Resumen: Los grandes festejos celebrados en Manila en la década de 1670 tienen como nexo común la presencia en el púlpito del mexicano Miguel Ortiz de Covarrubias, cuya fama como predicador se sustenta en la marcada visualidad que imprime a sus sermones, auténticas piezas "para ver y escuchar" que le merecieron el calificativo de "Apeles y Cicerón" de la oratoria sagrada de su época. Este trabajo indaga en los mecanismos de la visualidad homilética de Ortiz de Covarrubias, basada en un triple recurso retórico que se muestra sumamente eficaz y traslada a los fieles a diversos escenarios europeos y norteafricanos.