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Mitad alemana, mitad española, María Isabel Capó Von Eichborn (MED’13) no optó por el camino habitual de realizar el MIR y la residencia en algún lugar de España; sino que decidió enviar su currículum a diferentes hospitales de Alemania con la esperanza de poner en práctica allí todo lo aprendido durante la carrera. Algo que sin duda ha conseguido ya que en la actualidad trabaja en una consulta de Dermatología en Múnich y puede que, en un futuro, abra la suya propia.

 

¿Cuál ha sido tu trayectoria profesional?

En enero de 2014 hice una pequeña formación militar para incorporarme un mes después como médico militar en el Hospital Central de Coblenza (Bundeswehrzentralkrankenhaus, Koblenz). Con mi uniforme de blanco y mi rango militar en hombros, trataba a pacientes civiles y militares sobre todo en planta y al final, también en la consulta del departamento de Dermatología. Tuve un amplio repertorio de pacientes ya que los hospitales más próximos estaban a cierta distancia de allí, en Frankfurt y Mainz.

Después de acabar mi tiempo “en planta”, decidí que quería acabar los últimos dos años de mi residencia en una consulta. Tras realizar una sustitución de tres meses, envié mi currículum a muchos lugares y tuve la suerte de que me cogieran en el consultorio de dermatología donde actualmente trabajo y donde planeo acabar la especialidad.

 

¿Cómo te ves en un futuro?

Si todo va bien, acabaré la formación en marzo del 2019, tras la que me tomaré unos meses para estudiar una prueba oral que hay que pasar  en Alemania y para mediados del 2019, podría llegar a ser especialista. A partir de ahí, aún no he decidido si abrir una consulta propia, que me contraten en una o volver al hospital. Puede incluso que con el título de especialista en mano, lo convalide a nivel europeo y vuelva a España, todo se verá.

 

¿Por qué decidiste estudiar Medicina?
No fue fácil. Mis padres no eran médicos y la verdad es que tanto mudarnos de un país a otro debido al trabajo de mi padre, hizo que la decisión no fuera sencilla.

El año en que me tocaba elegir, hice varios voluntariados, entre ellos uno como técnico de emergencia en un servicio en Bethesda, en Maryland (Estados Unidos) y también en cuidados paliativos en el National Institutes of Health (NIH). Gracias a esta experiencia y a mi pasión por las ciencias, decidí que quería estudiar Medicina aunque al mismo tiempo me echaba para atrás el hecho de que fuera una carrera larga.

Finalmente, en Estados Unidos tuve la suerte de conocer a un graduado de Medicina de la Universidad de Navarra, Rubén Hernáez, quien me dio ánimos y me apoyó en el proceso de admisión. Gracias a él y a la propia Universidad (incluyendo a todos los profesores, médicos y alumnos), he llegado a donde estoy.

Tras graduarte, tus planes consistían en ejercer fuera de España, ¿crees que la Universidad te preparó para este reto?

En el ámbito teórico iba igual o mejor preparada que muchos otros. Fue en lo práctico, en lo que los alemanes me llevaban ventaja ya que hay que tener en cuenta que el último año de Medicina en Alemania consiste exclusivamente en hacer prácticas hospitalarias.

 

¿Qué crees que te aportó la Universidad de Navarra para tu formación profesional?

La Universidad me inculcó, sobre todo, un trato correcto y ético con las personas de mi alrededor y mis pacientes.

Finalmente, ¿tienes alguna anécdota o recuerdo de la Facultad de la que te has acordado ejerciendo la profesión?

Anécdotas como tal, no. Recuerdos obviamente hay muchos, algo de lo que me acuerdo a menudo es de la amistad con mis compañeros sin los que las muchas horas de estudio hubieran resultado muy duras.