Existía el reto de conservar su sabor medieval, un objetivo que creo que logramos".

A su juicio, actualmente los ciudadanos piden "la ciudad de siempre, es decir, aquélla donde se puede vivir cómodamente, donde existan buenas comunicaciones, paisajes bellos, lugares de descanso, etc. Ante los problemas de la sociedad moderna -más distancias, ruidos, menos tiempo,...- los urbanistas deben seguir ofreciendo soluciones ordenadas, como parkings, centros de ocio, etc.".

En el Acto de homenaje varios colegas del profesor Martínez Caro han esbozado algunos de los rasgos de su personalidad y de su quehacer profesional. Alfonso Vergara, discípulo de Martínez Caro y presidente del Taller de Ideas y de la Fundación Metrópoli, desde la que ha desarrollado recientemente para Navarra la Eco-ciudad de Sarriguren, destacó que "aprendió de él que los arquitectos tenemos la responsabilidad de intervenir activamente en la construcción de la ciudad y el territorio".

El profesor Vergara se refirió al concepto de ciudad-región, tan presente en urbanismo de hoy, que fue analizado por Martínez Caro hace ya varios años. "En ningún momento de la historia de la Humanidad, afirmó, las grandes ciudades se transformaron con la intensidad actual". El profesor Vergara señaló que tal vez una de las aportaciones más interesantes del profesor homenajeado haya sido "la visión amplia y abierta del urbanismo y la acertada visión de las diferentes escalas del territorio.

Proyectar y construir pensando en la gente

Por su parte Manuel Ribas, profesor emérito de la Universidad Politécnica de Cataluña, resaltó que en el pensamiento del profesor Martínez Caro "la ciudad no surge solamente como la máquina de habitar, sino también como una obra de arte". A su juicio, el veterano arquitecto ha sabido cumplir el objetivo de todo urbanista, que es "no deslumbrar ni apabullar, sino servir a nuestros contemporáneos". "Ideamos, proyectamos y construimos el mejor mundo posible mediante el uso del espacio, para el progreso y disfrute de la gente".

José Mª Ordeig, que fue quien tomó el relevo del profesor Martínez Caro al frente del departamento de Urbanismo de la ETS de Arquitectura de la Universidad de Navarra, del que sigue siendo director, señaló que "Carlos Martínez Caro representa en el urbanismo español un banderín nunca arriado". Igualmente subrayó que "frente a posturas sincretistas, ha mantenido el protagonismo de las condiciones arquitectónicas en la ordenación urbana".

Finalmente, el director de la Escuela, Juan Miguel Otxotorena, entregó al profesor Martínez Caro un libro-homenaje, en el que bajo el título "Forma urbis", se recogen diecisiete estudios realizados expresamente para la ocasión por investigadores y urbanistas de España, Italia e Inglaterra.

Cerró el acto el vicerrector de la Universidad de Navarra Luis Herrera, quien destacó el espíritu de servicio y el aprecio hacia la Universidad de Navarra y hacia Navarra que laten, discretamente, detrás de los treinta años ininterrumpidos de viajes de Madrid a Pamplona para ejercer la docencia de los que ha sido protagonista el profesor Martínez Caro.