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Mosquitos, medicamentos y una idea persistente: la historia detrás del mayor ensayo sobre ivermectina contra la malaria

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04 | 08 | 2025

FotoManuel Castells y cedidas

Una sencilla pastilla tomada por toda una comunidad ha logrado reducir un 26% la incidencia de la malaria en niños de Kenia. La idea no es nueva. Pero por fin, tiene pruebas.

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Carlos Chaccour en la sede del Navarra Center for International Development de la Universidad de Navarra donde investiga actualmente.

En 2007, un joven médico venezolano —Carlos Chaccour, investigador de la Universidad de Navarra— pasó más de tres años trabajando en comunidades indígenas del Amazonas "en lugares a los que sólo se podía acceder en avión", donde tuvo gran exposición a las enfermedades tropicales y aquellas propias de la pobreza y el medio rural. Su inquietud por ayudar a personas a combatir estas enfermedades, que requieren financiación y tiempo, ha continuado desde entonces. Recibió una beca del filántropo Ricardo Cisneros y una beca Chevening del gobierno británico para estudiar un máster en la London School of Hygiene and Tropical Medicine y, posteriormente, se examinó del MIR y obtuvo plaza en la Clínica Universidad de Navarra, donde realizó también su doctorado sobre el uso potencial de la Ivermectina como estrategia complementaria para la eliminación de la malaria. Chaccour se preguntaba si era posible combatir la malaria no solo con mosquiteras o insecticidas, sino con un medicamento que actuara desde dentro: ivermectina, un antiparasitario que, al ser ingerido por personas, resulta letal para los mosquitos que las pican. 

Diecisiete años más tarde, ese médico lidera el mayor ensayo clínico jamás realizado sobre el uso de ivermectina para controlar la malaria, que coordina ISGlobal. Los resultados, publicados en julio de 2025 en el New England Journal of Medicine, marcan un punto de inflexión. El estudio demuestra que administrar ivermectina a una población entera, en paralelo al uso de mosquiteras, reduce de forma significativa la transmisión de la enfermedad. Concretamente, un 26% menos de nuevas infecciones en niños y niñas de entre 5 y 15 años. "La ivermectina ha mostrado un gran potencial para reducir la transmisión de la malaria y podría complementar las medidas de control existentes. Con más investigación, podría convertirse en una herramienta eficaz para controlar e incluso contribuir a eliminar la malaria", afirma Chaccour.

Una idea que ha tardado demasiado en llegar

Desde 2016, el progreso contra la malaria se ha estancado. La resistencia de los mosquitos a los insecticidas y sus cambios de comportamiento —pican al amanecer, al aire libre, cuando las personas no están protegidas— han mermado la eficacia de las herramientas disponibles. En ese contexto, la ivermectina ofrecía una vía alternativa. Pero durante años, faltaron pruebas concluyentes. "Sabíamos que la ivermectina mataba mosquitos desde hace décadas”, señala Chaccour. "Pero si esta enfermedad no fuera una enfermedad olvidada, ya se habría hecho algo al respecto".

El ensayo BOHEMIA (acrónimo de Broad One Health Endectocide-based Malaria Intervention in Africa) nació para llenar ese vacío. Financiado por Unitaid con 27 millones de dólares y coordinado por ISGlobal, con socios en África, Europa y América, el estudio se desplegó en dos regiones con alta carga de malaria: el condado de Kwale, en la costa de Kenia, y el distrito rural de Mopeia, en Mozambique.

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El estudio de campo tuvo lugar en Kwale, Kenia.

En Kwale, 28.932 personas de 84 comunidades recibieron, una vez al mes durante tres meses, una pastilla de ivermectina (o, en el grupo de control, de albendazol). En paralelo, se mantuvo la cobertura de mosquiteras tratadas. El seguimiento se centró en niños y niñas de entre 5 y 15 años. ¿El resultado? Una clara diferencia: el grupo tratado con ivermectina presentó una incidencia de malaria un 26% menor. "Son datos que cumplen con los criterios de la OMS para nuevas herramientas de control vectorial", señala Marta Maia, entomóloga de la Universidad de Oxford y co investigadora principal del estudio.

La seguridad fue otro punto clave: se administraron más de 56.000 tratamientos sin registrar efectos adversos graves atribuibles al medicamento. La mayoría de las reacciones fueron leves y conocidas por su uso previo en campañas contra enfermedades como la oncocercosis o la filariasis.

Además, como efecto colateral, las comunidades reportaron una caída en la presencia de chinches. En Mozambique, donde el estudio se vio interrumpido por el ciclón Gombe y un brote de cólera, también se observó una importantísima disminución en casos de sarna y piojos.

Más que una pastilla: un cambio de paradigma

A diferencia de las estrategias convencionales, la ivermectina no actúa como barrera, sino como trampa letal. Su ventaja radica en su versatilidad: puede integrarse en programas de salud ya existentes y, además de atacar la malaria, combate al mismo tiempo otras enfermedades desatendidas. "Gracias a su mecanismo de acción innovador y a un perfil de seguridad ampliamente probado, la ivermectina puede convertirse en una opción complementaria potente que aprovecha un medicamento seguro y conocido para reforzar las estrategias de control existentes", destaca Regina Rabinovich, directora de la Iniciativa para la Eliminación de la Malaria de ISGlobal y co-investigadora principal del estudio junto a Chaccour.

La OMS ya ha evaluado los datos del estudio. El grupo asesor sobre control vectorial recomendó continuar con la investigación. Los hallazgos también se han compartido con los gobiernos locales de Kenia y Mozambique para su posible aplicación en programas nacionales.

"La ivermectina ha mostrado un gran potencial para reducir la transmisión de la malaria y podría complementar las medidas de control existentes. Con más investigación, podría convertirse en una herramienta eficaz para controlar e incluso contribuir a eliminar la malaria"

El futuro aún no está escrito

Los resultados de BOHEMIA no son una línea de meta, sino una señal de que es posible avanzar. Chaccour, Maia y su equipo esperan ahora generar nuevos datos que faciliten la decisión política que permita incorporar esta herramienta en contextos reales. "Lo que no sería aceptable es que esta evidencia se quede en papel", advierte Chaccour, que trabaja actualmente como investigador residente en el Navarra Center for International Development (NCID) de la Universidad de Navarra, un centro de investigación cuyo objetivo es contribuir al debate público sobre el desarrollo. "Hay vidas en juego", concluye el médico venezolano.

Mientras tanto, en un rincón de Kenia, miles de niños han pasado una temporada de lluvias con menos picaduras y menos fiebre. Tal vez no sepan que todo empezó con una vieja idea y una pastilla. Pero el eco de esa historia, por fin, ha llegado lejos.