Resumen:
La oración de Jesús es un lugar privilegiado para conocer el misterio de su ser y de su obrar redentor, y en esa medida constituye un camino idóneo para la reflexión cristológica. En su oración se muestra como verdadero hombre, heredero de la piedad de Israel. Al mismo tiempo, la originalidad de su plegaria desvela el misterio del Padre, y de él mismo como Hijo enviado: verdadero Dios y verdadero hombre. Ambas dimensiones fundamentan la mediación única de Cristo. En el artículo se profundiza en estos aspectos, considerando algunas consecuencias para la oración cristiana.