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La Universidad de Navarra rinde homenaje a la profesora Clara Fernández Ladreda, en agradecimiento a una trayectoria de más de 40 años

La Facultad de Filosofía y Letras reconoce una vida dedicada a la docencia, la investigación y el servicio universitario

15 | 12 | 2025

La Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra ha celebrado un acto homenaje a la profesora Clara Fernández-Ladreda, con motivo de su jubilación tras más de cuatro décadas dedicadas a la docencia, la investigación y el servicio universitario. El encuentro, celebrado en el Aula Magna del edificio Central, reunió a autoridades académicas, colegas, estudiantes, antiguos alumnos y amigos para reconocer su trayectoria.

El acto estuvo presidido por la decana de la Facultad, Julia Pavón, quien definió el encuentro “no como una despedida protocolaria, sino como una celebración agradecida a una vida académica vivida con autenticidad, rigor y generosidad”. En palabras de la decana, Fernández-Ladreda es “una mujer sin careta, directa y luminosa, cuya manera de ser se refleja por igual en su vida profesional y personal”, y cuyo sentido del humor —comparado con el de G. K. Chesterton— “no disfraza las ideas, sino que las ilumina”.

La primera intervención corrió a cargo de la historiadora del arte Francesca Español, de la Universitat de Barcelona, quien abordó la dimensión científica de la homenajeada. Español destacó la continuidad y solidez de su producción investigadora y su aportación decisiva al conocimiento del arte medieval navarro, siempre contextualizado en el marco europeo. “Una cosa es estudiar el arte navarro desde Navarra y otra situarlo dentro de las grandes corrientes del arte occidental; Clara ha hecho esto último con rigor y originalidad”, afirmó. A su juicio, la profesora Fernández-Ladreda “deja el conocimiento del arte medieval navarro en muy buena forma, con claves que lo sitúan en la esfera internacional”. Asimismo, Español quiso subrayar la dimensión personal de la homenajeada: “Junto a su indiscutible valía intelectual, todos reconocen su simpatía y su cercanía, algo que sus alumnos han percibido siempre de manera unánime”.

Intervino a continuación Santiaga Hidalgo, doctora por la Universidad de Navarra y actualmente dedicada a la cooperación internacional. Partiendo de un texto de san Agustín sobre las virtudes cristianas, Hidalgo definió a Fernández-Ladreda con una palabra clave: “humildad”: “Si me preguntan por la profesora Fernández-Ladreda, diré que su primera virtud es la humildad, que precede y acompaña todos sus actos”, señaló. Desde una perspectiva testimonial, recordó su experiencia como alumna y doctoranda y la influencia decisiva de su directora de tesis: “Por la pasión con la que enseñaba, por el entusiasmo y el placer de transmitir el conocimiento, muchos tuvimos la suerte de caer en la marmita del arte medieval”. Hidalgo subrayó también la capacidad de su maestra para acompañar trayectorias no lineales: “Supo guiarme dejándome construir mi propia reflexión; sin ella, mi tesis no habría visto la luz”. Para la ponente, esa actitud se resume en “una extraordinaria apertura al otro, que solo es posible desde la humildad”.

La laudatio fue pronunciada por la profesora Asunción Domeño, del Departamento de Historia de la Facultad, quien realizó un recorrido detallado por la trayectoria vital y académica de la profesora Fernández-Ladreda, desde su llegada a la Universidad de Navarra como estudiante en 1975, hasta su consolidación como una de las grandes especialistas en arte medieval del antiguo Reino de Navarra.

Domeño destacó la combinación de exigencia y cercanía que siempre ha caracterizado su labor docente: “Exigente consigo misma y con sus alumnos, pero siempre cercana, hasta el punto de convertirse para muchos en una segunda madre”. En el plano investigador, subrayó que se trata de “una de las personas que más conocimiento ha aportado sobre el patrimonio artístico navarro”, con especial relevancia en el estudio de la imaginería mariana, los crucificados medievales y, de manera muy señalada, el claustro de la catedral de Pamplona. “Su trabajo no solo ha incrementado el conocimiento científico, sino que ha contribuido decisivamente a la conservación del patrimonio”, afirmó, recordando su papel en la concienciación sobre el deterioro del claustro catedralicio y la posterior restauración. Domeño concluyó destacando su calidad humana: “Honradez intelectual, generosidad, tenacidad y una profunda empatía ante las dificultades ajenas”.

Visiblemente emocionada, Clara Fernández-Ladreda centró su intervención en el agradecimiento. “Este acto supone hacer balance de toda una vida, y en mi caso esa trayectoria es en gran parte el resultado de una institución y de muchas personas”, afirmó. Con el humor que le caracteriza, recordó sus primeros años como estudiante, sus inicios docentes y las dificultades —y aprendizajes— del camino académico. “La Universidad de Navarra ha sido realmente mi alma mater”, señaló, recordando que en ella han transcurrido “50 de los 70 años” de su vida. Agradeció de manera expresa a sus maestros, colegas, estudiantes y al personal de administración y servicios: “Sin los alumnos, la trayectoria de un profesor no es nada”, afirmó. También tuvo palabras de recuerdo para sus padres y para su tío Alfonso Nieto, antiguo rector de la Universidad, a quienes atribuyó su llegada al centro académico. La profesora Fernández-Ladreda concluyó con un deseo dirigido a los asistentes: “Ojalá que cuando llegue el final de vuestra trayectoria profesional, podáis decir que ha sido tan feliz como la mía y que os veáis rodeados de personas tan magníficas”.

El acto finalizó con la proyección de un vídeo que recorría en imágenes su paso por la Universidad y las palabras finales de la decana, quien insistió en que este homenaje “no es una loa de despedida, sino una celebración agradecida de las ideas compartidas, del trabajo bien hecho y de una forma profundamente humana de entender la vida académica”.

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