20030905Una doctora de la Universidad de Navarra apuesta por "recuperar la autonomía del paciente perdida con el desarrollo de la medicina"

 "Estamos en un momento en el que, a través de la información clínica, se ha de recuperar la autonomía del paciente perdida con el desarrollo científico y técnico de la medicina", señaló Pilar León, profesora de la Universidad de Navarra. Esta doctora intervino en el curso sobre "La Ley 41/2002 y la implantación de los derechos del paciente", enmarcado en los programas patrocinados por el Gobierno foral, el Ayuntamiento de Pamplona y Caja Navarra.

Según dijo, la autonomía del enfermo no es algo nuevo en la práctica médica: "El paciente no ha adquirido de repente el papel protagonista, tal y como propugna la bioética norteamericana". Sin embargo, "las repercusiones de los avances científico-técnicos han replanteado la relación médico-paciente y han puesto de manifiesto que el respeto mutuo es esencial".

La Ley 41/2002 se refiere a la autonomía del paciente respecto de los profesionales. "Y también reconoce, parcialmente, valores sociales", subrayó. Para la Dra. Pilar León, "sería el momento de establecer también la autonomía de los pacientes y de los profesionales respecto al sistema sanitario y respecto a la sociedad. Hoy, la Administración, lo público, se muestra progresivamente más intervencionista. Ante ello, habría que instaurar también la libertad de ejercicio y la capacidad de elección de los pacientes".

Obligación de servir a la vida

En su opinión, "la llamada autonomía del paciente afecta tanto a los profesionales como a los enfermos, ya que está intrínsecamente unida a la relación médico-paciente". Por otro lado, destacó que "existe una continuidad en la actitud de respeto a la voluntad y a la intimidad de los pacientes basada en el acuerdo unánime de que no deben ser perjudicados, sino asistidos por la actuación de los profesionales de la salud. Con mayor desvelo y protección cuanto más débiles son".

Asimismo, Pilar León subrayó la idea de que "la ciencia médica y, sobre todo, el desarrollo de la terapéutica han responsabilizado al profesional de la medicina de momentos llenos de significado, como el inicio y el final de la vida humana, dándole grandes posibilidades de actuar". A su juicio, "esto fue el comienzo de un debate no cerrado sobre la obligación del profesional de servir a la vida".