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La pieza del mes de diciembre de 2025

LA BANDERA DE LA CIUDAD DE SANGÜESA

Alejandro Aranda Ruiz
Patrimonio Cultural. Arzobispado de Pamplona y Tudela

1. Los atributos de poder de una localidad privilegiada

Sangüesa, cabeza de la merindad de su nombre y ciudad desde 1665 ha sido históricamente una de las localidades más importantes de Navarra junto Pamplona y a las ciudades de Estella, Tudela y Olite. En consecuencia, al igual que estas poblaciones, la ciudad también contó con un repertorio de símbolos y elementos destinados a reforzar la identidad local y a proyectar el poder de la autoridad municipal. Entre estos símbolos ocuparon un lugar destacado los atributos del poder y representación municipal, empleados por el consistorio no solo en los actos públicos más solemnes, sino también en su vida ordinaria. 

De esta forma, los regidores de Sangüesa, como los de las demás cabezas de merindad, hacían uso de medallas o veneras con el escudo de la localidad en el anverso y la imagen de la Inmaculada Concepción en el reverso. Esta costumbre fue introducida entre 1625 y 1688 en clara competencia con Pamplona, Tudela o Estella, que habían comenzado a usar veneras en 1600 y 1621 respectivamente. Por lo mismo, sabemos que Sangüesa ya hacía uso de mazas en 1688, como se desprende de la protesta que los procuradores de Pamplona hicieron en las cortes de ese año de que las «ciudades de Tudela y Sangüesa habían entrado con mazas y veneras». Según Juan Cruz Labeaga, la costumbre de portar mazas cayó en desuso a lo largo del siglo XIX, recuperándose esta tradición en 1947 con la confección de dos nuevas mazas en Pamplona.

 
Escudo de Sangüesa en una venera de finales del siglo XVII. Foto: Casas Consistoriales de Navarra, p. 232.

2. El escudo de Sangüesa: entre la historia y la leyenda

Si hay un elemento que destaque entre los símbolos cívicos es, sin duda, el escudo de armas del municipio, ya que en él queda sublimada, como en ningún otro, la identidad colectiva de la localidad y su ayuntamiento, actuando como auténtico «segundo cuerpo de la ciudad». Con el escudo se sellan y validan los documentos, con el escudo se identifican a los miembros y dependientes del ayuntamiento y se señalan sus propiedades o marcan los ámbitos en los que ejerce su jurisdicción o patronato. 

Como es habitual, las representaciones más antiguas del escudo sangüesino corresponden a sendos sellos céreos de 1222 y 1291 en los que se representan como armas de la villa una construcción amurallada o torre coronada por torres. Con posterioridad estas armas serían alteradas para dar lugar a las definitivas. 

El origen del actual escudo de Sangüesa se encuentra entre las nubles de la historia y la leyenda de la llamada «Batalla de Vadoluengo» o del «Vado de San Adrián», lugar localizado junto al río Aragón en las inmediaciones de Sangüesa, camino de Sos del Rey Católico. Son los textos del tudelano Pedro Agramón y Zaldívar (1567-1635), los de los Anales del Reino de Navarra del Francisco de Alesón (1634-1715) o los manuscritos redactados en la segunda mitad del siglo XVIII por el sangüesino Juan Francisco Barasoain la principal fuente de conocimiento de este acontecimiento histórico. Según estos mismos autores, cuyos textos recopiló Juan Curz Labeaga, en 1312 los aragoneses pusieron sitio a la plaza navarra de Petilla de Aragón que fue heroicamente liberada por los sangüesinos en la batalla de Fillera. Sin embargo, a los pocos días de esta gesta, los aragoneses consiguieron penetrar en Navarra, llegando hasta Olite y saqueando e incendiando todos los pueblos a su paso. Fue entonces cuando Sangüesa acudió pidiendo auxilio al rey Luis el Hutín, quien envió a la caballería de su guardia. Estas fuerzas, unidas a las formadas por Sangüesa, Aibar y otras localidades del entorno, consiguieron vencer a los aragoneses en el lugar de Vadoluengo, causándoles infinidad de bajas y haciéndose con el estandarte real de Aragón. 

Producida la victoria, los sangüesinos quisieron hacer entrega del trofeo de guerra al rey, quien, agradecido, decidió entregárselo a la villa de Sangüesa con la finalidad de que lo sacasen en procesiones y actos públicos. Del mismo modo, el soberano colmó de privilegios a la población, concediéndole para su escudo de armas la seña real de Aragón que debería combinar con el emblema heráldico del castillo que venía gozando de tiempo atrás. No obstante, las barras rojas de Aragón se representarían no en campo de oro, sino de plata para, según Alesón, «diferenciar uno y otro escudo, o como barruntan aquellas memorias para significar que la victoria por la mayor parte se ganó en el agua, cuya apariencia de color remeda a la plata». Asimismo, el rey también concedió a la localidad el mote o lema de «La que nunca faltó», como recordatorio perpetuo de su heroísmo y fidelidad. 

