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Ecclesia
Juan Alonso |
Profesor de la Facultad de Teología
El pasado 31 de julio de 2025, el Papa León XIV confirmó que conferirá próximamente el título de Doctor de la Iglesia Universal a San John Henry Newman (1801-1890), que se convertirá así en el 38º de la historia y el primer inglés desde Beda el Venerable, nombrado por León XIII en 1899.
Un largo camino hacia el doctorado
La idea de proclamar a Newman Doctor de la Iglesia circulaba desde hacía décadas por los círculos newmanianos. Su beatificación y canonización dieron nuevo impulso a esa causa, respaldada después por obispos, universidades e instituciones de todo el mundo. Algunos testigos cuentan que el papa emérito Benedicto XVI, pocas semanas antes de su muerte, al conocer que la propuesta seguía avanzando, exclamó con el rostro iluminado: “¡Newman, Doctor de la Iglesia: sería una luz para la oscuridad de este tiempo!”. No era un juicio improvisado: más de treinta años antes, cuando aún era cardenal, Ratzinger ya lo había descrito como un “verdadero doctor de la Iglesia”, convencido de que su vida y obra siguen tocando los corazones e iluminando las mentes.
¿Qué significa ser Doctor de la Iglesia?
El título se concede a santos cuya vida y doctrina reúnen tres condiciones: enseñanza eminente, santidad de vida reconocida y proclamación oficial por parte de la Iglesia. Es un reconocimiento excepcional que señala a Newman como maestro cuya voz no solo perteneció a su tiempo, sino que sigue hablando con autoridad a la Iglesia universal. Una anticipación significativa de este reconocimiento se encuentra en el Catecismo de la Iglesia Católica de 1992, que lo cita en cuatro ocasiones clave, mucho antes de su beatificación.”
En un mundo marcado por tensiones culturales, relativismo y secularización, y necesitado de cristianos con una fe enraizada y madura, su pensamiento resulta sorprendentemente actual. Sus enseñanzas sobre la conciencia, el desarrollo doctrinal, la fe razonada, la misión de los laicos, la educación integral, etc., ofrecen claves para vivir y transmitir la fe en el siglo XXI.
Fe, razón y conciencia
Newman muestra que la fe es amiga de la razón, un acto profundamente humano que compromete mente y corazón. En Apologia pro Vita Sua escribió la célebre frase: “Diez mil dificultades no hacen una sola duda”, para subrayar que las objeciones intelectuales no destruyen la certeza de la fe cuando está bien fundada.
Su doctrina sobre la conciencia ha sido igualmente decisiva. La definió como “el primer vicario de Cristo”. Escucharla no significa seguir un impulso subjetivo, sino abrirse a la voz de la verdad que interpela al corazón. En tiempos de relativismo, Newman recuerda que la conciencia iluminada por la fe es el lugar donde el hombre se encuentra con Dios.
Iglesia viva y pueblo de Dios
Newman intuye que la Iglesia no se sostiene solo por la jerarquía, sino también por la fe del pueblo sencillo. Reivindica el valor del “sentido de la fe” de los fieles, ese instinto de fe presente en todos los bautizados, como criterio de autenticidad evangélica. Por eso otorga un papel decisivo a los laicos, llamados a ser protagonistas de la vida y misión de la Iglesia.
Su ejemplo lo confirma: fundó el Oratorio de San Felipe Neri en Inglaterra, acompañó a estudiantes y obreros, y transmitió la fe con un claro espíritu apostólico, convencido de que la verdad cristiana se difunde más por el testimonio de vida que por los argumentos.
Tradición en desarrollo y camino de conversión
Otro de sus grandes legados es la teoría del desarrollo de la doctrina. Explica que la verdad revelada no cambia en su esencia, pero crece en comprensión a lo largo de la historia: “cambia… para seguir siendo lo mismo”. Esa visión permitió a la Iglesia afrontar los desafíos de la modernidad sin perder continuidad con sus orígenes.
Su propia vida es un ejemplo. Tras años de estudio y oración, dio el paso a la Iglesia católica en 1845, convencido de que solo allí se encuentra la plenitud de la verdad. No fue una ruptura, sino la culminación de un proceso de fidelidad a la historia viva de la fe. Como escribió: “Ser profundo en la historia es dejar de ser protestante”.
Educación integral
Newman ha dejado también una huella duradera en el campo educativo. En The Idea of a University defiende que la misión de la universidad no se reduce a formar técnicos competentes, sino personas capaces de pensar y de vivir con sentido. La educación, sostiene, debe unir lo moral y lo intelectual, la ciencia y la fe, en una síntesis que moldea al ser humano completo. Su propuesta sigue siendo inspiradora y reta hoy a nuestras instituciones a ofrecer una formación integral que prepare de verdad para afrontar la vida con libertad y responsabilidad.
Una voz que sigue resonando
No deja de ser irónico que uno de sus críticos, Charles Kingsley, lo llamara despectivamente “Dr. Newman”. Hoy ese título se ha transformado en homenaje solemne: Doctor de la Iglesia.
Newman no es solo memoria agradecida de un gigante del siglo XIX, sino un maestro que habla al siglo XXI. En sus enseñanzas sobre fe y razón, conciencia, Iglesia, tradición, educación, etc. encontramos una guía segura, un faro, una luz para la oscuridad de nuestro tiempo.