Una de las representaciones más antiguas del nuevo escudo data del año 1570 y corresponde a la piedra armera que luce la fachada de la casa consistorial. En ella se ven, inscritos en una cartela de cueros retorcidos, los cuarteles con el castillo a la izquierda y las barras de Aragón a la derecha, todo ello rodeado de una bordura con las cadenas de Navarra y timbrado por una corona real abierta. Llama la atención la inclusión en el escudo de las cadenas de Navarra, que según afirmaba Juan Francisco Barasoain a finales del siglo XVIII, formó parte de la concesión de Luis el Hutín. Sin embargo, según Laebaga, su uso como parte del escudo de Sangüesa no se produce hasta el siglo XVI. En este sentido, Sangüesa no hizo sino seguir el camino emprendido a lo largo de la Edad Moderna por las principales localidades navarras que incorporaron unilateralmente las cadenas como bordura de sus blasones, ya que los únicos casos documentados de concesión regia de estas insignias son Pamplona en 1423 y el valle de Larráun en 1514. Otra representación la encontramos en las veneras de finales del siglo XVII en las que en el cuartel del castillo se introducen las letras SA, primera y última del nombre de Sangüesa.


Bandera de Sangüesa bordada en 1863. Foto: Javier Solozábal.

3. La bandera de Sangüesa

Uno de los principales soportes del escudo de armas cívico es la bandera, empleada por el ayuntamiento en sus funciones públicas y exhibida por los vecinos en las expediciones militares a las que eran llamados. Por este motivo, no es de extrañar que el municipio contase con más de una bandera, en función del contexto en el que esta era usada. La importancia de la bandera municipal hacía que esta se registrase en los inventarios del archivo municipal, como en el de 1568 en el que se reseñaron el estandarte real de Aragón de la batalla de Vadoluengo y «la bandera de la villa que de nuevo se hizo para ir en alardes».

El deterioro producido por su uso en distintas funciones públicas, hacía que la bandera se renovase periódicamente. Gracias a Labeaga sabemos que en 1818 con motivo de la inauguración de la capilla de San Sebastián, el ayuntamiento estrenó una nueva bandera. Es muy posible que esta bandera fuese utilizada hasta su reemplazo en 1863, ya que, año antes, «con vista de lo deteriorada y rota que está la bandera actual del Ayuntamiento, se acordó hacer una nueva tomando modelo tomando modelo sobre su magnitud de la que posee el de Pamplona»

Las actas municipales guardan silencio acerca de quién pudo confeccionar esta bandera, cuyo coste ascendió a 3.761 reales y cuyos bordados se conservan, traspasados, en la bandera colocada actualmente en el salón de plenos municipal. De esta forma, vemos cómo la bandera tiene dos caras o haces con los escudos de Sangüesa y Navarra respectivamente. Ambos emblemas heráldicos están inscritos en sendas cartelas de cueros retorcidos de gusto neoclásico decoradas con una guirnalda vegetal. Destacan en el escudo de Sangüesa las letras S/A en el cuartel del castillo y en el cuartel de Aragón las barras dispuestas sobre campo dorado y no plateado. Dentro de la cartela hay una filacteria con la leyenda «Sangüesa la que nunca faltó». La minuciosidad y calidad del bordado nos llevan a pensar que este fue realizado por las religiosas y alumnas del desaparecido Colegio de Inmaculada, fundado en 1824 y a cargo de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl.  

A la bandera municipal habría que añadir el estandarte real de Aragón capturado en 1312 y que según los autores citados fue portado por el Ayuntamiento de Sangüesa en la procesión del Corpus hasta bien avanzado el siglo XV. Los restos de este estandarte ocuparon un lugar de honor en el salón de plenos de la casa consistorial hasta que perecieron en el incendio que asoló el edificio en 1937. En palabras de Miguel Ancil, la enseña consistía en «un trozo largo de tela de color grisáceo con manchas sanguinolentas, convertido en harapos por la acción del tiempo y en cuyo centro ostentaba la custodia o relicario», que evidentemente no formaría parte de la bandera original. 


Restos del estandarte real de Aragón capturado en la batalla de Vadoluengo de 1312 antes de su desaparición en 1937. Foto: Casas Consistoriales de Navarra, p. 238.

Fuentes y bibliografía

Archivo Municipal de Sangüesa. Libro 47, Actas del pleno de la Corporación, 1850-1866, sesiones de 21 de junio de 1862 y 3 de enero de 1863.
ANCIL, M., Monografía de Sangüesa, Pamplona, Editorial Iberia, 1943.
ANCIL, M., Compendio de la historia de Sangüesa desde su fundación hasta nuestros días, Pamplona, La Acción Social, 1931.
ARANDA RUIZ, A., Vestir la autoridad. Atributos de poder y representación municipal en Navarra, Pamplona, Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro. Universidad de Navarra, 2021.
LABEAGA MENDIOLA, J.C., «La Batalla de Vadoluengo, 1213, y sus consecuencias», Zangotzarra, núm. 16, 2012, pp. 244-275.
LABEAGA MENDIOLA, J.C., «San Sebastián, patrón de Sangüesa: culto, arte y tradición», Cuadernos de etnología y etnografía de Navarra, núm. 77, 2002, pp. 307-347.
LABEAGA MENDIOLA, J.C., «Casa Consistorial de Sangüesa», Casas consistoriales de Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1988, pp. 230-239.